FUE SÓLO ALGO DE UNA NOCHE

Twilight y sus personajes pertenecen a SM. La historia es completamente mía.

Capitulo 1: La despedida

"Mis favoritas son las historias oscuras sin esperanza" -Robert Pattinson

Todo empezó un día de fuerte tormenta en la ciudad de Seattle, lo suficientemente cerca y lo suficientemente lejos de ella, eso fue lo que Emmett le dijo para convencerlo de hacer aquello que marcaría el principio del fin.

Se encontraban en un bar y mientras Emmett pedía unas cervezas en la barra, él, observaba, observaba por la ventana del pequeño y oscuro local los rayos que ostentosamente iluminaban el cielo por unos cuantos segundos, la lluvia que se estrellaba fuertemente en la ventana, podía sentir el frío viento que soplaba, mecía los árboles y parecía gritar. Él, siendo originario de un lugar tan seco y soleado como Phoenix y habiendo pasado ahí la mayor parte de su vida, encontraba este paisaje de lo más exótico e indómito, con su oscuridad, su humedad y sus cielos encapotados, estaba fascinado, y a pesar de que sólo llevaba en este ambiente un par de semanas, sentía, al contemplar su alrededor en ese momento de extrema belleza oscura, una aproximación de la nostalgia que estaba seguro, sentiría al partir. Porque también estaba seguro que lo dejaría atrás, ella siempre habla de cómo es que no soporta el frió, que si no fuera porque sus padres se aferran a este lugar ya se los habría llevado a vivir a Phoenix también, y así, poder ahorrarse el tener que una parte u otra cruzaran el país para poder verse.

Pensar en ella lo devuelve a la realidad, representada en la forma de una cerveza que ahora está frente a él, Emmett llegó con las bebidas hace unos minutos pero ha aprendido a observar a su amigo, no solo esa insulsa capacidad de ver distinguiendo colores, formas, sombras y luces con precisión, sino de sentir en tu carne el sentimiento del otro a través de sus ojos, su postura y su energía; su amigo definitivamente estaba en una corriente de pensamiento que necesitaba no ser interrumpida y Emmett sabía que de un momento a otro regresaría, siempre lo hacía.

Una vez él se recuperó de su momento de contemplación ellos bebieron, hablaron, recordaron, rieron y volvieron a beber, y el ciclo se repitió aproximadamente un par de horas. Tal vez Emmett no insista más en esto, pensó él, en un momento donde el alcohol tomaba el control de su sistema nervioso, pero no, no duró más que un momento. Cuando Emmett se decide por algo, concentra todas sus energías en eso y siempre lo consigue, eso es algo que siempre admiro de él. Eso, y tal vez un poco de su masa muscular y muy esporádicamente su incapacidad de sentir vergüenza.

—En un mes, te perderé para siempre— le dijo Emmett, improvisando un gesto ridículamente dramático.

—No me perderás para siempre —se río él— Casarse no es como tener una enfermedad mortal en estado terminal como lo haces parecer. Sólo me perderás como tu compañero de fiesta, pero para cualquier otra cosa que me necesites, estaré ahí.

—¿Y como para qué otra cosa te querría sino es para ir de fiesta? —dice Emmett con su tono indignado— Además, si te perderás para siempre de la emoción de la conquista, porque una vez casado, ya nada será igual, ella te controlará— Emmett está prácticamente gritando al final de su argumento, los pocos asistentes al bar los observan, de seguro pensando que son una pareja gay con problemas para salir del closet o por lo menos eso es lo que él cree que piensan. Y esta es una de las veces en la que le gustaría que su amigo pudiera sentir por lo menos, una mínima parte de la vergüenza que él puede sentir ahora.

—Ella no me controlará ni yo a ella, somos una pareja, la amo, está y estará en mi vida por el resto de ella, "hasta que la muerte nos separe"- le dice a Emmett con apenas un esbozo de sonrisa y no es porque su afirmación sea falsa o carente del sentimiento que dice tener, es solamente que pensar en ella siempre lo pone en un estado de delicada y suave felicidad; adjetivos que perfectamente son aplicables a ella, delicada y suave, en lo físico, en lo emocional...

Y en ese instante se siente como el peor de los hombres por estar ahí; no por estar específicamente ahí, en un bar, en una noche tormentosa, bebiendo cerveza con su mejor amigo desde hace 8 años, sino por la verdadera intención que tenía esta salida, la cual él conocía y aceptó, no muy convencido, no de muy buena gana, pero al fin y al cabo, él había aceptado.

