DISCLAIMER: Esta historia está basada en el universo creado por J.K. Rowling y los personajes pertenecen a ella.
La lluvia le golpeó la cara a tiempo que empapaba su mano pero no soltó su agarre… el agarre a un pequeño palo de madera sin el cual terminaría muerto. Harry Potter, un chico de 20 años, corrió por el atrio del ministerio lanzando hechizos a diestra y siniestra. El techo del lugar había desaparecido horas atrás y por eso la lluvia inundaba el recinto, complicando aún más la batalla que se estaba llevando a cabo.
¿Cómo ocurrió esto?
Era el pensamiento que aquejaba al pelinegro mientras acertaba un hechizo aturdidor en su oponente, un mortifago. Hace tres años creyó haber derrotado a Voldemort, pero la batalla que libraba y la guerra desatada el año anterior le decía lo contrario. No podía creer lo estúpido que fue al pensar que finalmente podría vivir una vida normal… no, eso jamás sucedería: él era Harry Potter, el niño que vivió, el elegido, el salvador y ahora el auror. Era un feliz hombre casado y, mientras cazaba a los mortifagos restantes, llegó a creer que todo acabaría una vez llevado el último criminal a la cárcel; pero no, una vez más su viejo enemigo Tom le recordó que no le era posible tal clase de vida y en solo un año destrozó todo lo que con trabajo construyó.
— ¿Podrías dejar de soñar despierto, Harry? —Ron le gritó a su lado.
Se encontraba con la cara sucia y manchas de sangre ya secas. Su uniforme de auror también estaba hecho un desastre y lo único pulcro que Harry podía ver en su amigo era un anillo de oro que le recordaba la felicidad que sintió cuando fue padrino en la boda de sus dos mejores amigos. Se movió unos centímetros para evitar una maldición color púrpura de aspecto peligroso. Su mente volvió al atrio.
—Lo siento Ron… Nos están haciendo pedazos, ¿ya dieron aviso a la orden? —Harry preguntó en el descanso que tuvo después de mandar a volar a otro contrincante. Justo después de que Voldemort regresó por tercera vez, Harry junto con Ron y Hermione reinstauraron la Orden del Fénix.
—Sí, pero no esperes mucha ayuda. Hermione me dijo que también están atacando San Mungo…
—Sumando al ataque a Hogwarts y al Callejón Diagon significa que todos los grandes puntos mágicos del país están bajo ataque —en ese momento Harry captó un chispazo rojo a su izquierda. Al voltearse vio a Ginny, su amada esposa, entrar a toda velocidad con un número considerable de fuerzas amigas. Sonrió completamente cuando la pelirroja llegó a su lado.
— ¿De qué me perdí? —preguntó Ginny con una sonrisa que contrastaba con los ojos serios y los movimientos rápidos de su varita.
—No mucho hermanita, nos están pateando el trasero
—Me alegra saber que me convertí en tu salvadora Ron —rió Ginny —, además traje refuerzos —dijo, señalando al grupo de caras conocidas que ayudaban a obligar a que los mortifagos se replegaran.
Harry nuevamente sonrió, no había cruzado una sola palabra con Ginny y, sin embargo, ambos ya habían tenido una gran conversación a través de la mirada. Las palabras a veces sobraban entre los dos y un simple vistazo al otro los hacía entenderse mutuamente. Ginny Potter se había tardado en llegar porque estuvo armando un pequeño ejército.
Hacía un año, cuando todo volvió a comenzar, Neville reinstauró también el Ejército de Dumbledore y recibió una respuesta completa, a pesar de que el chico era parte de la orden, al igual que Ginny, Luna y algunos de los miembros del ED, Neville había insistido que necesitaban esperanza, fuerza para volver a pelear y el hecho de volver a combatir al lado de los mismos compañeros con los que ya enfrentaron la muerte al menos una vez, les daría esa fuerza necesaria. Harry tenía que admitir que Neville tuvo razón. La ayuda que recibían del ED era inmensa y todo lo coordinaba Neville, por lo que Harry tenía que preocuparse solo por organizar la orden.
Un poderoso estruendo lo regresó a la realidad. Observó como una maldición hacía explotar parte de la estatua central del atrio y mandaba a volar a decenas de personas, amigos y enemigos. La escena le heló la sangre. El ejército que trajo Ginny se encontraba tirado en el suelo, inmóviles y el que había lanzado el hechizo lo observaba directamente, con una mueca que asemejaba a una sonrisa. Su cerebro comenzó a trabajar a toda velocidad y sintió un extraño sentimiento de familiaridad.
