Bebé del Abuelo Nikolai
A
Las pieles de ambos cuerpos, se encontraban expuestas, el contacto era real, y se podía comprobar por medio del sudor, que recorría sus pieles. Sus cuerpos amagados el uno sobre el otro, no dejaba espacio al arrepentimiento, mientras los húmedos besos resonaban en la oscura habitación.
-¡Beka!
Gemía el rubio clamando por que el otro le hiciera más, el constante roce de sus miembros le estaba dejando inconforme, y eso el moreno lo sabía, y con una mediana sonrisa dibujada en su rostro, daba a entender que le encantaba. El rubio expandía más sus piernas, y esta insinuación, Otabek, no la ignoró.
Posando su cuerpo sobre el ruso, su mano de forma traviesa se hizo cabida en el interior, esto sobresaltó al ruso, quien luego de varias muecas de dolor, comenzó a sentir las hondas de placer recorrer su columna. La voz de Yuri, le indicaban al kazajo, que lo estaba disfrutando, y sin dudarlo, inserta el segundo dedo, esta vez moviéndolos de forma circular, haciendo que el rubio comenzara a contraerse, los movimientos en forma de tijera dentro de este evocaban los más dulces gemidos y esto le estaba haciendo perder la poca racionalidad que le quedaba.
Debía prepararlo un poco más, pues el travieso Yuri, era un chico malo pero virgen, esto le saco una sonrisa complacida, que el otro diviso y la borro de su rostro con un apasionado y jadeante beso. Un tercer dedo, se coló en aquella entrada que le succionaba con deseo, y esto engrandeció el ego del moreno; que luego de varios segundos comenzó a moverlos, esta vez simulando embestidas e intercalándolo con movimientos circulares que hicieron a Yuri comenzar a gemir más audiblemente mientras declaraba improperios en ruso.
El menor con sus ojos brillantes, su cuerpo tembloroso y su espalda arqueada le daban al kazajo, la más hermosa y orgásmica imagen que en su vida hubiera llegado a imaginar; cuando el otro comenzó a apretar las sabanas y los dedos de sus pies comenzaron a prensarse, comprendió que estaba tocando el punto dulce del ruso y esto indudablemente lo excito mucho más.
Sin pensarlo, sacó su miembro y comenzó a masturbarse, sin dejar de preparar al rubio, quien seguía vuelto un mar de jadeos y gemidos frente a él y completamente al descubierto. Yuri elevó sus caderas anhelando más contacto, y el mayor, viéndole tan suplicante, le atendió muy complacidamente frotando su pronunciado miembro con la piel desnuda del otro.
Otabek, elevó el cuerpo del ruso, posicionándolo sobre sus piernas, sin dejar de tener contacto entre sus virilidades, los jadeos eran ya incontenibles para ambos, sobre todo para el menor, que contorneando sus caderas en un vaivén bastante sensual, era estimulado por su trasero, multiplicándose así el placer que sentía.
Besos, marcas, jadeos, gemidos, roces intensos y sudor, eran la perfecta consumación de su juego prohibido, y la evidencia de sus voces, estaban haciendo eco en la habitación de Otabek. Una muy agradable corriente se adueño de ambos cuerpos, recorriéndoles de abajo hacia arriba, mientras frotaban sus miembros entre sí, haciéndoles llegar de forma repentina, a una explosión de éxtasis…
Ambos llenaron sus abdómenes de un blanquecino y espeso líquido, sus agitadas respiraciones, y el subir y bajar de sus pechos rosaban sus pezones haciendo tiritar al menor por la sensible situación. Un beso suave acompañaba el momento, y esa sensación pos-orgásmica de estar en los brazos del otro les hicieron recordar como comenzó su actual aventura.
… . …
Nikolai Plisetsky, un renombrado hombre de autoridad, y carácter impasible, cargado de años, que a decir verdad, no le pesaban, pues este se mantenía joven y como de costumbre, haciendo su rutina de ejercicios a la 5:00 de la mañana por los alrededores de su localidad.
