Disclaimer: Los personajes son de Meyer, y un 50% de la trama es mía, el resto... es de Skins.

ADVERTENCIA: Este fic contiene lenguaje fuerte, énfasis a las drogas, bisexualidad/homosexualidad y escenas sexuales.


Skins ll: La secuela.

Summary: El último año de secundaria en la vida de un grupo de amigos de dieciséis/deciocho años de Forks, contando su día a día. Bella/Edward, Jacob/Nessie, Seth/Claire, Emmett/Rosalie, Jasper/Alice, Alec/Jane, Benjamín/Irina.


Capítulo 1: Introducción, Edward/todos.

"El bien tentado por el mal."


REVIEW = PREVIEW.

Y volvemos con el 'review = preview', mujeres.

Para las que TIENEN cuenta en Fanfiction: si me dejan un review, les mando por DM un adelanto exclusivo del próximo capítulo.

Para las que NO tienen CUENTA en Fanfiction: TIENEN QUE DEJARME UN REVIEW CON SU MAIL para que pueda mandar el adelanto por correo, PERO, NO DEBEN DEJAR EL MAIL COMPLETO, solo(ejemplo): juanita, y yo lugo se que sige 'hotmail punto com', o, sinó, SU FACEBOOK, y les mando un adelanto exclusivo del próximo capítulo


(Recomendación musicál: The Strokes – Last Night, búsquenla en Youtube).

Alice POV

—Está loco. Completamente loco.

La voz de Nessie se escuchó agitada desde su boca, mientras caminábamos a grandes pasos por la gran multitud mientras las luces de la noche, acompañadas por las de la hermosa luna, alumbraban todo el lugar.

Suspiré.

—No es fácil, supongo —contesté, girando a la izquierda junto con ella, caminando hacia un lugar determinado con algunas toallas y una botella de agua—. No la está pasando bien. Quiero decir, no ha sido fácil para él en estas vacaciones. No luego del accidente.

Ella rodeó los ojos.

—¿Estás bromeando? —bufó—. Es un idiota. A veces me pregunto porqué no murió en ese momento.

Giré mi rostro para observarla, horrorizada por sus palabras.

—¡Nessie! —exclamé.

Ness se encogió de hombros, mirándome como si fuera lo más obvio y simple del mundo.

—¡Míranos! Como sus jodidas enfermeras, yendo a atenderlo porque el imbécil... —nos detuvimos, y ella suspiró, observando a Edward— … le gusta apostar dinero.

Miré hacia el frente. Y suspiré, resignada. Tal vez Nessie tenía razón, un 10%.

Edward saltaba, riéndose, sin su camiseta y con unos guantes de boxeo en sus manos, golpeándolas entre si. La gente, alrededor, no dejaba de apostar dinero para ver quien era el ganador. Edward estaba herido, tenía la boca llena de sangre y un lindo moretón en el pómulo izquierdo. Su cabello estaba más desordenado de lo normal, acompañado por unas gotas de sudor.

—¡Anda, Jesse, no te rindas! —gritó, con una sonrisa.

Jesse arremetió contra Edward, y éste lo esquivó ágilmente. Jesse suspiró frustrado, pero al parecer iba ganando la pelea. Era pura masa muscular, en cambio Edward... bueno, él estaba en forma, sí, pero era delgado.

—¡Ven tú entonces, idiota! —gritó Jesse.

Edward asintió, encogiéndose de hombros, y corrió hacia él, con la esperanza de darle un puñetazo en la boca, pero Jesse lo esquivó y le pegó en la nuca, de modo que cayó de espaldas contra el suelo. Un sonido horrible produjo el impacto de su caída, que todos soltamos un respingo.

Edward, en cambio, se echó a reír, y se levantó con algo de dificultad para besar a una chica que estaba frente a él, quien le dio unos susurros de aliento para ganar. Creo que era Heidi. Sí, definitivamente era ella.

Edd alzó las manos al aire, riendo, mientras que todos le gritaban palabras de aliento, o algunos "¡Ya ríndete, Cullen!".

Jesse arremetió contra él de nuevo, pero Edward lo volvió a esquivar.

—¡Joder!

La voz de Rosalie causó que Nessie y yo saltáramos del susto. Su rostro estaba preocupado.

—¿Que coño está haciendo? ¡Se supone que no puede hacer fuerza, aún tiene su costilla rota! —Rose miró hacia el frente, asustada y enfadada a la vez—. ¡EDWARD!

Él, distraído, miró hacia la multitud para ver quien lo había llamado, y Jesse aprovechó su oportunidad para golpearlo en el rostro. Edward cayó de inmediato, y un gran chorro de sangre salió de su boca. Pero él reía.

Siempre reía, el idiota ese.

"¡Uhh!" gritaban todos ante tremendo golpe. Edward sonrió y Jesse lo ayudó a levantarse, dándole unas palmadas en el hombro.

