El hombre del guantelete.
El mundo de los Pokémon, un mundo lleno de misterios. Hay tantos Pokémon existentes como estrellas en el firmamento, algunos son tiernos y sociales, otros son fieros y territoriales, de la misma manera que existe una gran variedad de Pokémon existe una enorme variedad de personas, algunas tratan a los Pokémon como amigos y trabajan con ellos para facilitar sus vidas, pero otras solo los utiliza como herramientas y mano de obra barata, incluso se han llegado a usarlos como armas para llevar a cabo desde vandalismo a actos terroristas.
Pese a las grandes diferencias, los Pokémon son, al fin de al cabo, nuestros fieles compañeros, y siempre estarán ahí para nosotros, para las buenas y las malas.
Nos encontramos en la región Senda, una región montañosa en donde viven humanos y Pokémon de diferentes ideales, algunos han aprendido a convivir entre ellos y compartir sus sueños, pero otros...
En este pequeño pueblo, conocido como Villa Campestre, las personas viven algo agitadas, puesto que, una pequeña pandilla conocida como Rattata Skull, aterroriza a sus habitantes, exigiendo un pago.
-Ya están esos Rattata Skull molestando, como siempre. -decía un joven que visitaba una pequeña tienda Pokémon, el cual, iba acompañado de un Roserade.
-Lander, procura tener cuidado con esos tipos, ¿vale? -le decía el viejo al joven de nombre Lander. -Esos no son trigo limpio.
-Vamos, sabe que soy uno de los más fuerte del pueblo. -respondió Lander. -Los que deberían de preocuparse son esos bastardos.
-¿El más fuerte? Si, claro... De todas formas, ten cuidado, nunca sabes de donde pueden salir esos Rattata Skull
-Eso haré, gracias por guardarme las cosas.
Lander, acompañado de su Roserade, salió del local en dirección a su casa. Desde que los Rattata Skull aparecieron, la gente evitaba los callejones y caminos por la noche, lugares y sitios donde esos indeseables transitaban para asaltarles y robarles y, en el peor de los casos, dañar seriamente con la ayuda de sus Pokémon.
-No tengo ganas de encontrarme con esos tipejos. -se decía Lander a si mismo. -Roserade, sigamos el camino que marcaste.
Su Roserade le guió por una camino seguro por un amplio parque, pensó que, al ser un lugar amplio y abierto, los Rattata Skull no se pondrían a molestar.
-Perfecto, vamos Roserade, en cuanto lleguemos a casa te daré tu comida favorita.
Antes de poder salir del parque, un pequeño grupo de personas que portaban el símbolo de los Rattata Skull asaltó al joven.
-Vaya... Ya se iba a escapar uno sin pagar su cuota, ¿eh? -decía el más grande del grupo, quien llevaba una Pokéball colgando de su chaleco.
-Esta ciudad nos pertenece, chaval, y y sabes lo que eso significa. -decía otro.
Lander sujetó con fuerza la bolsa en la que llevaba su compra.
-Dejadnos en paz... -les dijo.
-¿Y si no queremos, que vas a hacer? -preguntó en tono chulesco aquel hombre con la Pokéball en el chaleco, sujetándola.
Lander, dio un par de pasos atrás.
-Creo que debemos enseñarle a éste a respetar a sus superiores...
El hombre lanzó la Pokéball al aire, y de la misma, salió un gran Machamp, casi más que una persona, mostrando sus músculos a relucir.
-Machamp, usa Puño Hielo contra esa basura.
Machamp obedeció, pero Lander, que estaba junto a su Roserade, no se dejó achantar.
-¡Roserade, usa Energibola!
Roserade agitó sus rosas a modo de pompones y, de la punta de las mismas, lanzó una bola de energía verdosa. Cuando los poderosos puños de Machamp impactaron en la esfera, ésta se congeló de inmediato, pero no frenó al Pokémon, si no que la atravesó e impactó contra el Pokémon y su entrenador, tirándolos al suelo.
-Bravo Machamp, muy bien hecho. -decía el grupo de los Rattata Skull.
-Por favor, dejadme ir. -decía Lander. -Tengo a un Pokémon que está enfermo.
-¿Y a nosotros que nos importa? -le preguntó. -Paga por tu pase por este parque y podrás irte tranquilo a casa. O si no...
