Naruto & friends by Kishimoto.

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ANBU MÉDICO

...

Dejó que le abrazara y cerró los ojos.

-Kakashi, no puedes hacer esto, aún no me has hecho el amor –le pidió Sakura cerca de su oído.

-Lo hago cada noche desde hace meses –respondió en un susurro.

-o-

Recordaba cómo había empezado todo. Siempre había insistido en que se necesitaba al menos un médico en cada escuadrón ANBU, pero nunca pensó que fueran a ponerla a ella en el suyo. De hecho, nunca pensó que ella fuera a entrar a ANBU.

Fue en la tercera misión del nuevo equipo, con ella. Había salido horriblemente mal, dos bajas, varios heridos y todo para nada. Ni siquiera dieron con la información que se les había asignado conseguir.

Estaba hecho una mierda, manchado con la sangre de sus compañeros muertos, cubierto de barro y sudor. No esperaba encontrársela esperando en la puerta de su apartamento cuando regresó de entregar el informe a la Hokage.

Era bastante tarde, y había pensado que iría directa a casa, a olvidar todo y quitarse la mierda de encima. Literal y figuradamente. Él siempre lo hacía así y, en las misiones anteriores, ella lo había hecho así.

No la dijo nada, abrió la puerta y con un gesto de la cabeza la invitó a entrar.

Una vez dentro no encendió las luces, le pareció que con la poca luz que entraba por la ventana era suficiente. No era necesario hacer que la sangre brillara consiguiendo más protagonismo del que ya tenía, era mejor ocultar los restos de la batalla en la oscuridad de la noche.

-¿Siempre va a ser así? –preguntó derrotada, siguiéndole hasta el salón.

-No. No siempre va todo tan mal.

-He visto los números. La media de bajas es superior a la media de éxitos en las misiones.

La miró sin respuesta. Era verdad. No podía engañarla.

-¿Quieres tomar algo?

La vio negar en silencio y apoyarse en la mesa mirándose las manos llenas de sangre. Tenía los dos brazos llenos de sangre. En realidad tenía sangre por todo el cuerpo.

-¿Quieres darte una ducha? –ofreció al notar cómo empezaba a temblar por verse cubierta de sangre.

Uno no es consciente de todo eso en plena batalla. Podía sentir el sabor de su propia sangre en la boca y la adrenalina le mantendría en movimiento. A veces ni siquiera era su sangre la que podía saborear.

-No –fue toda la respuesta que le dio Sakura a la vez que levantaba la cabeza para mirarle fijamente-. Se ha cortado. Déjeme –pidió acercándose a él y dejando que el chakra de una de sus manos iluminara la estancia.

Antes de que ella le tocara se llevó la mano a la cara, no recordaba haberse cortado, pero un hilillo de sangre seca iba desde su ojo derecho hasta su máscara.

La adrenalina seguía haciéndole omitir el dolor.

Sintió la mano de Sakura por encima del corte, cerrando la herida.

-¿Por qué entraste en ANBU? –preguntó con voz ronca separándose de ella.

-Tú siempre lo has dicho, faltan médicos. Se lo pediste mil veces a Tsunade.

-Nunca me referí a ti.

-Yo, Yukiko, Kaito… ¿Qué más da? Un médico es un médico.

-Dime, por favor, que hay más razones por las que entraste en ANBU.

-¿Qué más razón hace falta para entrar a ANBU? Muchos ninjas se salvarán si son atendidos en el campo de batalla.

-ANBU es más que eso. Todo lo que has visto hasta ahora no es nada.

-Hoy he salvado a un compañero –dijo como si eso compensara todo. Sin embargo él podía percibir algo en su voz y su actitud que demostraba que no era así. Volvía a temblar y su voz sonaba rota.

-No… –se pasó las manos por el pelo intentando calmar la culpa que sentía-. ¿Estás bien? –preguntó acercándose a ella y subiendo una mano hasta el hombro de ella para darle un pequeño apretón.

Ella sólo negó con la cabeza.

Después de tantos años en ANBU sabía lo que era una misión así. Recordaba cómo había sido para él la primera misión con bajas.

Se pegó a ella y la abrazó contra su pecho. Un abrazo que Sakura correspondió.

