El ruido de un bostezo se apoderó de toda la habitación mientras que la suave luz de la mañana se filtraba por toda el piso, su único inquilino era un joven estudiante de medicina llamado Kaname Kuran. Un chico de veinte años demasiado atractivo como para ser de este mundo, sus largos cabellos castaños se amoldaban con perfección al contorno de su cara mientras que su tez ligeramente bronceada invitaba a todo ser viviente a tocarla y a disfrutar de un buen rato junto a él. En resumen, el soltero perfecto.
Vivía solo en su pequeño piso, un tercero sin ascensor pero cercano a su universidad. El piso no tenía ningún lujo, consistía en una habitación, un baño, una cocina y un salón. No se podía permitir nada mejor ya que desde la muerte de sus padres en un accidente de tráfico su tío Rido se había fundido toda la herencia en inversiones y proyectos para hacerse rico de manera fácil, Kaname tuvo que empezar a trabajar con quince años para poder ahorrar y salir del infierno de casa donde estaba. Consiguió entrar en la mejor universidad de medicina gracias a sus impresionantes notas y a los ahorros conseguidos gracias a su duro esfuerzo.
De pronto el timbre sonó con insistencia haciendo que apurara su café y recogiese su bolsa con todas sus cosas dentro. Salió por la puerta justo cuando Kain Akatsuki salía de su casa.
-Kaname, ¿Hoy trabajas?
El castaño sonrió asintiendo, ese chico era uno de sus pocos amigos, todos ellos de la infancia, a diferencia del resto él no siguió el camino de sus padres como médico y se dedicaba a la buena vida vendiendo motos de día y corriendo con ellas en carreras por la noche.
-Dentro de una semana hay una "convención" y era por si queríais venir. Supongo que estará Ruka- dijo el pelinaranja con algo de burla
Ruka era la chica que volvía a todos locos, a todos locos menos a Kaname, evidentemente eso, no le gustaba nada a la chica. La pelimiel se había quedado prendada de Kaname la primera vez que lo vio en el polígono donde hacían las carreras, bueno más bien de sus pantalones de cuero negro.
Cuando llegaron al portal se encontraron con dos rubios muy sonrientes, el más alto era Takuma Ichigo, nieto de uno de los socios de su tío. Kaname tenía suerte de que el nieto aborreciese a su abuelo de manera desmedida, quien solo se preocupaba de cómo marchaba económicamente su familia mientras que Takuma solo quería seguir estudiando medicina tranquilamente. El más bajo de todos se llamaba Aido Hanabusa, era un año menor que ellos pero lo habían subido un curso por su impresionante inteligencia, pero esa cualidad era eclipsada por su grandísimo ego y su hiperactividad.
-Buenos días Kaname, buenos días Kain- saludó el rubio de ojos esmeraldas
-Buenos días- contestaron los dos al unísono
Los cuatro se encaminaron hacía sus respectivos destinos, Kain a la tienda de motos y los otros tres a la universidad. El trayecto se lo pasaron hablando y haciendo bromas acerca de cómo sería la noche da la carrera, a la cual se apuntaron todos, aunque no faltaron quejas de Aido sobre Ruka de las que todos se rieron.
-¡Vamos pequeñas mierdecillas! Podéis hacerlo mucho mejor
Los gritos de Yagari Toga se oían por todo el exterior de la escuela mientras todos sus alumnos corrían en círculos alrededor del campus. Casi nadie podía respirar bien debido a la hora y media de entrenamiento físico que exigía el profesor para entrar a su aula, y lo peor de todo el que el loco del director lo apoyaba diciendo la típica frase "Mente sana in corpore sano". Pero Kaname tenía una cosa clara, era el mejor médico del mundo, y no desaprovecharía una oportunidad de estudiar con él. Con ánimos renovados los últimos diez minutos de carrera continua se hicieron el doble de llevaderos
Ya duchados y vestidos como personas y no como cerdos engrasados, comenzaron las clases, debido al potencial de Yagari todas las clases de esa promoción las impartía él solo, cosa que facilitaba la vida a los estudiantes de manera bestial. Ya que no tenían que preocuparse por horarios y exámenes a la misma hora, aunque se hiciera el duro era un buen tipo, fe de ello fue la pérdida de su ojo derecho cuando un paciente peligroso tomo un rehén amenazándolo con un bisturí y el fue la única persona que le planto cara eso si perdiendo un ojo y imposibilitándolo para ejercer la cirugía, por eso aceptó el trabajo en la universidad de su viejo amigo Kaien Cross.
