Cuando Logan habla de amor, miente. Dice cosas que sólo aprueba Dick y ante las que Duncan prefiere no pararse a pensar. Logan no habla de amor, porque para él eso ya no existe.

Logan puede enrrollarse con todas las tías del distrito 09 que se le pongan a tiro. Un par de cubatas, y el alcohol le ahorra la parte más engorrosa. Además, es Logan. Ardiente, pecaminoso y prohibido Logan. Cuando él se acerca, ellas ya han caído a sus pies. Es fácil, tremendamente sencillo, y por ello es aburrido.

Cuando las besa no las mira, y al día siguiente no las reconoce. No sabe quiénes son ni porqué compartió unos minutos de su vida con ellas. Cuando Logan se pone filosófico, no entiende porqué tiene que considerarse vida a ese amalgama de sensaciones que se suceden desde la muerte de Lily. No entiende la muerte de Lily ni nada de lo que pasó a su alrededor tras ello. Sólo sabe que, de vez en cuando, la busca de nuevo. Entre la piel, los besos, el sexo de otras. Pero nunca está. Lily se fue para no volver, y desde entonces Logan anda errante por su camino.

Para salir con Logan, aunque sea durante un par de noches, hay un par de normas. La primera, el apego está prohibido. El amor no es para los Echolls, no se llevan bien con él, y es mejor que la gente no se ilusione en vano. Podrían acabar arrojándose al mar si no lo tienen en cuenta. La segunda, la más importante, es no exigir nada. Logan puede besarte en el cuello, mientras que sus manos buscan frenéticas algo dentro de ti pero que no está en ninguna parte, y de repente, llamarte Lily. Como si no viniera a cuento, pero tiene toda la relación del mundo. A veces, las chicas se mosquean y se apartan. Entonces el sexo se acaba, y Logan se dedica en cuerpo y alma al alcohol, porque allí, entre mareos y sentimientos descontrolados, Lily está más viva que nunca.

Logan no habla de amor, porque sabe qué es estar enamorado. Sabe que es algo que está ahí y de lo que ni siquiera te has enterado hasta que estás atrapado. Sabe que no puedes escapar de él por mucho que corras, y que te da la capacidad de hacer grandes locuras que, independientemente de cómo acabara la relación, recuerdas con una sonrisa en los labios; porque si eres capaz de hacer locuras por amor, entonces eres de esa clase de héroes inmortales que parece que ya no existen. Te vuelves legendario, tío, es así.

Pero eso no puede hablarlo con Dick, que solo habla de felaciones, de tríos y de miles de posturas que ni siquiera Logan era consciente de conocer. Tampoco puede hablar con Duncan, porque se le ve en la cara que no está bien. Hace más de año y medio que cortó con Veronica, pero habría que ser un verdadero zoquete para no darse cuenta de que sigue coladísimo por ella. No, hay cosas que es mejor guardarse para uno mismo.

Logan es un tipo extraño. Está hecho de otra pasta, de ésa que le asegura que no va a cambiar pese a que el mundo se vuelva patas arriba a su alrededor. Logan sabe que no quiere enamorarse otra vez, pero que es una de las cosas que más ansía en el mundo. Porque necesita volver a ser el que era, y aunque eso nunca vaya a ocurrir, tiene que aferrarse a esa esperanza. Logan no quiere saber nada del amor, del cariño, del apego que se da entre la gente que se quiere, pero también sabe que habrá otra segunda oportunidad. Que se enamorará de nuevo, y que como la primera vez, durará hasta que la muerte los separe.