Hola Amigo y amigas. Aquí les traigo la primera historia de este año, hecha mí. Una historia que se ocurrió mientras escribía el One-Shot de otra y que mi mente me obligo dejarla, por el momento, para concéntrame en esta. Bueno, sin más que decir, ¡A LEER!


Un Amor Especial

Capítulo 01: Recuerdos Que Vuelven

Una que otra lagrima brotaba de mis ojos. Escuchar como Blaze al fin había conseguido una paz, de la cual yo aun no lograba, me hacía sentir feliz, por ella. A pesar de todo lo que sufrió dejó atrás una parte de esa carga que la destruía por dentro. Llevando un peso e impidiendo que otros la ayudaran. Pero ya no. Ella aceptaba la amistad de la cual era reacia. Aun así, noté que en su historia había cosas que no tenían sentido. Dejé de pensar en eso y veía como mi hija, junto con Cheese, jugaba con su nueva amiga, Marine the Raccoon. Ellos dos disfrutaban de su compañía, como ella de ellos.

- Ha sido muy agradable tú visita, Blaze. – dije, dándole un sorbo al té que preparé.

- Ustedes son como mi familia. Vendré a visitarlos siempre que pueda. – dijo ella mostrándome una sonrisa. – Después de todo tú me consolaste cuando lo necesitaba. Esa noche me contaste sobre parte de tú pasado. Especialmente Sobre su… padre. – dijo, señalando a Cream. – ¿Cuando vas a contarle toda la verdad? – Preguntó ella, tomando un sorbo de su té. Yo la miro, porque su pregunta no era mala, antes de contestarle.

- Se lo diré cuando sea el momento adecuado. – le contesté, mostrándole una sonrisa. Ella me la devolvió, mientras me decía que en su próxima visita le contaría su historia a Cream. Luego de varios minutos, ella nos informa que ya se tiene que marchar. Veo como mi pequeña Cream se entristece por esto. Blaze la consuela, diciéndole que ella volvería cuando menos se lo esperara. La alegría vuelve a su rostro, mientras la abraza, despidiéndose de ella y de Marine. Las dos vemos como desaparecen, en una llamarada de fuego. Veo a mi hija, que no deja de ver a la posición en donde antes estaba su amiga.

- Volvamos a casa, cariño. – le digo suavemente, mientras le acaricio su pequeña cabecita. Ella me muestra una sonrisa y sale corriendo rápidamente dentro de la casa. Doy unos suspiros cerrando mis parpados, sintiendo el viento acariciar mi pelaje. Mientras mis pensamientos están en calma siento como me cogen de la mano. Abro mis parpados y veo a Cream, quien sostiene el teléfono de la casa.

- Mamá, te llaman del trabajo. – dijo ella, entregándomelo. Yo lo cojo y escucho lo que me tienen que decir. Siento un poco de molestia al escuchar cómo me piden que vuelva al trabajo, a pesar de ser mi día libre. Luego de varios minutos de conversación suelto unos suspiros de resignación.

- De acuerdo. Iré inmediatamente. – dije, colgando el teléfono.

- ¿Te tienes que ir? – Me dijo Cream, viendo con tristeza hacia el suelo. Yo me sentía mal en dejarla, así que pensé en algo. Yo me agacho un poco y, con mi mano, alzo su cabeza para que pueda verme directo a los ojos.

- ¿Y qué tal si me acompañas? – le dije, mostrándole una sonrisa. Ella se alegra de esto y me abraza. Rápidamente nos alistamos y salimos directo la estación de tren del pueblo, para ir a la ciudad de Station Square. El viaje de ida no dura más de veinte minutos, lo cual nos permite irnos caminando para disfrutar del momento. A pesar de que gran parte de la ciudad aun seguía sumergida, el área en donde estaba el local, en donde trabajo, se mantuvo a salvo. Ese día, el día del desastre, estaba de descanso. Vi, con temor, como la criatura arrasaba sin problemas el lugar. Pensé que no había ninguna forma de que toda la gente se salvara. Recé por sus almas y pedí al cielo por su seguridad. Como un milagro mis plegarias fueron cumplidas. Vi como un erizo azul detuvo a la criatura, con gran esfuerzo, y los salvó a todos de la destrucción. Mientras pensaba en esto no noté que había alguien frente a mí, causando que me tropezara y lo tumbara. Me siento apenada por esto y trato de darle la mano para levantarlo.

- Lo siento. Lo siento mucho. – Le digo. No podía verle el rostro ya que tenía una bolsa de supermercado tapándolo, junto con los víveres tirados alrededor de él. Cream comenzó a recoger los víveres, junto con Cheese. El señor portaba un traje elegante gris, lo cual no me permitía deducir bien su especie. Solo pude distinguir la cola roja, que se parecía a la de un camaleón.

- No se preocupe, fue mi culpa. – dice amablemente mientras se quita la bolsa de la cabeza. Mis ojos vieron fijamente al camaleón rojo, quien también se quedó pasmado viéndome. Ambos nos miramos fijamente, ya que no creíamos lo que nuestros ojos nos mostraban.