—Bueno, esta es oficialmente tu despedida de soltero, —dice Emmett— por lo cual se te permite hacer ciertas cosas, sólo en esta noche, no antes, no después, sólo esta noche y como tú mejor amigo, no pensaba dejar que te quedaras solo, en el hotel, viendo alguna mala película para televisión por cable mientras a tu novia de seguro le bailarán unos tipos metrosexuales en tanga en su despedida de soltera. No, no señor, sobre mi cadáver. —le dice como si se estuviera proponiendo proteger su vida con la suya.

Él sabe que lo que dice Emmett es cierto, tomar unas cervezas e ir a un club de strippers es el plan, ya completaron lo de las cervezas, falta la otra mitad, y sabe que nada en el mundo lo hará cambiar de opinión. Del modo en el que lo ve Emmett no suena a que este haciendo nada malo, de hecho, parece justo... pero aun así, no puede evitar sentirse un poco mal con respecto a esto, él no es así, nunca lo fue, de hecho, sino hubiera sido por Emmett probablemente se habría pasado toda su etapa universitaria metido en la biblioteca o tratando de dar vida a la música en su cabeza.

Salen del bar, el cielo sigue oscuro pero la lluvia ha cesado, Emmett encabeza la marcha hacia su auto y una vez en el trayecto parece que sabe perfectamente a donde va y muy probablemente sea así, a pesar de que es la primera vez de Emmett en esta ciudad.

No muy lejos del bar donde se encontraban hay un local con una pequeña puerta que es custodiada por un tipo que podría ser el gemelo perdido de su amigo, hay un gran letrero de neón donde se puede leer "DreamgirlsStrip Club", Emmett fue directo con el tipo, saco unos cuantos dólares de alta denominación, se los entregó al hombre y entraron a ese lugar.

El ambiente es espeso, denso y cargado, tal vez sea porque el lugar es pequeño o porque es una característica innata de este tipo de locales; las luces son rojas y azules, hay mucho humo de cigarro y la barra del bar, que está ubicado al fondo, cumple una doble función, ya que cuenta con los predecibles taburetes altos y además, unos cuantos tubos donde algunas chicas se contonean, con su muy escaso vestuario, aunque sea sobrado hacer tal afirmación; al ritmo de una música que él nunca ha sabido apreciar.

Sólo hay hombres, claro, solo hay hombres como clientes, eso por lo que él puede notar. Emmett le indica un espacio en la barra donde se pueden sentar y se dirigen hacia allí, el lugar es pequeño pero no hay muchas personas, debe ser porque es un jueves y no un viernes, cree él. Emmett le pide unos tequilas al barman y él lo observa de mal modo, nunca le ha gustado el tequila y eso es porque es demasiado fuerte, nunca ha sido un gran bebedor, pero Emmett le regresa esa mirada de "sólo por esta vez" y solamente suspira, toma uno de los caballitos que han puesto entre ellos y se acerca el platillo con sal y limones que el barman dejó también junto a los tragos.

El ciclo que tuvo lugar en el bar se repite, pero esta vez el ambiente es diferente, no es sólo una tranquila plática de viejos amigos. Emmett, con su sentido del humor y risa escandalosa, con su espíritu incapaz de sentir vergüenza lo contagia, siempre ha sabido el camino a seguir para poder sacar el lado divertido, despreocupado y temerario de su amigo, aunque un poco de alcohol en su sistema seguro ayudó también.

Él no sabe cómo es que ha pasado, pero en un momento estaban tomando el tequila cuando al siguiente ya tienen a una mujer bailando encima de la barra, justo enfrente de ellos; ella se contonea, da vueltas cadenciosas y lentas, se inclina mostrando su corta falda, se levanta, voltea, los mira detenidamente y les sonríe. Emmett le ofrece un par de billetes, para animarla a seguir con lo que está haciendo, ella los toma, los guarda en su escote y continúa.

A él la mujer no le parece especialmente bonita, o tal vez sea que le desagrada el maquillaje excesivo que usa, no puede siquiera distinguir el color de sus ojos; tiene un tinte de cabello de un color oscuro indefinido, podría ser castaño rojizo o podría ser un tono rojo que se ha ido oscureciendo, es alta, sus piernas son largas, su cintura es pequeña y sus pechos son grandes, en conclusión: tiene buen cuerpo. ¿Cómo ha llegado hasta este punto? Se pregunta, y no porque le parezca inmoral o que está mal su profesión, es sólo por una simple y sencilla razón: le despierta curiosidad.

