While You Were Gone
Disclaimer
Estoy bien segura que han escuchado muchisimas veces to pero ahi les recuerdo, yo aqui no gano nada, nada es mio mas que la creatividad para crear esta historia, la que hago por el simple deseo de entretenerme.
Capitulo Uno
-Lo encontraremos, no te preocupes. Encontraremos pronto a tu padre.-Le dije a mi hija, una hija que hasta hace tan solo horas no conocía de su existencia, una hija que durante mucho tiempo había sido tratada como un animal de cría, una hija que con tan solo doce años había estado dentro de mí y a la que se me había privado crecer, un hija que a tan corta edad cargaba con el peso de ser un ser buscado, odiado y poseedor de una fuerza jamás antes vista en ningún ser
Íbamos en silencio, David conducía la camioneta que habíamos robado de ANTIGEN, nos dirigíamos a un lugar seguro según David. Un lugar donde podríamos permanecer unos idas, despistar a los humano y, con suerte, buscar un refugio más seguro en donde pudiera poner a salvo a mi hija así como continuar la búsqueda de Michael. "Michael, ha pasado tanto tiempo...si tan solo estuvieras aquí sabrías que hacer, sabrías que decirle" pensé mientras mi mirada, antes perdida en el infinito de la oscuridad de aquella carretera intrancitada, se enfocaba en mi hija. Su rostro parecía el de una niña, pero su mirada reflejaba el sentimiento de aquel que experimenta cosas terribles en tan corto tiempo. Ella no merecía tal cosa. Ella debió crecer siendo amada y protegida, debió crecer sabiéndose segura en el confort de la vida con sus padres, debió saber lo que era ser una niña deseada, tratada como un ser valioso y no como un experimento insignificante. Mi pobre hija había sufrido tanto en sus cortos años.
Enseguida sin darme cuenta comencé a acariciar su largo y hermoso cabello, tan parecido al mío cuando era humana. Por lo general no solía mostrar mis emociones, cosa que Michael siempre lograba que hiciera, pero esta indefensa pequeña necesitaba de más consuelo y afecto en este momento de lo que yo necesitaba mi orgullo. Todos habíamos sufrido suficiente para una vida, pero si su dolor se alivianaba con una muestra de afecto entonces era justo romper mi mascara impenetrable por mostrar aprecio a mi única hija, la hija que había esperado más de una década para conocerme. Sumida en pensamientos y en el silencio que dominaba la camioneta, seguí acariciando el pelo de mi niña, pensando en las similitudes que este tenía al cabello de su padre. Con el rabillo de mi hijo admire su rostro, sus manitas, cosas que debí haber podido hacer cuando ella era una bebe, cosas que debimos compartir como familia, junto a mí querido Michael.
Tras unos minutos de repetición de movimientos, la cabeza de mi hija descendió, probablemente por el cansancio y el exceso de emociones fuertes, se poso sobre mi hombro, buscando tal vez, la seguridad que los brazos de una madre suelen otorgar a un niño. Madre. Que palabra tan rara para referirme a mí misma. Nunca en mis siglos de vida había pensado que sería yo llamada tal cosa. Muchos nombres habían sido dichos refiriéndose a mí: Vampira, cazadora, justiciera, guerrera, mujer, amante pero jamás madre, nunca madre. Aunque, si de especificidades se trata, mi hija jamás me había llamado de tal forma. Y como hacerlo, como tener la confianza para hacerlo si en las horas que llevábamos sabiendo de la existencia una de la otra yo había hecho tan poco por ganarme su afecto. "He soñado contigo, y de cómo sería conocerte, como una niñita tonta. Pero tu corazón es tan frio como el de una muerta" me había dicho. En esa sola oración ella me había revelado el más profundo deseo de su alma pero me había revelado también su opinión sobre mí. Siempre me había acostumbrado a no poner mucha importancia en la opinión de otros sobre mí. Sabía como había sido vista por siglos: fría, calculadora, asesina sin corazón. Solo Michael había visto mas allá, pero el hecho de que fuera mi propia hija, la hija mía y de Michael que pensara así de mi hirió mi corazón aun mas. Puede que no lo mostrara, pero desde que vi sus ojos tornarse azul intenso sobre negro cuando se alimentaba de sangre, el saber que había salido de mí, me había hecho amarla en el mismo instante que comprendí que aquella niña tan fuerte e indefensa a la vez era mía. Mi deseo de protegerla habría ido a cualquier punto. El detective Sebastian había intentado convencerme que no volviera sola a ANTIGEN, pero mi cerebro no escuchaba razones, yo había prometido protegerla, darle la mayor normalidad posible. Pensando en normalidad, recordé un dato esencial, que siendo una mejor madre debí haber recordado mucho antes.