Este hombre acostumbrado a recibir los primeros rayos del sol, y mantenerse en buena forma, es un policía reconocido, que a pesar de estar pisando su jubilación, aun se mantenía rozagante, como si los años jamás le carcomieran los huesos. Su trabajo de inspector en la comisaría de la ciudad le daba para todas sus comodidades y este retribuía aquello con su dedicación y entrega.
Luego de terminar aquella mañana su acostumbrado recorrido y haberse dado una refrescante ducha, ya para ese momento siendo las 7:00 de la mañana, se encontraba preparando el desayuno para su adorado nieto, o Bebé, como suele decirle.
Este tomó a su nieto bajo su responsabilidad, luego de enterarse, que su hijo, el padre del rubio, se había suicidado y se había llevado consigo a su nuera en un ataque de ira, la madre del pequeño. Por lo que, viéndole huérfano y sin poder sostenerse por sí mismo debido a su corta edad, lo toma bajo su tutela ofreciéndole todas las comodidades. Yuri, contaba para ese entonces, solo con 3 años y por ende, necesitaba un resguardo.
Yuri Plisetsky, creció bajo mucha libertad y comprensión, se acostumbró a recibir todo de parte del mayor y el otro no ponía reparo en consentirlo, aun cuando pasó su fase rebelde, el abuelo Nikolai lo siguió tratando de la misma manera. El rubio se encontraba con la corta edad de 16 años y faltaban pocos meses para su próximo cumpleaños, y a esa edad ya había culminado sus estudios de preparatoria y estaba iniciando la carrera Diseño de Modas en la universidad gracias a los contactos del mayor. No se podría negar, pero el rubio era bastante inteligente, y más si sabía, que esto enorgullecía a su adorado abuelo.
Pero como todo no era perfecto, más para ellos, quienes eran solamente ellos dos en el mundo, Yuri después de sus catorce años, mostró gustos muy peculiares, por decirlo de forma más a su manera, llamativos, únicos y con estilo. A más de uno hizo dejar bastos comentarios, pero como todos olímpico de la indiferencia, relegando aquellas malas críticas, se dedico a ser el mismo.
Como de costumbre el Señor Nicolai deja el desayuno preparado, guardándolo en el microondas, para el rubio, pues este odia levantarse temprano. Marchándose a su trabajo para dar inicio a sus rondas y nuevas asignaciones.
Esa mañana le tocaba recibir a nuevos reclutas, varios de ellos de intercambio internacional, y debía asignarlos a los diferentes puntos de control para que comenzaran con sus prácticas policiales. Llegando al estacionamiento todos los nuevos ya estaban haciendo fila, este sonrió al ver nuevas caras, y luego de pasar lista, todos fueron dirigidos a sus comandos correspondientes.
Un Kazajo de porte robusto, piel moreno y tamaño promedio, era el único recluta extranjero que pasó todas las fases de entrenamiento para ser enviado, este, al verlo tan serio, por segundos, deseo volver a la juventud, pero luego de soltar el aire de sus pulmones, se acerca a este extendiéndole su mano.
-Inspector Plisetsky, Policial asignado a este ayuntamiento y jefe de cuadrillas, a su servicio recluta…
-Altín, Otabek Altín, Señor.
-Bien muchacho, vamos a mi oficina, debo darte las orientaciones de esta jurisdicción ya que serás parte de mi cuadrilla, debes estar al tanto de cómo se maneja todo en este lugar.
Luego de hacerle un ademan para que le siguiera, el moreno solo asiente, siguiéndole los pasos a aquella oficina espaciosa, pero atiborrada de archivos que a pesar de estar organizados en algunas partes, en el escritorio no era sí, pues montones de papeles abultaban ese pequeño escritorio haciendo casi inexistente encontrar el teléfono en esa jungla de papeles.
El mayor sentándose tras su escritorio y el otro tomando asiento frente a él, comienzan a charlas sobre todas las operaciones pendientes y los deberes que ahora el nuevo oficial debía oficiar, las horas se pasaron volando, y luego de mostrarle la ciudad y los diferentes puntos de control, ambos se dirigen a casa.
