De los hijos de los hijos

Por: Miharu Ankoku

Resumen: Los ojos verdes siempre miran el espejo orgullosos, no importa si el cabello es negro o rojo. Las reliquias se guardan y las historias se cuentan a través de los siglos. Porque un Potter siempre será un Potter, más allá de los hijos de los hijos. El último vistazo a la vida de un Potter. Drabble EDITADO

Los ojos verde esmeralda siempre han marcado su familia, y en cada generación se hacen presentes, a veces en uno, a veces en más.

Su linaje se remonta a muchos siglos atrás, y ellos están orgullosos de lo que son.

Ella ya esta vieja, sentada frente a una peinadora de la mansión Black, con el antiguo guardapelo de Regulus en las manos. Observa todas las arugas que cubren su faz y sonríe de manera enigmática mirando su reflejo, porque sabe que el fin se acerca. Con movimientos lentos, cansados, toma una peineta que sabe que perteneció a Ginny hace mucho, mucho tiempo y se la coloca en el cabello rojo que caracteriza a las Potter.

Se observa una vez más en el espejo y sus ojos verdes, ensombrecidos, le devuelven la mirada, puede ver toda una vida pasar frente a sus ojos. Puede ver todo el daño, todo el dolor, todas las tradiciones marcadas, todo el miedo y sobre todo el poder.

Acaricia el guardapelo en sus manos casi con reverencia, pero le quema, su tacto le quema y la peineta de Ginny se hace muy, muy pesada en su cabeza. Ella no es digna de llevarla, ni de sostener el relicario, ya ningún Potter lo es.

Vive en la antigua mansión Black, esa de Grimmauld Place, tan oscura, solitaria y llena de recuerdos, sus dedos arden al pasarlos por la pulida madera, su pecho se oprime, porque en su interior hay una voz que grita Indigna. Y ella no puede reprochar, no puede decir nada porque sabe que es verdad.

Ha vivido su vida orgullosa, con la cabeza en alto, con todo el peso del apellido Potter a sus pies. Ha crecido escuchando las historias de sus ancestros, sus logros, las batallas, las perdidas. Pero en toda familia hay una oveja negra y ella, la manzana podrida ha caído del árbol dañando a las nuevas generaciones, o quizá simplemente se fueron dañando a través del tiempo, corrompidas por un poder inquebrantable, ilimitado.

Y al final, todo por lo que una vez lucharon aquellos en esa famosa batalla vuele a repetirse, como un Déjà vu, esta vez de la propia sangre que una vez hace mucho tiempo los salvo.

Porque la sangre de los hijos de los hijos se ha oscurecido y las historias se pasan de generación en generación, tergiversándose. Ella Rose, tátara tátara nieta de Harry y Ginny Potter, ya está vieja y casi muerta. Se mira en el espejo y sabe que más allá de todo, un Potter siempre será un Potter.

Aún entre las atrocidades.