Me moví un poco y pose mi mano derecha sobre su mejilla, haciéndola mirar en mi dirección. Sus ojos mostraban cansancio. -Hace unas horas me dijiste que tu nombre era "sujeto número 2", ¿es que acaso no tienes nombre, pequeña?-
-Nunca tuve uno, siempre me llamaban sujeto número dos, decían que los animales no tenían derecho a tener nombres como la gente decente.-Me dijo con ojos conectados a los míos. Al oír eso, sentí una rabia que recorría mi cuerpo "¿Cómo se atreven? ¡Era es solo una niña!" Malditos, ni eso habían podido darles, ni siquiera por el hecho que habían pensado criarla para luego matarla. Ni siquiera por deferencia habían tenido la delicadeza de otorgarle un nombre.
Pensamientos de cuánto dolor y tristeza podía haber experimentado me llenaron el rostro. Se debió notar porque el rostro de mi pequeña se torno inmediatamente en una mueca de preocupación. Yo reaccione rápido, no quería que se preocupara aun mas, no ella.
-¿Te gustaría tener uno? Un nombre, quiero decir. Podrías escoger uno de tu agrado.-Le dije, en esperanza de darle un poco de normalidad a su vida, además, no podía referirme a ella eternamente como "niña".
-No sé de ninguno, no sabría como nombrarme. Ni siquiera sé cuál es tu nombre.
Con el rabillo del ojo vi como sonreía David ante aquel comentario.
-Selene, mi nombre es Selene.-
-Es un bonito nombre-Me dijo, sin soltar su abrazo de mi.
-Tú también tienes que tener un nombre. Sabes, hace mucho tiempo yo tenía una madre, eso fue hace siglos. Su nombre era Eve. ¿Te gustaría llamarte Eve?-Le dije, acariciándole levemente su mejilla. Su rostro cambio de color, adquirió un tono más brillante mientras sus ojos se tornaban en verdadera felicidad, algo que solo había visto en ella hacia un par de horas cuando la había rescatado del edificio de ANTIGUEN y nos habíamos re encontrado.
- ¿Tendré un nombre? Es uno muy bonito, gracias, gracias, mama.-Me dijo abrazándome aun más fuerte.
Mama. Me había llamado mama. Qué raro sonaba aquella palabra de sus labios, de los labios de mi hija, de Eve. De inmediato sentí una emoción que jamás había sentido. No acostumbrada a mostrar mis emociones hice todo lo que sabía, y la abrace y la acune contra mí. Por un rato nadie dijo nasa, nadie hablo, todos como sumidos en el silencio. No fue hasta casi treinta minutos en el camino que me di cuenta que la respiración de mi hija, de Eve, estaba regulada y tranquila. Estaba dormida. Yo también sentía mi cuerpo extenuado, pero no dormí, no, le había prometido a Eve que la cuidaría, tenía que estar alerta pues en aquellos momentos, éramos los sujetos más buscados del país. Nosotros y Michael, pensé, inmediatamente deseando tenerlo aquí con nosotras, a salvo. Solo esperaba que encontrara donde esconderse, que encontrara refugio y se mantuviera a salvo hasta que se le pasara la confusión que debía tener luego de tan largo tiempo en criogenia.
Sentí la camioneta disminuir velocidad y levante mi la mirada para analizar el lugar en el que nos encontramos. David había aparcado enfrente de una casa, no se veía abandonada. Estaba en medio del bosque y a una buena distancia de todo lo que se podía llamar civilización. Era una casa pequeña, de un solo nivel con pinta de haber pasado por mejores momentos aunque en general parecía segura. Abrí la puerta de la camioneta y me baje con cuidado para no molestar a Eve, luego la tome en brazos.
-Déjame ayudarte Selene.-Me dijo Davis, que en solo un segundo había aparecido a mi lado dispuesto a ayudarme con mi hija.
