Disclaimer: Ninguno de estos personajes son míos (más quisiera), todos pertenecen a Marvel y a El Hombre, Stan Lee. Yo solo los uso de vez en cuando para escribir y pasar el rato con ellos.
Aclaración: Esto más que un primer capítulo podría considerarse un prólogo. Una leve introducción a lo que está por venir. Espero que les guste y dejen constancia de ello con sustanciosas reviews
--
Ya no hay dolor. Se ha olvidado de la guerra, ¿o fue la guerra la que se olvidó de ella? No lo sabe, pero si hay algo de lo que sí está segura es de que ella no fue concebida para este tipo de vida. Sin un propósito, sin un objetivo, sin sangre bañando sus manos… ella no es nada. Quiere gritar, huir de esta realidad tan ordenada, volver a oler el miedo de sus víctimas. Daría todo lo que tiene por volver a los viejos tiempos, aquellos que comprendía. Aquellos en los que él aún estaba vivo.
Todo empezó con un hombre y su sueño, como suelen empezar las grandes historias. Un sueño de tolerancia y fraternidad, de futuro y prosperidad. Un sueño que solo trajo muerte y destrucción, odios y traición. Un sueño que encarnaba una promesa silenciosa, la única esperanza a la que la gente de su clase podía aferrarse. Hoy ese sueño ya no existe, al igual que su precursor. Charles Francis Xavier está muerto, como también lo están la mayoría de sus x-men, y ella los odia por ello. La abandonaron, la dejaron sola y el dolor quedó sustituido por el vacío.
-Señorita Kinney el presidente quiere verla –la joven se gira y sonríe. Es hermosa y lo sabe, todo forma parte de su disfraz.
Sus tacones resuenan entre las blancas paredes mientras recorre ese pasillo interminable. Los años han pasado y ella ha crecido, ha aprendido y ha sabido adaptarse. Solo el más fuerte sobrevive, eso le enseñaron, para eso la entrenaron. X-23 también murió el día en el que el sueño se convirtió en una pesilla y el resultado fue un depredador mucho más cruel y mortífero.
Sus modales se refinaron, abandonó el ceño fruncido y la estúpida manía de ir olisqueando por ahí y se convirtió en una de las mujeres más poderosa del planeta. Un rostro en la sombra, unos ojos que todo lo ven y unos labios que todo lo saborea. El cisne asesinó al patito feo y sirve de consejero al león.
Respira, sabiendo que algo no va del todo bien, puede sentirlo, pero esos escalofríos, ese sexto sentido no le pertenecen a ella sino a X-23. Así que los acalla y llama a la puerta. Desde dentro alguien le da el paso.
-¿Quería verme, señor? –su sonrisa se congela en el acto y por primera vez en mucho tiempo nota, con cierto gusto, como su sangre entra en ebullición y el cosquilleo en sus nudillos vuelve a clamar por ser saciado.
Ante ella, el rostro del presidente de Industrias Stark, la más importante empresa de seguridad que rige América, le devuelve la mirada. Sus ojos azules son tan afables como los de un cocodrilo en la hora del almuerzo y aunque el que está tras el escritorio sabe imitar a la perfección ese aire de petulancia tan característico de Nicolás Stark, los sentidos de Laura le gritan que no es él, a la vez que su razón le dice que solo hay una persona lo bastante buena como para haber pasado todos los sistemas de seguridad.
Laura sonríe y un escalofrío recorre la columna vertebral del impostor.
-Raven… -susurra.
La joven cierra la puerta tras ella sin hacer ningún tipo de movimiento en falso. No sabe si es un antiguo resquicio de compañerismo o simplemente curiosidad lo que le obliga a ello, pero quiere escuchar lo que tiene que decirle. Se ha debido de tomar muchas molestias para entrar. Además, siempre habrá tiempo de dar la alarma y de que treinta agentes armados hasta los dientes irrumpan en el despacho.
-Veo que apenas has cambiado. –ante ella, la figura de su jefe comienza a deformarse dando paso a una bella pelirroja de piel azul. –Prefiero que me llames Mística, Raven Darkholme se ha hecho demasiado popular.
