Si bien ambos habían acordado mantener su relación en secreto para las personas de la comisaría, ninguno de los dos deseaba hacerlo para su familia, por lo tanto, Marta, Alexis y Jim ya estaban enterados de todo.
Kate había propuesto hacer una cena y todos habían aceptado pero a último momento Alexis había pedido disculpas porque le había surgido un examen importante y tendría que quedarse a estudiar en el campus de la universidad. Así que finalmente la cena se había convenido entre la pareja y sus respectivos padres.
Las veces que Jim había visto a Castle siempre habían sido porque Kate estaba en peligro, nunca en una situación de alegría. Por eso, Castle estaba nervioso por la opinión que podría tener sobre su persona, más teniendo en cuenta que había sido él quien la había presionado para reabrir el caso de Johana, el cual finalmente había puesto en severo riesgo su vida.
La cena se haría en su loft porque era más cómodo y porque él había insistido en querer cocinar. Kate intuía que se había ofrecido para tener algo con que distraerse y no ponerse nervioso. Le costaba creer que un hombre que se había casado varias veces y que constantemente salía en revistas pudiera estar nervioso por ver a su padre. Decidió que lo mejor sería hablar con él para tratar de calmarlo o de lo contrario, terminaría por quemar la comida o lo que era peor, incendiar la casa.
Lo buscó en la habitación y lo encontró revisando su armario en busca de qué ponerse. Había ropa por toda la cama y Kate no pudo evitar esbozar una sonrisa y reírse por lo bajo, parecía una chica en su primera cita.
- Ríete todo lo que quieras. – Se quejó él al verla.
- Vamos, Castle, ya conoces a mi padre y te dije que está contento con lo nuestro. Deja de imaginarte cosas. – Se le acercó y apoyó una mano en su brazo. Él miró su mano y luego la miró a los ojos, y por último, suspiró.
- Lo siento, no puedo evitarlo. Las veces que vi a tu padre no fueron las mejores circunstancias, no quiero dar una mala impresión.
- ¿Quién imaginaría que el famoso escritor, dos veces casado y divorciado, se pondría así por una simple cena? – se burló.
- No es lo mismo, no tienen punto de comparación. – le dijo mirándola seriamente. Castle la tomó de la cintura y juntó su frente con la de ella. Kate le sonrió y le rodeó el cuello con los brazos para acariciarle la nuca.
- De acuerdo… pero deja de preocuparte o terminarás por quemar la comida. – Se quedaron en silencio unos segundos acariciándose suavemente y finalmente ella se separó de él. – Voy a buscar a mi padre y a cambiarme así que vas a estar solo unas horas. ¿Crees poder controlar los nervios tú solo? – Bromeó.
- Chistosa... – le respondió con cara de fastidio. Kate le dedicó una última sonrisa y le tiró un beso a la distancia antes de irse.
Cuando Castle se quedó solo terminó de acomodar su ropa y se dispuso a preparar todo para la cena incluyendo comida, bebida, la preparación de la mesa y el ambiente. Tenía bastante que hacer así que casi no tuvo tiempo ni de estar pendiente de la hora. Cuando Marta bajó ya lista y le recordó la hora se dio cuenta de que pronto estarían allí así que salió disparado hacia su cuarto para bañarse. Mientras, Marta se había quedado en la cocina buscando algo para tomar.
Minutos más tarde, tocaban la puerta. Como Castle no salía de su habitación, Marta se dirigió a la entrada y abrió la puerta para recibirlos. Inmediatamente al abrirla recibió efusivamente a Kate.
- ¡Bienvenidos! Oh, Kate, te ves fabulosa. – le dijo mientras la abrazaba.
Luego de recuperarse del fuerte apretón de Marta quiso presentarle formalmente a su padre.
- Hola Marta. Él es mi padre— - empezó diciendo cuando fue interrumpida por Marta.
- Que gusto volver a verlo James. - dijo ella. Kate no entendía mucho de donde se conocían.
- El gusto es mío, Marta. Y llámeme Jim.
- ¿Ya se conocían? – preguntó Kate a su padre, confundida.
- Oh, si, lo siento hija... Nos conocimos hace tiempo, cuando estuviste en el hospital. – le aclaró Jim. Marta asintió.
- Por favor, pasen, ¿quieren algo de tomar? Richard estuvo preparando todo hasta hace poco así que recién debe estar vistiéndose. – Los tres entraron hasta la sala y vieron la fabulosa decoración y la mesa totalmente preparada.
- Con permiso. – se excusó Kate. – Iré a buscar a Castle. – Se encaminó hacia su habitación.
- ¿Solo a mí me parece raro que lo siga llamando Castle? – le preguntó Jim a Marta.
- Ya se acostumbrará. ¿Vino o alguna otra cosa para tomar?
- Si tiene algo sin alcohol, se lo agradecería.
- Por supuesto, acompáñeme. – siguieron rumbo hacia la cocina.
Mientras, Kate entraba en la habitación de Castle. Lo encontró en el baño peinándose y poniéndose colonia. No pudo evitar notar que llevaba el pantalón puesto pero con el cinto suelto y la camisa desabotonada dejando ver su pecho. Estaba tan concentrada mirándolo que no se percató de que la miraba.