-No, yo lo hago.-Le conteste tercamente, pensando en el número de veces que pude haber hecho esto mismo cuando mi hija era solo una bebe. Pensé en cómo se me había privado el derecho de tomarla en brazos y ponerla a dormir en su cuna, o de cargarla cuando llorara en la noche.
David, conociendo que tenia la batalla perdida, continúo caminando enfrente de mí y nos abrió la puerta para que pasáramos. Quédense aquí, dijo y desapareció por unos segundos. Al volver, venia con una lámpara de gas encendida en la mano, esta me dio una mejor vista de nuestros alrededores. Nos encontrábamos en medio de una pequeña sala de estar escasamente amueblada y muy pequeña, de hecho, todo el lugar era bastante pequeño, no podía tener más de una habitación o tal vez dos.
- ¿Que es este lugar?-
-Es una casa que adquirí hace unos meses, nadie sabe que la tengo, ni siquiera mi padre. La compre porque pensé que algún día seria útil, ya ves que estamos alejados de todo. Ven, tiene una habitación con cama donde puedes poder a la niña. Las ventanas están reforzadas con un metal resistente, es bastante seguro. No tenemos energía, pero creo que es mejor así, para no llamar atención. Tenemos agua corriente en el pequeño baño que hay al final del pasillo. Hay algo de ropa que siempre mantuve aquí por emergencias, tal vez algo le sirva a Eve, seguro que ha de querer sacarse toda esa ropa ensangrentada.
Entramos el pequeño cuarto carente de decoración y pose a Eve en la cama, esta inmediato abrió los ojos soñolientos.
-¿Dónde estamos?-
-En un lugar seguro, Eve. ¿Quieres bañarte, quitarte esa ropa? Ven conmigo.-
Con dificultad debido a su extremo cansancio, se puso en pie con mi ayuda y caminamos en dirección al baño que David me había indicado. Cuando llegamos abrí la puerta y vi que en efecto era un lugar pequeño. Coloque a Eve en el retrete y tras unos minutos de explicarle cómo funcionaba la ducha, le indique que volvería pronto con unas toallas y algo de topa. Salí pronto del cuarto de aseo y con mis ojos, acostumbrados a la oscuridad, busque la presencia de David en toda la casa. Lo encontré sentado en un viejo sofá en lo que parecía ser la sala de estar, en sus manos llevaba una radio muy antigua. Al detectar mi presencia en la habitación, levanto la mirada para hablar conmigo.
-Encontré esta vieja radio y le he puesto baterías nuevas, nos servirá para mantenernos al tanto de los movimientos de los humanos y los licántropos. No podemos darnos el lujo de estar incomunicados, es por eso que mañana.-
-Buena idea.-Le respondí, yo también había pensado en eso.
-Nos mantendremos aquí un tiempo. El sótano tiene una pasadizo y una escotilla de salida alterna la cual yo mismo hizo en casos de emergencia. Creo que es mejor si mantenemos el uso de las luces al mínimo, nos limitaremos a velas porque llaman menos la atención. Este lugar esta desolado pero nunca se es demasiado precavido, si sabes lo que te digo. Te he dejado algo de ropa para Eve y para ti en el cuarto y también unas toallas y una barra de jabón, pensé que ambas querrían quitarse la sangre de encima. Este lugar lo adquirí con la intención de que fuera un refugio así que siempre lo mantuve con ropa. La ropa puede que le quede algo grande a Eve porque aun es una niña pero servirá, por lo menos hasta mañana.-Por un momento pensé preguntar para que necesitaría yo ropa, pero después pensé que un cambio no sería tan malo, después de todo, estaba toda manchada en sangre y destruida.
-¿Que hay mañana?-
-Iré al escondite de mi padre y de camino pasare por ropa más adecuada para la niña, de paso necesito conseguir sangre para todos porque aquí no hay nada y no podemos arriesgarnos a salir todos o a atacar a un humano, además, tu hija necesita recuperar fuerzas. Aun es muy joven y necesita alimentarse más seguido que tú o yo.-
-¿Le dirás a tu padre dónde estamos?-No me gustaba nada la idea de que Thomas supiera donde estábamos. Después de haber entregado a mi hija a sus buscadores, si volvía a verle la cara seria para matarlo.