Nadie habla. Son muchas las preguntas que flotan en el aire y demasiado obvias para ser pronunciadas. Aún así, Laura no puede evitar observar con cierta repugnancia como aquella mujer le hace el tercer grado. Ha cambiado, y eso lo sabe, pero no está preparada para la decepción que ve dibujada en los ojos de su antigua enemiga.
-Hay una alarma mundial para tu búsqueda y captura, Raven. No creo que este sea el lugar más indicando para esconderte.
-Cariño, si alguna ventaja tenemos los metamorfos es que podemos escondernos en cualquier lado –su sonrisa amplia. –Aunque no creo ser la única que se esconde por aquí, ¿no es así… X-23?
Las manos de Laura se cierran en un puño y tiene que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no saltar sobre el escritorio y borrar aquella estúpida sonrisa con sus garras.
"No. Yo ya no soy así.", se recuerda.
-Apuesto a que ahora tienes en mente las 38 formas diferentes de matarme en este mismo momento –anuncia con cierto aire triunfal.
-No.
-Mientes –arrastra las palabras, dándole énfasis, deleitándose con la reacción de la muchacha. Si hay algo en lo que Mística es buena, quitando el pequeño detallito de que es la terrorista más buscada del planeta o su imbatible record de beber chupitos, es tocando las narices a las personas.
-Ahora mismo tengo en mente 41 –y esa contestación es justo la que buscaba.
Si hay algo que tiene claro es que necesita a X-23, no al estúpido sucedáneo de humano en el que se ha convertido Laura Kinney.
-Necesito tu ayuda… Laura –escupe el nombre, renegando de él, mostrando su desprecio hacia ese nombre tan humano.
-Puedo imaginarme lo que quieres y la respuesta es no –sus manos vuelven a adquirir su color.
-Aún no te he pedido nada –la falsa inocencia en la voz de la pelirroja asquea a Laura. Y así no puede evitar rememorar el pasado, acceder a los recuerdos de X-23 y comprender que haber comenzado aquella charla fue un completo error.
-No permitiré que destruyas aquello que tanto me costó construir, -responde reafirmándose en la negativa, rogando que sea capaz de salir intacta de ahí. -la respuesta sigue siendo no. Tienes veinte segundos para marcharte de aquí antes de que avise a…
-¿Tan bueno es aparentar ser un humano más?
Aquello congeló a la chica en su camino a la salida. Puede notar coma la voz de Mística destila rabia y odio, quizás temor. El aire se acelera y el ruido de un cristal roto a pocos centímetros de su cabeza saca a Laura de su ensimismamiento. Se gira a tiempo de esquivar otro objeto, el marco con la foto de la familia Stark esta vez. Esa no es la Mística fría y calculadora que recuerda, las cosas deben ir bastante mal.
-¿Qué exactamente a lo que te refieres con"aquello que tanto me costó construir? ¿Eh? ¿A esta vida insulsa que llevas de la oficina a tu apartamento y de ahí a las fiestas de la alta sociedad? ¿A esta farsa de vida?
-Algunos nos esforzamos por sobrevivir lo mejor que podemos.
La rabia ha dado paso a la indignación.
-¿A cuántos de esos asquerosos humanos te has tenido que tirar para que hagan la vista gorda contigo en los controles anti-mutantes?
-Te estas pasando Raven. Ya no soy una niña estúpida a la que puedas intimidar. –responde.
-¿Ah no? ¿Cuántos años tienes? ¿25? ¿26?
-27
-¿27? Te crees que lo sabes todo, ¿verdad? Eres una sufridora, la vida te ha tratado muy mal. Abre los ojos, ¡están matando a tu gente!
Algo se revuelve en el interior de Laura. Todo esto es más de lo que puede soportar. Sus temores hechos palabras, los reproches que tanto lleva silenciando en su cabeza han logrado una voz. Y se muere por patear su culo azulado.
-Lárgate de aquí –susurra. No se ve capaz de soportar el dolor.
-He venido a por X-23 y pienso llevármela, aunque sea a rastras –sentencia con una voz que no deja espacio a réplica.
-Pues me temo que el viaje será en balde. Murió y solo ha quedado esta cáscara vacía que como bien te has encargado de recalcar, tuvo que convertirse en la zorra de la humanidad para poder sobrevivir.
Mística tomó impulso y descargó su puño sobre la mejilla de la niña. Si bien el golpe le dolió más al lanzador que al receptor, Laura se quedó con la intención.