- A veces cuesta creer que puedes verte más hermosa pero cada día me sorprendo. – Le dijo sacándola de su ensimismamiento y provocándole una sonrisa.
- Tú tampoco estás mal, Castle. – Él le devolvió la sonrisa y se le acercó para abrazarla. Kate lo agarró de la camisa abierta y lo atrajo hasta acercarse a su cuello sintiendo el aroma de su colonia. – Hueles rico. – le dijo en voz baja. Castle se separó un poco para cruzar su mirada con la de ella.
- Gracias. Tú siempre hueles bien… y ese vestido te queda impresionante. – le contestó con una sonrisa sugestiva que ella respondió abrazándolo por debajo de la camisa y apoyando la cabeza en su pecho.
De pronto se escuchó ruido en la sala y Castle se acordó de que allí afuera estaba el padre de su novia, el cual hacía más de un año que no veía y en situaciones totalmente diferentes. Kate, que seguía apoyada en su pecho, pudo sentir como su corazón dio un salto y luego se aceleró repentinamente. No pudo evitar esbozar una sonrisa. Parecía un novato, como si no hubiera pasado por esto antes. 'No es lo mismo', le había dicho. Y ella le creía y eso la hacía sentir bien, única.
Kate se separó de él para ayudarle a terminar de vestirse. Mientras le terminaba de cerrar la camisa lo miró. Castle miraba fijamente la puerta.
- ¡Castle! – le dijo en tono firme para lograr que la mirara.
- ¿Si…? - le contestó sin correr la vista. Kate le hizo una seña con la mano. – Perdón, dime. – dijo mirándola a los ojos.
- A mi padre solo le importará una cosa. Si tienes eso, no habrá problema.
- ¿Qué cosa? – preguntó intrigado.
- ¿Me amas? – le preguntó agarrándolo de la camisa y mirándolo fijamente.
- ¿En serio me lo preguntas? – le contestó extrañado.
- Contesta la pregunta.
- Por supuesto que te amo. – Kate le sonrió.
Tiró de la camisa y cuando estuvo a milímetros de su boca le susurró. – Entonces todo estará bien. – y luego le dio un profundo beso en los labios.
Se separaron y se quedaron mirando unos segundos. Kate bajó sus manos y le dio una palmada en el trasero.
- Termina de vestirte que tengo hambre. – bromeó. Castle iba a quejarse pero ella tenía razón. Se acomodó la ropa y se puso el saco. Ahora faltaba lo último… coraje. Respiró hondo y suspiró. Dio un paso hacia adelante y luego se quedó quieto, dubitativo.
- Vamos Castle. – le insistió ella. - ¿Qué pasa? – Él le hizo señas con el dedo para que se acercara como si fuera a contarle un secreto.
Ella dudó pero finalmente se acercó. Cuando estuvo lo suficientemente cerca la tomó de la cara y de la cintura y la besó intensamente y con fuerza, dejándola sin aire y totalmente sorprendida. Y entonces la soltó. El beso había sido rápido, pero con un arrebato que pocas veces había visto y que sin dudas deseaba ver más seguido. Con ese simple beso había encendido un fuego dentro de ella, dejándola extasiada, con ganas de más.
- Ahora si estoy listo. – le dijo inflando el pecho, confiado. Kate se recompuso y rodó los ojos. Castle le ofreció el brazo y ella lo aceptó encantada. Le pasó el suyo por debajo y luego él le tomó de la mano. Y así salieron de la habitación en dirección a la sala.
Marta y Jim hablaban cómodamente sobre la isla de la cocina y mientras se acercaban a ellos, Castle habló.
- Sabes que se la pasaran hablando de nuestra infancia, ¿cierto? – le susurró.
- No si los entretenemos con otra cosa…
- ¿Y perderme de las travesuras de la pequeña Kate? Ni soñarlo. – le dijo con una gran sonrisa de satisfacción.
- ¡Ni se te ocurra llenar de preguntas a mi padre o yo lo haré con la tuya y ya veremos quién sale peor parado! – le amenazó.
- Uh, detective, ¿te avergüenzas de algo? Te recuerdo que esta fue tú idea.
- ¡Castle!… - Le apuntó con el dedo. – Te dije—
- ¡Oh, ahí están! – Los interrumpió Martha que se acercaba con Jim. A Castle se le borró la sonrisa de golpe, tragó saliva y fue directamente hacia él.
- ¿Cómo está señor? Un gusto volver a verlo. – Le ofreció la mano para estrechársela y Jim la aceptó.
- Lo mismo digo Rick. Llámame Jim, creo que la situación lo amerita.
- De acuerdo, Jim. – y dirigiéndose a todos. - ¿Les parece si nos sentamos? Ya todo está listo.
- Antes necesitaría hablar algo contigo Rick, a solas. – le dijo Jim seriamente. Castle sintió un repentino escalofrío atravesar su espalda y apretó la mano de Kate que todavía sostenía.
