Disclaimers: Los personajes son propiedad intelectual de J.K. Rowling y son utilizados sin ánimo de lucro.
Advertencias: Contiene incesto.
-Fanfic dedicado a Im Unloveable y a VremyaLuny, desde el fondo de mi corazón espero que les guste.
Soñar no cuesta nada, es gratis, siempre soñó con el chico de su vida, si no era lo principal en su vida, aun así dedicaba tiempo a pensar en ello de vez en cuando regresaba tarde del trabajo, no era de las chicas que pensara que un hombre da la estabilidad a una mujer, o una pareja, lo que fuere, pero al final del día, había veces que deseaba compartir su tarde en compañía de alguien que sin importar como le hubiese ido en el trabajo, la amara igual, incluso más.
Tal vez su idea del amor no era del todo clara, eso explicaba la razón por la que iba de relación en relación sin encontrar algo que le hiciera permanecer, y cuando el chico ideal llegaba a su vida, al final del día se daba cuenta de que en realidad, no era lo que ella tanto quería.
¿Para qué se quiere perfección si no importa eso al final?
Dejó su abrigo sobre el respaldo del sofá, miró por la ventana, había llegado justo a tiempo, así no se mojaría por la lluvia, giró en su mismo lugar para observar el apartamento por completo, tenía que reordenar su agenda lo antes posible, no tenía mucho caso arreglar el desorden si se iba a mudar en un par de meses, sonrió, tal vez debería recoger un poco, pero el trabajo la tenía absorta en otros asuntos más importantes que poner los trastes sucios en el lugar correcto.
Caminó sin ánimo hasta su habitación, sacó ropa más cómoda que la falda a lápiz que llevaba y las zapatillas, se deshizo el moño y dejó que el largo cabello pelirrojo callera sobre sus hombros.
Regresó a la cocina, buscó algo limpio y como no lo encontró, decidió optar por poner orden, sabía que de todos modos, llegaría ese día, ordenar no sólo su apartamento, sino el desastre que últimamente tenía por vida.
Sonrió malvadamente cuando su celular sonó, esa era una señal divina de que se ocuparía en el trabajo y dejaría las tareas de la casa para otro día, tal vez debería conseguir a alguien que le ayudara con la limpieza para ahorrar tanto problema.
–Hola –contestó en tono neutro, no reconoció el número.
–Hola, hola ¿Es que no sabes que no se debe contestar a un extraño?
–Debo colgarte entonces –sonrió al reconocer la voz de Hermione.
–Me alegra que me contestaras, cambié mi número hace unas semanas…
–Y habías olvidado decirme ¿cierto? Me alegra saber que tan presente me tienes, amiga.
–No es eso, tú mejor que nadie me comprenderá, eres tan adicta al trabajo que olvidaste llamar a tu madre por su cumpleaños.
–Sabía que algo olvidé –renegó.
–Por fortuna, sólo te pasaste con casi un mes –se burló Hermione al otro lado de la línea –aproveché que los Weasley tendrán cena familiar para decirte sobre mi cambio de número.
–Me alegro, dile a mamá que siento no haber llamado por su cumpleaños.
–Técnicamente estás hablando casi para navidad –se burló de nuevo su amiga.
–Creo que los gemelos te unieron al club.
–Un poco de eso, pero tengo otras formas de torturar a tu hermano.
–No lo dudo por un segundo –ambas guardaron silencio.
–Deberías venir a casa y pasar la tarde con tu familia en lugar de quedarte en casa trabajando.
–Está lloviendo, Hermione, mi auto…
–Es una suerte que mi agencia de taxis a domicilio funcione tan bien.
–Tú no tienes una agencia de taxis…
–Envíe a mi chofer favorito por ti –Ginny pudo imaginarla sonriendo satisfecha.
–No voy a pagar el taxi, no lo pedí –movió la cabeza en negación.