Sin embargo sabía que un abrazo en estás ocasiones no era suficiente. Sabía que la adrenalina, la tensión, la rabia, la frustración, el dolor, el miedo... todo eso no se iba con un abrazo. Se acumulaba en el cuerpo. Se metía bajo la piel.

En su primera misión con bajas él, ni siquiera pasó por casa, se adentró en el bosque y empezó a correr a pesar del dolor que cada músculo de su cuerpo se empeñaba en recordarle. Corrió durante horas golpeando cada cosa que encontraba a su paso.

Al amanecer, cuando ya no pudo más, cayó de rodillas al suelo, con los nudillos ensangrentados. Y rompió a llorar.

Ni siquiera eso fue suficiente para quitarse todo lo que, su por entonces pequeño cuerpo, llevaba dentro de la piel.

¿Y Sakura? ¿Qué necesitaría ella para liberar toda la carga? ¿Cuál sería su vía de escape?

-¿Necesitas algo? –preguntó sin dejar de abrazarla apoyando su barbilla en la cabeza de ella.

Sakura no respondió.

Lo que no esperaba, era que ella le empujara contra el sofá con violencia y se subiera a horcajadas sobre él demandando su cuerpo.

Sobraban las palabras, lo comprendía perfectamente. Sakura, todavía con sangre, sudor y barro, buscaba deshacerse de la adrenalina y la rabia de una primera misión ANBU catastrófica.

No era como él lo había hecho, pero estaba claro que era la idea. La forma en que Sakura había decidido dar escape a todo.

Sabía que era un error, que posiblemente ella se arrepentiría al día siguiente, por eso intentó quitarla de encima sentándose en el sofá, todavía con ella a horcajadas suya.

-Sakura no estás pensando con claridad –dijo sujetándola por los hombros.

Pero no le respondió. Una mano bajó su máscara de un tirón y al instante su antigua alumna le estaba besando con ansiedad y violencia. Sintió cómo pasaba una mano por su pelo hasta agarrar unos cuantos mechones, y justo después un tirón que le obligó a subir la cabeza para que ella pudiera profundizar en su boca.

No había caricias, no había gestos de amor, sólo demanda y adrenalina.

Y al final era un hombre, y ella.. ella era Sakura, una kunoichi por la cual sentía gran admiración, a la que había visto crecer y convertirse en una hermosa mujer.

Cuando sintió unas manos bajo la camiseta, que hábilmente se deshicieron de ella, y una boca mordiéndole el hombro, supo que estaba perdido.

Las manos de Sakura recorrieron su abdomen y se perdieron bajo su pantalón para agarrar con firmeza su miembro, que no necesitó mucho más para ponerse duro después de la forma en que ella se movía sobre su cuerpo. Dejó escapar un gruñido cuando le acarició con un movimiento circular la punta de su excitación.

La tomó por la cintura y la obligó a enredar sus piernas en él para levantarse y llevarla hasta la cama.

No estaba bien. Lo sabía. Pero él también tenía mucha mierda encima.

Aquella noche Sakura se quitó la frustración con furia y exigencia. No todo fue ella, él correspondió cada demanda silenciosa que Sakura hacía con una propia. Y tras un par de horas ambos dormían. Le había marcado con arañazos y mordiscos que durarían días.

No hubo una sola palabra, no hubo ni un gesto de cariño. Sólo sexo y gemidos.

Por eso cuando despertó solo en su cama, supo que había sido un idiota por permitir que pasará.

Sin embargo, no había pasado una semana cuando ella apareció en la ventana de su habitación, volviendo a demandar una salida a toda la mierda acumulada de una nueva misión.

Cuando la dejó entrar, sin decirle nada, le empujó sobre la cama dando un tirón para quitarle la máscara. Se quitó la camiseta manchada de sangre y se tumbó sobre él buscando con la lengua el acceso a su boca, siempre exigente.

-Esto no es una buena idea, Sakura. No está bien –comentó rodando para quedar sobre ella.

Sintió una mano acariciándole por encima del pantalón antes de que se dignara a mirarle.

-No puede estar mal si se siente tan bien –respondió en un susurro incorporándose un poco y mordiéndole el hombro por encima de la camiseta.

