Varios años después...

La tumba de Valerie Deanoff tenía unas hermosas flores blancas posadas en su lapida, cuando repentinamente una explosión destruyó su cripta.

Una sombra negra surgió del sarcófago, dejando a la vista el cuerpo de la vampira y comenzó a tomar forma. Con un agudo grito de dolor Tom Marvolo Riddle, actualmente conocido como Lord Voldemort, se puso de pie y se observó el cuerpo con desesperación.

Maldijo internamente a los Potter y trató de entender que es lo que había ocurrido y donde se encontraba. Recordaba haber asesinado fácilmente al padre de la criatura y después haber acabado con la madre, pero al momento de intentar asesinar al pequeño algo había salido mal. Él jamás le había temido a la muerte, más bien la respetaba y estaba seguro de que debía encontrar alguna forma de evadirla que no fuera destruyendo su alma de por medio.

Sorprendido por la vitalidad que sentía en su cuerpo se giró sobre sí mismo para comprender donde se hallaba hasta que se topó con el cuerpo de Valerie. Voldemort se tensó inmediatamente comprendiendo donde se encontraba. Tras unos segundos, observó que el cuerpo de la bruja se encontraba intacto y su belleza no había desaparecido. Tragó en seco y de pronto se percató que del cuello de ella se asomaba el anillo familiar que alguna vez le había regalado. Le extrañó que la argolla que sostenía la piedra negra estuviera trizada, pero se percató de que del anillo emanaba una extraña magia, la cual, tras unos segundos se desvaneció y él sintió que había recuperado casi todas sus fuerzas.

Fue entonces, cuando se dio cuenta de la realidad de los hechos: sin que lo supiera, había creado un horrocrux en el anillo de sus ancestros cuando Valerie murió. Voldemort sonrió con maldad y estiró sus brazos apreciando la nueva vitalidad que lo invadía, pero su felicidad se vio interrumpida cuando reparó en la ausencia de su varita. Maldijo en voz baja hasta que advirtió la presencia de una varita, aquella que yacía en las manos de la bruja. Tras dudarlo unos segundos se adueñó de ella y se alejó del sarcófago. Observó la varita negra que sostuvo en sus manos y notó el poder que emanaba de ella, pero sabía que no respondería pese a que quisiera, pues no se había ganado el derecho a usarla y tenerla solo le recordaría constantemente a quien le pertenecía. Emociones que pensó había eliminado volvieron a florecer y le dio asco su propia debilidad.

Apuntó con la varita el cuerpo de la bruja con la finalidad de destruirlo, pero... no pudo. Frustrado, movió la varita con rapidez y concentración invocando la suya. Tras varios segundos agotadores, Voldemort logró sostener su varita en sus manos y rápidamente devolvió la de Valerie al lugar que correspondía.

Observó el cuerpo de la joven durante unos segundos más y con un suspiro frustrado movió su varita y la tumba volvió a la normalidad, como si nada hubiera pasado. Aquel sería el último acto de bondad que Lord Voldemort realizaría por el recuerdo de Valerie Deanoff, tras lo cual desapareció del lugar, mientras una hermosa rosa roja aparecía al lado de la lápida.

Si él hubiera prestado más atención a su alrededor habría podido sentir como la magia de la vampira flotaba en el ambiente y se fortalecía.


Hola! Hemos vuelto con la segunda parte. ¡Espero que estén tan ansiosos como yo! Estaré atenta a sus comentarios.

Los quiere, Florence!