–No lo hagas, lo pagaré por ti, ya te he dicho que es mi chofer favorito, de hecho, le he puesto el cuerno a tu hermano con él más de seis meses.
–De acuerdo –contestó nada convencida.
–Estará ahí en cuanto cuelgue el teléfono, así que es mejor que… -Hermione se interrumpió por el sonido del timbre –que rápido, te veremos en un rato.
–Claro –colgó.
Caminó hasta la puerta a causa de la desesperación de que el timbre no dejara de sonar ni un maldito segundo.
–Podría detenerse un maldito segundo, va a volverme loca –chilló abriendo la puerta de forma histérica.
–No, pues ya lo noté –sonrió el chico que identificó de inmediato –hola Ginny.
–Técnicamente no puedes ponerle el cuerno a tu novio con tu novio –murmuró haciendo que el chico elevara la ceja en confusión.
–Supongo que no, no puedes, a menos que pienses en otro mientras estás con tu novio, pero… ¿Qué tiene que ver eso?
–Nada, Ronald, me entiendo yo sola, ehm… ¿quieres pasar?
–Tenemos que ponernos en marcha.
–No voy a ir así –se observó haciendo que su hermano la observara críticamente.
–No te encuentro nada de malo ¿Qué hay de malo en lo que llevas puesto?
–Pasa o quédate fuera, sólo te advierto que así no iré, y no creo que Hermione se ponga muy feliz si llegas sin mí.
Ron entró al apartamento y observó por todos lados, esa era la razón por la cual las personas normales arreglaban el lugar donde vivían, pensó Ginny, por las visitas inesperadas.
Caminó murmurando algo hasta su cuarto, buscó entre su ropa casual algo que pudiese ponerse, al menos algo más abrigador, no iría en sus cortos shorts y playera de tirantes a su casa, no con el frío que hacía afuera.
–Es para hoy, Ginevra –gritó Ron desde alguna parte del apartamento.
– ¡Ya voy! –Le gritó en respuesta –maldita sea –murmuró para sí misma.
Tomó lo primero que había tomado y se cambió lo más apresurada que pudo, se sentó en la cama para subir el cierre de las botas, tomó su gorra tejida y su abrigo y regresó a la sala.
–Sé que no tiene que importarme –comenzó Ron –pero creo que deberías tener un poco más de orden en tu apartamento.
–Hay un orden en mi apartamento –rebatió molesta –no el tipo de orden que la gente común suele tener, pero es un orden, al fin y al cabo.
–Así que supongo que el sofá funge como guarda bragas –contestó y giró hasta ella, tenía unas pantaletas de color rosa y de encaje en la mano –el rostro de Ginny enrojeció en ese momento.
–Son nuevas, por si no notaste la etiqueta –rebatió.
–Ese no es el punto –frunció el ceño.
–Las compré ayer, debieron caerse de la bolsa ¿feliz?
–Y lo demás ¿también se cayó de una bolsa?
–Yo no critico la forma en la que tú y Hermione mantienen la casa ordenada ¿bien? Ahora no critiques mi apartamento.
– ¿No puedes tomarte cinco minutos de tu tiempo para colocar las cosas en su lugar?
–Pensé que era para hoy –caminó hasta la puerta y la abrió, Ron caminó hasta ella.
–Esto es mío –le arrebató las pantaletas de la mano y las guardó en su abrigo, azotó la puerta en cuanto estuvieron afuera –sí que el negocio prospera ¿no? –le sonrió cuando Ron quitó la alarma de su auto, le sonrió cuando la miró.
–Un poco.
–Me alegro por Hermione…
–Lo bueno es que te alegras por alguien, aunque no sea por tu hermano.
–Alguna vez deberías dejarme terminar antes de interrumpirme a mitad de… -se quedó callada.
–No te interrumpí –contestó.
–Bueno, me detuve antes, sólo gané esta vez.
–Por supuesto –le sonrió.