Con un gesto brusco se libró de su mordida.

-Sólo estás dando salida a toda la adrenalina y rabia que te producen las misiones.

-¿Y qué hay de malo en ello?

-Sakura…

Le cubrió la boca con una de sus manos y metió la otra dentro de sus pantalones para acariciar su miembro.

-Tú también lo disfrutas –la oyó decir mientras le ponía una mano sobre su erección-. Ya estás completamente duro –añadió moviendo la mano arriba y abajo alrededor de su pene.

Dio un respingó, más por la expresión que ella había utilizado que por el hecho de que le estuviera masturbando.

-Claro que lo disfruto, pero eso no significa que esté bien –respondió comenzando a mostrar una respiración agitada.

-Fóllame –le sonó más a una suplica que a una exigencia.

Seguía pensando que era una locura. Debería haberse limitado a abrazarla. Pero eso no funcionaba igual que un polvo agresivo y liberador.

-Por favor –era completamente una suplica.

Negó con la cabeza antes de obedecer.

La hizo levantar para llevarla contra la pared. La bajó los pantalones del uniforme ANBU a la par que bajó un poco los suyos y la giró para penetrarla desde la espalda. La hizo gemir contra la pared cuando se chupó los dedos y los llevó hasta su clítoris acompañando las embestidas con un ágil juego de dedos, mientras la sujetaba con la otra mano por la espalda para impedir que se girarse.

Cuando la notó apunto de correrse la hizo voltear de nuevo y la subió sobre sus caderas para embestirla con fuerza. Notó como se corría a la vez que le clavaba las uñas en la espalda y dejaba caer la cabeza en su hombro. Sin salir de su interior la tumbó sobre la cama, donde continuó hasta alcanzar su propio clímax, al que Sakura se sumó alcanzando de nuevo el orgasmo.

Al día siguiente volvió a despertar solo. Y volvió a pensar que era una locura.

Sin embargo, de algún modo, seguía pasando. Había perdido la cuenta de las veces que ella había ido a buscarle tras alguna misión ANBU, cada vez más frecuente, cada vez con menos palabras. Hasta que fue él.

Tras una misión jodida a la que ella no había ido por tener una operación programada, decidió que esa rutina para liberar toda la frustración acumulada no era sólo eficaz, sino una necesidad.

Llamó a su puerta pensando que era una estupidez enorme, pero incapaz de detenerse y volver a su propio apartamento.

Ella abrió y le miró de arriba abajo. Era obvio que venía de una misión ANBU, todavía vestido con el uniforme, con barro y sangre de otros.

Sin decir nada le invitó a entrar y le llevó hasta la habitación.

Está vez fue distinto, ella no tenía esa adrenalina que las otras veces compartían, y Sakura sólo le empujó sobre su cama, obligándole a sentarse, para desabrocharle los pantalones y arrodillarse entre sus piernas para masturbarle con la boca.

En un principio, una sensación horrible se apoderó de él. Era como obligarla a hacer eso sólo porque él había hecho eso por ella antes.

-Espera –pidió separándola un poco de él.

-¿Qué pasa?

-No tienes que hacerlo. No tenía que haber venido.

-Quiero hacerlo –le dijo con convicción empujándole para que se recostara sobre la cama.

Sintió la humedad de su boca una vez más y como unas manos le acariciaban los testículos. Dejó escapar un suave gemido cuándo las manos se cerraron con algo de presión en torno a sus testículos.

Entonces cerró los ojos y se dejó hacer. Incluso dejó escapar algún rugido de sus labios ante la habilidad de su ex alumna.

Se permitió atrapar algunos mechones rosados entre sus dedos para acariciarlos mientras dejaba que su cuerpo olvidara todo.

Cuando estuvo apunto de correrse se incorporó para obligarla a besar sus labios.

Nunca se habían besado de esa forma, normalmente era un beso profundo y violento, un beso que buscaba perderse en el otro, un beso donde se permitían morder el labio del otro y la sangre invadía sus bocas. Un regusto a hierro que les recordaba porqué hacían eso.

Está vez, simplemente besó sus labios, y dejó escapar un gemido contra ellos cuando ella le hizo correrse en sus manos.