Machamp expuso nuevamente su musculatura mientras sujetaba a Lander del cuello y lo levantaba del suelo. En ese momento un a voz, no muy lejana, se escuchó.
-¡Giro Bola!
Lo siguiente que pasó, fue que una especie de disco metálico impactó contra la espalda de Machamp, obligando a soltar al joven. Nadie sabía de dónde procedió el ataque, hasta que unos pasas se oyeron.
-¡¿Quién ha sido?! -preguntaba el dueño del Machamp.
-Lo lamento, creo que Chrus se ha pasado un poco con ese ataque. -decía la voz. -Aunque... ¿Qué diablos? Estabais atacando a una persona indefensa.
-¿Quién diablos eres? -preguntó el dueño de Machamp.
Un chico de apariencia extraña se fue acercando, acompañado de un Ferrothorn. Cuando el viento se alzó, se pudo ver que, debajo de lo que parecía una capa roñosa, un guantelete que le cubría el brazo izquierdo desde el puño hasta el hombro. Y del mismo, habían seis Pokéballs y una extraña esfera en la parte del puño.
-Nadie importante, realmente. -dijo aquel chico extraño. -Solo alguien que imparte un poco de justicia para los Pokémon que son usados como herramienta de extorsión.
-¡Un fanfarrón, lo que nos faltaba! -decía uno del grupo.
-¡Machamp, usa Puño Bala!
Machamp se lanzó contra aquel joven, pero su Ferrothorn, de nombre Chrus, no dudó en interponerse usando su cuerpo. En cuando el puño de Machamp impactó contra el cuerpo espinoso, este lo repelió, haciendo que el gran Pokémon luchador retrocediera.
-¿Qué mierda ha sido eso? -preguntó el dueño del Machamp.
-Se llama Punta de Acero. -dijo el chico. -Es una habilidad característico de Chrus, defiende al Pokémon de ataques, y devuelve daño.
-¡¿Qué dices, tío mierda?! -decía aquel energúmeno. -¡Machamp, Terremoto!
Machamp golpeó el suelo con sus cuatro brazos, provocando una fortísima sacudida sísmica, no mentiré que Ferrothorn recibió un buen golpe, resistiéndolo a duras penas.
-Tu Pokémon es un debilucho. -decía el dueño del Machamp. -Solo le he dado dos toques y ya está para el arrastre.
El chico extraño no dijo nada, confiaba en el potencial de su Pokémon.
-¡Machamp, Puño Fuego!- gritó su dueño.
Antes de que los puños flamigeros impactasen sobre el malherido cuerpo del Ferrotorh, este lo esquivó a tiempo para apartarse de su trayectoria, agarrándose con sus lianas.
-¡Chrus, Drenadoras! -gritó aquel chico.
Desde una de las púas del Ferrothorn salió disparada una semilla, la cual comenzó a envolver el cuerpo de Machamp, drenando su energía y recuperándole, dejando al Pokémon, de nombre Chrus, victorioso.
-¿Pe... Pero qué demonios...? -decía su dueño. -¡Machamp, vuelve!
Haciendo uso de la Pokéball de su Machamp, aquel impresentable hizo que regresase dentro de la misma.
-¿Quién eres? -preguntó el dueño del Machamp.
-Solo alguien que detesta ver a los Pokémon siendo usados como armas de extorsión.
Los pandilleros de los Rattata Skull retrocedieron al ver la fría mirada del joven, siendo protegido por aquel Ferrothorn, que agitaba sus lianas a modo de advertencia.
-¡Esto no ha acabado! -dijo uno de ellos. -¡Retirada!
Casi de inmediato, aquellos indeseables comenzaron a alejarse del parque, dejándonos solos al chico del Roserade y al chico de Ferrothorn. Éste último se le acercó y extendió su mano para ayudarle a levantarse.
-¿Estás bien? -le preguntó.
Lander dudó un poco, pero aceptó su ayuda.
-Eh.. Si... Muchas gracias.
-No ha sido nada. -respondió. -No soportó ver cómo la gente abusa con los Pokémon.
Tomó una Pokéball de su brazo e hizo volver a Chrus a esta.
-Gracias por tu ayuda Chrus, regresa.
Tras volver a su Pokéball, colocó la misma en su brazo.
