-…Hey…Hey…HEY… ¡HEY!
-Ya te dije que no me llamo hey…
Sus zapatos se seguían escuchando de fondo.
-Detente.
-Llegaré tarde-su voz, siempre activa sonaba cansada y de alguna forma, avergonzada-.
-Hey
-Basta- susurró con un hilo de voz-.
Doumeki, acostumbrado a ser el callado, no supo que hacer hacia las reacias respuestas de su "compañero" o al menos, algo así.
-Te estoy hablando.-Sus pasos empezaron a ser más acelerados, pero al mismo tiempo los del baka iban aumentado su velocidad también-
Hasta que no lo resistió más, lo tomó del codo demasiado fino , pensó, y dándolo vuelta al notar que su cara seguía girada hacia el lado contrario.
Basta, basta y basta.
Él no solía tener paciencia, y esta vez ya no quedaba nada. Lo empujó contra una pared, y notó que en su ojo derecho había una venda. No le hizo caso a sus rogativas, recordó cuando su ojo había sido cosido por esa araña, el derecho, alcanzó a pensar el arquero. Con desesperación acerco su mano a su cara queriéndole quitar ese impedimento para poder verlo. Lo tiró, sin importarle que le sucedían a las gafas. Viendo como él lentamente abría su ojo, mostrándole lo que ocultaba.
Maldita sea. Maldito Watanuki. Maldita su manera de pensar. Maldita bruja, si, a ella también, por que sabía que el que su ojo haya vuelto a la normalidad y el que Watanuki fuera cegado, era una conexión. Vio que el ojiazul hablaba, notó por primera vez que sus pestañas parecían, en parte, las de una mujer: bastante curvadas y gruesas. Que cuando hablaba sus ojos se movían de manera graciosa, ampliándose o achicándose dependiendo de la palabra que utilizara. También que era de un azul zafiro, y que su nariz era pequeña y espigada. Y su boca, pequeña, jugosa, sonrosada, basta Doumeki. Maldito subconsciente. Noté como su rostro iba tomando sorpresa y terror al notar el mío acercándose al suyo. E hice lo que siempre quise hacer…
Maldita excelente persona, maldito día en el que lo conocí, maldita vez en la que probé su comida, malditos labios que supe que me iban a tener encadenados para toda la vida.
Apartó firmemente nuestras bocas, gritando:
-¡¡Qué haces imbésil?!
Sonreí, antes de volver a besarlo, y separarnos, abrí los ojos, notando como los de él estaban cerrados y su respiración agitada.
Lo volví a besar, dos, tres, cuatro veces, sin importarme lo que dijeran si nos vieran, lo acerqué más a mi, pero al mismo tiempo arrastrándolo al templo.
Con una meta en mi cerebro:
Maldito idiota, haré que me ames y me desees tanto como yo ahora y siempre a tí, Watanuki Kimihiro.
442 palabras.
Sacado cuando estaba repasando todas los capítulos que tengo de xxxHOLiC · Kei ( o capítulo ) Realmente fue algo que quise que sucediera, pero bueno. Espero que les guste. Si es así, creo que haré Drabbles. Kissess!