-Dentro de dos semanas tendremos un examen- gritos de insatisfacción se escucharon por toda el aula- tranquilos pequeños inútiles, no contara para nota- el alivio fue palpable en el aire- pero será la prueba que tenéis que hacer si queréis trabajar conmigo en un proyecto como mis ayudantes ¿Entendido?
Casi todos los alumnos estaban pletóricos. Kaname no se podía creer la suerte que tenía teniendo a ese profesor, normalmente las practicas se empezaban a hacer al cuarto año y con mucha suerte
-¿Alguien se ha dado cuenta de que no nos ha dicho que entra en el examen?- medito Ichigo con una sonrisa de circunstancias y un goterón en la nuca.
Todos miraron a la palestra del profesor encontrándola prácticamente abandonada. Un grito inhumano por parte de toda la clase se apoderó de la facultad.
A la salida nadie se había encontrado con Yagari en todo el día y eso que lo habían buscado hasta debajo de las piedras. Kaname hizo una autocorrección de sus pensamientos, odiaba con toda su alma a Yagari Toga.
-Venga, no creo que sea tan malo- dijo con tranquilidad Takuma mientras acompañaban a Kaname a sus trabajo- Si no nos lo dijo es porque en el examen entrara la materia que dimos
-¿Por qué eres tan jodidamente optimista?- estalló Aido totalmente nervioso- Lo más probable es que nos pregunte sobre cosas que no dimos ¡Y no digas que no lo hará por que sabes lo capaz que es de hacerlo!
Kaname solo meditaba sobre sus oportunidades de ser algún escogido mientras observaba el temario dado y el no dado. Todas las opciones podían ser válidas, tanto la de Takuma como la de Aido
-Lo más sencillo y con más posibilidades es estudiar todo y dejarse de cuentos- declaró el castaño tomando por sorpresa a los dos chicos que seguían discutiendo sobre el asunto.
-Pero es muchísimo temario como para estudiarlo en dos semanas- se quejó Aido
-Por eso no cuenta para nota, genio- dijo con burla Ichigo- Sinceramente no creo que me dé tiempo a estudiarlo todo, pero por lo menos algo nuevo aprenderemos ¿No creéis?
Después de eso solo se escuchó un suspiro exasperado de Aido y el sonido de la risa de Kaname y Takuma.
Cuando llegaron al trabajo de Kaname se separaron, y el castaño entró en el lugar diciendo hola a todo el mundo de la tienda. El castaño cuando trabajaba estaba en el cielo, pues trabaja en una tienda de música bastante conocida y tranquila. Se llamaba Musical 43, ahí se podía encontrar desde instrumentos hasta discos de todo tipo, era bastante grande y la gente normalmente no le molestaba, ganaba un salario bastante sustancioso que le permitía vivir hasta fin de mes y permitirle pequeños caprichos. Amaba esa tienda
-¡Puntual como un reloj!- dijo una chica de cabellos miel detrás del mostrador- No sé cómo te apañas en nunca llegar tarde a ninguna parte
-Soy increíble, lo sé- sonrió- Yori, si quieres puedes irte ya. Yo me encargo de todo.
La chica le sonrió alcanzando su abrigo del perchero y yéndose por donde antes había entrado Kaname. El turno de Kaname empezaba a las siete y terminaba a las diez, que era cuando cerraban la tienda junto con el señor Wakaba, el dueño de la tienda y el abuelo de Yori, siendo él el único empleado lo trataba a cuerpo de rey haciendo que a veces Kaname se sintiese algo incómodo.