—Me debes 40 dólares, Cullen.

Edward asintió, restándole importancia.

Era obvio que no se los daría.

—Como tú digas, McAvoy.

Edward nos miró, mientras la multitud gritaba "¡Bien! ¿Quién será el próximo?". Él sonrió, con su boca repleta de sangre, parecía un vampiro que acababa de atacar a su presa. Se acercó a nosotros, tambaleándose, supuse que estaba algo mareado.

—¡Mis chicas!

Rosalie resopló, y lo empujó lejos de la multitud para sentarlo en una silla. La gran feria del invierno que, casualmente, se inauguraba en invierno, días antes que comenzaran las clases luego de las vacaciones, solía estar repleta de juegos como estos, en donde las apuestas lo eran todo.

—Por el amor de Dios, Edward. Podrías ser algo más responsable.

Nessie, de mal humor al igual que Rosalie, le tiró las toallas de mala gana.

—Y para colmo nosotras debemos hacernos cargo de él.

Edward tomó agua de la botella y escupió un sorbo en el suelo, para quitarse el exceso de sangre. Acto seguido, se mojó la cara tomó una de las toallas y se limpió el rostro.

—Anda, yo se que tú me quieres.

—Edward —dijo Rosalie—. Basta, ¿de acuerdo? Has tenido un accidente de puta madre, te has roto una pierna, un brazo y tres costillas, y éstas últimas aun no sanaron completamente, ¿y tu te metes en juegos de lucha por hacerte el niño lindo? ¡Puede pasarte algo!

Él puso los ojos en blanco.

—Estoy más que bien. Y, quiero aclararte algo: yo soy el niño lindo, ¿vale? Y necesitaba el dinero para comprar cocaína —comentó, así como si nada.

Rosalie jadeó, con sus manos en la cintura.

—Oh, ¿ahora se supone que morirás de una sobredosis?

Edward levantó la mirada, de mal humor.

—¿Y tú de que morirás? ¿Desnutrición?

Vale, eso fue cruel.

Rosalie lo miró por unos instantes y se marchó enfadada.

—Edward... —murmuré.

—No empieces.

Heidi vino corriendo con una sonrisa hacia Edward. Nessie suspiró de fastidio, cruzada de brazos.

—Mejor vayamos por Bella —le susurré bajito a Ness, sin que Edward escuchara.

Ella asintió, y nos marchamos.


Edward POV

—Peleaste muy bien ahí, deberías haber ganado.

Sonreí, con mis labios repartiendo lentos besos por su mandíbula y su cuello.

—Solo tuve un momento de debilidad. Es que no podía dejar de mirarte, estás guapa hoy, ¿te lo he dicho ya?

Ella rió.

—Que halagador.

Emmett, Alec y Seth llegaron en ese instante. Alec traía de la mano a... ¿Hannah? Sí, eso creo. Mientras que Seth y Emmett venían solos.

—Hey —saludó Alec, dándome una palmada—. ¿Ganaste?

Suspiré y negué la cabeza.

—No importa, robaré dinero de mi madre. He estado un mes sin consumir nada, ¿sabes lo que es eso? Postrado en esa cama de mierda con una pierna rota. Fue una tortura.

Heidi sacó algo de su bolsillo. Una pequeña bolsita, con tres lindas pastillas azul eléctrico dentro, redondas y brillantes.

—Ten, es lo único que tengo.

Sonreí ampliamente, y le di un gran beso en los labios.

—¿Ves? Por eso me encantas —tomé la bolsa y la abrí, metiendo una de las pastillas en mi boca y tragándola sin agua.

—¡Edward!

Miré hacia el frente, y sonreí.

La amiga de mamá, Mónica, al parecer estaba paseando por la feria. No era demasiado vieja, así que se me permitía decir que estaba buenísima. Me acerqué a ella sonriente y le di un gran abrazo.

—¡Mónica! ¿Cómo estás? —pregunté, separándome de ella al fin.

Ella me sonrió.

—Estás enorme. ¿Cuando has crecido así?

Me encogí de hombros.

—Como vegetales, ya sabes.

Mónica se echó a reír.

—Ay, Edward, tu siempre me haces reír —suspiró, con una media sonrisa—. ¿Qué te pasó en el rostro?

Suspiré.

—Me han golpeado. Están celosos de mi apariencia.

Seth bufó detrás de mi, y solté una risita.

—¡Por supuesto que lo están! Pero no les prestes atención, cariño. De todos modos... —miró un poco a mi alrededor, y me sonrió con curiosidad—, ¿qué le pasó a esa novia tuya que tenías?

Mi sonrisa se fue al carajo, y no contesté. Suspiré y me alejé de ella, tomando del brazo a Heidi y tal fez fui un poco brusco al hacerlo.

—Vámonos —le ordené.

Los chicos me siguieron con curiosidad, dejando plantada a Mónica allí, con la más ligera confusión en su rostro.