-No, no lo creo. No quiero ponerlas en peligro. Por eso es mejor que yo maneje todas las salidas, por lo menos en estos días, hasta que bajen la guardia. Ellos no saben que eres inmune a la luz del sol pero si saben que Eve lo es, si te ven y te siguen, ambas estarán en peligro.-
Tenía razón, cuanto menos por unos días deberíamos permanecer aquí, hasta hacer creer a todo el mundo que nos habíamos ido lejos. Esto nos daría tiempo para buscar a Michael.
-Necesitaremos un teléfono, uno de prepago para que no nos rastreen. Vamos a necesitar mantenernos en contacto con el detective Sebastian.-
-Lo sé, ya lo había pensado, descuida. Ve con tu hija, descansa, Selene, hablaremos después de una buena siesta.-
-Bien.-Y con esto, di por terminada nuestra conversación.-
Como había dicho David, allí en la cama, en aquel cuarto estaban perfectamente dobladas varias mudas de ropa. Mire todas, en busca de una que le quedara mejor a Eve y una para mi. Al encontrarla aparte lo demás, poniéndolo en el viejo ropero de la habitación. Tome la ropa en mano, el jabón y las toallas y me dirigí al baño. Y toque la puerta suavemente y abrí.
-Eve, esto es para ti. Es jabón, una toalla y algo de ropa. Te quedaran algo grandes pero por lo menos podrás quitarse esa ropa sucia de encima.-
-Gracias.-
Al cabo de quince minutos salió del baño, vestida con un sudadera ajustable color gris y una camiseta color negro y el cabello aun mojado.
-Hay un peine en la mesa de noche, encendí una vela para que veas mejor, si necesitas encender otra, hay más en uno de los cajones. Vengo rápido, intenta dormir.-Ella sonrió y habiendo encontrado el peine, comenzó a desenredar su cabello mientras se paraba enfrente del espejo.
El baño me hiso sentir bien, pero por desgracia me relajaba demasiado y dadas las circunstancias, estar relajado no era buena idea. Debíamos estar alerta a todo momento, en especial cuando eres perseguida por dos razas y andas en búsqueda de un amante perdido. Pero es agradable relajarse de vez en cuando decía mi voz interna. No, hasta que no encontráramos a Michael y estuviéramos todos juntos otra vez no podía bajar la guarda, no hasta que hiciéramos del mundo un lugar seguro para todos. Con eso en mente, rápido termine mi baño y me seque. Me seque y tome la ropa que me había dejado David entre mis manos. ¿Jeans negros y una camisa purpura? Nada Como mi usual atuendo, pero este, por desgracia, estaba arruinado.
Entre sigilosamente al cuarto, esperando ver a Eve durmiendo. Estaba en la cama, su cabello esparcido por la almohada y sus ojos cerrados. Se veía tan tranquila, sin saber todo lo que pasaríamos para poder tranquilidad. Aun tan inocente, mi niña, tan fuerte pero tan pacifica, con su rostro angelical al dormir. Te pareces a tu padre más de lo que crees, Eve, el es el único aparte de ti que he visto dormir con completa inocencia. Dije en mi mente. Con cuidado tome la sabana y la cubrí con ella, para evitar que le diera frio. Un pensamiento tonto considerando que mi pequeña era tal vez el ser más poderoso de la tierra y el frio de la mañana no le haría daño.
-¿Mama, eres tú?-Me dijo en voz baja y yo me paralicé. No acostumbrada a ser madre, jamás habiendo pensado que me convertiría en una, el nombre aun me alteraba.
-Sí, soy yo, pensé que dormías.-Le dije, sentándome en el espacio vacío de la cama.
-No puedo dormir. Cada vez que cierro los ojos…pienso que te irás y que jamás te volveré a ver.-Al decir eso se dio vuelta, mirándome a los ojos con aquellos ojos claros, tan llenos de inocencia pero que en poco habían sufrido tanto. De momento ansié que ella no hubiese tenido que vivir con todo lo que ha pasado, no a tan corta edad.
