Propiedad de NotTheOnlyOne

Capítulo l

ISABELLA POV.

Mi mesa estaba llena de hojas sueltas arrancadas de libreta, todo estaba esparcido en la mesa y unas cuantas en el suelo. No dejaba de leer y releer todas las notas del semestre. Oí el crujido de mi puerta abrir y unos cuantos pasos se posaron detrás de mí.

-Debes parar- colocó ambas manos en mis hombres –tu cerebro va explotar- giré para ver el rostro de Clark, mi tío.

-Estudiaré hasta que llegué mi tía- me crucé de brazos.

-Pues estarás estudiando toda la noche, ella no vendrá hoy- tomó una de mis hojas y comenzó a leerla entre dientes.

-¿No la dejaron salir?- pregunté y volví mis ojos a la hoja que leía.

-No, ya sabes como es su jefe- volvió a colocar la hoja en el escritorio y se dirigió a la puerta –te espero en una hora a cenar, señorita- asentí con una sonrisa en el rostro.

Mi tío Clark y mi tía Joss me había permitido vivir en su casa mientras cursaba mis estudios en la Universidad de Columbia en Nueva York. Desde que contrajeron matrimonio, no han podido tener hijos por problemas de fertilidad en ambos, así que, yo para ellos, soy como una hija, tratan de ofrecerme todo lo que pueden, ya que ambos trabajan. Tío Clark trabaja en una gerencia de automóviles y tía Joss auxilia en los juzgados a un abogado, por eso mismo luego llegaba hasta altas horas de la noche o simplemente se quedaba a ordenar los casos por exigencias de su jefe.

Vivía con ellos desde los 17 años, justo antes de entrar a la carrera de Diseño Gráfico en la Universidad. Había dejado atrás a mi padre Charlie, quién se encontraba jubilado y sólo vivía su vida para pescar en compañía de sus viejos amigos y ver televisión por cable. Mi madre se encontraba en Miami, vuelta loca con un pequeño negocio de arreglos para eventos especiales y viviendo una vida llena de amor con su esposo, Phill.

Bostecé un par de veces y busqué la hora en mi celular. 21:10 PM

-Olvidé la cena- me paré de la pequeña silla como loca y bajé las escaleras volando hasta la pequeña cocina de azulejos verdes. Tío Clark veía en la televisión del comedor un programa de retos, esos donde tienes que comer insectos extraños para ganar dinero.

-Creí que no bajarías- me miró incrédulo.

-Por poco no lo hago pero la verdad, tengo un poco de hambre- abrí el refrigerador para sacar la leche.

-Hay un poco del cereal que te gusta- agitó la caja del cereal de hojuelas de colores con azúcar.

Tomé la caja del cereal y vacié todo lo que quedaba en un tazón, luego vertí la leche. Me senté en una de las sillas, cerca de mi tío y saqué mi celular para ver los recientes mensajes.

-¿Has hablado con tu hermano?- le pregunté por mi padre después de masticar unas cuantas cucharadas de cereal.

-No- negó también con un dedo – ¿tú has hablado con tu padre?

-No he tenido tiempo- imité su movimiento con el dedo.

-Deberías, debe estar necesitando escuchar tu voz, ya sabes que aunque no lo diga, te necesita- giré mi rostro hacia el televisor para ver a un hombre colocar unas extrañas arañas en su boca.

-Ya lo sé pero después de acabar el semestre- lo miré con ternura mientras él asentía lentamente.

-También deberíamos conseguirle algo como eso- señaló mi celular entre mi mano izquierda –podríamos enviarle mensajes más seguido- guiñó un ojo.

-¿Te imaginas a Charlie mensajeando con nosotros?- imaginé el hecho y me reí fuerte. Mi padre nunca tendría un celular, así dependiera su vida de ello.

-Podría intentarlo, es como manejar un arma de las que él usaba en la comisaría- me gustaba bromear con mi tío sobre mi papá, era el típico hermano del que siempre se burlaba.

-Te aseguro que si le decimos eso, va decir que esas cosas no se hicieron para él- busqué las últimas hojuelas de cereal.

-Y si le digo que te burlaste de él, va a enojarse muy fuerte- nos sonreímos al mismo tiempo, imaginándonos a Charlie enojado por mis comentarios.

-Supongo, no lo dudo- me paré de la silla para lavar mi tazón y mi cuchara. Los lavé y los puse a secar en el lavabo.

-¿Ya irás a dormir?- me preguntó tío Clark cambiando los canales de la TV.

-Daré un último repaso y luego me dormiré- me sequé las manos para agarrar un vaso con agua.

-Ya no estudies- seguía cambiando canales –eres la mejor y la más inteligente- añadió con dulzura.

Me gustaba la manera que me daba ánimos, siempre sería un padre para mi, uno muy cariñoso y atento.

-Gracias tío pero ya sabes como soy yo- lavé el vaso rápido y me dirigí hacia él para darle un suave beso en su frente.

-Eres muy terca y perfeccionista- me gritó cuando iba subiendo las escaleras.

