Kate sintió que estaba sola en la cama, abrió los ojos y lo confirmó, Castle no estaba con ella. Tanteó lo primero que encontró, una camisa de él, se la puso y se levantó de la cama. Se asomó por la puerta del estudio y lo vio preparando el desayuno y hablando con Alexis. Sabía que no podía salir así vestida por lo que decidió meterse en el baño y prepararse para irse, después de todo, tenía cosas que hacer.

Se dedicó primero a arreglarse el pelo y luego empezó a maquillarse aunque no mucho porque después iría a su casa a ducharse y cambiarse de ropa.

Mientras lo hacía, Castle entró con una bandeja a la habitación. Cuando no la vio, dejó la bandeja arriba de la cama y fue al baño. Tocó y se asomó. Se llevó una grata sorpresa cuando la vio vestida con su camisa. 'No hay nada más sexy que ver a la mujer que amas vestida con tu camisa', pensó. Se acercó por detrás y apoyó la cabeza en su hombro. Cuando vio el reflejo en el espejo se dio cuenta de que tenía los botones torcidos.

- Me fascina que uses mi camisa pero te pusiste mal los botones.

- Me la puse medio dormida. – dijo dejando de maquillarse para mirarse y mirar su reflejo en el espejo.

- Tiene solución. – muy lentamente, le desabrochó uno a uno los botones mientras que con los dedos le rozaba el cuerpo acariciándola. Ella no dijo nada, solo le mantuvo la mirada. La tensión se sentía en el aire. – Voy por el último. – advirtió bajando las manos. Kate apenas respiraba. Si bien apenas la tocaba, la tentación era muy grande y él también lo sabía. – Bien, ahora vamos a ponerla como se debe. – le enderezó la camisa y empezó a abrocharle bien los botones. A propósito, mantenía la camisa lejos del cuerpo de ella para poder mirarla. – Debo decir que desde aquí tengo una muy buena vista. – Kate giró la cabeza he hizo como si quisiera morderle la nariz.

- Más vale que te cuides. Termina de una vez que quiero maquillarme. – le advirtió. Castle abrochó el último. Tenía una sonrisa de oreja a oreja.

- Listo. Traje el desayuno, apúrate. – le pegó una palmada en el trasero, sorprendiéndola, y se dirigió a la bandeja para acomodar todo.