Un oneshot que salió de la nada, me dejé llevar, culpen otra vez a Sarah Jaffe (ahora con Even born again). Un fic de disques tintes místicos.
Digimon no es mío y ya ya ya.
De espinas y reencarnaciones
- único -
—Sonríes, pero tus ojos están tristes, ¿por qué?
Fue una pregunta cargada de inocencia, hasta él, siendo capaz de ver lo malo de las situaciones, captó de inmediato que en aquella interrogante no hubo deseo alguno de causar daño. Más bien, como todo en ella, era una pregunta muy casual, nada fuera de lo común. ¿Por qué era incapaz de responderle con la verdad?
—Te lo diré cuando tenga una respuesta —sinceró, sostuvo su mano en el aire unos momentos y la dejó ir lánguidamente.
Ella le miró con la angustia dibujada en el ceño ligeramente fruncido, en sus mejillas se formaban unos adorables hoyuelos y él quiso reír, y otra vez la risa no reverberaba en sus labios. Se mordió la cara interna de la mejilla, moviendo los dedos nerviosamente en ese espacio entre aire y existencia que ella dejó. Después de todo ella era una rosa con espinas, espinas pequeñas pero presentes cada vez que quería tocar más allá de los tersos pétalos. O así lo sintió desde el primer momento en que la vio con otros ojos.
—Incluso si me toma más de esta vida, todas las que hagan falta, yo lograré que seas feliz —sus ojos brillaban con algo indescriptible, los sentimientos cálidos comenzaban a hacer cosquillas leves en su pecho.
—Todas los renaceres serán tuyos, entonces.
Se acercó con cuidado, posando sus manos sobre los hombros de ella y depositando un beso sobre su frente, subiendo una de las manos hasta acariciarle los labios, sin quitarle los ojos de encima.
—A cambio, quítate las espinas. Quítate hasta la última espina y te prometo que mis ojos van a sonreír.
Ella negó y se soltó del agarre, dejando caer las manos al lado del cuerpo, mirándole con la misma decisión.
—A que puedo. Con todo y espinas, ¿recuerdas esto? Si quieres a la rosa, quiere también a las espinas. No sólo te quiero a ti, te quiero con todo y tristezas.
Esta vez la sonrisa sí llegó a sus ojos, ella lo sabía incluso si su cabeza reposaba contra su pecho, porque le veía más allá, con eso que llaman los ojos del alma, cuando lo que es realmente importante es visto al fin. Sonrisas en las miradas, espinas que caen poco a poco al piso. Y la rosa, sin más, se deja tomar.
Lo haría en cada reencarnación, cada vez que naciera otra vez la buscaría sólo para quitarle las espinas. Ella le buscaría durante las siguientes vidas para hacerle sonreír, para hacerle feliz. Ella se quitaría las espinas, él sonreiría más.
—Al fin tengo una respuesta —comenzó, mirándole a los ojos con una sonrisa genuina— me entristecí al pensar en que esta podría ser nuestra última vida.
Rió, tomando un mechón del cabello violáceo entre sus dedos, deslizándolo y besando la punta de éste, con devoción.
—Nos queda toda esta vida y más por delante, Ken. No temas —pasó las manos por sus pálidas mejillas, deteniendo sus ojos en los de él.
Aquello era una promesa para esta y todas las eternidades.
— . . . —
Bien, otro fic raro. No escribo cosas normales y quiero ir poblando más el fandom hispano del Kenyako (?)
Nos vemos otro día (:
Carrie.