El mayor al indagar sobre la residencia donde este se quedaría y comprobar que no era seguro, le ofreció su casa, ya que en ella había habitaciones disponibles, y que él se quedara allí, no causaba ningún problema. Aceptando sin ninguna objeción aquel amable ofrecimiento luego de la tercera insistencia, este le sigue en su moto, una Harley Davidson, cromada, con detalles negros y cromados plateados, hasta su casa, y estacionándola al lado del auto del mayor, se adentran a ella.
Luego de que Otabek fuera ubicado en la habitación del fondo, ubicada cerca de la puerta que conectaba al patio trasero, ambos se encuentran tomando la cena. Luego de una larga y amena conversación, para salir cada quien a su habitación, un personaje de cabellera rubia, con aspecto de ángel y hermosos ojos verdes, venía bajando las escaleras de aquella casa junto a una pelirroja, algo ruidosa quien le acompañaba.
Aquel ángel vestía unos short cortos de mezclilla y unas largas medias rosas que le llegaban hasta los muslos, un suéter de juego y unos zapatos blancos estilo militar que contrastaban con su atuendo, su cabello hasta los hombros le daban el aspecto puro que a Otabek volvía loco y esto le hizo lamerse los labios de forma inconsciente.
El moreno no pudo evitar sentirse embelesado por aquella hermosa figura frente a él, pero fue traído rápidamente a la realidad, por el mayor quien les presentaba, y este solo asintió expresando de forma nerviosa y escueta su nombre. Al ver aquella hermosa sonrisa dedicada a él, después de extender su mano y ser correspondido, se sintió en las nubes, pues, Yuri, la chica más hermosa del mundo, era la nieta de su jefe.
No pudo ser más feliz, pero en todo aquello los oídos del moreno omitieron un detalle importante, que después descubriría si era lo suficientemente atento. Nikolai, luego de presentarles se queda charlando en la sala, mientras este marchaba rumbo a la habitación.
La noche fue corta, apenas toco la cama allí quedo, el largo viaje le había restado energías y al día siguiente aún debía recorrer nuevas rutas para conocer la ciudad y a los integrantes de su cuadrilla.
Al levantarse a las 6:0o de la mañana, hace algunos estiramientos durante media hora, sin salir de la habitación, bañado y arreglado, ya eran las 7:oo en punto y se encontró al mayor preparando el desayuno, acompañándole en ello, ambos se sorprenden al ver a Yuri, con aspecto soñoliento y con una bata que dejaba poco a la imaginación, esto hizo sonrojar al kazajo, y el mayor bufando un poco resignado, le manda a arreglarse, si quería que lo llevara a la exhibición de moda el cual debía asistir.
La figura de cabello rubio se estrujaba los ojos asintiendo sus palabras, mientras se marchaba aun tambaleante y con un humor algo pesado, que dio a entender al más joven, que aquel ángel no era tan manza como se veía. Todos. puestos en marcha rumbo a su destino, viajaban en el auto del mayor, y esto tenía nervioso al de ojos café que no paraba de mirar de vez en cuando y de forma muy disimulada, a aquel ángel frente a él, pues vestía hermosamente un leggins negro, una suéter largo color morado y unos botines marrones que hacía juego con su mochila.
Concentrado en la presencia de aquella persona, había contado 7 suspiros que el otro había expirado y eso le hizo sonreír, en definitiva para él, hoy sería un buen día. Pero no contó, con que al bajar del auto la de cabellera rubia le guiñara un ojo de forma picara, haciéndole sonrojar, y a la vez dudar.
Su corazón palpitaba como loco, no podría creer que la nieta de su jefe le había coqueteado y para colmo, que esta tuviera tan hermoso y redondeado trasero, pues sí, el moreno, también es de carne, y al detallarlo, se mordió su labio inferior asomando una imperceptible sonrisa, que a ojos ajenos no pasó por alto.
El día transcurrió sin contratiempos, esa tarde terminaron temprano, pues la jornada fue leve a causa del inicio de las agitadas vidas de trabajo que auguraban ser pacíficas. Nikolai y Otabek al llegar a casa, se sorprendieron por la exquisita cena que el de orbes aguamarina había preparado, todos sentados a la mesa comienzan a degustar aquellos platos que se veían apetitosos y suculentos.