Bella POV

—¡Dios mío! —me carcajeé—. Vale, ¡mira esto! —tomé mi shoot de tequila de la mesa y reí, sentada en la silla frente a Embry—. ¡Miren esto, idiotas! ¡Uno, dos, tres! —tomé el shoot en menos de cinco segundos, riéndome de nada—. ¡Oh Dios!

Embry, sentado frente a mi, se acercó lo suficiente y me besó. Me sorprendí un poco, pero le devolví el beso, recibiendo su lengua en mi boca mientras mis manos despeinaban su cabello y arrugaban su camiseta. Sentí una de sus manos en mis piernas, y la forma en que ésta subía lentamente por ellas, introduciéndose debajo de mi falda...

—¡Bella!

Me separé de Embry, algo aturdida y ebria, para mirar a Alice, Tanya y Nessie con el ceño fruncido, a mi lado.

—Por Dios, Bella —Nessie me jaló del brazo, bajándome de la silla y comenzando a caminar lejos de Embry—. ¿Puedes controlarte un poco?

Fruncí el ceño, de mala gana.

—¿Controlarme de qué? No estaba haciendo nada ma...

—Como sea, debemos irnos a casa —dijo Tanya, tomando mi mano—. Y dormir. Mañana es nuestro primer día de clases y debemos levantarnos temprano.

Puse los ojos en blanco.

—A penas son las 11 de la noche.

Mi relación con Tanya había mejorado mucho. No se a qué se debió, pero actuábamos como hermanas. Me alegraba (muy, muy en el fondo). Giré mi rostro disimuladamente hacia la izquierda, cuando vi a Edward con los chicos, riéndose. Me miró en ese momento, y yo aparté la mirada.

—¿Te gusta aún? —preguntó Alice.

La miré, sorprendida.

—¿Qué? ¿Quién?

Nessie encaró una ceja.

—Te acabamos de ver. Y no intentes fingir, Bella. Hablamos de Edward.

Fruncí el ceño y aparté la mirada, negando con la cabeza.

—Por supuesto que no. Para nada.

Tanya rió.

—Sí, claro —murmuró.

No contesté.

Caminamos en silencio por la calle. La feria no estaba lejos de casa, así que estábamos a media cuadra de ella en menos de cinco minutos. Al llegar a la puerta, Tanya y yo no despedimos de Alice y Nessie, para entrar a casa e irnos a dormir.


A la mañana siguiente...

Edward POV

—¿Porqué no vamos en el Volvo? —se quejó Izzy.

Suspiré, de mal humor, caminando por la calle con la mochila colgada en mi hombro.

—Estoy castigado, ¿te has enterado? ¿No? Bueno, ahora lo sabes.

Rosalie me había delatado, la muy perra. "¡Papá, mamá, Edward peleó por dinero ayer en la noche, cuando el doctor le dijo que no tenía que hacer fuerza!", chismosa. Así que ellos me habían quitado el Volvo. Mi hermoso y bendito Volvo. ¿Había algo peor que eso? Tal vez que Izzy empezaba primer año de secundaria, que iría a la misma escuela que yo, y que tendría que estar vigilando que no esté cerca de James. Sí, sabía que él haría algo al respecto.

Hermanas menores, siempre son un jodido dolor de cabeza.

La miré de mala gana.

—De cualquier modo, ¿porqué siempre te vistes como una jodida gótica? ¿No puedes ser normal?

Ella encaró una ceja.

Vamos, hombre. Izzy llevaba medias de red, botas, falda y blusa color negro con la cara de la niña del Exorcista, los ojos maquillados del mismo color y algunos mechones rosas en su oscuro cabello. Si no era una gótica, ¿qué mierda era?

—No soy gótica —replicó, de mala gana.

Bufé.

—¡Edward, Edward! ¡Espéranos!

Me volteé hacia atrás, y observé a Alec, Seth y Alice corriendo hacia nosotros. Izzy suspiró de fastidio.

Seth se acercó a mi, jadeando al igual que Alec, excepto Alice. Tal vez se debía a que ella no fumaba.

—Hola Izzy —le saludo sonriente.

—Hey —contestó Irina sin sonreírle ni mirarla.

Miré a Seth con el ceño fruncido.

—¿Te has puesto perfume? —lo miré de arriba hacia abajo—. Tu ropa está limpia. ¿A que se debe?

Él se rió.

—¡Estoy listo para que mi polla haga una incursión húmeda y rápida en esta fiesta, tío!

Alice abrió un poco los ojos. Ella era la única que sabía que estaba castigado.

—No es... realmente una fiesta —me dijo.

Seth encaró una ceja.

—¿Me estás jodiendo? Es la mayor noche del año. ¡Todo el mundo va a ir! —exclamó.

—Sí, todos excepto Edward —habló Izzy, con una sonrisa maligna en el rostro.

