¡Hola! Pues... soy nueva por esta seccion :P... aunque realmente lleve ya unos ayeres en esta pagXD
La verdad es que desde que vi el primer capitulo del anime me enamoré como boba de él, tanto que busqué el manga y lei y lei hasta que lo terminé! -okay, hasta donde ahora va XD-
Como sea... tenia ganas de escribir, pero no me sentía lista porque mi inspiración ha pasado por momentos duros y dificiles... así que decidi leer algunos fics y me enamoré de muchos que vi por aquí. ¡Gracias a todas las personas que han escrito porque alimentaron mis musas!

La siguiente historia creo que es un poco de mi estilo, aunque no recuerdo haber escrito algo así.

Como sea... Quisiera dedicarle esto a mis amigas Ryu, Itzela (XP), y por supuesto a mi querida Lari -a quien kiero muchisimo!-. y a Suiseki... a ellas gracias por su apoyo, por su ánimo y por soportar mis tonteras.

Espero que les fuste!

Ah! x cierto... los personajes que se presentan a continuación no me pertenecen u.ú... Yoshiki Nakamura me ganó la idea -y el talento XD- para crear esta genial historia!

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ASESINO

« Este sentimiento cálido y abrumador que brota de mi pecho es la cosa más importante que he tenido en toda mi vida. Amarla, es una de mayores bendiciones que he recibido.

Para no perderlo, para disfrutarlo, para ser dueño de su aprecio, yo estaría dispuesto a mancharme las manos con la repugnante sangre de aquél que se atrevió a hacerla llorar.

Yo, Tsuruga Ren, quiero cobrar con su vida la venganza que ella juró. Yo quiero ser su justiciero, aún cuando deba renunciar a esta máscara de bondad, y me condene regresando a ser 'Kuon', hasta el final de mis días.»

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1.-

El crimen perfecto

-"¡Asesino!"- Era un grito cargado de odio, convertido en un arma lista para herir de muerte a quien lo mereciera. La voz femenina se propagó en ondas por el aire hasta el íntimo rincón de su oído, colándose por una abertura hacia la cicatriz entreabierta de su alma. Aquél apelativo lo escuchó de una mujer, curiosamente no de la misma que lo visitaba en sus pesadillas y que sostenía el cuerpo de aquél joven Rick.

Si no la amara, si su corazón no replicara como las campanas de una catedral con el más leve sonido de su voz, sin siquiera verla, no hubiese sabido que esa persona no se trataba del mismo fantasma del su turbio pasado; no, aquella persona cuya magia desbordante contagiaba de sonrisas y ternura, había soltado tan letal arma sin saber el precio que pagaría Tsuruga Ren al escucharla aquél insulto. Sus labios se despegaron unos centímetros, mientras los párpados lo imitaban replegándose hacia las cejas para mostrar aquellas pupilas llenas de sorpresa…

Lo sabía. Lo predijo de antemano. Cualquiera que osara llamarlo de esa forma le heriría aunque se tratase únicamente de una filmación; pero ella… Mogami Kyoko, su prototipo de una mujer japonesa en todos los sentidos, siendo la única que podía sumergirse en el infierno para llevarlo a la quietud del cielo, desplomaba aquella bomba, de magnitud atómica, contra cada célula de su cuerpo. Ren estaba seguro que el corazón dejó de latir apenas unos segundos atrás, y que al mismo tiempo el sistema nervioso colapsaba, llevándose abajo cada una de las composiciones de su cuerpo. El actor estrella de LME había muerto parado al pie de aquella escalera.

-"¡No me vengas con estupideces!"

La voz 'ese' hombre lo sacó de su letargo. Frío, arrogante. Su fotografía debería estar pegada al diccionario junto a cada maldita e indeseable definición. Al parpadear, el ceño del actor se frunció. Recordó porque estaba ahí, porque no había podido seguir su camino y porque decidió quedarse a escuchar una conversación ajena. Guardó silencio, guardó distancia. Permaneció.

–"Tú y ese…"- El hablante escupió. Fuwa Sho ni siquiera era capaz de referirse a él como un hombre, tampoco tenia la habilidad para nombrarlo sin sentir que en el proceso, las vísceras se le saldrían por la boca. –"… ese… sujeto se entienden más de lo que aceptas."- Su interlocutora era una mujer de complexión delgada y baja, sus rasgos faciales eran pronunciado, pero finos, y su piel tenía un color durazno.

A pesar de su belleza natural, en aquél momento tenía las facciones distorsionadas por el odio: Tenía la cara más roja de lo normal, pero era difícil saber si la sangre que fluía en ella la ocasionaba la pena o la ira. Sus ojos lanzaban destellos de rabia, mientras que sus manos apretadas retenían las ganas de lanzarle un golpe a ese ególatra muchacho.

-"¡No tienes ningún derecho! ¿A qué vienen esos repentinos reclamos? ¡No soy nada de ti para que vengas a armarme un numerito! ¡Desaprovechaste la oportunidad de tenerme a tu lado! ¿Por qué insistes en este estúpido teatrito de celos?... ¡Déjame de una vez!"- El furor dio paso en sus ojos a una capa grácil de dolor, que ella retenía con los dientes apretados. Al parecer, incluso a pesar del tiempo, las heridas aún laceran, aún sangraban.