—Está aquí… —susurró pero su mujer y amigo lo escucharon perfectamente.
Todo el atrio estaba en silencio y lo único sonido que se escuchaba era la intensa lluvia que no dejaba de caer. Parecía que todos estaban expectantes a lo que Voldemort y Harry harían; el pelinegro por su parte barajaba sus posibilidades. Si se enfrentaba ahí, de manera directa con Voldemort, tenía una oportunidad de derrotarlo pero sabía que no sería una batalla justa.
Lamentablemente Tom había aprendido de su segunda derrota y no se enfrentaba en solitario con Harry, no a menos que tuviera algún plan. Algunos pensaban que Voldemort temía a Harry y eso les daba fuerzas para pelear, pero Harry sabía a la perfección que Tom no le temía… lo respetaba. Así como alguna vez respetó a Dumbledore, ahora respetaba a Harry y por eso no peleaba de frente contra él, no en solitario al menos.
Ron y Ginny entonces levantaron nuevamente las varitas y se pusieron en posición de duelo, parecía que tuvieron el mismo pensamiento que él. Pero una sensación en su frente le dijo que no atacaran, la vieja cicatriz parecía darle un cosquilleo advirtiéndole el peligro. A pesar de que realmente la cicatriz era eso, una simple cicatriz y ya nunca le dolía, había ocasiones como esta en las que sentía un cosquilleo. Cuando le preguntó a Hermione, ésta le dijo que simplemente era parte de su imaginación, que su mente le generaba el cosquilleo por costumbre. Sea lo que fuere, tendía a hacerle caso a sus instintos.
— ¡Repliéguense! —exclamó a todo pulmón.
A pesar de la cara de sorprendidos de algunos magos del ministerio, no le replicaron y empezaron a lanzar hechizos a tiempo que retrocedían. Harry lanzó un inmenso hechizo bombarda que destruyó parte del pasillo al atrio, los demás lo imitaron y se encontraron rápidamente tras un muro de piedra y escombros.
Harry entonces le hizo una seña a Ron y el pelirrojo empezó a explicar el plan. Cuando terminó, los magos empezaron a subir al elevador en grupos y desplegarse en distintos pisos. El plan era simple, se separarían e irían a distintos lugares, eso obligaría a los mortifagos a hacer lo mismo.
Era arriesgado pero no tenían muchas opciones, era imposible aparecerse, la red floo estaba desactivada y, por supuesto, estaba el hecho de que se encontraban en el ministerio de magia y no podían dejar que fuera tomado.
Al final, Ron fue con Kingsley a la oficina del ministro y Harry con Ginny fueron al Departamento de Misterios. Harry estaba reacio a dejar que su esposa lo siguiera pero una mirada de la pelirroja bastó para convencerlo. Sabía que Voldemort iría por él y por eso mismo escogió el Departamento de Misterios. Era una pista para Tom y estaba seguro que él comprendería.
—La última vez que estuve aquí pase un mal rato con esos cerebros… —dijo Ginny a tiempo que arribaban a su destino.
—No te preocupes, dudo que tengamos que pelear con esas cosas.
—A decir verdad, preferiría pelear con los cerebros que con Voldemort.
—También preferiría que pelearas con los cerebros…
Ginny se adelantó unos pasos y dio media vuelta para encarar a su marido. Lo miraba enojada y Harry sintió un pequeño sudor frío bajar por su espina. Ciertamente su mujer daba miedo.
—¿Qué es exactamente lo que eso significa Potter?
—Gin…
—Nada de Gin. Sé perfectamente lo que estás pensando. Esperabas que fuera a otro piso, con otras personas y te dejara a ti pelear contra Voldemort solo.
—No se trata de eso Gin, tengo que pelear con Tom, tú no.
—Podré no tener que hacerlo pero elijo hacerlo si eso significa quedarme a tu lado y cuidarte la espaldas. Ese idiota homicida no juega limpio y seguramente traerá lacayos con él.
Harry ya no pudo replicar nada, sabía que era mejor no hacerlo. Simplemente tomó por la cintura y le dio un beso, suave y lleno de sentimiento, traspasándole todos sus miedos y dejando curar las heridas de ver a los caídos en batalla. Permanecieron abrazados unos minutos más y se encaminaron de nuevo para adentrarse aún más en el departamento.