-Bueno, tenias un Pokémon enfermo en casa, ¿no? Deberías ir a ayudarlo. -le dijo el chico.
-Claro, gracias.
Lander y Roserade corrieron a la casa tan rápido como les era posible, perdiendo de vista al chico.
En su casa, Lander tomó las medicinas de la bolsa y entró más dentro de la misma.
-¡Lopunny! -decía Lander entrando a una habitación.
En la habitación, yacía en una cama una Lopunny que tenía un paño húmedo, la pobre Pokémon mostraba síntomas de fiebre.
-Tranquila, te traigo las medicinas. -decía acercándose y dándole el sobre con las medicinas. -En unas horas estarás mejor, te lo prometo.
Mientras dejaba que Lopunny recuperase fuerzas, Lander no podía evitar pensar en aquel extraño chico, pese a mostrarse frío parecía una persona afable.
-¿Quién diablos era?
Tras decir eso, Lander se levantó dispuesto a salir a la calle.
-Roserade, cuida de Lopunny mientras estoy fuera, llevaré al resto conmigo.
Roserade hizo una pequeña reverencia a modo de afirmación a su orden. Lander salió y comenzó a buscar por el pueblo, intentando encontrar a aquella persona.
-¿Dónde estará? -se preguntaba.
De pronto, escuchó un grito cercano, cosa que le llamó la atención, acercándose a un callejón.
-¡Déjanos en paz, por favor! -decía una voz masculina que se oía en un callejón.
Al acercarse, Lander pudo ver a una persona que vestía el chaleco de los Rattata Skull salir despavorida, de pronto, se vio rodeado por una aura celeste y atraído de nuevo al callejón mientras gritaba de pavor. Curioso, Lander se aproximó a ver, ahí, pudo ver a aquel chico, esta vez acompañado por una Gardevoir que, haciendo uso de sus poderes telequinéticos, sujetaba a aquel hombre de antes.
-Te lo voy a pedir con educación, pero te aviso que se me está acabando la paciencia. -decía aquel chico. -¿Dónde está vuestro líder?
-Piérdete. -dijo aquel hombre.
Intentó escupir al chico pero, antes de que el lapo impactase en la cara de su dueño, la Gardevoir lo detuvo y miró fríamente al hombre, con sus poderes, lanzó el lapo contra la pared, atravesándola como si fuera papel mojado, lo cual asustó al hombre.
-Yo en tu lugar no lo haría. -le dijo el chico. -Olimpia es bastante protectora, y no te gustaría verla enfadada.
-Te juro que no puedo decirte nada. -dijo el hombre.
El chico suspiró decepcionado.
-Olimpia, noquéalo por favor.
Los ojos de aquella Gardevoir se iluminaron y el hombre cayó al suelo noqueado, lo cual sorprendió a Lander.
-¿Quién anda ahí? -preguntó el chico.
Lander se asustó un poco y salió corriendo, pero se vio atrapado por los poderes psíquicos de Gardevoir que lo levantaba del suelo.
-¡Olimpia, detente!
Gardevoir se calmó y bajó a Lander despacio, volviendo con su entrenador.
-Eres el de antes, ¿qué haces aquí? -preguntó el chico.
-¿Que qué hago? ¡¿Qué haces tu?! ¡Eres tan malo como ellos! -dijo Lander.
-¿Cómo ellos? ¿Acaso yo he ido atacando a la gente por que si? ¿He ido imponiendo mi mandato en este pueblo? Al contrario, busco libraros de estos indeseables.
Eso sorprendió a Lander.
-¿Perdona? ¿Se puede saber quién eres?
El chico dudó un poco.
-Soy Shorem. -respondió. -Estoy de viaje para limpiar esta región de todas aquellas personas y organizaciones que maltratan a los Pokémon.
-Espera, ¿qué eres? ¿Una especie de justiciero o algo así?
-Eh...
El chico, de nombre Shorem, mantuvo el silencio y miró a su Gardevoir.
-¿Nos definiríamos como justicieros?
La Gardevoir negó.
-Digamos que intentamos que no usen a los Pokémon como herramientas de usar y tirar. -respondió.
-¿Y no crees que haciendo lo que haces sirve?
-Eh... ¿Te recuerdo lo de hace unas horas? -le respondió. -Si no fuera por mí, no habrías salido entero, y no habrías podido salvar a tu Pokémon.