—Que pena —dijo—. ¡Va a ser huh, wah, chugga-chugga-wah!

Alice suspiró de fastidio y le pegó en la cabeza.

—¡Edward no puede ir, está castigado, idiota!

Miré de mala gana a Seth, quien abrió los ojos como platos.

—Oh, Edd, lo sien...

Puse los ojos en blanco y comencé a caminar.

—Idiotas.

Alec suspiró, asintiendo.

—Seh.

—Pero iré de todos modos —repuse.

Por supuesto que iba a ir. Jamás me tomaba enserio los castigos, ¿porqué iba a hacerlo ahora? Si todos decían que esa fiesta sería lo mejor del año... Edward Cullen jamás se perdía una buena fiesta. ¡Iría cueste lo que cueste! Necesitaba tomar alcohol, fumar un buen porro y olvidarme de mi miserable vida.

Además, seguramente iría Bella.

Pero, ¿que importaba? Ni que me interesara su presencia.

Llegamos a la escuela luego de media hora. El estacionamiento de autos estaba repleto de alumnos más que de autos, realmente. Todos emocionados por empezar el último año de escuela. Aún no podía creer que solo pasaría este año aquí, con mis amigos, y luego me iría lejos a una universidad, a actuar como una persona 'adulta'. Ni siquiera quería pensar en eso.

Alice saludó a Rosalie y a Jasper a lo lejos, y se reunió con ellos. Antes de entrar, tomé a Izzy del brazo de una forma no muy amable, y la miré serio.

—No estoy de un muy buen humor hoy, así que te pido que no te metas en problemas, porque no tengo ganas de hacer de superhéroe otra vez. ¿Me has entendido?

Ella miró mi mano en su brazo, luego a mi, y lo quitó bruscamente. Sin decirme nada, se marchó. Comencé a caminar, seguido por Alec y Seth.

—No deberías ser tan rudo con ella —sugirió Alec.

Bufé.

—Lo hago por su bien. No se si recuerdas, pero la última vez que le dije que no se metiera en problemas, casi termina matándose de una sobredosis.

Alec no respondió a eso, ni yo seguí con el tema. Simplemente nos dirigimos a nuestra primera clase.

Matemáticas.


Izzy POV

Siempre supe que era especial.

No. Especial tal vez no era la palabra correcta. Tal vez, era diferente. Yo era diferente. Distinta a los demás. Siempre estuve a una frecuencia distinta a las demás personas. Pensaba distinto. Cuando a los cinco años mis amigas jugaban con muñecas, yo me dedicaba a quemarlas y romperlas.

Barbies... siempre tan perfectas. Rubias, altas, delgadas, y eso no me agradaba. Porque la gente no era así en la vida real. Todos vivíamos en mierda, fingiendo que todo era perfecto y a la hora de estar a solas, llorábamos como maricas por lo injusta que eran nuestras vidas. Al principio creí que yo estaba bien, y que los demás eran los extraños, los anormales, los marginados.

Pero me había dado cuenta que era yo.

Cuando nadie lograba entenderme del todo, tenía a Edward. Recuerdo que él fue quien me regaló a mi jirafa Pato, para mi cumpleaños número 8. Fue el único juguete que de verdad me gustaba. El cual era distinto a los demás, el cual no era perfecto.

Recuerdo que la primera vez que consumí drogas fue el primer día que me sentí triste. A los trece.

Había oído que las drogas te hacían feliz, que quitaban todo el dolor de tu corazón, toda la angustia y la amargura. Fue ese día en que consumí cocaína por primera vez, y fue el día en que me sentí más feliz que nunca. Y a partir de ese día, también, fue cuando comencé a hacerlo con más frecuencia. Encerrándome en una burbuja de falsa felicidad, pero... ¿que importaba? Ni que la felicidad fuera de esa burbuja, en la vida, fuera real también. Pocas cosas eran reales para mi.

Sí, yo era diferente.

Me escapé de la clase de geografía, con la falsa excusa de ir al baño. Me dirigí a los patios traseros de la escuela, a donde nadie solía ir demasiada gente, y me senté en una de las bancas altas, frente a una cerca de metal. Tomé de mi bolso un encendedor y una cajetilla de cigarros. Tomé uno, lo prendí, y aspiré el humo del tabaco lentamente, sintiendo todo mi cuerpo relajarse y un leve mareo.

Amaba esa sensación.

Escuché unos pasos a mi derecha, y con mis codos apoyados en mis rodillas, giré mi rostro para ver quien era.

Y fue cuando lo vi por primera vez.

Era alto, delgado y rubio. No lo había visto antes por Forks, tal vez era nuevo. Llevaba anchos pantalones de jean, en los cuales en la parte de la cintura colgaban cadenas, como las despreocupadas ramas de un sauce. Una camiseta blanca como la nieve, y una chaqueta de cuero. Su cabello era despeinado, muy distinto al de Edward, pues Edd solía llevarlo despeinado pero de forma ordenada. En cambio él, llevaba su cabello despeinado a propósito, como si le gustara verse como un vagabundo.

