Título: Solo.

Autor: Kimee_de_capricornio.

Personajes: Defteros, Asmita.

N/A: Realizado en marzo del 2010 en al antiguo foro Saint Seiya Yaoi bajo el nickname kimee de capricornio. Contiene spoilers. ¡Qué tanto, echando a perder aprendo! Es lo único que diré en mi defensa XD.

Resumen: « Así era su vida, se había acostumbrado a su destino y estaba resignado a cumplirlo. Era un solitario que únicamente tenía contacto con dos personas: Aspros, su hermano… y Asmita, el santo de Virgo…» *Ligero DefMita* *Drabble*


Desde su nacimiento, estaba sentenciado a vivir entre las sombras, con una máscara cubriendo buena parte de su rostro, oculto de la gente mientras su hermano mayor se entrenaba arduamente para obtener la armadura de Géminis. Así era su vida, se había acostumbrado a su destino y estaba resignado a cumplirlo. Era un solitario que únicamente tenía contacto con dos personas: Aspros, su hermano… y Asmita, el santo de Virgo.

Esta última relación era curiosa. Las probabilidades de que se toparan dos personas tan distintas en el entorno en que se movían eran casi nulas, pero los caprichosos azares de la vida lo hicieron posible al reunirlos por primera vez en el bosque aledaño al santuario. Fue un encuentro fugaz, la réplica había tenido como principal reacción alejarse.

Sin saber que esos encuentros se repetirían a menudo y que él haría su soledad más llevadera.

—Defteros, ¿Hasta cuándo dejarás de estar a la defensiva? —había preguntado el siempre imperturbable Asmita.

—¿Te sientes realizado al analizarme? —le preguntó con sarcasmo.

—Te sientes solo —declaró con sus cerrados ojos clavados en él, ignorando elegantemente su sarcasmo.

—No… —mintió Defteros con brusquedad, incómodo ante ese enigmático hombre— Nunca me siento solo.

Porque sencillamente había perfeccionado el arte de estar solo.

Pero se engañaba a sí mismo.

Eso Virgo lo sabía, no en vano tenía la capacidad de «ver» a través de las personas. Su ceguera no fue impedimento para hacerle agudizar el resto de sus sentidos, eso le permitió conocerlo por completo como si fuese un libro: sus miedos, sus complejos, sus culpas, sus anhelos, sus deseos... Precisamente por aquellos deseos se acercaron cada vez más, llevados por el fragor del impulso, la pasión, la necesidad mutua...

¿Quién lo inició?

No podían decirlo a ciencia cierta, quizás estaba escrito… no podían asegurarlo. Lo único importante es que «eso» estaba allí, sin saber desde cuándo comenzó a gestarse hasta crecer por completo, amortiguando esa sensación de eterna soledad que lo aquejaba.

Sin embargo, ese crecimiento era muy frágil y se detuvo cuando Aspros, aprovechándose de la fuerte influencia que tenía en él, le propinó el puño demoníaco, controlándolo para que hiciera su voluntad y asesinara al patriarca.

Pero sus sentidos nunca estuvieron completamente embotados, eso se lo demostró el mismísimo Asmita al detenerlo, cumpliendo con su deber. Todo había pasado demasiado rápido que apenas si era consciente de ello: el ataque a su hermano, el suicidio de éste… Por su propio bien, él había tomado su decisión al marcharse a la Isla Kanon para volverse fuerte y Asmita, eternamente comprensivo, le apoyó. El precio de ello era estar solo… esta vez completamente solo.

Ser un demonio solitario y temido hasta que el destino decida lo contrario.