-Gracias.

-¿Qué dices? No tienes que agradecerme nada.

La vio sonrojarse cuando se levantó entre sus piernas, momento que aprovechó para abrazarla por la cintura.

-¿Qué ha sucedido? –preguntó Sakura deslizando las manos por su pelo plateado.

-Kazuo ha muerto –respondió cerrando los ojos por la sensación de esa caricia.

Abrió los ojos para verla sentarse a su lado y ambos guardaron silencio unos minutos.

-¿Se pierde la cuenta? –le preguntó ella en un susurro.

-No. Nunca se pierde –respondió negando con la cabeza.

No esperaba que ella le abrazara, ambos sabían ya que los abrazos no servían. Ella se lo había dicho muchas veces, sin embargo lo hizo. Le abrazó con fuerza.

Se soltó de su abrazo y se tumbó sobre ella demandado una sesión de sexo llena de arañazos y mordiscos.

De algún modo se había hecho adicto a ellos. Sakura siempre se corría clavando las uñas en su espalda, y eso dejaba unas marcas que duraban de una vez para otra.

Le gustaba tener esas marcas, eran un recuerdo de que estaba vivo.

Hizo desaparecer el pijama de Sakura y se centró en chupar los pezones mientras sus dedos la invadían, a estas alturas estaba bastante húmeda.

La notó arquearse bajo su cuerpo y, como siempre que estaba cerca del orgasmo, notó como clavaba las uñas en su espalda.

Tras jugar durante unos minutos con los pechos de Sakura bajó por su vientre hasta saborear el líquido que empapaba su sexo. Cerró los ojos intentando memorizar el sabor. Dejó que su lengua descubriera cada recoveco del sexo de su compañera por primera vez desde que empezaran con todos esos encuentros nocturnos, siempre se habían limitado a lo más básico. Y ahora quería realmente disfrutar de su sabor y su textura. Con las manos torturaba los duros y rosados pezones que ya conocía tan bien.

Una y otra vez introdujo su lengua en ella, movimientos que siempre iban acompañados de pequeños gemidos y tirones en su cabello.

Abandonó los pechos para rodear uno de los muslos de Sakura evitando que se arqueara buscando una tregua que no pensaba ofrecerla.

Con la otra mano le acarició el vientre antes de descender hasta el monte de venus desde donde empezó a dibujar pequeños círculos hasta alcanzar el clítoris de la pelirrosa, que se agitaba con violencia bajo la intrusión de su lengua y el roce de su barba de dos días.

Cuando la notó correrse recogió con su boca las pruebas del orgasmo y la liberó de su agarre.

Con un hábil movimiento se deshizo de sus propios pantalones y se colocó sobre ella para, sin más preámbulos, hundir una nueva erección en su húmedo e hinchado sexo.

Sakura dejó escapar un gemido contra su oído y Kakashi pudo sentir como el interior de ella se contraía alrededor suya.

Estaba seguro de que algo de sangre corría por su espalda desde el lugar donde las uñas de Sakura se hundían en su piel. Pero eso le hacía sentir más vivo.

Enterró su rostro en el cuello de ella, que seguía agarrada con fuerza a su espalda y aceleró el ritmo buscando su propia satisfacción.

Entre jadeos dejaba besos por el cuello de Sakura, que temblaba bajo su cuerpo ante la intensidad de sus embestidas. A pesar de los besos supo que nunca había sido tan violento en la cama con ella, no importaba nada, sólo necesitaba llegar a su propio orgasmo. Normalmente, para él, esos encuentros se trataban de ella. De cómo Sakura conseguía sobrellevar todo. De cómo dejaba todo atrás.

Hoy era él. Le había hecho correrse con sexo oral, había sido fabuloso sentirse dentro de la boca de Sakura, pero eso no había sido suficiente. Quería las uñas en su espalda, quería los mordiscos en el hombro. Quería llevarla la orgasmo para oírla gemir y quería, sobre todo, correrse en ella. Quería verla temblar bajo su cuerpo, justo como temblaba ahora mismo.

Quería, no, necesitaba correrse dentro de ella.

