Esto no será muy largo, se los prometo.
Se me ha ocurrido de pronto, y como ando hipersensible con estos temas pues hay que mejor sacarlos del ronco pecho. Este fic estará bastante subidito de tono, entonces no será apto para menores ok?
Saludos y besos.
Mientras dormías.
1. El despertar.
Hermione Jane Granger se removió incómoda en la banca, bajó un poco su vestido morado tratando inútilmente que este llegase hasta la rodilla y al no conseguirlo soltó un improperio entre susurros. Aquel desventurado gesto fue notado por una anciana mal encarada que no se limitó a lanzarle una mirada reprobatoria y le mandó a callar.
La chica se encogió en hombros, avergonzada por el suceso. No es que fuera muy adepta a esos sitios pero hoy había una muy buena razón para estar allí. Alzó su mirada avellana a la cúpula de la gran catedral admirando a los querubines y los tallados entre aquella blancura. Se permitió alagar la belleza del lugar y cómo las flores violáceas de los adornos dejaban un buen escenario. Así como un excepcional aroma.
Hermione lanzó un gran suspiro, casi pesaroso. Aun con toda esa hermosura no podía estar completamente feliz. Asió una sonrisa amarga justo al momento que un nudo en la garganta se le conformó. Ella debería estar orgullosa por ser la dama de honor en una de las bodas más importantes en su núcleo familiar. Pero no podía. Se sentía completamente miserable.
Su mejor amigo, casi hermano se casaba hoy. Con una de sus mejores amigas para variar:
Harry James Potter y Ginevra Molly Weasley
Desean compartir el momento más importante de sus vidas..
Así comenzaba la dichosa invitación. Hermione no supo con exactitud cuando eso se concretó. Se sintió ilusa al pensar que ellos habían tenido sus "momentos" y más que suficientes para zanjar sus sentimientos ¿pero qué idiota creería eso? A los hombres hay que hablarles claro, si no, jamás lo pillarán por sí mismos, pensó.
Pero ya era demasiado tarde. Él se casaba hoy. Miró en dirección a Harry que esperaba a su futura esposa en el umbral. Los ojos le escocían, amenazando que las lágrimas estaban por desbordarse. Una mano blanca y delicada se cerró sobre las suyas. Hermione apretó más el ramillete de flores entre sus manos.
−Hermione−le llamó una vocecilla dulce por lo bajini−todo tu rostro delata tu contención, si deseas llorar, hazlo−
La chica bajó la mirada y volvió a sonreír casi con amargura. Sus rizos marrones y libres del pomposo peinado, hicieron un bamboleo por su rostro, escondiéndolo ligeramente.
−Lo haré cuando los demás, así el llanto podrá confundirse con lágrimas de felicidad−murmuró−
−Deberías dejar tu testarudez, esa misma te ha puesto en este lugar y no en aquel−la mano se alejó de Hermione para señalar dónde el novio esperaba−
−Basta Luna, sólo le hechas sal a la herida−las palabras le salieron apagadas−
La chica rubia le miró sin comprender. Hermione rodó los ojos.
−Que me torturas más con tus palabras−aseveró−
Luna hizo una "O" con los labios y asintió. No era muy diestra con las frases de su amiga. La música nupcial resonó en el órgano y a Hermione se le removieron las entrañas. De pronto sintió muchas ganas de salir corriendo al baño y vomitar. Pero no podía, debía levantarse en cuestión de minutos cuando la novia pasase a su costado, andar por la alfombra roja tras de ella y las demás damas justo como lo hicieron en los ensayos.
Realmente tedioso.
Luna entrelazó sus dedos con los de ella y le lanzó una mirada consoladora. Cuando llegó el momento, ambas se levantaron para seguir a la despampanante novia.
Harry James Potter tenía la garganta seca. Y todo su cuerpo en tensión.
Pensó que el día nunca llegaría pero así fue. Sus labios se habían colocado una automática sonrisa y buscó la manera de mostrar todo el entusiasmo necesario para ese evento. Los ojos grises de su padrino estaban puestos en él, un tanto amenazadores. En negación.