No es que no quisiera a su familia, o que se avergonzara de ellos, pero había obtenido empleo antes de salir de la universidad, así que sólo se dedicó a hacer las cosas bien y no perder esa fuente de empleo, le enviaba a sus padres cierta cantidad para ayudarlos, después de todo, ellos se las habían arreglado para sacar a sus siete hijos adelante, que malagradecida sería si no retribuyera un poco lo mucho que ellos hicieron por ella.
Había hecho tan bien su trabajo que no tardó en ascender de puesto, ahora no era la mejor del lugar, pero fue la primera propuesta para mudarse para la nueva sede que se abriría en unos meses, el lugar aún no estaba decidido, vacilaba entre tres diferentes ciudades.
La casa seguía siendo igual a como la recordaba, se quitó el abrigo en cuanto entró, tal vez era ese calor de hogar lo que la hacía sentir calor en sus mejillas, o tal vez era la vergüenza de no haberle llamado a su madre por su cumpleaños y dedicar más tiempo a su trabajo que a sus lazos familiares.
Tal vez ayudaba económicamente a sus padres, pero seguía siendo una malagradecida por huir en la primera oportunidad que tuvo.
–Vaya, vaya, si no fueras pelirroja dudaría que fueras nuestra hermana –sonrió George que la abrazó de inmediato.
–En realidad me retoqué el tinte hace dos días –se burló –el pelirrojo me va más que el negro, no me gusta ser rubia –rió.
–Por supuesto –le sonrió George.
–Me alegra que estés aquí, cariño –sonrió su madre.
–Hola mamá –caminó hasta ella y la abrazó –siento no traerte tu regalo y por no llamar en tu cumpleaños.
–Oh, cariño, no te preocupes, tu tarjeta me llegó igual que tus flores, fue un hermoso detalle –le otorgó una sonrisa amable.
–Ah…
–Así que ¿Cuál fue la elección en la comida? –interrogó Ron caminando a la cocina.
–Y… ¿Dónde están los demás? –preguntó Ginny.
–No tardan en llegar, la familia ha crecido demasiado en los últimos años –comentó su padre.
–Supongo.
–Sólo faltas tú, Ginny, de traer a ese alguien especial a casa –la animó Hermione.
–Si me avisas a última hora, no podré hacer que salga de su casa y abandone el trabajo por…
– ¿Nada? –insinúo Ron recargado en el umbral de la puerta de la cocina.
–Normalmente si las personas no trabajan, no les pagan, y si no les pagan, no tienen como cubrir sus cuentas ¿sabías eso?
–No, así que supongo que es bueno que me instruyas.
–Ron –intervino Hermione.
–No, está bien, que nos diga que no viene a casa y no trae a nadie porque le da pena ser una Weasley.
–No sé si tengo que seguirte instruyendo en tus propios derechos Ronald, pero existe algo llamado Deed Poll, si me avergonzara tanto de ser una Weasley, créeme, hubiese recurrido a esa instancia desde que me largué de aquí.
–Hoy no vamos a discutir –intervino su madre en modo enérgico, haciendo que Ron frunciera los labios y Ginny respirara hondo para evitar una escena y arruinar las cosas, no por él, sino por sus padres, el idiota de su hermano no iba a arruinarle esta reunión familiar, después de todo, hacía mucho tiempo que no asistía a una.
Por comparación al inicio, la tarde mejoró demasiado, la casa Weasley seguía siendo como una madriguera, todos recurrían a ella a refugiarse, y le agradaba el hecho, porque así, sus padres no se quedarían completamente solos.
–Así que… cuéntanos algo –incitó Fred –que tal tu trabajo.
–Va viento en popa, a decir verdad, fui promovida hace un par de meses.
–Oh cariño, nos hubieses avisado, para festejar el hecho.
–No te preocupes mamá, el ascenso fue de: Felicidades, escalas un puesto, ahora ten estos expedientes, que estén listos a primera hora, no había mucho que festejar.
–Y… ¿Qué tal la vida personal? –observó a Percy.