Pasaron las puertas giratorias y se hallaron a sí mismos en la sala del velo de la muerte. No era la mejor elección pero sus pasos lo guiaron invariablemente al lugar donde murió Sirius y donde se estudia la muerte. La ironía lo golpeó de lleno y un pensamiento lo inundó: ¿qué pasaría si hiciera que Tom atravesara el velo?, ¿finalmente moriría? No sabía la respuesta pero pondría a prueba su plan, no tenía muchas opciones, aún no sabía cómo es que Tom había regresado por tercera vez y cualquier idea, por loca que pareciera, la pondría en práctica. Fue entonces que escuchó pasos y se preparó.
—Ha pasado tiempo Harry —Voldemort entró a la sala haciendo sonar su fría voz, generando que un escalofrío recorriera la espina del pelinegro.
—Tom… —le respondió a tiempo que se ponía en guardia. Ginny a su lado hizo lo mismo cuando un par de mortifagos aparecieron en escena.
— ¿Finalmente decidiste dejar de correr? —se apuntaron con las varitas —, entonces terminaré con tu sufrimiento y por fin te unirás a tus padres y amigos… —y la batalla comenzó.
Hechizos volaron de un lado a otro. Dos duelos se encontraban claramente definidos: Harry y Voldemort en un lado, mientras Ginny se encargaba de dos mortifagos al mismo tiempo. Harry se agachó justo cuando una maldición lo rozó; al instante, lanzó un hechizo aturdidor, que bloqueó su oponente.
Su mente lentamente dejó de responderle y dejó que sus instintos tomaran el control. Lanzó un conjunto de tres rápidos hechizos y escondió un cuarto entre ellos. Voldemort bloqueó los primeros dos y esquivó el tercero pero el cuarto hechizó logró acertar en el brazo, dejó salir un gemido de dolor. Harry tomó esos instantes para recuperar el aliento que no se había dado cuenta que le faltaba.
Ginny, en ese momento, aprovechó la distracción que se generó en los mortifagos al ver herido a su líder y desarmó para luego aturdir a uno de sus rivales. El otro logró esquivar los hechizos e intensificó la batalla que se había convertido en uno contra uno. Harry intentó desarmar a Voldemort pero este ya se había recuperado y bloqueó fácilmente el hechizo. Convirtió una de las rocas cercanas al velo en una clase de golem de piedra, que cargó a velocidad contra Harry.
—Demonios… —susurró el pelinegro a tiempo que se lanzaba a un lado para esquivar el monstruo de piedra. Lanzó una maldición que hizo explotar el pecho del golem pero no lo derrotó. Logró esquivar a tiempo una maldición asesina enviada por Voldemort.
Mientras corría esquivando al golem y las maldiciones de Voldemort, trató de volver hacer funcionar su cerebro y pensar un plan. No podía deshacerse del golem sin convertirse en blanco fácil para Tom. De igual manera no sabía cómo volver a transfigurarlo. Lamentablemente nunca fue su fuerte Transformaciones.
Entonces el plan vino de la mano de su enemigo que le lanzó un fuego con apariencia de serpiente: el fuego maldito. Harry alzó la varita y se dejó engullir por la bestia anaranjada. Un grito ahogado se escuchó proveniente de una pelirroja y la cara de Voldemort se dibujó macabramente con una sonrisa. El fuego empezó a aumentar de intensidad en lugar de ceder, Voldemort alzó su varita para controlarlo y enviarlo contra Ginny pero no fue capaz de moverlo. Soltó con frustración:
—¿Pero qué…?
El fuego maldito empezó a aumentar su intensidad y tamaño, engullendo todo lo que tenía alrededor y Voldemort era incapaz de controlarlo. Fue cuando se dio cuenta: no tenía el control del fuego porque alguien más lo tenía. Harry Potter apareció entre las llamas con la varita en el aire moviéndola como si de remolino se tratase, el fuego seguía sus órdenes.
Ginny dejó salir un suspiro aliviado y se impresionó completamente por la imagen mostrada a sus ojos: Harry se encontraba con una mirada de determinación que pocas veces había podido ver en él y podía sentir que la magia emanaba de cada poro de su cuerpo. Nunca tuvo la oportunidad de ver a Albus Dumbledore en acción pero dudaba que fuera muy diferente la sensación que la estaba embargando, era simplemente abrumador. Observó que Tom parecía genuinamente impresionado. El mortifago con el que estaba peleando aprovechó la situación y mandó una maldición contra la pelirroja, pero tanto el hechizo como él mismo fueron engullidos por el fuego antes de que pudieran llegar a nadie.