Las horas pasaban rápidas escuchando música, a esa hora casi no había gente por lo que no trabajó mucho y se dedicó a planear sus horarios de estudio para estas dos semanas hasta que dieron las diez, se despidió de su jefe y se fue a su casa entre la noche.
No podía negar que hacía frío, el invierno caía con crudeza este año, lo más probable es que la nieve caería pronto y con ella el aniversario de la muerte de sus padres. Miró al cielo que estaba totalmente despejado y permitía ver infinitas estrellas. Suspiró cansadamente y se apresuró a llegar a casa mientras se colocaba mejor el abrigo largo de color negro que llevaba con la intención de protegerse del frío.
Faltaban cerca de diez minutos para llegar a su casa cuando escucho un ruido en un callejón alertándolo de cualquier peligro que pudiese aparecer, se adentro en la angosta y oscura calle con paso cauteloso. No podía creer lo que veía, ese día se estaba volviendo surrealista por momentos. ¡Un niño tumbado completamente desnudo en el suelo!
Se acercó con precaución, admirando la belleza de ese chico. Su pelo color plata fue lo primero que le capturó la atención de Kaname, su cuerpo delgado y atlético, sus piernas largas y su piel tan pálida que tentaba a tocarla de todas las maneras perfectas y lo peor/mejor es que estaba completamente desnudo delante de él. Nunca había visto a alguien tan perfecto en su vida.
Su ensoñación llegó a su fin cuando un escalofrío recorrió la columna vertebral del muchacho, sin más demora se saca su chaqueta y se la tiro encima mientras pensaba que haría. Lo más correcto sería llamar a la policía y que lo llevasen con sus padres, porque claramente ese niño era menor, no pasaría de los dieciséis años, pero, algo en su interior le decía que no lo hiciese que ese niño se hubiese escapado de un padre maltratador o de una mafia dedicada a la trata de blancas. Sin pensarlo más lo tomo en brazos dejando solo en ese callejón un recuerdo.
El peliplata era tan ligero como una pluma, lo más probable es que no se hubiese alimentado bien en mucho tiempo. Tenía suerte de que las calles estuviesen casi desiertas y solo unas cuantas personas lo vieron pasar con el joven dormido en brazos. El cuerpo frío del menor empezó a entrar en calor ante la cercanía del otro y como respuesta a ese calor se acurrucó un poco más a él provocando un sinfín de sensaciones en el castaño.
Llegaron al piso de Kaname cinco minutos después, el mayor depositó despacio el cuerpo laxo del otro en el sofá del salón con mucho cuidado, como si se fuese a romper en mil pedazos. No pudo evitar sorprenderse cuando al girarse una manito sujetase su camisa con fuerza evitando que se fuera. Unos enormes ojos amatistas le miraban con confusión y algo de miedo. A Kaname le cautivaron por completo esos ojos tan especiales.
-No te preocupes, no te voy a hacer nada, me llamo Kaname-El adolescente ladeo su cabeza en señal de no comprender nada- ¿Cuál es tu nombre?
-K-Kaname
La dulce voz del pequeño cautivó a Kaname dejándolo medio traspuesto
-¿Te llamas como yo? No te preocupes por nada ¿Tienes hambre?- pregunto el castaño
-Kaname- dijo de nuevo el peliplata con una gran sonrisa
-Ya se tu nombre, es una gran coincidencia lo de llamarnos igual, pero tengo que saber que te paso- indagó un poco el mayor
El peliplata se le quedó mirando como lo hace un niño a un animal exótico. Pero de pronto un rayo de lucidez apareció frente a sus ojos ¿Y si el nombre del niño no fuera Kaname? ¿Y si no recordase absolutamente nada? Kaname lo observó con la misma cara que el menor
-Tengo que hacer una llamadas espera aquí- pidió
El mayor no podía creer lo que pasaba, no debería de haberlo recogido de la calle como se recoge a un gato. Suspiró pesadamente mientras observaba como el pequeño se ponía de pie y lo seguía hasta el teléfono
-Tranquilo, no llamare a la policía- intentó calmarlo un poco pero al mismo tiempo se sintió estúpido, si sus sospechas eran ciertas, no sabría ni lo que era la policía, descolgó y se puso el auricular en el oído mientras marcaba un número, escuchó dos tonos de llamada y al siguiente alguien descolgó- Takuma, tengo un problema llama a Aido y Kain. Os necesito rápidamente aquí
-Ahora mismo los llamo, ya me contaras que te pasó como para tener que llamarme pidiendo ayuda tiene que ser algo gordísimo
-Ni te lo imaginas. Por favor apúrate- colgó el aparato mientras dirigía una mirada al chico que estaba entretenido jugando con el paraguas que había en la entrada de su casa, que al sentir el escrutinio del castaño levantó la cabeza y lo miro con una pequeña sonrisa
-¿Kaname?