Dejó escapar un rugido que ahogó en el cuello de ella y acompañó de una nueva intrusión, para la que se ayudó aplicando chakra en sus pies. Se sintió tan dentro de ella como nunca lo había hecho, y sintió como cada poro de su piel expulsaba la mierda que llevaba acumulada por años.

Notó como una de las manos de Sakura se deslizó por su espina dorsal haciéndole temblar cuando, con un último empujón, explotó dentro de ella a la vez que la mordía el cuello clavándola un par de colmillos.

Cerró los ojos y se quedó así por un momento. Una vez notó que la tensión desaparecía de su cuerpo, se dejó caer junto a ella.

Con la respiración acelerada y completamente irregular se giró para verla.

-Gomen.

-No te disculpes.

-¿Me he pasado? –preguntó pasando un dedo por la zona del cuello en que había clavado sus colmillos, donde podía verse un hilillo de sangre escurrir hasta la sabana.

-Ha sido interesante –le sonrió-. No imaginaba que fueras de los que muerden.

No lo era. Nunca lo había sido.

La miró en silencio antes de mirar al techo e intentar regular su respiración.

-¿Quieres que me vaya?

Él siempre amanecía sólo. Sakura se quedaba dormida después del sexo, pero en algún momento de la noche desaparecía.

-No. Quédate.

Fue la primera vez que amanecieron juntos. Y en realidad algo cambió.

No sabía si había sido por amanecer juntos, si porque esa noche fue él quien la buscó, o si fue porque ella no estaba bajo el efecto de esa adrenalina exigente. Pero algo cambió.

Poco a poco el tiempo entre sus encuentros nocturnos se fue acortando, y ya no era necesaria una misión jodida para que uno de los dos buscara al otro. Valía con el simple hecho de haber tenido una misión.

Uno de los dos se presentaba en casa del otro, y sin apenas hablar terminaban haciéndolo en la cama, sobre el sofá o incluso contra la pared. Todo valía.

Fóllame era una de las pocas palabras que Sakura pronunciaba desde que aparecía en su puerta hasta que se quedaba dormida junto a él.

Sin embargo, desde aquella vez, ella siempre amanecía a su lado.

Algo había cambiado. Ahora además de mordiscos y rudeza había caricias y besos.

Seguía siendo algo salvaje, seguía siendo algo demandante e irracional, seguía cogiéndola con fuerza por los muslos para levantarla contra la pared e introducirse en ella sin miramientos y dejando escapar un gemido ronco.

Seguía siendo una vía de escape.

Pero algo había cambiado.

Cuando se habían corrido y se tumbaban uno junto al otro a veces se permitían hablar.

-¿Crees que irá bien? –le preguntó Sakura pensando en la misión que tenían por delante.

-No lo sé –a ella no podía mentirla.

Pasó su brazo bajo el cuerpo de Sakura para atraerla sobre su pecho. Un gesto que nunca había tenido y que no pasó indiferente para ella, que levantó la cabeza para mirarle.

Observó el techo ajeno a esa mirada. Y mientras acariciaba la espalda de su ex alumna sintió como ella volvía a recostarse sobre su pecho comenzando a pasear los dedos por sus abdominales.

Algo había cambiado.

-Es una misión difícil –dijo sin quitar la vista del techo-. ¿Por qué no pides turno en el hospital?

-¿Qué quieres decir? –la notó separarse de nuevo-. ¿Me estás pidiendo que no vaya? ¿Quieres que me esconda para que tenga que ir otra persona?

Bajó la mirada para verla, le miraba incrédula.

-Olvídalo. Es una tontería.

Sí, lo era. Pero no podía dejar de preocuparse por ella. Siempre lo había hecho. Desde que entró a formar parte de su vida como aquella niña de doce años que no sabía nada de la vida.

Ahora todo era distinto. Ahora conocía demasiado de la vida. Ahora esa niña era un ANBU. Y lo odiaba. Odiaba que hubiera entrado a ANBU. Y se sentía completamente culpable por ello.

Siempre había dicho que se necesitaban médicos, no sólo asesinos sin alma. Pero nunca esperó que ella fuera a entrar a ANBU.

Él la había llevado a esto. En el fondo, él la había llevado hasta su cama.