No dijo nada, ¿cómo hacerlo después de lo que le gritaba su alma? Quiso llorar, recordando más tarde que nunca supo cómo hacerlo. En cambio, aquel vacío, aquella tristeza, quedaron suplidos por una rabia primitiva que acogió de buena gana. Agarró a la terrorista de la solapa de su blusa y la estrelló contra el escritorio del despacho. Mística sonrió.
-Cógelo, siéntelo, ámalo. El poder, X, es algo de lo que no podemos desprendernos tan fácilmente, por mucho que tu te empeñes en intentarlo.
-¡Cállate! –su brazo se alza y las garras quedan libres. ¡Al fin!
-¿Quieres matarme? ¡Inténtalo! Somos asesinas X-23, sé cómo te sientes, sé lo que quieres.
-¡Tú no sabes nada! ¡¿ME OÍSTE?! ¡NADA!
-Sé porqué haces todo esto, porqué te castigas a este exilio y ¿sabes qué? Te lo mereces, pero ahora te necesitamos. Es la oportunidad de enmendar tus errores.
-No me merezco ningún tipo de redención –nota como se le quiebra la voz y se le humedecen los ojos. –Yo les maté, cavé sus tumbas con mis propias manos. Les maté Mística, a Lobezno, a Cíclope, a Bobby…
Repentinamente la joven suelta a su presa y se separa de ella.
-Tú no les mataste Laura, fueron esos humanos –por extraño que pueda parecer, la voz de Mística tomó matices maternales. Se acerca a aquella niña con cuerpo de mujer, porque al fin y al cabo eso es lo que es, lo que era, lo que siempre fue. La niña huérfana preferida de la muerte. Demasiado peligrosa para cualquier contacto humano, demasiado poderosa para no aprovecharla.
-No lo evité. Y no puedo dejar de culparme por ello –Mística la mira directamente a los ojos. Esa culpabilidad, esa debilidad es justo lo que ella necesitaba.
-Fuimos masacrados Laura, primero por esa loca de Cassandra Nova y luego la desquiciada de Wanda. No permitas que nos lo vuelvan a hacer Laura. ¡No lo permitas!
-No tiene sentido nada de lo que dices –no puede parar de repetir. Todo de lo que ha huido, todo lo que se ha obligado a olvidar… la realidad acaba de golpearla y aún no está lista para soportarla.
-¿No? Dime Laura, ¿qué vida les queda a los mutantes?
-El gobierno se encarga de ellos –intenta contraatacar, rebatir las acusaciones de aquel demonio de ojos amarillos.
-No. El gobierno se encarga de hacinarlos y controlarlos. Reservas de mutantes, ahí es donde los tienen.
-No digas estupideces. Gozan de todas las comodidades.
Mística no podía creer lo que oía.
-¿Comodidades? ¡COMODIDADES! He visto niños asfixiados por el simple hecho de no tener apariencia "normal". La ignorancia es demasiado atrevida y me he cansado de matar simples humanos por defender a los míos. Aquí en la ciudad todo es maravilloso. ¿Has salido de Nueva York últimamente? Nada ha cambiado, los campos de concentración, las purgas… ¡NADA! Y por si no fuera suficiente han encontrado la forma de erradicarnos.
-Siempre dicen lo mismo y aquí estamos.
-Nunca ha sido como esta vez, han perfeccionado el Virus del Legado.
-¿Qué quieres decir con… perfeccionado?
-No lo sabemos seguro, pero sospechamos que esta vez es un virus personalizado. Se quedaran con los que les interesen y matarán al resto. ¿Por qué sino esa política del registro sino para esto?
Ahora o nunca. Había llegado el momento. Laura por fin era vulnerable. Mística desliza una carpeta sobre la mesa, en dirección a Laura. La muchacha camina hacia el escritorio, aunque ya sepa y sin miedo a error, lo que va a encontrar en ella. Solo existe una persona por la que lo arriesgaría todo y Mística lo sabe. Esa z o r r a lo sabe todo.
-Esa será la primera prueba.
No quiere mirar.
Una vez visto no habrá vuelta atrás.
Y de repente se da cuenta de que ella ya iba a aceptar mucho antes de cruzar la puerta.
-Julian…
-Es hora de volver a reunir a los Nuevos X-Men.