-No me voy a ir a ningún lado, tranquila. No te dejaría sola nunca, te lo prometí. Ya sé que piensas que tengo el corazón frio, Eve, pero quiero que entiendas que yo jamás te dejaría sola en un mundo al que no conoces y corres peligro. Ahora, tienes que dormir.-Le dije recostándome a su lado bajo las sabanas. Con mi mano toque suavemente su frente y sus ojos.-Descansa Eve, yo estoy contigo.-
Aun un poco alterada pero atacada por la seguridad que mi presencia le proporcionaba no dijo más. A continuación me sorprendió al abrazarme y poner su cabeza en mi pecho, como aquel niño que busca el abrazo de su madre.
-Buenas noches, mama.-Me dijo, y rápidamente cerró los ojos, y, al cabo de unos minutos, su respiración se regulo e inmediatamente supe que estaba dormida.
Ocho días después
La que vivíamos era una incertidumbre desesperada, una incertidumbre que hasta a los ms tranquilos podía afectar. Yo no estaba acostumbrada a la espera. Por seis siglos yo había sido la mano justiciera, la que llevaba el destino a las criaturas y por primera vez yo solo me limitaba a esperar. Por primera vez dependía de las circunstancias. Davis había sido de mucha ayuda estos últimos días, como prometido, se había encargado de hacer las diligencias y de traer todo lo necesario para mantenernos en contacto con el mundo y lo necesario para alimentarnos. Ambos habíamos ideado una serie de escenarios en caso de que tuviéramos que salir huyendo, dado que nos encontraran los licántropos. Estábamos en medio de una guerra, no con una sino con dos especies y nos enfrentábamos a ella sin nada, solo con un puñado de los nuestros dispuestos a luchar y otro poco que se negaba, prefiriendo quedarse en la miseria en la que se encontraban en vez de hacer frente. No podía culparles, si algunos de esos licántropos que estaban sueltos en las calles llevaban el suero proveniente de la sangre de Eve, no guardaban mucha esperanza de salir vivos en caso de una contienda. Los únicos tres seres que teníamos la capacidad de acabar con tales criaturas éramos Michael, Eve y yo. Una estaba a cargo de buscar a su compañero perdido, la otra era una niña de doce años sin experiencia en batalla, y el otro estaba perdido. Tenía que admitirlo: nuestras probabilidades de ganar rondaban exactamente por los suelos, especialmente si no estábamos todos unidos y eso me preocupaba mucho. Hablando de preocupaciones, aun no encontrábamos a Michael. Gracias a la computadora, el celular y la radio provistos por David, logramos conseguir buena comunicación con el mundo exterior y con el detective Sebastian quien buscaba por donde podía en búsqueda de una pista que nos ayudara a identificar el paradero de mi compañero. También trataba de idear junto con David una lista con una serie de lugares que podían servir de escondite, tomando en cuenta que el también debía estar tratando de localizarme. Ya habíamos buscado en la mayoría, todos sin éxito. El problema de todo es que tanto como David como yo sabíamos que la búsqueda se aceleraría un poco si no nos negásemos a llevar a Eve. Su conexión con Michael y yo nos hubiese ayudado mucho ya que ella podía detectar su presencia o la mía dada un perímetro considerable. Pero como habíamos planteado desde un principio, utilizar a mi hija cuando ella aun estaba muy verde estaba fuera de planes. Lo debatimos por unas noches, pero como le explique a David: mi hija era un ser fuerte, con poder ilimitado, inmortal y feroz pero cadente de experiencia de batalla. Con un oponente saldría victoriosa, con dos tal vez, pero con varios su vida podía correr mucho riesgo. Por supuesto, ella lo negaba. Se rehusaba a dejarme ir a ningún lugar sin estar pegada a mis faldas y de eso no la había podido convencer, asi que todo el rastreo en busca de Michael había sido realizado por David.
En los últimos días también habíamos rastreado y localizado varios clanes vampíricos que podían ser potenciales aliados. Había uno especialmente, a dos horas de nuestra actual ubicación, que era conocido por haber luchado con los licántropos durante la purga, lo que nos demostraba que era progresistas de mentalidad abierta. Eso nos dio el coraje suficiente para recurrir a ellos como primera fuente de ayuda. Pensábamos que al hacer alianza con un clan, los demás no tardarían en seguir. Esa era nuestra meta. Pero había un detalle, a lo que nos dirigíamos esta noche era una reunión con quizás más de quince vampiros adultos, y la seguridad de Eve era primordial. David y yo debíamos ir juntos, porque como estaban las cosas nadie estaba seguro yendo solo a ningún lado, el problema era que no podíamos llevar a Eve sola, por lo que tendía que ir con nosotros.