Oyó la voz de su mentor y amigo reprochando en su cabeza: "Aunque trates de evitarlo, lo que duele, seguirá doliendo."

Pensar que sólo lo dijo por una fractura de huesos… Pensar que aquella frase quedaba justamente en este difícil momento.

-"Ya te lo dije, Kyoko: Tú eres mía."- Ella soltó una risa fría. Una risa que Mio le heredó y que cobró fuerza gracias a esos fragmentos rotos de su alma.

-"Yo no tengo la intensión de ser 'propiedad' de un bastardo como tú. Yo… ya te lo dije, tú eres mi asesino, por tu culpa no puedo sentir algo más que desprecio. La palabra amor me da asco. Me hierve la sangre de saber que hay personas tan estúpidas como entregar su vida por algo tan nefasto como ese sentimiento… Yo… no puedo amar otra vez… ¡Por ti perdí ese sentimiento!"- Se agarró la cien: algo no estaba bien. Decir esas palabras y sentirse al mismo tiempo como si traicionara algo –o alguien- la hacían sentirse mareada.

El rubio se mofó. Ella lo miró con sorpresa… ¿de qué se reía el infeliz?

-"Creí que querías vengarte de mí."- Sonrió con autosuficiencia. –"Al final, ¿no es como si me dieras la victoria?"- Se acercó un poco, rompiendo esa distancia prudencial que la chica oji miel plasmó desde el inicio. –"Con tu declaración sólo estas afirmando que yo-soy-tu-due-ño…"- Kyoko sintió como si un rayo la partiera por la mitad. Su yo interna se desgarró la garganta con un gritó infernal, mientras la chica permanecía en shock con la faz aterrada. Sus manos aún le sujetaban la cabeza como si fuese a perderla en cuestión de segundos, y los labios se mantenían abiertos como si no hubiese poder sobre la tierra capaz de cerrarlos.

¿Perdió? ¿Realmente eso era todo? El esfuerzo por vencer a la antigua Kyoko, por escapar de su pasado, por superarse, ¿realmente terminaba ahí? ¿Los sentimientos que había forjado ese año… todos ellos culminaban en su derrota ante Shotaro porque ella se cerraba a la posibilidad de amar…?

Fuwa rompió por completo la distancia al pararse a unos centímetros de ella. Ascendió la mano, estiró los dedos, dejándolos quietos en aquella alba mejilla que ni siquiera los sintió, se inclinó con los labios abiertos, ansiosos; ni siquiera se molestó en querer cerrar los ojos porque definitivamente quería verse reflejado en las pupilas de ella, definitivamente quería saber, conocer, sentir, y saborear la derrota de aquella –como la llamaba- 'aburrida y fea' mujer: a un segundo sonrió… a un tiempo sintió que todo por lo que había trabajado y luchado por fin estaba dando el fruto merecido: su ansiada victoria sobre ella y sobre ese Tsuruga Ren…

De pronto, en los labios no tenía aquél dulce e inocente sabor, sólo estaba el vacío y la mueca primero de frustración, luego la ira.

Aquél hombre no sólo se interponía entre su consolidación como la mejor estrella de Japón, si no que además, se convertía en algo que ni siquiera podía denominar como rival. No, Tsuruga Ren no era digno de ser llamado como tal. Podía haberle permitido meterse en su vida, pero no con aquella mujer. Con SU mujer.

Ni siquiera lo golpeó, tan sólo lo alejó con un rápido empujón sobre su esternón. Poniéndose entre él y Kyoko. La chica se retiró las manos de la cabeza mientras parpadeaba desconcertada, obviamente ajena a lo que acababa de pasar. El color de su cara pasó de cera a azul, y sus demonios internos comenzaron a volar despavoridos por todos lados con la presencia de su 'talón de Aquiles': El emperador de la noche, como ella solía denominarlo.

Shotaro apretó los dientes y los puños, manteniendo una postura desafiante. Ren se mantuvo en la misma línea con una sola frase en las retinas: 'Apártate Fuwa'.

-"¡Ja! Pensé que este tipo no tiene nada mejor que hacer que molestarte."- Kyoko parpadeó. ¿Quién había dicho eso? Por un momento creyó que había sido su 'protector', pero ese timbre de autosuficiencia sólo le pertenecía a Sho… Y no se equivocaba.

-"Creí que sólo tenías la cara, pero me doy cuenta que tus habilidades sobrepasan mis expectativas."- Respondió el actor. El rubio se quedó mudo. ¿Qué había querido decir? ¿Un halago? ¿¡Por fin reconocería su superioridad! –"¿Has llegado tan lejos leyendo la mente de las demás personas?"

-"¿Qué has querido decir?"- Inquirió Sho, más molesto de que podría callar.