Ella continúa con su baile, ahora pareciera que lo hace con más ánimos, Emmett le aplaude y le silba juguetonamente, parece un fan que está en presencia de su ídolo, él se ríe de su amigo pero lo imita, la chica se carcajea, parece sorprendida por la reacción de los hombres pero muy a gusto con ella, también; debe ser un gran cambio que no estén intentando meterle mano, como ve que ocurre con algunas de las otras bailarinas.

Y así pasa el tiempo en aquel local, entre bailes exóticos, dinero, tequilas, aplausos y risas, no ha estado mal, piensa él. En un momento dado la chica se sienta en la barra y tomó tequila con ellos, le dice algo a Emmett al oído y él se ríe, negando con la cabeza en su dirección.

—No, preciosa, él no aceptará. —Lo dice con una divertida voz de borracho— Estamos en su despedida de soltero, pero él no aceptará, ¿sabes que prácticamente tuve que obligarlo a venir? ¡Él muy aburrido, pensaba no hacer nada!

Él no entiende de que están hablando, los mira confundido, la chica lo observa a él con…¿determinación?, se baja de la barra con un ágil salto a pesar de los grotescamente altos tacones, se acerca a él por detrás y le rodea el cuello con los brazos y se ríe en su oído, él está muy borracho, pero no lo suficiente como para no darse cuenta de que está tratando de insinuársele.

Genial, piensa sarcásticamente, ahora tendrá que rechazarla caballerosamente.

—Le decía a tu amigo que pronto se acaba mi horario de trabajo y que si querían podíamos salir, les invito un café en mi casa, tengo una amiga que…

Pero él ya estaba negando con la cabeza, eso de un "café" era una metáfora muy burda para algo que él no estaba dispuesto a hacer.

—Lo siento mucho, pero la verdad, no eres mi tipo… no que no seas bonita —le dice tratando de no ser grosero y con su voz afectada por el alcohol— eres muy bonita —para él no lo es, pero seguro alguien si lo considera así— pero… creo que esta noche ya fue mucho más de lo que esperaba y… pues… no quiero herir tus sentimientos… pero yo no puedo… no es que no pueda, es que no quiero…mi novia… —ya no sabe que más decir y Emmett lo sabe, sólo quería observar hasta que punto llegaba y como creyó, no fue mucho.

—Vamos, preciosa, te lo dije, él no aceptara, él es como esos hombres de antes, que solo tienen ojos y corazón para una mujer. —dice Emmett, lo más serio que se puede estar cuando estas borracho como una cuba— en cambio yo… tengo mucho amor para dar. —y mientras lo dice se abraza a sí mismo.

La chica se ríe de Emmett, porque a pesar de su tamaño enorme, él tiene esa personalidad infantil, energía positiva y alegre que hace que puedas confiar en él. La mujer se aleja un paso de él, lo observa un largo segundo y en un movimiento que le parece muy rápido se inclina hacia él y la da un simple beso en la mejilla, después se aleja, le sonríe entre dulce y tristemente, y es cuando al fin puede decirlo: sus ojos son castaños.

—Debe de ser una gran chica y muy afortunada, por cierto, al casarse con un chico lindo y dulce como tú… —ella lo mira indicándole que acabe la oración, ¿que necesita decir él? Su mente va más lento… ahora todo es muy lento… ¡ah, sí! Su nombre.

—Edward, me llamo Edward— le extiende su mano, presentándose de una forma sencilla y formal que parece totalmente fuera de lugar en ese local. Ella una vez más se ve sorprendida pero sonríe y toma su mano, cuando sonríe a Edward si le parece bonita

—Bien, Edward, yo soy Jessica, un gusto y… mis felicitaciones, por la boda— Jessica parece no saber que más decir, justo como él hace unos momentos. Así que toma una decisión,

—Bueno, chicos… —a su voz aun la tiñe el alcohol— creo que es hora de que me vaya.

Por suerte para Edward aun puede caminar, no exactamente "derecho" pero va en la dirección correcta: la salida.


Si hay alguien por aquí, siéntase libre de expresar lo que sea, hacia esta pequeña historia.

KM