Disclaimer: El universo de Harry Potter pertenece a J. K. Rowling y a la Warner (Bros). La trama es mía, no robes.
TRAICIÓN
Tenso.
Tenso el ambiente, tensos los dedos de Lily, los dientes de Sirius y el cuello de Peter, cubierto por una bufanda azul.
Enrarecido el aire que se respira, Peter juraría que hasta puede tocar la maraña de pensamientos de Lily, flotando en la habitación.
Ella tiene la camisa desabrochada y el pelo ligeramente despeinado, los labios de los dos (de Lily, de Sirius, de Lily otra vez) tintados de un bonito tono rojizo, y Peter cree que aún siente arder el pomo de la puerta en su mano, y los ojos aún le están bailando en las órbitas, después de echar el primer vistazo a la pieza (y verles demasiado juntos, demasiado calientes y demasiado tensos, otra vez).
Todos en silencio, no ha aparecido el casi obligado no es lo que parece. En realidad saben que sí lo es. Que todos se han delatado en menos de cinco segundos, y lo que viene ahora no es más que el desenlace de una obra que lleva ya mucho tiempo cociéndose.
Sirius tiene esa mirada calculadora, evaluándole y haciéndole sentir como no debería, como si el culpable fuera él. Todos silenciosos, esperan al incauto que se atreverá a romperlo.
O a la incauta.
Que después de soltar un resoplido cierra los ojos un segundo y se coloca bien esa mirada suicida que acostumbra a ocultar, para dirigirse a la habitación en general:
-Y bien, ¿qué vamos a hacer ahora? –le ha faltado el caballeros para parecer McGonagall.
-Peter, tú dirás –Sirius, obviamente, dejándole hablar precisamente cuando no lo quiere. Dejándose resbalar encima de la cama, las manos en los bolsillos del pantalón sin abrochar.
Todos lo intuyen, en el fondo, que esto acabará mal. Que Peter está colado por la pelirroja lo sabe hasta James, quién juega, sin querer complicar las cosas, a que no se ha dado cuenta. Pero ahora, cuando Peter se debate entre el natural hecho de dejar que Sirius haga lo que le venga en gana y las irresistibles ganas (que, por otra parte, no sabe de dónde han salido) de que, por una vez, caiga delante de todo el mundo, es cuando empiezan a darse cuenta de que esto es algo más que un par de besos y meterse mano bajo el uniforme.
Por favor, tienen diecisiete años, tan sólo. Pueden hacer el tonto, pueden jugar a no saber y simular que James no existe cuando acarician rizos pelirrojos o se hacen una paja con unos ojos verdes en mente.
Pero ahora, Peter sólo puede temblar y repetir, sintiéndose estúpido:
-Yo diré, sí.
-Espero que no a James. –Sirius entra al trapo, levantando la cabeza, como el perro que ha olido a su presa.
-N-no, pero…
-¿Pero qué, Peter? ¿Te atreverás a romper ese vínculo de hermanos que les une? –se le rompe la voz-. Esperaba más de ti. –todos se giran a mirarla. ¿De verdad Lily está intentando manipular a Peter?
Y entonces, algo estalla. Es Peter, quién esperaba algo más de Lily.
-No soy yo quién lo está rompiendo, Evans –tembloroso. Mientras lo dice duda de estar haciendo lo correcto-. Sabes que cuando James se entere esa amistad se romperá –inconscientemente disfruta llevándolo todo al límite, viendo por fin la cara de espanto de Sirius-, y que la culpa no habrá sido mía.
Se hace el silencio, unos tiemblan y el otro sonríe interiormente, sin que nadie pueda fijarse.
Y es allí, justo allí, cuando empieza el declive. No antes, no después, nunca en otro lugar. Allí, en el dormitorio de los chicos de Sexto año de Gryffindor, una tarde calurosa y algo húmeda.
Sirius, Lily, Peter. James perdido por quién sabe dónde, Remus leyendo en la Biblioteca.
Sirius, Lily, Peter. Y la traición, que empieza a gestarse.