El fuego entonces tomó forma de un inmenso león en llamas y se lanzó contra Voldemort haciéndolo desaparecer entre gritos de furia. Harry trastabilló un poco y cayó de rodillas. Ginny corrió a su lado.
—Eso fue increíble… —no pudo evitar decirle. Harry, apoyado sobre ella, dejó salir una leve risa.
—Fue suerte, me drenó completamente, de haber fallado habríamos terminado…
Cortó su habla al instante que empujaba a Ginny y recibía una maldición de lleno en el pecho.
—¡Harry!
—¿De verdad creíste que me derrotarías tan fácil, Harry? —una leve risa malévola se escuchó en la sala —.He de admitir que me impresionó lo mucho que has progresado chico. Sí, de tener el tiempo suficiente, te podrías convertir en alguien muy poderoso… lamentablemente no puedo dejar que eso pase.
—¿Acaso tienes miedo, Tom? —le soltó Ginny con rabia a tiempo que ponía presión en la herida de Harry, de la cual la sangre corría libremente fuera de su cuerpo. El pelinegro apenas podía mantenerse despierto.
—Veo que tu estadía al lado de Potter te ha vuelto prepotente Ginevra... Algo tan mundano como el miedo hace tiempo que me abandonó. No. Simplemente aprecio el poder y capacidad que puede llegar a tener Harry en un futuro, después de todo se ha probado de ser un gran mago. Lamentablemente también se ha probado de estar contra mis ideales y eso significa que tengo que matarlo.
Ginny ignoró olímpicamente cualquier palabra que saliera de la boca de Voldemort mientras se centraba en evitar que su marido se desangrara. Harry seguía luchando con fuerza para no perder la consciencia pero cada vez perdía más y más sangre. La pelirroja trató de pensar un plan para sacar a ambos de ahí con vida pero no se le ocurría nada. Voldemort, por su parte, seguía metido en su monólogo de cómo era el más grande mago y que la muerte de Harry lo probaría.
—Pero antes de matarlo, quiero verlo sufrir… Un pequeño pago por haberme derrotado hace unos años… ¡Avada Kedavra!
La maldición se acercó a ellos a cámara lenta. Ginny trató de levantar a Harry pero el hombre pesaba demasiado para que lo moviera e intentó lo único que podía pensar: trató de girar sobre sí misma para desaparecerse junto a su marido.
La sorpresa la invadió cuando sintió la familiar sensación en el estómago y obligó a que la imagen de su casa apareciese en su mente… Pero la maldición verdosa cada vez cobraba más velocidad a los ojos de Harry, que con la visión borrosa se dio cuenta de la dirección: Ginny. "No", pensó, "no dejaré que también me la quites a ella".
No estaba seguro de si había usado su boca o solo su pensamiento para decir esa frase pero obligó a su cuerpo a moverse y cubrir a Ginny. La sensación en su estómago le indicó que, efectivamente, se estaban desapareciendo del lugar, la esperanza lo llenó de inmediato de manera cálida, contrastando con el frío que la falta de sangre quería imponer… Y luego oscuridad. La maldición asesina desapareció junto con ellos justo cuando llegaba a la espalda de Harry.
Buenas gente
Sé lo que van a decir, ¿estás publicando otra historia de Harry Potter cuando aún no llevas ni 10 capítulos de Los Potter? Pues sí, lo estoy haciendo, pero hay una razón. Dejenme explicarme: Tenía ya tiempo pensando en esta historia y trabajandola, a ritmo lento pero constante y realmente quería compartirselas. No se preocupen, la prioridad seguirá siendo de Los Potter pero el trabajar esta historia me permite 'descansar' de escribir los capítulos de la otra. De esta manera escribo más rápido y significa que tendrán más capítulos. Pero como dije, publicaré en segundo plano esta historia.
Metiendonos ya al tema de Tomando riesgos... Sí, pueden decir que amo el tema de viajes temporales (de dos historias propias, las dos con viajeros de tiempo supongo que me delata). Antes de que me digan: ¡soltaste spoiler! Está en la descripción de la historia que es viaje temporal.
En fin, ya no los molesto más. Agradecimientos, abrazos, ánimos y mucho amor a mi querida beta Kathitha que tiene que soportar los destrozos que le envío para corregir y que gracias a ella pueden leer algo legible aquí xD
Saludos
ReyAlex
