A Nalnya.

Por ser tan fangirl como yo y querer a Fred, a Verity y a Dan.

Eres estupenda, chica.


Palabras


Dan te observa fijamente, desde el otro lado del colchón.

Sus ojos de un verde acuoso, casi azules, recorren tu cuerpo de arriba abajo y un estremecimiento involuntario recorre tu espalda desnuda cuando se aproxima y su aliento acaricia tu cuello.

Como cada vez, una parte de ti anhela desesperada que se apresure y entrelace su lengua con la tuya, que te tome entre sus brazos y ambos os enzarcéis en una lucha por obtener el control. Por buscar la satisfacción.

Pero con Dan no es como con Fred.

Fred Weasley —tu Fred— era pasión pura, energía y juventud. Era labios inflamados por el ansia de sus besos y un revoltijo de pecas que comenzaban en su nariz y terminaban desperdigadas por todo tu cuerpo. El frenesí descontrolado.

Con Dan, en cambio, existe un dulce sometimiento, una cadencia acompasada. Hay manos ásperas y experimentadas que acarician tu cuerpo con veneración y palabras de amor, susurradas a media voz que, acompañadas de suaves suspiros de placer, rompen el silencio imperante en la habitación. Palabras que te traspasan y te acunan cada noche.

Palabras que dejaron de tener sentido cuando perdiste a Fred.

Palabras que nunca significaron tanto como cuando te las dice Dan.