- ¿Vanilla?– Dijo él, sorprendido. – No puedo creer que seas tú. – dijo, mientras me abrazaba de alegría.

- Dunkel. Yo creí que habías… – No pude terminar la frase, ya que mi cuerpo se bloqueó. Él me dejó de abrazar y noté las lágrimas que brotaban de sus ojos.

- Yo pensaba lo mismo de ti. Cuando no te vi… cuando vi las noticias pensé que… ¿Qué pasó? – Me preguntó. Yo miré hacia el suelo, mientras sentía como una lágrima se deslizaba por mi mejilla. Alcé la mirada de nuevo y lo vi, con un gesto de tristeza. Él se sorprendió y miró hacia otro lado. – Lo siento. – dijo. Noté como Cream parecía confundida con todo lo que estaba pasando. Vi como Dunkel se agachó y comenzaba a acariciar la cabeza de Cream. – Eres muy hermosa. Eres tan hermosa como tú madre. – dijo él, dejándole de sobar la cabeza y levantándose. Él me miró fijamente, con culpa en sus ojos. – Debimos haberte escuchado. Debimos haber sido buenos. Si lo hubiéramos hecho tal vez, solo tal vez… – Se detuvo, soltando un suspiro. – Siento mucho lo que te hicimos. Siento mucho dolor al ver cómo te cambiamos. – Seguía viendo la culpa a través de sus ojos.

- De todo mal puede salir algo bueno. Si no hubiera sido por ustedes… nunca la hubiera tenido. – Dije, mostrándole una sonrisa. – Solo hubiera deseado que él la hubiera visto crecer. – A pesar de que seguía mostrándole una sonrisa por dentro me moría de dolor.

- Luego de lo sucedido yo decidí hacer lo correcto. De hecho, estoy casado y espero a una hija. Cada vez que creo que voz a caer en tentación, pienso en ti. Bueno, nos vemos pronto. – Termino de decir, abrazándome. Él se separó de mí y guardó los víveres en la bolsa de papel. Vi como se marchó, moviéndome su mano en señal de despedida. Yo también hice un ademan de despedida con la mano. Después de tanto tiempo, cuando creí que parte mi pasado había desaparecido, vuelve… pero de una manera que nunca creí que pasaría.

- Mamá, ¿Quién es él? – Esta pregunta, hecha por mi pequeña Cream, me hace salir de mi trance. Yo la veo, notando lo confundida que estaba por esta situación, y le muestro una sonrisa.

- Un viejo amigo. Un amigo que creí que jamás volvería a ver. – Le contesté. – Vámonos, ya que nos hemos retrasado. – Le dije, mientras nos poníamos en marcha hacia mi trabajo.

El resto de la tarde fue agitada, y eso que Cream me ayudaba. Cuando mi jefe dijo que "Había bastante trabajo" no bromeaba. La pastelería nunca había estado tan llena desde el incidente de la criatura. Él tuvo que despedir a dos, de las cinco, empleadas. Yo pensé que perdería mi empleo pero él me dijo: "Estas loca. No soy un idiota para despedir a mi mejor trabajadora". Pero desde ese día mi trabajo se ha duplicado un poco, perdiendo un poco de tiempo para pasar por mi hija. Aun así, haría lo necesario para que mi hija tuviera una buena educación y un buen futuro. No quería que nada malo le pasara, a pesar de que los problemas aparecían. Pero no me preocupaba, ya que ella era protegida por sus grandes sus amigos.

Sin darme cuenta, por todo el trabajo, ya era de noche. Mi jefe me pidió perdón por pedirme trabajar en mi día de descanso. Yo le acepté la disculpa, no podía enojarme, pero le dije que ya era hora de que les devolviera el empleo a mis antiguas compañeras. Noté como pensó en mi propuesta. Luego de eso tomé un taxi, junto con mi hija, a la estación de trenes. Llegamos a tiempo y lo abordamos. Los minutos pasaron y, sin darme cuenta, llegamos al pueblo en el que vivíamos. El pueblo era tan tranquilo que, a pesar de ser las diez de la noche, podíamos irnos a pie a casa. Tardamos unos minutos en llegar ya que vivíamos a las afueras del mismo pueblo, cerca a las pequeñas colinas y los hermosos prados verdes que la rodeaban. A lo lejos se podía vislumbrar el bello bosque Leaf Storm. Estos pensamientos los dejé de lado al ver como mi pequeña Cream y Cheese bostezaban por el cansancio.

- Entremos y durmamos de una vez. – Dije, mientras introducía la llave en la cerradura de la puerta. Sentí como ella y Cheese jalaban mi vestido. Los vi y note sus caras de inconformidad.

- Mamá, lo que pasa es que hoy dan una película y quería vérmela. ¿Podemos? – Dijo, mostrándome unos ojos tiernos. No pude resistir esa mirada y di un suspiro de resignación.