–Perfecta.
–Y… para Ginny ¿Qué es perfecto? –George elevó las cejas.
–Él se dedica a trabajar la mayor parte del tiempo, así que no tengo a un hombre tras de mí molestándome cada cinco minutos para llamar mi atención, cada que nos vemos pasamos un rato muy agradable.
–Quiero saber el nombre, no hemos tenido tiempo de hablar de eso.
–Iba en la escuela con Ron y contigo –se encogió de hombros cuando todos voltearon a verla.
– ¿Estás saliendo con Harry? –indagó Ron perplejo.
–No, salgo con Dean Thomas.
–Oh.
–Harry también ha estado muy ocupado en el trabajo –le comentó Hermione –demasiado absorto en el trabajo, por eso pensamos que era él.
–Volver con Harry es algo que no haría –negó y le tomó a su té.
– ¿Cómo es que no me enteré de eso?
–Porque fue un error salir con él, no volvería a cometer ese error, simple.
–Claro, besuquearte con Harry fue un error –sonrió Fred.
–No sabe besar –confesó –y prefiero el calor del anonimato que el ajetreo de la popularidad.
–Lo dice la que está trabajando en una de las firmas más famosas de Londres ¿cierto?
–Nunca he salido en televisión, eso es bueno.
–Harry salió en televisión porque un loco asesino serial asesinó a sus padres cuando él era niño –gruñó Molly.
–Tampoco es como si yo lo hubiese mandado ¿o sí?
–No, pero de todos modos, él no eligió ser famoso por eso.
–De acuerdo, me disculparé con él cuando lo vea.
–Jamás –dijo a unísono con los gemelos y sonrieron.
–Algunas cosas nunca cambian –comentó el Sr. Weasley y se levantó por un poco más de tarta de calabaza.
–Siempre seré una Weasley, papá, aunque piensen lo contrario.
Ron volteo a verla molesto, ella sólo regresó la mirada que en un momento se volvió una batalla.
–Aquí hay más –la Sra. Weasley puso otra charola en la mesa.
–Es hora de que me vaya mamá –comentó al ver la hora.
–Es una bonita tarde cariño ¿por qué tan pronto?
–Tengo un par de cosas que hacer.
– ¿Más importantes que yo? –interrogó George fingiendo indignación.
–Tienes razón, no hay nada más importante que tú, Georgie.
–Si te corren del trabajo, siempre puedes trabajar con nosotros –la animó Fred.
–Prometemos no pagarte mucho y sí esclavizarte más de quince horas al día –prometió George elevando una mano y la otra en su corazón.
–Vaya, la oferta es… tan… tentadora, que tengo tantas ganas de llamar a mi jefe y decirle que renunciaré.
–Adelante –le guiñaron un ojo y les sonrió.
No dudaba que la oferta fuera completamente cierta, al menos en un plano neutral, el único molesto con el hecho de que no visitara tanto a sus padres era Ronald, y tampoco entendía en que momento la estúpida idea de que le avergonzaba ser una Weasley apareció en su cabeza, pero así era él, tonto y despistado.
George la dejó en su edificio cerca de la una de la mañana, observó su portafolio y después los trastes en todos lados.
Tomó la segunda opción, poner orden a su propio hogar.
–No tengas miedo de volverte una ama de casa, Ginevra –se consoló.
Cuando todo quedó en su lugar, regresó a su portafolio, miró el reloj en su muñeca, marcaban cerca de las 4:58am, y aún tenía que trabajar, jamás debió permanecer en esa reunión más de lo previsto, suspiró; sería la primera vez en años en que no llevaría un expediente listo a primera hora del día.
¡Hola! Bueno, primero que nada, vengo a publicar otro fic... y esta vez no es un OS, está dedicado a VremyaLuny y a Im Unloveable, y espero que sea del agrado de todos, no sólo de ellas, espero que alguien lo lea y comente, si quieren.
Gracias por todo.
22Fahrenheit.