Él me sonrió, travieso, y luego frunció un poco el ceño.

—Posiblemente debería estar en historia, pero me estaba quedando dormido con esa cosa de la Revolución francesa. Así que... se buena, y no me delates, ¿si?

Encaré una ceja y lo miré de arriba hacia abajo.

—¿Y tu eres...?

Él sonrió y caminó hacia mi, subió tres escalones y se sentó a mi lado.

—Benjamin. Tu eres la hermana de Edward y de la rubia esquelética, ¿verdad?

Sonreí un poquito y asentí, calando el cigarro y expulsando el humo con rapidez.

—¿Como sab...?

—Emmett es mi hermano.

Mi rostro cambió a la sorpresa repentina.

—No sabía que Emmett tenía hermanos.

Él suspiró y sacó un cigarro de su bolsillo.

—Seh, supongo que he permanecido en el anonimato.

Me miró, señalando su cigarro, y tomé mi encendedor para prender el suyo.

—¿Y donde diablos has estado, entonces? Nunca te he visto.

Benjamin expulsó el humo del cigarro y comenzó a observar el lugar, cerrando un poco los ojos a causa de los rayos del sol.

—Por ahí. Ni aquí ni allá. Durmiendo en cafeterías y robándole comida a los campesinos.

Sonreí y le di una calada a mi cigarro.

—Ah, ya veo. Vida de nómade. ¿Y eso se debe a...?

Él me sonrió.

—Mi padre cree que soy una mala influencia y me echó de casa. Bueno, en realidad me fui por mi cuenta. Un poco de las dos.

Solté una risita.

—Un poco cliché.

Benjamin se encogió ligeramente de hombros y suspiró.

—Da igual. El punto aquí es que esta noche hay una fiesta, según Emmett, en el Oregon House. ¿Irás?

Sonreí y me levanté de la banca para bajar los escalones restantes, tirando el cigarro por ahí.

—Tal vez —contesté, mientras me iba.

Lo escuché reír un poco.

—¿Eso es un sí? —gritó.

No le contesté. Simplemente me marché.


Alice POV

Un papel golpeó mi cabeza.

Fruncí el ceño y me volteé disimuladamente para que el profesor Banner no me descubriera, y tomé el bollo de papel que hace unos instantes me había golpeado; estaba en el suelo, junto a mi pierna. Levanté la vista para ver quien me lo había lanzado, y vi a Jasper sonriéndome a lo lejos, al final de la fila de las sillas.

Le sonreí y me volteé para leerlo.

"¿Qué te parece mañana? Mis padres no estarán"

Mi sonrisa desapareció, y me puse seria. Leí el papel unas cinco veces más, pensando que contestarle. ¡No estaba preparada aún! Pero no era su culpa, pues él no sabía que yo no estaba segura con la decisión, y no merecía que lo hiciera esperar de esta forma.

Pero siempre había imaginado que mi primera vez la perdería en un momento en el que me sintiera lista, sin preocupaciones, sin presiones. Pero también podía comprender la posición de Jasper. Él estaba enamorado de mi, y cuando te sientes enamorado tienes ganas tener un contacto más íntimo.

Pero...

Suspiré, y tomé un bolígrafo para escribir suavemente:

"No lo se. Hablamos luego"

Me giré, hice un bollo el papel y se lo lancé. Me di la media vuelta y presté atención al profesor Banner..

No quería ver su expresión cuando leyera mi mensaje.


(Recomendación musicál: Chris Daughtry – Life after you. Búsquenla en Youtube).

Jane POV

Guardé un par de libros en mi bolso y cerré el casillero con lentitud para irme a casa, al fin el día había terminado. Pegué un salto del susto al ver a Alec apoyado ligeramente contra el casillero de mi derecha, con sus manos guardadas en los bolsillos de sus jeans, mirándome. Se veía guapo, más de lo normal. Su cabello era de un marrón nuez, corto, pero con algunos mechones sobre su frente. Sus ojos grises como el cielo en un día nublado estaban inexpresivos.

Y pensar que debía ver ese rostro por toda una semana entera, pensé.

Mamá y papá se habían ido a casa de los abuelos, pues la abuela estaba enferma. Así que nos había dejado a cargo en la casa. Nada de fiestas, nada de cigarros, nada de invitar extraños, ni romper muebles. No me molestaba, pues ese no era el verdadero problema para mi. Era otro. Alec y yo, solos en la casa. Solos.

—¿Podrías no hacer eso? —le reté—. Casi me matas de un infarto.

Comencé a caminar pasando por su lado, y él se dio la media vuelta para seguirme.

—Qué dramática.

