Mi nombre es Nicholas. Tengo dieciséis años y vivo en Westerville, Ohio. Hace un año que soy parte de algo que marcó mi vida: el coro de mi colegio. Es una actividad fantástica, ¿saben? No solo cantamos, sino que también bailamos. Solía ser muy tímido antes, y apenas tenía un par de amigos: Jeff y Trent. Recuerdo el día que los convencí de entrar a los Warblers — así se llama el coro—; ellos no querían saber nada con eso.

¿Los Warblers, hermano? ¿Me hablas en serio? Yo no canto. —Dijo Jeff con los ojos entrecerrados tras un vestidor luego de la práctica de béisbol. La idea de pertenecer a un grupo de perdedores que comenzaban a cantar de la nada en cualquier momento del día se le hacía de locos. En la Academia Dalton Para Muchachos, todos los amaban menos él y Trent. Les parecía una tontería.

Y yo definitivamente no bailo, Nick. Simplemente no.—Aseguró Trent con una expresión de fastidio.

Claro que cantas, Jeff, y de hecho eres muy bueno. Que no quieras admitirlo es otra cosa, compañero. Y Trent... ¿crees que no lo sabemos? Te hemos visto bailar cientos de veces en tu cuarto mientras creías que no mirábamos. La próxima vez, cierra las cortinas. — Respondí rápidamente. Oí a Jeff reír detrás de la puerta, casi podía imaginar su rostro burlón; Trent simplemente se limitó a refunfuñar en voz baja, probablemente maldiciéndome.

Jeff salió del cambiador con una toalla cubriendo su cabello rubio y una sonrisa leve pero presente en sus labios debida probablemente al recuerdo de su amigo haciendo el ridículo sin saberlo realmente. Él vivía —y vive— justo en la habitación de enfrente junto con David, otro buen amigo, mientras que Jeff y yo compartimos la nuestra, ya que nuestra escuela es un internado. Un buen día, llegando de nuestra clase de química entramos a nuestro cuarto, y Trent, en el suyo con las cortinas abiertas, bailaba al son del ritmo de una canción que Dios sabrá cual era, pero evidentemente era bastante movida. Recuerdo que nos reímos de aquello una semana entera, y cada vez que Trent venía, nos veíamos obligados a contenernos, lo cual era una tarea complicada.

No lo sé, Nick. Ya sabes lo que pienso de los Warblers. Siempre sospeché que les falta algún tornillo, es decir, no tienen sentido del ridículo ¿Has notado que siempre se ponen a practicar en cualquier momento del día y cualquier lugar, no importa las circunstancias? Imagínate que tengamos que hacer eso, apuesto a que querría que me tragase la tierra.—Jeff dijo mientras miraba perdido el suelo, seguramente con la imagen mental de él siendo absorbido por un hoyo en el piso.

Sí, quizá a veces se les va un poco la pinza, ¡pero vamos! Sería divertido... por fin podrías aprovechar tu talento como bailarín, todos se quedarán boquiabiertos cuando te vean...Traté de convencerlo usando una estrategia que, a lo largo de los años, aprendí que funcionaba perfectamente con Jeff: subirle el ego.

Bueno, con eso tienes razón. Esos pajaritos se creen que saben lo que es bailar y no tienen la más mínima idea.Respondió. Sonreí con satisfacción mientras Trent observaba indignado la escena.

Jeff, tonto, ¿no ves lo que está haciendo? Está adulándote solo para que te unas con él a ese tonto coro, ¡no caigas en la trampa!—Subió la voz con la última oración llamando la atención de varias personas en la sala. Sus ojos recorrieron con disimulo el lugar, y su cuerpo se redujo incómodamente. Mi mejor amigo me miró y suspiró resignado, yo le sonreí negando con mi cabeza. Llevando mi mano a su hombro, me volví a dirigir a él.

Jeff... escúchame. Tienes un talento impresionante y lo estás desaprovechando. Yo tengo talento y lo estoy desaprovechando, al igual que Trent. Estamos en nuestro segundo año y tenemos que empezar a hacernos notar en este lugar, ¿no crees? Además, he escuchado que los Warblers tienen un gran éxito con las chicas.Mis dos amigos alzaron sus cejas, interesados ante mi última referencia. Yo asentí una vez, volviendo a sonreír. — ¿Qué dicen? Prometo que si apesta tanto como creían, los dejaré ir.

Bien.Dijeron los dos al mismo tiempo, estrechando mis dos manos en señal de acuerdo. —Pero si me hacen quedar en ridículo, me iré. Tengo una reputación que mantener en el equipo de béisbol, ¿sabes?—Dijo Jeff, y yo reí, pasando mis brazos alrededor de los hombros de mis amigos mientras salíamos del lugar con un nuevo propósito: escribir nuestros nombres en la lista de aspirantes.