Lander calló de inmediato.
-Gracias por nada... Olimpia, nos vamos. -le dijo su entrenador.
Lander no encontró la respuesta para responder a Shorem, simplemente se quedó ahí pensando.
Mientras tanto, en una parte de los suburbios de la ciudad, uno de los miembros de los Rattata Skull volvía maltrecho a una nave, jadeando y sosteniendo su hombro malherido.
-¡Jefe, soy yo! -decía el hombre.
-¿Qué haces aquí? -preguntó una persona de voz profunda y penetrante. -¿Traes los pagos de tu distrito?
-Ha... Ha aparecido alguien fuerte... -dijo. -Nos ha derrotado a todos.
-...¿Cómo? -preguntó de forma más amenazante. -¿Qué os han derrotado a todos?
-Si, tiene un Pokémon poderoso, Johnny, Stuart, Rango... Todos han...
Antes de poder terminar la frase, algo golpeó al hombre, estampándolo en la pared y rompiéndole el brazo izquierdo en el proceso.
-Sois una puta vergüenza para los Rattata Skull... -decía aquel hombre saliendo de las sombras con un extraño Pokémon morado y azul. -¿Tengo que hacer yo todo el trabajo? Crawbrawler y yo os demostraremos quien manda en este pueblo. Y el nombre Chano quedará grabado a fuego.
Lander volvía a su casa un poco decepcionado por lo ocurrido, creía que Shorem hacia las cosas bien, pero en su cabeza solo pensaba que era tan malo como los Rattata Skull.
-Será imbécil... -se decía a sí mismo. -No es más que un niñato que toma la justicia por su mano.
Ya en su casa, Roserade le recibió con alegría.
-Gracias Roserade, al menos puedo contar contigo. -le decía.
Roserade ladeó la cabeza sin saber de que estaba hablando.
Lander se acercó a la habitación donde estaba Lopunny, quien tenía mejor cara mientras dormía.
-Menos mal que ya va a mejor.
Unos segundos después, algo echó al suelo la pared de la casa de Lander, dejando entrar al gran Crawbrawler de Chano. Ladre tosió por el polvo que se levantó y alzó la vista.
-Tu tienes que ser Lander.
Entre la humareda, Lander pudo distinguir el emblema de los Rattata Skull, seguido de un cuerpo inmenso.
-He oído que alguien está derrotando a mis chicos y tú tienes cierta conexión con él, ¿me equivoco?
-¿Quién eres? -preguntó Lander confuso.
-Soy el líder de los Rattata Skull, Chano. -respondió. -Y tú serás quien me lleve hasta él.
Dicho eso, el Crawbrawler le sujetó del cuello y empezó a arrastrarlo. Mientras era llevado, pudo ver a Roserade y Lopunny tirados en el suelo entre los escombros, impotente, Lander no pudo hacer nada.
Con esfuerzo, Roserade intentó levantarse para ayudar a su amiga, cuando de pronto, escuchó unos rápidos pasos acercarse a la casa, al alzar la vista hacia el ruido, vio una figura que le resultaba familiar, pidiendo ayuda.
Al cabo de una hora, Lander se despertó encadenado en el filo de un edificio, sujeto por el torso de una cadena que le rodeaba. Sorprendido, se sacudió para intentar librarse.
-¡Soltadme! -decía Lander nervioso.
Una fuerte risa se escuchó tras Lander, se trataba de Chano, quien sujetaba el otro extremo de la cadena.
-Tranquilo, en cuanto ese hijo de puta aparezca serás libre.
Lander pensó que estaba hablando de Shorem.
-¡Eh, gilipollas! -gritaba Chano. -¡Tengo a tu amigo, si no quieres que acaba estampado en el asfalto, más te vale presentarte y enfrentarme!
No hubo ningún ruido, solo el de la gente que miraba horrorizada como Lander era expuesto como cebo para alguien.
-Parece que tu amigo te ha abandonado, mierdecilla. -le decía Chano a Lander. -Ya no me eres útil...
Chano soltó la cadena y dejó a Lander caer del edificio. La gente gritaba aterrada mientras Lander caía hacia el vacío. Antes de caer al suelo, una gran y rápida sombra negra y morada salvó a Lander de ser estampado, cuando alzó la vista, para su sorpresa, pudo ver una gran Noivern que le sujetaba.