Sirius Black se había opuesto a lo que él llamó una "total estupidez" que Harry refutó con un "es mi vida y yo decido sobre ella". Luego de varias horas de discutirlo, el hombre no logró disuadir al muchacho. La decisión había sido tomada con mucha antelación y sobre todo firmeza.
Harry negó con la cabeza ante otra mirada reprobatoria de Sirius, el chico no quería ser azotado por las refunfuñas de su padrino en ese momento. Justo en ese momento. Al menos esperaba su comprensión y pesé a que no contó todas las razones por las cuales llegó a la decisión de desposar al Ginevra pues al menos deseaba que no se interpusiera.
El muchacho desvió la mirada esmeralda a los asistentes, y se encontró en su amiga Hermione.
Cando miró su rostro, no pudo evitar sentir un látigo de dolor azotarle el cuerpo. Jamás olvidaría esa mirada que le lanzó cuando Ginny Weasley se colocó a su lado, y ella al costado. Los ojos avellana vidriaban de conmoción.
¿Y cómo no? Ellos habían vivido entre las paredes de 12 Grimmauld Place muchas circunstancias que dejaban de lado la amistad, que rayaban casi en lo que significaría una relación real. Amor ¡por merlín! ¡amor! Que él había conocido con ella y por primera vez lo que era el amor real, incondicional y hermoso. No el idealizado, infantil y adolescente que había tenido con la que ahora sería su esposa. Deseaba salir corriendo de ahí, tomado de la mano de Hermione.
Con franqueza, Harry Potter había pensado en casarse, claro que sí. Pero no precisamente con la mujer que en esos momentos tenía en frente.
Harry apretó las mandíbulas cuando Hermione desvió la vista fingiendo prestar atención al sacerdote. Miró como dos lágrimas brotaron de sus ojos y resbalaron por sus mejillas.
La conocía bien.
Tan bien.
Esas no eran lágrimas de felicidad por compartir con él ese día "tan importante". Era la tristeza plasmada en carne y hueso. Se preguntó si era el único capaz de notarlo. Probablemente así fuera ya que la atención de todos fue tomada por la novia.
El chico lanzó una de sus sonrisas ensayadas a su casi esposa. El señor Weasley le sonrió y tendió orgulloso la mano de su hija.
−Confió en ti−le susurró Arthur Weasley antes de marcharse y acomodarse jocosamente cerca de su mujer−
Aquellas palabras cayeron sobre Harry como toneladas de hierro sobre sus hombros. El nudo en su garganta se cerró con más fuerza. Hermione no era la única que sufría. Cuando el sacerdote comenzó la perorata que adornaría la boda, la mente de Harry viajó a aquel momento en que todo comenzó:
Hermione salió del hospital de San Mungo con el corazón destrozado. Los sanadores no daban esperanzas de que Ronald Weasley despertase de su gran letargo. Eso en el mundo muggle le llamarían estado de coma, en el mágico viaje astral.
Y ella no podía hacer nada.
La guerra definitivamente había acabado con todo lo que tenía. No podría acudir a sus padres porque ellos jamás la recordarían, Ron, que al fin había reconocido sus sentimientos por ella cayó en ese estado después de salir de la cámara de los secretos.
Llevaba más de seis meses visitando San Mungo con la esperanza de una noticia alentadora pero siempre encontraba la misma respuesta.
Para su suerte, en una de las reuniones que tuvieron los pocos miembros que quedaban de la orden−y que aun mantenían para no perder la cordura y no olvidar−, Sirius Black le pidió que se quedase en el 12 Grimmauld Place así al menos no estaría sola y tirándose en la decadencia.
Al principio estuvo renuente pero, cedió ante la insistencia de Harry Potter y Molly Weasley.
Ese día en particular, que Hermione regresaba de San Mungo, con el corazón hecho añicos y las esperanzas pisoteadas el cielo parecía partirse en dos. Llegó por la re flu hecha una sopa y tiritando. En la sala estaba Harry leyendo y tiró automáticamente el profeta al suelo cuando le miró en el estado deplorable.