Al terminar los primeros minutos de impresión, ambos policías dan su visto bueno relajando así la tensión del menor, la charla se hizo grata. Pero, lo impensable pasó, para sorpresa del moreno, justamente un delgado y hábil pie, se encontraba acariciando su pantorrilla, subiendo lenta y peligrosamente hasta sus muslos, esto le hizo quedarse estático, y mirando al frente en dirección a la rubia, reconoce la aquella picara sonrisa que le daba mientras disimulaba comer de manera concentrada en su plato, mira al mayor, que le hablaba quien sabe de qué, pues un pie travieso le toqueteaba excitándole exhaustivamente, y esto le hizo olvidarse del tema en cuestión de segundos, salvándose de aquello con solo asentir, el rubio debajo de la mesa dejo de acariciar su pierna, para comenzar a frotar su miembro, que ya se encontraba abultado dentro de su pantalón.
Un escalofrío recorrió su columna al sentir aquel toque, apretaba los cubiertos tratando de contener los espasmos que aquel roce le causaba, de manera forzada mostraba su rostro más serio de lo normal, y se obligaba a atragantarse de comida para no soltar aquellos placenteros bufidos, que las caricias bajo la mesa le causaban. Al cabo de varios minutos ya se encontraba a punto de venirse, por lo que hace uso de su equilibrio, sosteniendo ambas manos de la mesa.
Esto le hizo respirar hondamente mientras su cuerpo soltaba un pesado espasmo que le hizo estirarse en su silla, llamando sin querer, la atención del mayor, quien lo observaba atentamente. Sintiéndose descubierto, comenzó a sudar frío y aquel diestro pie no dejaba de jugar con su miembro haciendo sentir en el cielo y a la vez en el puto infierno. Varios segundos bastaron para que el moreno le diera una pesada mirada cargada de enojo al de rubia cabellera, pero este solo sonreía burlonamente complacido de meterlo en esa situación.
Nikolai, se preocupó un poco al ver el pálido semblante del moreno, por lo que le exigió que descansara, esta declaración saco su cuerpo del estado de alarma en el que se encontraba, haciendo que nuevamente la sangre circulara, suspirando aliviado. Se levanta rápidamente y a la velocidad de la luz dejando su plato en la loza y seguidamente marchándose a su habitación.
Sus pantalones algo pegajosos fueron a parar al cesto, mientras que el se adentró a la ducha para relajarse, quería hacerlo por un largo tiempo, pero a los pocos minutos, un toque insistente en la puerta de la habitación, le hicieron bufar un poco molesto, y colocándose una toalla para cubrir su desnudez, este sale a atender el llamado.
Al abrir la puerta, por inercia iba a cerrarla nuevamente, pero fue detenida por aquel delgado cuerpo, quien se encontraba frente a él, con actitud algo sospechosa, sin más, este trato con toda su buena fe, de no dejarse llevar por las ocultas intenciones de aquella visita, y logrando cerrar la puerta, el ruso, algo molesto decide por esa tarde no volver a molestar.
A la mañana siguiente el kazajo se levanta a la misma hora que el mayor, por lo que ambos salen a trotar por los alrededores de la casa, ambos conversaban de las nuevas órdenes que debían terminar y cosas triviales, por lo que repitiéndose el mismo acontecimiento del día anterior, Otabek, comenzó a actuar más distante.
Los días fueron transcurriendo, y así un mes se había dado, desde la llegada del moreno a aquella casa, Yuri, varias veces se le insinuó, pero nunca pasó a mayores como el día de la primera cena. Una tarde, estando en su día libre, luego de haber lavado su ropa y haber conversado con su familia por Skype, se encontraba éste en fachas menores.
Tenía entendido que tanto como el Señor Nikolai como su nieta llegarían tarde, por lo que andaba relajado en su mono gris y sin camisa, mostrando sus abdominales llenos de demarcados chocolaticos que pondrían caliente a más de una, llegando a la cocina para tomar un vaso con jugo de naranja, un silbido le saco de su momentánea paz, y girando lentamente, sus ojos chocan con la penetrante mirada verdeazulada del de rubia cabellera.
Un jadeo repentino se hizo presente, y Otabek siguiendo su razón, se marcha a su habitación, en su conmoción no se dio chance a mirar atrás, pues para su mala suerte, era seguido por aquel rubio, que llegando a la habitación y cerrando la puerta, no dejaría a la duda ningún mal pensamiento.