La gente cuchicheaba aliviada, pero Chano no salía de su asombro.
La Noivern posó delicadamente a Lander en el suelo y, con sus afilados dientes, partió en dos las cadenas que le atrapaban.
-Gracias... -le decía Lander a la Noivern.
-¡Sayris! -decía una voz familiar para Lander.
Al girarse, pudo ver a Shorem correr hacia el lugar para ayudar, atravesando la muchedumbre. Shorem le acarició la cabeza a Noivern, a quien había llamado Sayris.
-¿Esa Noivern es...?
-Lo has hecho bien Sayris, descansa. -le decía Shorem devolviéndola a su Pokéball.
-¡Tú, el idiota de abajo! -decía Chano. -¡¿Eres quien ha ido derrotando a mis subordinados?!
Lander pudo comprobar cómo la expresión de Shorem cambiaba rápidamente a una expresión fría.
-Así que tú eres el líder de los Rattata Skull, ¿no? -le preguntó Shorem.
-¡¿Y qué si lo soy?! Me has hecho perder mucho dinero, y no me gusta nada que me roben. Así que, voy a romperte las piernas, pero antes te derrotaré en un combate Pokémon, y saca a ese susodicho Pokémon poderoso que tienes.
-¿Al más poderoso? Tú lo has pedido.
Shorem sujetó la Pokéball que tenía más arriba de su guantelete, haciendo que esta creciera hasta que ocupase toda su mano, seguidamente, la lanzó al aire hacia Chano.
-¡Adelante, Radius!
Al abrirse la Pokéball, una tremenda bocanada de fuego apareció, dejando ver entre las llamas un grandioso Charizard que llevaba una extraño collar al cuello.
-¿Un Charizard? ¡¿Un Charizard?! ¡¿Ese es el Pokémon más peligroso?! -decía Chano. -Debes de estar burlándote de mi, ¡¿un puto Charizard?! ¡Crawbrawler, Puño Trueno!
El Crawbrawler de Chano se lanzó velozmente contra el Charozard de nombre Radius, haciendo uso de un potente puñetazo envuelto en relámpagos.
-Tu lo has querido así... -decía Shorem mientras alzaba el brazo izquierdo.
La extraña esfera que tenía en el puño comenzó a brillar a la par que el del Charizard de nombre Radius.
-¡Radius, con nuestro vinculo, alcanza la mega evolución!
De ambas esferas, comenzaron a brotar haces de luz que se buscaban los unos a los otros, al encontrarse, charizard comenzó a brillar y a sufrir una transformación. Cuando el Crawbrawler lanzó su golpe, el aún brillante Charizard detuvo su golpe con su garra. Al disiparse la luz, Radius mostró como, su cuerpo anaranjado y amarillo se tornó negro y azul, y sus llamas se volvieron de azul intenso, brotando incluso de sus fauces.
Chano se sorprendió enormemente al ver aquella transformación en Charizard.
-¡¿Qué mierdas es eso?! -dijo Chano. -¡¿Qué has hecho?!
-He alcanzado el mayor vínculo que un Pokémon y su entrenador pueden tener. -respondió Shorem. -Solo unos pocos Pokémon pueden alcanzarla, se llama Mega Evolución.
Charizard observó fieramente a Crawbrawler con sus intensos ojos rojos.
-¡Lánzalo y Pulso Dragón!
Radius lanzó a Crawbrawler al cielo y tomó aire. De su boca, lanzó una llamarada de energía que, fue adoptando la forma de un dragón, impactando sobre el Pokémon rival. Chano se impresionó ante el tremendo potencial de Radius, dando un par de pasos atrás desde lo alto del edificio. Crawbrawler cayó al suelo de espaldas, con leves quemaduras sobre su cuerpo.
-¿Cómo... Cómo es posible? -se decía Chano. -¡Es un Charizard, un maldito Charizard! ¡¿Cómo has podido derrotarme con un Charizard?!
-Por que llevamos entrenando junto desde los siete años. -respondió Shorem. -Hemos crecido, llorado, perdido y ganado juntos. Nos hemos hecho fuertes juntos.
Charizard rugió con tal fuerza que hizo temblar hasta los cristales del edificio, asustando a Chano.