Por unos momentos tuvo ganas de abalanzarse sobre el peliplata y hacerle cosas no muy sanas. Cuando de calmó pudo ver las cosas mucho mas objetivamente. Los tenían que darse un baño, el pequeño estaba todo lleno de polvo y tierra y el estaba estresado. Un baño les vendría bien a los dos
-Tuve que ser muy malo en otra vida como para que esto me pase a mí- susurró el mayor
El peliplata estaba metido en la bañera mientras que Kaname le lavaba el pelo, el niño jugaba con el jabón que quedaba en el agua mientras dejaba escapar pequeñas risitas cuando Kaname le hacía cosquillas. Definitivamente se estaba excitando demasiado con ese mocoso.
Cuando terminó de limpiar al amnésico lo saco de la bañera y le dio una toalla y la ropa metiéndose rápidamente en la ducha abriendo la llave del agua fría casi al instante dejando que todos los pensamientos tórridos del menor se fueran con el agua, cuando sintió que su temperatura corporal había bajado lo suficiente salió de la ducha encontrándose otra imagen demasiado sugerente. El peliplata no consiguió ponerse bien la camiseta al intentar meter la cabeza por uno de los agujeros de la manga quedándose casi atrapado. El mayor no tuvo más remedio que vestirlo bien y volver a la ducha de inmediato para no tirarse encima de él.
El timbre de la puerta sonó con insistencia, dando Kaname por sentado que sería Aido, evidentemente no se equivocó y el rubio entró como un ciclón en departamento de Kaname
-¿Te sucedió algo malo? ¿Te atracaron? ¿Te comiste algo malo y tienes diarrea? ¿No puedes dormir y necesitas que te cuente un cuento?
-Cálmate Aido, no me pasa nada de eso- suspiró el castaño
-Entonces que pasa ¿Por qué tanto lio?- se quejó Kain- Estaba con Ruka en un momento muy delicado
-Me pasa esto- sentenció haciéndose a un lado y dejando ver al peliplata que se le había escondido detrás.
-…
Nadie tenía palabras para describir tal perfección con palabras. El peliplata llevaba puesta una camiseta blanca de algodón y unos pantalones de deportes que quedaban por debajo de las rodillas evidentemente estas ropas eran de Kaname y le quedaba bastante grande y para aumentar la perfección tenía las mejillas ligeramente coloreadas por culpa del baño que acababa de tomar. Evidentemente Aido se tiro encima del menor para abrazarlo
Mientras Kaname intentaba separar a Aido de su "invitado" les explicaba como lo había encontrado y los porque no lo había llevado a la policía en el momento en el que lo había encontrado.
-Entonces… Zero no recuerda ni siquiera como vestirse- concluyó Takuma con su típica sonrisa
-¿Zero?- cuestionaron los otros tres alzando una ceja
-Claro, su memoria esta en blanco. O sea, en Zero ¿No es ingenioso?- sonrió
Suspiraron con cansancio pero sonrieron al ver como "Zero" dormía plácidamente encima del sofá
-¿Al final nos lo quedamos?- pregunto el ojiazul con una sonrisa traviesa en los labios que fue borrada por un capón por parte de Kaname
-¡No es un perro!- vociferaron Kaname y Kain mientras Takuma se reía y tapaba con una manta a Zero.
Ninguno de los cuatro sabía la tremenda aventura que acababan de comenzar.