Sonreí en mi habitación, recogí todas las notas del suelo y algunas otras de mi cama. La verdad ya había estudiado pero siempre tenía el presentimiento de que iba a olvidar todo en el momento del examen, cosa que rara vez pasaba. Ordené todo en las carpetas y di un último repaso hasta creer que memorizaba todo. Miré la hora en el celular, marcaba 22:30 PM.

Resoplé al saber la hora y guardé todo en mi mochila. Si seguía estudiando, de verdad iba a explotar por completo.

Me quité los zapatos, los jeans y la playera de manga larga. Sólo me quedé en ropa interior y así me sumergí en la cama. Estaba bastante cansada para ir al closet por el pijama.

El despertador sonó puntual a las 6:00 AM. Sentí el cuerpo muy pesado, debía ser por forzarme tanto a estudiar el día anterior. Saqué un brazo de las cobijas color amarillo que me habían regalado mis tíos el año pasado en Navidad. Sentí frío y volví meterla. Otro día con frío, pensé. El invierno azotaba a Nueva York y las calles estarían repletas de personas con grandes abrigos y gorros extraños.

Había olvidado que sólo estaba en ropa interior, por lo que intenté alcanzar la sudadera en la esquina de la cama pero no lo conseguí. Me di unos minutos de valor para correr por una bata y meterme a bañar.

Jamás corría pero con el frío en mi cuerpo debía hacerlo. Tomé la bata color morado del perchero detrás de mi puerta y abrí para ir directo al baño, que se encontraba del otro lado de mi habitación.

Abrí la puerta del baño y de inmediato fui a girar el grifo de agua caliente. Me bañé en diez minutos, nunca tardaba mucho más de ese tiempo, ni cuando me depilaba.

No era muy aficionada a la ropa, ni a la moda o a combinar la ropa. No tenía mucha y tampoco tenía ropa de marca, sólo cuando a tía Joss se le daba por ir de compras y me elegía algo de una tienda comercial. Todo mi armario eran jeans, blusas, sudaderas, abrigos o chamarras, tenis y dos vestidos, uno de graduación de preparatoria y otro para la boda de mi madre.

Elegí unos jeans de color oscuro, una blusa de botones color azul marino y un abrigo negro que me llegaba un poco abajo a la mitad de mi muslo. Tomé las botas altas porque seguro había nieve en las calles y no quería pasar vergüenzas si me caía en algún lugar.

Cepillé mi cabello un poco y lo intenté secar con la vieja secadora de mi madre. Tomé la mochila del suelo y bajé para ver si desayunaba algo.

El televisor estaba prendido en el noticiero y tía Joss parada frente a él con un vaso de agua en una mano y unas pastillas en la otra.

-Buenos días, tía- le di un beso en su mejilla fría.

-Buen día, Bella- giró su mirada hacia mi. Se veía muy cansada, ya no traía su impecable traje de secretaria, ahora llevaba una bata larga y unas ojeras demasiado marcadas debajo de sus grandes ojos miel.

-¿Cómo te fue ayer?- pregunté con curiosidad.

-Lo de siempre- suspiró –hay bastante movimiento, todos quieren solucionar sus casos antes de que acabe el año.

-Me imagino que si- asentí, yo no sabía nada acerca de derecho.

-Si pero hoy me dieron el día, ayer ganamos un caso de manutención familiar y Jack irá a celebrarlo- Jack era el atosigante jefe de mi tía.

-Qué bien tía, ve y quédate en cama todo el día- le di unas palmaditas en la espalda mientras tomaba una manzana del estante de fruta.

-¿Sólo desayunarás eso?- colocó sus manos en su cintura a modo de regaño.

-Mmmm…compraré unas galletas en la escuela- intenté excusarme.

-Para nada, ¿quieres que te haga algo rápido de desayunar o te doy dinero para que desayunes fuera?- me preguntó.

-Yo traigo dinero aún, te prometo comprar algo- miré la hora, aún faltaba media hora para la entrada de la escuela.

-Bella debes comer bien, te lo he dicho muchas veces, estás demasiado delgada- sus ojos cansados me veían con suplicia.

-Lo hago tía, te lo prometo- le di una mordida a la manzana para corroborar lo que decía.

-Eso espero- se acercó para depositar un beso en mi mejilla y un tierno abrazo.

También la consideraba mi segunda madre, una madre protectora y cariñosa.

-Nos vemos al rato tía- le dije y abrí la puerta de la calle –descansa- le dije con un tono de voz más fuerte para que me escuchara desde la cocina.

-Si y tú cuídate, mi amor- me despidió moviendo su mano.

Vivíamos en una zona de pequeñas casas en Broxn Country, justo a treinta minutos de la Universidad de Columbia. Tomé el metro en la estación número 6 hasta llegar a St. Lexigton Av y luego un bus para acercarme unas cuantas cuadras y llegar hasta la escuela.

Justo antes de entrar mi teléfono vibró. Leí el identificador, un mensaje de Alice Cullen.

¿Ya no me quieres, verdad?