−¡Hermione! ¿Qué ha ocurrido? –preguntó alarmado rodeándola inmediatamente−
Ella solo negó con la cabeza. Harry sabía lo que eso quería decir. Llevaba meses regresando esperanzada pero esta vez había algo que no cuadraba.
−Los Sanadores dicen que le darán sólo un par de meses antes de desconectar la red de magia−
−¿Cómo? ¿pueden hacer eso? –cuestionó enfurruñado el muchacho−
−Mantenerla abierta por más de un año puede alterar las líneas de tiempo y espacio, el viaje astral de Ron está alargándose en lugar de lo contrario. Si no encuentra pronto el camino a casa entre las dimensiones le será imposible encontrar la línea de magia que lo guíe a nosotros−
Hermione sollozó y se dejó caer.
−Eso no sucederá Hermione, no lo permitiremos ¡ Arthur y Molly no lo permitirán! –
−Yo no les vi tratando de disuadir a nadie−rezongó entre llanto−
Hermione lloró a pecho abierto. Estaba perdiendo a Ron y las esperanzas se estaban acabando.
−Habrá algo que podamos hacer. Por lo pronto no puedes someterte más a esto Hermione, deambular por las calles de Londres en plena lluvia. Solo te hace enfermar−regañó Harry y la obligó a levantarse. Acomodó el mechón marrón mojado y rebelde detrás de la oreja de su amiga y le miró. Jamás se había permitido admirarla abiertamente−
Ese día Hermione le profirió un aire enternecedor. Como un pequeño cachorro necesitado de cariño. La abrazó con fuerza acunando en su pecho la exigencia de mantenerla así. Para él, Hermione era una de las personas más fuertes y audaces que había conocido y verla así, cruda y derrotada le daba una profunda tristeza. Ella no merecía sufrir más.
−Vayamos a tu habitación, debes darte una ducha caliente o te resfriarás−le murmuró al oído−
Hermione sintió un escalofrió recorrer su cuerpo y un estremecimiento involuntario ante las palabras de Harry. Habían salido más roncas de lo normal y su cálido aliento rozó el lóbulo de su oreja. Todo aquello lo adjudicó a al frío y la ropa mojada. Quizá también es que todo el estrés por lo que estaba pasando era demasiado.
Había comenzado a trabajar como pasante en las oficinas de cuidado de criaturas mágicas junto a Luna Lovegood, Ron no parecía sanar y no lograba encontrar una manera de revertir el hechizo a sus padres.
Lo único que la había mantenido a flote era su convivencia con Sirius y Harry. Vivir con dos hombres era sin duda un reto, más si eran igual de despistados y desordenados. Cualquier pensamiento que Hermione estuviere maquinado se fue a la misma mierda cuando Harry le colocó sobre los hombros una toalla y la arropó como una niña pequeña y frágil. Aquel cuidado que él tuvo le removió algo.
−Te prepararé la tina con agua caliente−le dijo−
Ella sólo miró los labios del muchacho moverse en cámara lenta. Los sonidos perdieron fluidez, haciéndose en un eco lejano y moribundo, o quizá sus oídos estuvieran fuera de sí. Hermione observó el rostro de Harry, estudiándolo. Sus ojos traslucían una ternura protectora, y su color era realmente cautivador ¿Por qué nunca lo notó antes? Sus cejas levemente arqueadas develaban un deje de preocupación ¿se preocupaba por ella? ¡Claro que sí! Era su amiga. Luego se dirigió a sus labios, aun que eran finos se movían con destreza, parecían suaves..
La chica parpadeó, ese análisis no estaba bien. Y algo la trajo de nuevo a la realidad, como si el cuarto hubiera recobrado los sonidos.
−¿Hermione? ¿me estas escuchando? –
Ella asintió enérgicamente. Harry ladeó la boca en una sonrisa ¿su amiga le estaba analizando de manera impropia? ¿o eran imaginaciones suyas? No entendió por qué eso le llenó de orgullo. Harry la observo también, los labios carnosos entre abiertos que soltaban un vaho, el pecho de la chica subiendo y bajando conforme su respiración. Y como justo allí, la ropa se ceñía por estar empapada. Precisamente no pudo pasar desapercibido como dos botones totalmente erectos y aparentemente duros adornaban sus dos montes. Su garganta se secó. No debería estar escudriñando a su mejor amiga de ese modo y sobre todo deseando que lo viera de esa forma. Y viendo su cuerpo.
