Palabras: 278.
Nota: Omi es amor y yap (?)
Disfruten la lectura.
Un Guerrero Xiaolin
Omi solía ser un chico muy tranquilo, siempre siguiendo las reglas al pie de la letra. Para él, ser un guerrero Xiaolin era algo muy importante, porque eso significaba que era parte de algo. Cuando el Maestro Fung le comentó que existía la posibilidad de que se convirtiera en un Dragón Xiaolin, la felicidad que experimentó fue tan grande que duró más de una semana sonriendo. Dojo se sorprendió que, además, aumentara su entrenamiento, pero así era el pequeño.
Tal vez fue por eso que no le gustó la idea que esos tres extraños se convirtieran en dragones también, así como si nada. Era obvio que le costara adecuarse a la gente nueva, si se consideraba que toda su vida la pasó en el Templo, sin ningún otro contacto humano que los monjes. Pero lo que le molestaba de esos chicos era la poca importancia que le daban al entrenamiento. Para Omi, esos tres eran una vergüenza, que ponía en juego el nombre de los Guerreros Xiaolin.
Aquel Templo y sus enseñanzas lo eran todo para el pequeño, por eso se había prometido que lo cuidaría y respetaría por el resto de su vida. Así que tomó la decisión de que se encargaría de enseñarles a esos chicos, Raimundo, Kimiko y Clay que ser un Dragón Xiaolin no era simplemente nacer con esa habilidad y por eso tener poderes asombrosos. Sino que aquello era una gran responsabilidad y que el mundo se encontraba bajo su cuidado.
Trataría de ponerse de ejemplo para esos pobres chicos normales. Porque el era Omi, el Dragón del Agua y el mejor Guerrero Xiaolin del Templo.
¿Qué mejor modelo a seguir podía existir?
Fin de la historia.
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