Lo suponía desde que no recibo ninguna

llamada de tu parte L

-Alice Cullen, 7:01 AM.

Sonreí tontamente al recordar a una de mis mejores amigas, iba a contestar pero recordé que la clase no tenía minutos de tolerancia y corrí por los pasillos hasta llegar a mi aula.

Llegué justo atrás del profesor Bane y me pasé junto a él en la puerta del salón. Tomé el lugar de siempre, a lado de Ángela Weber y detrás de Jessica Stanley.

-Creí que no ibas a llegar- susurró Ángela.

-No sé porque llegué tarde- la verdad no lo sabía.

Ángela y Jessica son mis dos mejores amigas desde que llegué a Nueva York. Ellas son mi apoyo y me adapté muy bien a ellas aunque son por completo diferentes a mí. Ángela le apasiona dibujar y ser muy tierna y comprensiva, sobre todo cuando lleva una relación de años con su novio Eric. Por otro lado, Jessica es un tanto alborotada y popular en la Universidad, no tiene novio pero en cierta parte ha tenido roce con varios chicos.

La clase pasó muy de prisa, sólo veíamos documentales de la evolución de impresoras a color. Algo que aburría y dormía a esas horas de la mañana. Antes de acabar la clase contesté el mensaje a Alice.

No te olvido, duende incontrolable.

¿Cómo estás?

-Bella Swan, 8:10 AM

-¿Qué haces?- Jessica intentó asomarse a la pantalla de mi celular. El profesor había terminado la clase.

-Contestando un mensaje a Alice- sonreí y ella emitió un sonido extraño, no le caía muy Alice.

-Tú mejor amiga, la niña mimada- la fulminé con la mirada.

Alice es otra de mis mejores amigas y la conocí de una extraña manera. Cuando llegué a la Gran Manzana recorría las calles para aprenderme los nombres y no perderme si algún día necesitaba viajar sola. Yo visitaba la famosa Quinta Avenida cuando ella salió de una boutique llena de bolsas y tropezó con un escalón, yo le ayudé a levantarse y me ofrecí a ayudarle con sus múltiples bolsas. Creí que era otra chica mimada con mucho dinero pero no, simplemente me sonrió y comenzó a platicarme de su vida de una manera muy familiar. Me quedé con ella hasta que su madre pasó, la señora Esme y desde ese día nos hicimos amigas. Ella es hija de un reconocido neurocirujano y dueño de grandes acciones en el Time Square y su madre Esme es diseñadora de interiores.

-No es mimada, si te dieras la oportunidad de hablarle, te sorprenderías de lo sencilla que es- la defendí, como muchas veces lo hacía.

-¿No recuerdas la vez que criticó mi bolso?- recordaba esa vez muy bien.

FLASHBACK

La fiesta de la hermandad más grande la Universidad estaba apunto de estallar. Alcohol, sexo y drogas por todos lados. Yo estaba parada en una esquina viendo como bailaban una famosa canción electrónica.

-Vamos, Bells- me jaló del brazo la pequeña Alice, que había sido invitada por uno de los organizadores.

Intenté moverme a su ritmo, más bien copiar el movimiento de varias chicas que estaban a mi lado. De pronto llegó Jessica vestida con un diminuto "vestido" color rojo y un bolso negro.

-Hola Bella- me saludó y dejó un poco de gloss en mi mejilla.

-Hola Jess- busqué el brazo de Alice para decirle que estaba Jessica con nosotras –Alice es Jessica, mira…

-Hola Jessica, te ves muy bien pero ese bolso no deberías traerlo, pueden robarlo y no combina con tu vestido- yo me quedé conteniendo la respiración y Jessica empezó a llenarse de rabia y justo antes de contestarle, Alice giró a seguir bailando.

FIN FLASHBACK

-No lo criticó, sólo te dijo que no combinaba- le dije cuando salimos un poco al pasillo.

-No importa, tú la defiendes porque es tu amiga con mucho dinero- negué con la cabeza y antes de contestarle mi teléfono sonó, una llamada de Alice.

Giré el teléfono en mi mano y me disculpé con ambas, tenía que contestar.

-Hola…-contesté despacio.

-Si me muero, serías la última en enterarte- su voz dulce pero chillona a la vez, intentando sonar molesta.

-Si te mueres, seré la primera en enterarme- le seguí el juego.

-Tonta- lanzó una risa -¿cómo estás?

-Bien, en la escuela- contesté jugando con la punta de mis botas.

-¿Vienes hoy a la casa? Pasó por ti- creo que debía decir que si, nunca podría decirle un "no" a Alice.

-Si quieres, yo llego a tu casa- le ofrecí.

-No, está muy lejos de donde estás, mejor yo voy y pasamos por un café antes de venirnos- siempre me ofrecía eso.

-Ok, pasa a las 13:00PM afuera de la entrada principal.

-Claro, estaré puntual- sonaba contenta.

-Te veo al rato, duendecillo- me despedí de ella.

-Bye, Bells- colgó unos segundos después de despedirse.