Los pasillos estaban vacíos. Completamente vacíos. Solo estábamos él y yo, y el ruido de nuestros pasos al caminar. Suspiré, fastidiada. Odiaba que me siguiera a todas partes. Y por sobre todas las cosas, odiaba la forma en la que me miraba; con cara de "me has robado un órgano y me duele", como si yo le debiera algo, o como si le hubiese quitado una cosa importante de su vida.

—¿Qué quieres, Alec? —contesté de mala gana mientras, al caminar, me hacia una coleta en el cabello, alta y sofisticada.

Él se apuró a caminar, situándose a mi lado e intentando seguir mi acelerado caminar.

—Dos cosas —dijo.

Lo miré y encaré una ceja, incitándolo a hablar.

Sonrió un poco, travieso.

—Te has vuelto a oscurecer el cabello —comentó.

Suspiré y aparté la mirada.

—¿Y? —desafié.

Él rió.

—Bueno, lo habías teñido de rubio porque "no querías parecerte a tu hermano".

Lo ignoré, y comencé a pensar en otra cosa.

Mis botas. Sí, mis botas. No sabía porque mierda me las había puesto, dado que mis pies no daban más del dolor. Mis piernas, también. Se estaban congelando con mi falda negra, al igual que mis brazos, descubiertos por una delgada blusa blanca sin mangas. Tenía una chaqueta negra encima, pero el frío no podía evitarse.

No, no podía ignorarlo.

—Porque se me dio la gana. ¿Algo más?

Alec suspiró, algo enfadado.

—Sí. ¿Cuando dejarás de pretender que no existo? Porque yo no puedo pretender eso, no cuando estaré contigo a solas por una semana bajo el mismo techo. Y, ¿sabes? Aunque hubiera millones de personas aquí, tampoco podría pretender que no existes.

Detuve mi paso y me crucé de brazos para mirarlo fijamente y me enfadé de nuevo, ya que puso esa mirada de "me has robado un órgano y me duele", y me dió pena al mismo tiempo. Porque nada de esto era su culpa, pero igual me enfadaba. Porque debía enfadarme con alguien, debía desquitar toda la mierda que sentía dentro de mi con alguien, ¿y que mejor que utilizarlo a él?

No contesté. ¿Qué iba a decirle? No tenía argumentos con los cuales atacar, porque yo tampoco podía fingir que no existía. Él estaba en mis pensamientos cada maldito segundo.

—No empieces...

Sí, fue lo único que pude contestar. Ingenioso, ¿verdad?

—¿Qué no empiece con qué, Jane? —replicó—. Estoy arto de todo esto. De verdad lo estoy.

Pues yo también, idiota.

—Pues tendrás que vivir con esa mierda en tu interior sin chistar, así como lo hago yo. Cada puñetero día —me di la vuelta y seguí caminando, sintiendo a la vez como mis ojos ardían y las lágrimas pedían a gritos poder escaparse de mis ojos.

Pero claro, él no podía dejarme en paz. Así que me siguió, y me tomó del brazo de una manera algo brusca.

—¿Porqué piensas que esto no tiene solución? ¿Porqué no haces nada para mejorar lo...?

Me envaré.

—¡Porque nada va a pasar entre nosotros, Alec! ¡NADA!


Alec abrió la puerta de casa con algo de brusquedad y la cerró de la misma forma, pero sus labios no se separaron de los míos en ningún momento. Era un beso desesperado, desquitando en él todos los meses que habíamos estado sin un acercamiento como éste. Él no paraba de susurrar «te quiero», «te necesito», y eso me mataba. Era como si las filosas garras de un velociraptor se introdujera en mi pecho y desgarrara la mitad de mi cuerpo.

Él se deshizo de mi chaqueta y la tiró por ahí. Caminamos a ciegas por toda la sala, tropezándonos con algunos objetos sin temor de romper nada. Hasta que, sin darnos cuenta, terminamos en la cocina. Chocamos contra una de las mesadas de mármol, y él me tomó por los muslos y me sentó sobre la mesada de modo que quedamos a la misma altura, sin antes derribar con una mano todas las ollas, platos y vasos que habían encima. Mamá iba a matarnos, pero no quise pensar en eso ahora.

Solo podía pensar en sus besos, en sus manos por debajo de mi blusa, acariciando mi espalda, y de mis manos despeinando su cabello y mordiendo su labio inferior.

Sólo eso.

Entre suspiros quité su camiseta por cuello, y volví a besarlo inmediatamente. El frío que hace unos minutos sentía en la escuela se había evaporado como agua al sol, pues ahora moría de calor. Con un suspiro, enredé mis piernas alrededor de su cintura.

Acaricié su tatuaje en su pecho, el cual era una cruz con una serpiente enroscada. Y fue cuando entendí, con los ojos cerrados y perdida en sus besos, el significado del tatuaje. Una cruz, la pureza, el bien y la justicia, seducida por una serpiente. El pecado.

El bien tentado por el mal.

Fruncí el ceño y, con dificultad, lo aparté un poco de mi, su cuerpo seguía pegado al mío, pero nuestros rostros estaban separados.