El moreno quien se encontraba colocándose la franelilla, es rodeado por unas delgadas y pálidas manos, que contorneaban con suma entereza, los músculos de su abdomen, esto le hizo estremecer un poco, pero intentando alejarle, aquella pequeña figura se aferraba más a él.
Yuri con una calculada sonrisa, empuja al moreno, que cae sobre la cama a solo un paso detrás de él, y al tratar de colársele encima, el kazajo rápidamente, le toma de sus muñecas, esta vez invirtiendo las posiciones, acorralándolo contra la cama, el otro, al verse atrapado, forcejeo varias veces tratando de zafarse, pues en su pensamiento era él quien lo tenía así, pero no se imagino que se viera tan sexi, digo, que fuera tan fuerte y hábil para frustrar su plan.
El ruso hacía uso de su fuerza, pero a los muy cortos minutos se dio por vencido, pues de verdad, ahora él era el acorralado. Yuri le toco recurrir a un plan B, pero al estar en medio de actuar su llanto mientras le miraba a los ojos, los labios del más alto invadieron los suyos, por unos segundos se dejó llevar, pues el roce húmedo y la forma experta en que mordía suavemente los suyos le estaban dejando sin aliento, sin contar, que estaba empezándose a excitar por aquello, pero al sentir que la respiración le faltaba y separarse de esa perdición, el moreno le miraba con suficiencia, pues sabía que su rostro sonrojado, delataba lo bien que ese beso se sintió.
Su mente, por unos segundos divago en el techo blanco de la habitación, hasta toparse nuevamente con los ojos marrones del kazajo que le miraban con ¿burla?, y además también le toqueteaba su cuerpo, delineando con sus anchas manos la delgadez de su cintura y el contorno de sus nalgas, que a su parecer le parecían apetitosas, pues más de una vez, lo descubrió mirándolas.
La situación comenzaba a dar un giro inesperado, pues sabía, según su aguda percepción, que el moreno estaba atraído por él, y debía hacerlo caer, y no la desaprovecharía pues había apostado con a estúpida de Mila, y ahora no se retractaría…
-¡Joder! –maldijo quedamente.
Otabek, se separó súbitamente, ya que su voz, sonó más gruesa de lo normal, mirando su rostro bastante ceñudo, comenzó a detallar su fina figura, pero al tantear más, precisamente debajo de su vientre lo inevitable se hizo presente…
-¡MIERDA! –bastante conmocionado -¿Eres un chico?
-¡Tks! –saliéndole una pequeña vena en su frente - ¡Qué! ¿Acaso no te diste cuenta imbécil?
El moreno estaba estupefacto, no podía creerlo, el ángel de sus más salvajes y locos sueños, no era una chica, sino, que tenía ¡¿un pene?!, se estrujaba las manos en su rostro, revoloteaba sus cabellos, caminaba de un lado a otro, se rascaba su cien, casi que todo al mismo tiempo en cuestión de varios minutos, volviendo a lo que estaba, luego del vaivén de pasos en círculos en la habitación, se detiene mirando al rubio, quien, no dejaba de verle fijamente, y tomándolo de brazo jalándolo hacia sí, lo vuelve a besar…
Yuri, bastante anonadado por este acto, trató de zafarse, pues para él, las cosas iban a su ritmo, no al contrario, pero Otabek, con aquel beso trataba de comprobar sus sospechas… su corazón no dejaba de martillar por la, o mejor dicho, el ruso.
El rubio le miraba con sus cejas más arrugadas que antes, y la vena en su frente más notoria, esto alertó al kazajo, quien de modo bastante rápido, lo sacó de la habitación antes de que este pudiera formarle algún berrinche.
Algunos gritos y maldiciones en ruso se hicieron escuchar detrás de aquella puerta, además de una fuerte patada propinada con un desbordante enojo, pero el moreno no salió, Yuri se encerró en su habitación bastante molesto, pero ya se las ingeniería para tenerlo comiendo de la palma de su mano, eso se perjuraba, o si no, se cambiaría el nombre.
-…©ontinará…-