Le culpabilidad le cayó como balde de agua helada. Su mejor amigo yacía en una cama de San Mungo y él..
Además estaba Ginny, que aún no había vuelto a estar con la chica, ella guardaba la esperanza de que cuando él superase la guerra y Ron mejorase, podrían retomar la relación.
−Regreso en un momento−le susurró y salió disparado al cuarto de baño. Cerró la puerta tras de sí y se recargó en ella. Comenzó a darse leves cabezazos en la madera−¿Qué es lo que sucede contigo Harry? –se dijo a sí mismo. Luego de suspirar largo y tendido se echó al quehacer para aminorar ese inesperado alebreste−
Hermione escuchó el grifo y el agua correr. Dio gracias a que Harry se marchó pues la atmosfera entre ellos se había vuelto tensa, cargada de electricidad de modo tan extraño e incomprensible para ella. Nunca le había afectado la cercanía de un chico, inclusive ni la del mismo Harry en el pasado. Ni Ron, ni Viktor ..entonces ¿Qué le estaba sucediendo?
−Debe ser tanto estrés−murmuró para sí. Se secó lo que más pudo con la toalla−
Minutos después Harry salía del baño con una sonrisa.
−Está listo. Iré a preparar la cena. No tardes− Se encaminó hacia la puerta y se detuvo en seco. Hermione había tirado de la orilla de su manga, con un agarre de dos dedos apenas−
−Ha-Harry…gracias−Sus mejillas ardían. La chica se sintió estúpida de pronto−
Él solo asintió y salió de ahí hecho un lío de emociones.
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Más tarde Hermione bajaba en su habitual pijama. Un camisón a media rodilla y flojo de los costados, con tirantes en los hombros y color rosado. Era una imagen normal para Harry, ya le había visto el atuendo incontables veces pero en esa ocasión la simple visión de sus piernas más arriba de la rodilla le causó estupor.
El muchacho desvió la mirada, fingió atizar el fuego en la hoguera de la cocina.
−¿Has hecho té? – preguntó Hermione abstraída. Se sentó en el gran comedor−
Harry asintió. Llenó dos tasas y tendió una a la chica, ella en su ensimismado pensamiento levantó la mano y golpeó la tasa que el chico le extendida. El té se derramo sobre ella.
−¡Lo siento Hermione! ¿estas bien? –le dijo Harry alarmado. Rodeó la mesa y se colocó frente a ella−
Hermione había lanzado un gritillo y después se mordió la lengua para no decir ningún improperio. Ella sólo negó con la cabeza ante la pregunta de su amigo.
−¡Accio bótica! – dijo Harry y un pequeño baúl apareció sobre la mesona. Sin que ella pudiera respingar, Harry la levantó y colocó sobre la mesa−permíteme revisarte por favor ¡Herms lo siento de verdad!−
El chico enrojeció de repente, tendría que levantar un poco el camisón de su amiga y la chica abrió tanto los ojos que parecía que se saldrían de sus cuencas. Sabía que las intenciones de Harry eran buenas pero de eso a que levantara su pijama..
−¡No te preocupes Harry! ¡yo puedo hacerlo..y.. –
No pudo decir más pues él se hallaba ya limpiando la piel enrojecida con una poción desinfectante. El mentol y la glicina le hicieron sentir alivio a Hermione. Realmente no era una quemadura de nivel tres pero sí que dolía. La chica le permitió hacer. Harry rosaba el algodón con cuidado, le enterneció la dedicación y empeño que estaba invirtiendo en aliviarla.