—Esto no tiene sentido.

—Nada tiene sentido —dijo—. Pero no me importa. Estoy harto de tratar de fingir que no puedo vivir sin ti. ¿No entiendes que...? Dios, ¿no ves que me está matando?

Lo miré fijamente, sus ojos... los cuales conocía más que los propios míos —eran idénticos—, cada facción de su rostro idéntica a la mía, con ese toque masculino que lo diferenciaba e mi.

Él me besó de nuevo y no me aparté. Lo recibí gustosa.

A mi tampoco me importaba nada ahora.

Besó mi cuello, mi mandíbula, mis labios, mientras que sus manos hacían un suave recorrido por mis muslos, subiendo lentamente mi falda. Su móvil, en su bolsillo, sonó en ese instante y suspiré, aferrándome más a él si eso era posible.

—No contestes —susurré entre besos, acariciando su cabello—. No contestes.

—No planeaba hacerlo.

Y el teléfono sonó, y sonó, y sonó.

Y él no dejó de besarme.


(recomendación musical: Coldplay – Trouble. Escúchenla en Youtube).

Bella POV

Sus labios sabían a cerveza.

Besaba mi cuello, mis labios y mi mandíbula. Mientras que el chico de atrás besaba mi hombro, y de vez en cuando tocaba mi trasero, el muy pervertido. Pero todo era al compás de la música electrónica que martillea mis oídos de una manera asombrosa.

Todos a mi alrededor saltaban, reían y se emborrachaban.

Terminé de besar los labios de... ¿John? O Gabriel, no recuerdo muy bien, y aparté la mirada hacia mi izquierda, inconcientemente. Seth y Edward me miraban, apoyados contra la pared de la entrada, mientras hablaban.

Los miré un segundo, y me separé de los dos chicos para perderme en la multitud. Caminé frenética empujando a todos; tomé una botella de cerveza y corrí hacia la puerta trasera de la disco. La abrí con algo de dificultad ya que era bastante pesada, y caminé por el bosque. Sí, detrás de la disco había cientos y cientos de árboles, típico de Forks.

Caminé un poco, lo suficiente para no perder de vista la disco, y me senté en el suelo con mi espalda apoyada contra el tronco de un gran árbol. Suspiré, con mis ojos empapados de lágrimas, y tomé un trago de cerveza. Limpié mis lágrimas con mi brazo entero y cerré los ojos, apoyando mi cabeza contra el tronco.

Hacía frío. Bastante frío. Y no podía entender como estaba en shorts y camiseta. Aunque a decir verdad, dentro de la disco hacía calor. El sudor de la gente, las drogas, el alcohol, todo eso producía un sudor infernal.

—Hey.

Abrí mis ojos y, con el ceño fruncido, observé a Seth sentarse a mi lado en la hierva.

Lo miré por un segundo, y luego tomé un trago de cerveza, apartando la mirada.

—No me has llamado hace meses —habló.

—Me haces pensar en él —murmuré.

Él suspiró, algo enfadado.

—No eres la única, Bells. Estuve ahí con él, en el hospital, cada puñetero día. Esperando que despertara —replicó—. Y todo el mundo de verdad, de verdad la cagaba y yo solo estaba intentando... —suspiró, frustrado, y yo aparté la mirada con los ojos llorosos—. Y nadie fue a verlo hasta que despertó excepto yo, porque ha sido difícil. Deberías haberme ayudado, joder.

—¡De acuerdo! —le grité, con la voz contraída por mi llanto silencioso y llena de culpa.

Seth me miró. Pero no contestó, simplemente soltó un gran suspiro, hasta que una voz burlona resonó en el lugar.

—Déjame a solas con Belly Bells un ratito, Sethney.

Ambos levantamos la vista para ver a Edward, parado a nuestra izquierda. Seth suspiró y se levantó para marcharse, sin antes darle una palmada en el hombro a su mejor amigo.

Joder.

Me puse algo nerviosa. No lo había vuelto a ver después del accidente, excepto en la feria de anoche. Recuerdo como había sido todo. Un autobús lo había atropellado, según Izzy. Pero yo no había ido a verlo al hospital cuando estuvo grave, ni había ido a verlo cuando le dieron del alta y estaba en su casa, ni hablé con él en la escuela.

Hasta ahora, al parecer.

Aparté la vista cuando él se sentó a mi lado y tomé otro trago de cerveza. Uno grande. Uno muy grande.

—Has estado evitándome —comentó.

Tampoco contesté a eso. Me quedé callada, sin saber que decir.

Él suspiró.

—¿Estás enojada, o algo?

—No —susurré.

Edd bufó.

—Pues di algo, entonces.

Suspiré, sin mirarlo.

—¿Qué quieres que diga, Edward? —contesté, cansada.

Se encogió de hombros.