Ren sentía que de un momento a otro la oscuridad que tanto esfuerzo le costaba encerrar, estaba a punto de ser desbordaba, y descargada en la cara de aquél bufón. De la punta de los pies a las fibras del cabello la ira empujaba sus emociones fuera de él, pero el joven de veintiún años las retenía apretando los músculos de su cuerpo. Temblaba, pero no era producto del pánico, sino de la rabia: Ese tipo había estado a punto de besar a la mujer de sus sueños. Si, no sólo se había conformado con hacerlo aquella vez de San Valentin, sino que además, pretendía hacerlo por segunda ocasión ante sus ojos. No sólo podía querer matarlo por eso, sino que a las cuentas le sumaría el dolor que las palabras previas de Kyoko dejarían en su corazón: ella ya no era capaz de amar. Su alma, todo su ser, estarían por siempre bajo la sombra de aquella espectral figura. Tsuruga Ren no era capaz de hacerla reaccionar, o sentir nada más. Ella no se lo permitiría, ella se sellaría para siempre bajo aquel turbio confinamiento. Él ahora lo entendía. Sus propios sentimientos, sus demostraciones de los mismos, no habían tenido un resultado tan desbordante como los de Fuwa. Ninguna de las mujeres entre sus brazos, en sus labios o en su cama habrían podido despertar la oscuridad de Kuon como esa mortífera emoción. Tal vez Kyoko tenía el poder de disipar sus demonios malditos, pero el amarla incluía en el paquete la sombra de Fuwa Sho… Un sentimiento tan cálido y tan hermoso, incluía una herida mortal.

Mientras la pelea de miradas comenzaba entre el actor y el cantante, la chica no sabía que decir. Por un lado quería terminar con aquella discusión contra el rubio, quería ahorcarlo, quería responderle propiamente y continuar descargando su frustración y aquellas mentiras respecto a su propio corazón. Actuar de ese modo implicaría comenzar otra discusión y hacer a Tsuruga-san (que no sabía ni de donde había venido, pero que estaba segura escuchó TODO) su cómplice y participe…

No… No podía exponer todo su odio delante de él, hacerlo mancharía la imagen que tanto trabajo le costó forjar ante sus ojos Ahora estaba segura que ya no le desagradaba después de todos los momentos que ella jamás terminaría de agradecerle (motivarla sin darse cuenta a ser actriz, ayudarla a crear una Mio no sólo adecuada, sino suya para Dark Moon; aconsejarla, llevarla a casa, preocuparse por ella, llamarla de vez en cuando para saber si estaba bien, salvarla del odioso perro del infierno, pero sobre todo… hacerla sentir que podía confiar en alguien… que podía sentir aquello de lo cual escapaba y que no diría en voz alta, y que no aceptaría nunca). Tenía miedo de enfrentarlo, de escucharle decir que aún era una tonta confiada por aceptar esas charlas privadas con Fuwa… y ella no sabría como explicarle que no podía negarse a intercambiar esos insultos. Era desgastante. Era doloroso aplastar a la antigua Kyoko con cada palabra y con cada comprobación de que Sho era lo que era, pero también, le satisfacía saber que su persona había evolucionado…

Después de todo llegó a considerar que aquél fugaz momento de victoria no era nada más que una batalla ganada porque ella misma se rindió. La guerra aún estaba por definirse, y ¡definitivamente Kyoko no permitiría que una cucaracha como esa le ganara la partida! La cosa sería arriesgarse, vencerse, y permitir que ese cálido, enigmático y mágico sentimiento llenara sus entrañas otra vez. ¡Pero cómo hacerlo si la simple idea la deprimía!

Sin embargo, ella no era una persona derrotista. A Kanae, a su querida amiga Moko-san (bautizada así por ella), le había dicho en incontables ocasiones que la clave del éxito era no rendirse. ¿Por qué comenzar a hacerlo ahora?

Levantó la vista perdida en algún punto de la ropa oscura que Ren llevaba entonces, entreabriendo los labios para proferir una serie de palabras, cuando, un brusco movimiento la apartó. Retrocedió por el impulso, casi al punto de tropezar, levantó otra vez los ojos y lo observó: De la nada los habían comenzando a pelear, pero no con miradas o palabras como ¿segundos? atrás, los golpes entre ellos ahora eran los protagonistas de una lucha 'épica'. Kyoko se quedó en su lugar sin saber cuanto tiempo se había perdido en sus propias cavilaciones como para que dos personas –sobre todo una como Tsuruga-san- se convirtieran en dos cavernícolas.

Fuwa había lanzando el primer golpe, y el actor plácidamente se hizo a un lado, mientras empujaba a la chica para que no saliera lesionada durante la feroz riña. Tenía más experiencia que ese muchacho engreído. Tenía más fuerza, más astucia y más coraje como para ser derribado por un don nadie. Sho ni siquiera podía imaginarse las ganas que fluían por sus venas por romperle la cara, por hacer pedazos de muchas formas su estúpido orgullo. Él sería quien cobraría la venganza de Kyoko con sus propias fuerzas, él se mancharía las manos con la sangre de ese bastardo…

… .. …

Continuará...


por su lectura. Gracias!
Se aceptan sugerencias, ensañadas de verdura y... nada mas =P