Estaban en el hospital, exactamente en la sala de partos, donde el más grande héroe se encontraba en su mayor desafío...

-MALDITO IMBECIL COMUNISTA… TE JURO QUE TE LA CORTO PARA QUE CABE EN EL MALDITO CONDON- gritó mientras lo acomodaban en la cama del hospital.

-tú me los diste, yo te advertí que los tenía en la valija del compartimiento y no en el baño del avión…- respondió sonriendo mientras una aura morada aterraba a los médicos, sinceramente estaba repitiendo lo mismo en las últimas horas. Alfred se puso rojo ante las risas disimuladas de las enfermeras mandadas por Hungría… no quería saber que es lo que se imaginaban… ni que hacía la filmadora y la cámara digital en su rostro y en el de Rusia.

-ITAEEEEEEEEEEE…¡¡¡-

-resiste Alfred, ya sale- comentó el doctor, pero lo único que se ganó fue una mirada siniestra de Iván.

-I-Iván… n-no asu-asustes a NADIE, MALDICIÓN- se encorvó de dolor ante las contracciones, a la vez que apretaba con fuerza el brazo del ruso. Este perdió su sonrisa al recibir el apretón.

-MALDICÓN, HIJO DE PUTA, NO TE ATREVAS A VOLVER A METER TU POLLA NI MENOS EMBRAZARME-

Rusia cerró los ojos, avergonzados por los gritos de su pareja, las risitas alocadas de las yaoistas y la mirada ¿lujuriosa? Del obstreta.

- te aseguro que no lo haré mas- susurró cansado y, por primera vez, entendió por que Francis tenía poco cabello luego que naciera el hijo de Arthur y de él.- menos mal que Alfred no es un tsundere como Inglaterra- pensó abatido por el nuevo apretón de su pareja.

Pero… ¿como había llegado a este momento? … todo había empezado…