La cuestión de la seguridad de Eve comenzó a preocuparme, así que comencé a balancear mi tiempo entre buscar a Michael, hacer planes y entrenar un poco a Eve. No era que la idea fuera reconfortante, mi corazón ansiaba darle normalidad a mi hija, pero parte de mi trabajo era asegurarme que no estuviera indefensa y todos sabíamos, incluso ella, que en una batalla yo no podría permanecer en su lado. Así que a su tierna edad comencé a ayudarla y a ensenarle todo lo que yo sabía. Todo resulto más fácil de lo que yo pensaba pues si bien Eve poseía la naturaleza pacifica de su padre, también tenía la fiereza y los reflejos heredados de mi. Y después de todo, resulto ser que mi hija era muy buena en lo que le ensenábamos tanto David como yo. Me daría pena el pobre bastardo que tuviera la mala suerte de tener que enfrentarse al ser más poderoso jamás nacido en la tierra.
Sentí que alguien me hablaba y salí de mi encimamiento y mire a mi alrededor: estaba en al sótano y mi hija estaba enfrente mío, con sus brazos en posición de ataque, pero con duda en su rostro.
-Mama, ¿Qué te ocurre?-Me dijo con confusión. Sus ojos me miraban directamente, buscando una respuesta.
-Estoy bien, estaba pensando. Bien, lo has hecho bien hoy Eve, pero nunca debes confiarte, ni siquiera conmigo.-
-Pero mama…-
-Nada-le dije terminantemente.-Sabes que si no practicas, visualizándome a mi como el enemigo, no practicaras bien. Lo haces excelente, pero nunca debes confiarte. Ahora, quiero darte algo.-Le dije, yendo a buscar el paquete que yacía en la pequeña mesa alado mío. Una caja alargada, de madera que contenía mis dos primeros regalos para Eve.
La mire con detenimiento y le pase la caja.
-¿Qué es esto?-Me pregunto, mirando la caja por fuera.
-Ábrelo.-Y así lo hizo. Abrió la caja mirando sus contenidos y sosteniendo ambos en una mano.
-¿Qué son, mama?-
-El instrumento que tienes en la mano se llama átame, en una especie de cuchillo de doble filo, está hecho de plata, así que lo podrás usar contra los licántropos. Quiero que lo lleves todo el tiempo Eve. No quiero que estés desprotegida. Lo otro, Eve, es un collar muy especial, es uno de los pocos recuerdos que tengo de mi vida humana. Mi mama me lo dio cuando cumplí catorce anos y se suponía que debía dárselo a mi hija. David lo encontró por mí en una caja de depósito en un banco, donde lo había guardado hace mucho tiempo. El logro recuperarlo.-
La mire, insegura de que mas decir. Jamás había dicho yo tanto, o mostrado tanto mi vulnerabilidad más que con aquella pequeña, ni siquiera con su padre me atrevía yo a mostrar mucho. Pero, ¿Cómo no hacerlo, si era mi culpa el que esta niña tuviese que estar metida en medio de todo esto, aun después de todo lo que había sufrido?
Ella me miro con ojos llorosos pero lo hizo nada, muy probablemente porque trataba de controlar sus emociones, como yo trataba de mostrarle. No quería que fuera fría ni que dejara de sentir. Pero, a veces, mostrar tus emociones enfrente de alguien equivocado puede costarte la vida.
-Gracias mama, este…es mi primer regalo. Nunca antes había tenido algo para mí de esta clase.-
-De nada, ahora, puedo oír que David a terminado de bañarse, ve y cámbiate, vístete y arréglate, pero sobre todo lleva contigo el átame que te regale, hoy vamos al escondite del Clan de Stan Vasisnski y no podemos confiarnos del todo.-
Bueno, aqui se quedo todo. Aun no puedo creer que mi hermana me animara a poner esto aca. Tengo varias cosas escritas pero continuare subiendo los capitulos segun la recepcion que tenga esta historia. Vi la pelicula y quede tan facinada con ella que desido empezar a escribir y aqui esta el principio de ese trabajo. No se olviden de dejar un reviewe porque esa es la forma de los escritores saber que tenemos que mejorar y que les gusta a usted que leen esto.
Hasta la proxima