-Todo ira bien –dijo Sakura sentándose sobre él y empezando un suave movimiento sobre sus caderas.

-¿Qué haces? –preguntó serio subiendo las manos desde la cintura hasta los, para él, redondos y perfectos pechos de su ex alumna.

No le respondió, una mano le cubrió los ojos y sintió un mordisco en el cuello. Otra mano bajó hasta sus testículos acariciándole suavemente, algo que, sin duda, ya sabía funcionaba a las maravillas con él, consiguiendo que se pusiera duro al instante.

En unos segundos ya estaba preparado para ella. Y notó como se deslizaba sobre su erección a la vez que escuchó un suave gemido que le hizo perder la cabeza todavía más.

-Para relajarnos antes de la misión –explicó Sakura sonriendo entre jadeos.

Decidió cerrar los ojos y dejarla hacer.

Cuando ambos se corrieron Sakura se dejó caer sobre él y durmieron así.

Y amanecieron así, abrazados.

-o-

Dejó que le abrazara y cerró los ojos.

-Kakashi, no puedes hacer esto, aún no me has hecho el amor –le pidió Sakura cerca de su oído, sabía que había intentado que no se notará, pero él podía percibir el miedo en su voz.

-Lo hago cada noche desde hace meses –respondió en un susurro, sin apenas fuerzas.

-No, eso sólo era sexo.

-Te equivocas. Hace mucho que dejó de ser sólo sexo –la corrigió tosiendo.

El último ataque había ido directo al corazón, por suerte pudo moverse unos centímetros, de no ser así, ya estaría muerto.

-No creo que pueda –confesó escupiendo sangre.

Sakura le había retirado ambas máscaras para que pudiera respirar mejor, pero aún así le costaba demasiado.

-Kakashi no te mueras –exigió aplicándole chakra sobre el pecho-. Tú no. No podré… Si tú no estás cuando vuelva no podré con esto.

-Lo siento.

-No te disculpes idiota, simplemente no te mueras –le gritó sin dejar de aplicar chakra sobre su herida.

Cuando Sakura se quitó la máscara ANBU pudo sentir cómo las lágrimas de ella caían sobre su cara.

-No llores, por favor Sakura. –Le costaba mucho hablar, a penas podía respirar, pero estiró una de las manos para limpiar la mejilla de Sakura, llena de una mezcla de lágrimas, sangre y barro-. Te quiero. Lo sabes, ¿no?

-No, no, no. No me digas eso. No puedes decirme eso.

Dejó escapar una carcajada entre algunas toses.

-Es la verdad.

-Entonces no te mueras, no seas un capullo –le gritó cabreada-. No puedes morirte, ¿me oyes? Te odio. Te odiaré toda mi vida si te mueres.

-No es cierto, y lo sabes –respondió sonriendo a pesar del dolor.

-No. Claro que no –reconoció llorando-. Yo también te quiero. No puedes dejarme sola –ya no eran lágrimas, era un llanto lleno de lamentos y sollozos-. ¿Me oyes? No puedes morirte. Por eso estoy aquí. Por eso entré a ANBU, para que no murieras.

-No. Entraste a ANBU porque soy un gilipollas.

-Te pondrás bien –era más una exigencia que una afirmación.

La vio rebuscar algo en su bolsa porta-kunais y sacar una jeringuilla.

-Esto va a doler –anunció clavándosela en el pecho.

Momento en el que todo se volvió negro.

-o-

Abrió los ojos incorporándose a la vez que cogía una gran bocanada de aíre.

A veces le pasaba. Se despertaba en plena noche con la respiración alterada por soñar con ello.

Se llevó una mano al pecho, sobre el corazón, y se sentó en el borde de la cama intentando normalizar la respiración y acariciando la cicatriz, unos centímetros a la derecha del corazón, le recordaba que no era sólo un sueño. Había pasado. Ella le había salvado la vida.

-¿Estás bien? –le preguntó Sakura besando su hombro desde detrás.

-Sí. Es sólo…

-¿Otra vez ese sueño?

Afirmó con la cabeza en silencio.

-¿Quieres sacarlo de la piel? –preguntó acariciándole sobre el pantalón del pijama.

Se giró para verla, le miraba pícaramente.

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