—No lo se. Tal vez un "Siento ser una perra y no haber ido a verte al hospital luego del accidente".

Me mordí el labio, reprimiendo las ganas de llorar. ¿A caso hoy era el día de hacer sentir culpable a Isabella Swan?

—No me hagas sentir más culpable de lo que ya me siento —le contesté.

Edward miró hacia adelante.

—No estoy enojado, si eso es lo que piensas. Simplemente... confundido —volvió a encogerse de hombros—. Con lo perdidamente enamorada que estás de mi, me imaginé que irías al hospital luego de que ocurriera.

Lo último lo había dicho con arrogancia. Con demasiada arrogancia.

Lo miré enfadada.

—Pues podría decir lo mismo de ti, ya que no me has quitado la mirada de encima desde que estamos en la disco.

Él me miró, y me dedicó una sonrisa torcida.

Mi favorita.

Intenté no pensar en eso.

—Es imposible no mirarte, querida. No cuando tienes a veintitrés tipos manoseándote toda.

—Eres tan...

—¿Atractivo? —preguntó, sonriendo ampliamente.

—¡Idiota, estúpido, arrogante y prepotente!

Me levanté enfadada y me tropecé con mi misma. Estaba borracha.

Edward soltó una carcajada y se paró para tomarme del brazo.

—Anda, te llevaré a tu casa.

Quité mi brazo del suyo.

—¿Perdón? Iré sola. Actúa como un 'caballero' con Heidi, no conmigo.

Comencé a caminar tambaleándome para todas partes, escuchando como Edward me seguía y chasqueaba la lengua.

—Ah, ya veo. Estás celosa.

Me volteé y lo encaré.

—¿Yo? ¿Celosa? —resoplé—. Por favor.

Él asintió, jodidamente divertido con la situación.

—Sip. Celosa. Celosa de que este todo el tiempo con Heidi y no contigo. Celosa de que no te hable, de que creas que no pienso en ti, celosa de que esté con otras chicas en vez de estar arrodillándome ante ti para pedirte una "segunda oportunidad" —se encogió de hombros—. Celosa.

Fruncí el ceño.

—No estoy...

Edward se acercó a mi. Serio, pero no enfadado. Calmado.

—La cosa es, Bella... —me miró a los ojos por unos segundos— … que a veces te olvido. Otras veces me ayudan a olvidarte.

Acto seguido, se dio la media vuelta y se marchó.

Dejándome sola en la oscuridad de la fría noche.


¡I'M BAAAAAAACK, BITCHES!

¿Me extrañaron? Seguro que sí (?) aiiins, srsly, no creí que iba a empezar con la secuela tan pronto. De hecho, tenía pensado empezarla el primero de Julio, ya que no tenía demasiada inspiración. Pero... ¿saben que fue lo que me inspiró a escribir el capítulo? Gosh, si supieran las veces que borré y re-escribí el capítulo, una y otra vez hasta que quedara conforme con el resultado.

Todo empezó, cuando encontré City of Fallen Angels (el nuevo libro de Cazadores de Sombras, ¡YAAAAAAY! No saben lo feliz que estoy *-*) EN ESPAÑOL, AL FIN TRADUCIDO, y que terminara llevándome una gran desepción porque NO ESTABA COMPLETO. Pero vale, ese no es el punto (llevo esperando SIGLOS a que el foro de Dark Guardians termine de traducirlo, se tardan tanto, joder). El punto es, que ¡SPOILER! esa escena tan hot(?) de Jace y Clary, me la imaginé con Alec y Jane, of cors, y la escribí. Y me encantó como quedó. Además de que vi la película de Jane Austen, con mi marido no-legal James McAvoy, la cual me inspiró el principio del capítulo, entre otras cosas.

Vale, espero que les halla gustado. No es demasiado interesante, el drama comenzará a partir el capítulo que viene, que será de Alice. Y, POR CIERTO. Habrá un personaje homosexual-gay en este fic. Puede ser cualquiera, mujer u hombre. Puede ser tanto Emmett como Jasper, o Irina como Bella. Así que díganme sus teorías de cual se pasará al otro bando amoroso. Es un tema delicado, pero que hay que tomar en cuenta ya que es hora de que nuestra sociedad narcicista hipócrita y homofóbica de mierda lo acepte.

So, ¡nos vemos en la próxima! El preview no lo enviaré mañana ni pasado, denme al menos tres días, para poder escribir el capítulo y tomar un estracto de ahí. Espero sus reviews :') los extraño (a que estoy de buen humor hoy, ¿eh? Haber leido de nuevo a Jace me levantó el ánimo a más no poder, PERO LLORÉ AL SABER QUE EL LIBRO NO ESTABA COMPLETO). Anyways.

POR CIEEEERTO, ¿SE ENTERARON QUE JAMIE CAMPBELL BOWER SERÁ JACE? GOSH, MORÍ AL ENTERARME. &hearts

—Mel.