−Harry puedo sola..no tienes qué.. −
−Hermione tu siempre lo haces por mí−le interrumpió−Dime si te lastimo ¿de acuerdo?-le dijo sin siquiera mirarle−
La respiración del chico chocó contra la piel de su rodilla. La poca luz de la hoguera apenas y permitía dar buena visión a Harry por lo que se acercó demás a la zona. Hermione suspiró, el aire parecía faltarle, su cuerpo se puso en tensión y su rostro ardía ante el roce de sus dedos. Harry comprobó lo que se había preguntado antes, si aquella piel era tan suave como el terciopelo. Y le agradó ¿Cómo sería extender toda la palma sobre ella? ¡vale! Ahora sí que se estaba sobre pasando. Alejo esos pensamientos inapropiados y decidió finiquitar el asunto. Esto no podía ser, ellos eran amigos. Solo eso.
−Listo, creo que he cubierto toda el área y..−
Harry levantó la vista, encontrándose con el rostro ensombrecido de Hermione. Aquellos ojos avellana le estudiaban de una forma que nunca antes: centelleaban ante cada movimiento suyo, como la pantera que estudia a su presa previo a devorarla. La respiración de la chica se había agitado, él notó como el pecho de Hermione subía y bajaba sin control. La imagen removió la electricidad vivida en la habitación de su amiga.
La mirada inquisitiva de Hermione lo embaucó en un ir y venir de corriente por su cuerpo. Los músculos se le tensaron y sus pies se quedaron el en piso como dos piezas de plomo. Los ojos de color esmeralda se postraron en los labios de la chica. Ella no pasó desapercibido aquella mirada que la analizaba sin estupor y eso lejos de incomodarle, le agradó.
Por puro instinto, Harry acortó la distancia. Colocó la poción al costado derecho de Hermione y el algodón del izquierdo. Un pinchazo en su centró alertó a la chica, eso no era normal en ella, era instintos primarios que jamás se permitía. Pero tampoco antinatural. Había leído sobre ello en los libros. Esos que hablan sobre la atracción y tensión sexual.
Hermione tragó saliva y se pasó la lengua por los labios. De pronto se sentía arder por dentro. Harry posó ambas manos sobre la mesa y su rostro quedó a unos cuantos palmos de ella.
−¿Te sientes mejor? –la voz de Harry salió ronca, casi rayando en lo seductor−
Ella asintió lentamente. Como embelesada por sus palabras. Dirigió la vista en los labios del muchacho, que yacían en una línea apretada. Como si estuviera conteniéndose a decir algo, o hacer..
−Hermione.. –
−¿S-sí Harry? –
−Perdóname.. –
Hermione no supo si se disculpaba por haber tirado el té sobre ella o por haber abalanzado los labios sobre los suyos. Dejó todo pensamiento fluir e irse por el mismísimo caño, delegando a sus pasionales deseos. Los labios de su amigo eran tan suaves y deliciosos como se halló pensando minutos antes en su habitación.
La chica crispo los dedos sobre el pecho del chico y abrió un poco más las piernas para darle cabida entre ellas. Harry sonrió entre besos sintiéndose alagado por el gesto. Unió su cuerpo al de ella todo lo que le permitió cualquier barrera física y mental. Deseaba sentirla, era tan fuerte el sentimiento y a la vez incomprensible ¿en qué momento eso se transformó? ¿la convivencia diaria? ¿los gestos acompasados? ¿la manera en que casi se adivinaban el pensamiento en las conversaciones? Siempre sintió una conexión especial con ella, pero jamás la derivó en algo como aquello.
Tímidamente, Harry roso las palmas por sobre los muslos de la chica y la sintió temblar. El beso que inició tan lento y delirante, adquirió una potencial descomunal, devorándose sin saciarse del todo. Él tiró un poco de sus caderas, logrando acercarla más y Hermione pudo sentir a plenitud lo que estaba provocándole. Gimió de anticipado cuando el miembro del chico rosó desmesuradamente su intimidad.
Se separaron un momento para tomar aire y se miraron a los ojos. Ambos nublados por el deseo, no tardaron en reanudar su cometido. El beso apasionado se desbordó en los sentimientos que por tantos años habían dormido. Como el dragón que yace encadenado en una fría y olvidada cueva. La llama se encendió más aun cuando la lengua de Harry rozó la suya. Volvió a gemir e instintivamente movió sus caderas contra él. El pijama de la chica comenzó un acenso desde sus muslos hasta casi llegar al abdomen. El tacto de Harry sobre ella, provocaron un estremecimiento.