-Yo que tu me rendiría ya. -le dijo Shorem. -Podemos hacer esto por las buenas o las malas.
-¡¿Quién coño te crees que eres?! -decía Chano.
Ante su asombro, el gran Charizard negro lo tomó y lo llevó al suelo, dejándolo tirando entre la muchedumbre y ellos. Radius se posó de golpe tras Chano.
-¿Qué quién soy? -preguntó Shorem. -Soy tu verdugo...
Esa respuesta asustó a Chano.
-Radius... Acaba con él.
Las fauces de Radius comenzó a llenarse de la misma energía de antes con el Crawbrawler, pero en ese momento, antes de que Radius lanzase su ataque, Lander se interpuso.
-¡Para! -decía.
-¡Radius, detente!
El Charizard detuvo su ataque a tiempo de ser lanzado, mirando extrañado a Lander.
-¡¿Qué crees que estás haciendo?! -le preguntó Shorem. -¡Si no acabo con este basura volverá a las andada!
-Si lo haces serás tan malo cómo él. -dijo Lander.
Esa afirmación detuvo el enfado de Shorem.
-No lo entiendo. -respondió. -Allá donde vaya preferís tener a esta mierda de la sociedad viva, esa gente no aprende.
-Si lo haces quedarás a su mismo nivel y serás la misma mierda que Chano. -respondió Lander. -Otro mierda.
Durante la confusión, Chano intentó escaparse, pero la multitud se lo impedía.
-¡¿Qué hacéis?! ¡Dejadme salir! -reclamaba Chano.
Los ciudadanos no se apartaban, al contrario, lo arrinconaba, cosa que asustó algo a Chano.
Al cabo de unos minutos, la policía le detuvo. Shorem se dispuso a largarse del lugar, pero recordó algo.
-Casi se me olvida. -dijo. -Antes de venir aquí encontré a dos Pokémon bajo unos escombros, un Roserade y una Lopunny.
Lander se sorprendido.
-Están bien, las llevé al centro Pokémon nada mas sacarlas de ahí. La enfermera tenía el registro de esos Pokémon y dijo que eran los tuyos. -explicaba Shorem. -Ve a buscar s tus Pokémon.
Tras eso, Lander corrió al centro Pokémon, una vez ahí, pidió a la enfermera ver a sus Pokémon. No podía entrar, estaban en recuperación, pero a salvo y descansando, cosa que le alivió. Lander pasó la noche en el centro Pokémon esperando que a que sus Pokémon despertasen.
A la mañana siguiente, y tras recoger a sus Pokémon, lander volvió a su casa a recoger lo poco que pudo rescatar, las Pokéball de Lopuny y Roserade y poco más. Tras ello, lander preguntó a la gente si habían visto a Shorem, todos le decían que había ido a las afueras, se estaba alejando de Villa Campestre.
Antes de salir alejarse por completo de la villa, Shorem notó que alguien le llamaba.
-¡Shorem! -decía la voz.
Shorem se volteó y pudo ver a Lander correr tras él. Al llegar, recuperó el aliento algo agitado.
-¿Qué haces aquí? -le preguntó.
Entre jadeos, Lander le respondió.
-He... He venido a acompañarte.
-¿Perdona?
-No pienso quitarte el ojo de encima. -volvió a responderle. -Sé qué haces las cosas con la mejor de las intenciones, pero te tomas la justicia por tu mano, y vengo a impedirlo.
Shorem solo frunció el ceño.
-Haz lo que te de la gana, no me responsabilizo de lo que te pase. -le respondió. -Solo te diré una cosa, en cuanto encuentre al señor de la muerte, ni tú podrás detenerme en hacerle pagar por todo.
-¿El señor de la muerte?
Shorem comenzó nuevamente a alejarse mientras Lander, sin recibir respuesta alguna, comenzó a seguirle.
-¡Espera!
La región de Senda está llena de toda clase de gente, así como de Pokémon que costará ver, hay gente peligrosa y piadosa, y sus Pokémon responden a sus sentimientos, esa es la cruz de todos los entrenadores, crecer junto a sus Pokémon; algunos buscan ser los mejores y otros buscan justicia, ¿qué deparará a Shorem en su camino por esta región junto a su seguidor Lander? ¿Quién es el señor de la muerte?