Cansada de sólo sentir la tela del sweater de punto, Hermione se atrevió a introducir sus palmas debajo. Harry lanzó un gruñido al sentir las yemas de la chica juguetear por su abdomen. Eso era para llevarlo a la locura. Años anteriores tuvo encuentros de ese tipo con Cho Chang e inclusive un par con Ginny y jamás sitió algo como eso.
Hermione jugueteó con las orillas del pantalón, en una amenazante posibilidad de introducirse por el valle de rizos que adornaban la pelvis de su mejor amigo. Lo sintió aguantar la respiración pero al mismo tiempo él cerró una de sus palmas en su pecho derecho. Y ahí, en medio del comedor y con la madera crepitando en la hoguera todo aquello sucedía. La atmósfera ya irradiaba más que pasión y ansiedad, había algo que cubría sus cuerpos, lejos de ser sólo la exploración de algo novedoso.
Se separaron un momento y se miraron a los ojos. A Hermione le encantó la manera en que Harry le miraba, con devoción. Ella apartó un par de mechones negros de su frente, y la besó con ternura. Harry cerró los ojos y dejó que ella le llenara el rostro con besos tímidos, lentos, casi lánguidos. Eso le causo un efecto un tanto extraño, por un lado le agrado enormemente y por otro le indujo unas tremendas ganas de llorar.
A Hermione Igual.
Los labios de Hermione regresaron a los de Harry, abriéndolos lentamente para degustarlos a su ritmo. Cuando iba a aumentar la intensidad del beso y quizás atreverse a indagar detrás de aquella fina línea dónde se encontraba una de sus manos, un carraspeo de garganta sobresaltó a ambos.
Harry se separó de ella como un resorte y dirigió la vista al intruso.
−Buenas noches−dijo Sirius Black que se desacomodaba el sombrero de copa y lo colocó en un extremo de la mesa−
Hermione dio un salto de la mesa y bajó la cabeza de modo que sus alborotados cabellos cubrieron su rostro como un dosel. Sus mejillas ardían de vergüenza y todo su cuerpo reblandeció como gelatina ¿Qué pensaría Sirius? ¿Por qué permitió todo aquello? ¿ya no amaba a Ron? ¡que sucedió ahí?
−Bu-buenas noches−dijo ella y sin más salió de la habitación sin mirar atrás−
Harry la siguió con la mirada hasta que se perdió en el pasillo y luego se encontró con un par de ojos que le miraban entre divertido y expectante.
−Así que…¿ya cenaron? –soltó socarrón. Se desparramó en una de las sillas y levantó los pies sobre la mesa−
Con una sonrisa ladina hizo aparecer un vaso de wishkey.
−¿Y? ¿Qué tal estuvo? –le dijo y alzó el vaso en un brindis imaginario−
Harry negó con la cabeza, rojo como tomate. A veces su padrino le parecía imposible. Sin responder se echó a andar por donde se había ido ella.
Harry sintió un codazo en su costilla izquierda. Ladeó el tronco y evitó lanzar un quejido de dolor. Parpadeó pesadamente. Era la tercera vez que el sacerdote le hacia la pregunta crucial y él ni por enterado.
−Harry…¡estas avergonzándome!−susurró Ginny entre dientes y luego miró a los presentes con una sonrisa nerviosa−
Harry Potter parpadeó varias veces, sentía como si acabara de hacer aparición. Miró a su costado izquierdo, y se acarició un poco la costilla. Su mejor amigo Ronald Weasley le había dado un golpe con innecesaria fuerza –a su parecer−para traerlo a la realidad desde sus recuerdos y ensoñaciones. El chico le sonrió avergonzado y asintió para hacerle saber que estaba de vuelta.
−¿Joven? ¿acepta o no? –repitió el sacerdote ya exasperado por la actitud de Harry−