- De acuerdo. Yo te acompañaré. – Le contesté, mientras veía como una sonrisa se vislumbraba en su rostro. Al abrir la puerta ella junto con Cheese corren (vuela) a la sala, con ánimo. Yo, sin embargo, me dirijo a mi habitación, en el segundo piso de la casa, para buscar una manta. Yo las conocía muy bien y sabía que pasaría. Al bajar y llegar a la sala mis deducciones se cumplen. Veía como mi tierna Cream se había quedado dormida, mientras que Cheese trataba de mantenerse despierto. Yo me siento a su lado en el sofá y la comienzo a abrigar. En eso, Cheese agarra la cobija y termina de abrigarla por mí. Vi como, después de abrigarla, se acurruca a su lado, mientras ella inconscientemente lo abraza. Al comienzo vi a Cheese como una mascota pero Cream, con enojo, me decía que no era una mascota, era un "amigo". Con el paso de los años me di cuenta de eso. Noto como a los pocos segundos se quedaba dormido, con una sonrisa en su bello rostro. Ver esa escena era tan tierno, digno de una foto. Al pensar en eso, noto que a mi lado se encontraba un álbum de fotografías, el cual era verde. Lo cojo y le comienzo a dar una ojeada. Unas pequeñas lágrimas brotaban de mis ojos al ver cada página del álbum. Veía el crecimiento de mi pequeña Cream durante estos últimos seis años. Los cumpleaños que le celebré y los regalos que le di. A pesar de que era a veces estricta con ella yo no dejaba darle todo mi cariño. Yo quería educarla de la mejor manera posible, para evitar que tomara decisiones que pudieran afectar su futuro. "No quiero que ella sufra como sufrí yo". A pesar de haber trabajado arduamente no tenia sueño, especialmente por el reencuentro con Dunkel. Verlo me recordaba todas las cosas que hice durante ese tiempo de dolor y placer. Una época en la que mi vida no me importaba. Además, con la visita de Blaze, recordaba aquella noche en la que le contaba por primera vez a alguien mi pasado. A pesar de su corta edad, su pensamiento y su madurez eran altos. "Es más madura de lo que yo fui". Mis parpados se cerraron y mi mente recordaba aquella noche.


Mis parpados se abrían, mientras sentía mi garganta seca. Me levanto de la cama y bajo las escaleras, para dirigirme a la cocina. Allí me sirvo un vaso de agua y me lo bebo tranquilamente. Sentí como ese liquido humectaba mi garganta y saciaba mi sed. Al sentirme calmada subo de nuevo a mi habitación. Pero, ya frente a mi puerta, escucho unos sollozos en el pasillo que provenían de la habitación de huéspedes. Camino lentamente y los escucho aumentar. Aunque me sentía mal al abrir la puerta sin permiso, lo que veo me sorprende. Veo las lágrimas brotar de sus ojos. Ella se baja de la ventana y se soba las manos por los ojos.

- Lo… lo siento. – le pido disculpa por entrometerme de esa manera. – Blaze cariño, ¿Te pasa algo? – Le pregunto.

- Es que… tengo miedo. – Dijo ella, volviendo a caer en llanto. – Tengo miedo de no poder volver a mi dimensión. No sé porque esta gema no me permite volver a casa. – Veo como ella hace brotar unas llamas de sus manos para que apareciera una gema de color rojo. – Siento su energía pero por algún motivo no puedo irme. Tengo miedo de no volver a mi hogar. –

- Blaze, tú volverás. Puede que la gema no te permita irte porque presiente algo. – le contesto, ya que fue lo primero que se me vino a la mente. Ella me mira y noto algo de inconformidad por mi respuesta dada.

- Eso no tiene sentido. Son solo reliquias de poder antiguo, no seres vivientes. – Me dice ella.

- Que no puedan hablar no significa que no estén vivas. Solo tienes que aprender a escuchar. – Le dijo, viendo como se queda pensando en mis palabras. Ella me muestra una sonrisa.

- Me recuerdas mucho a mi madre. O, mejor dicho, creo que me recuerdas a mi madre. – Esa respuesta dada por ella me pone pensativa. Ella nota mis expresiones y me comienza a abrazar. – Los recuerdos que tengo de mi madre son muy vagos. Son como tratar de ver una isla en medio de una niebla. Sabes que está allí pero no puedes verlo con facilidad. Me duele porque siento que hay un vacío en mi alma. – Termina de decir. Siento un dolor en el pecho por lo que dijo. Está a cargo de un reino y la protección de unas gemas, y tuvo que volverse fuerte, sacrificando su infancia por el bien de su gente.

- No puedo decir que mi sufrimiento es como el tuyo, pero sé lo que se siente. – Noto como ella se separa de mí y me mira directo a los ojos.

- ¿Puedes contármelo? – me pregunta, con seriedad. No le contesté inmediatamente, dejando un silencio incomodo en la habitación. Ella aparto la mirada, con culpa, hacia otro lado. – Entiendo. Discúlpame por tratar de inmiscuirme en algo que no me debería importar. – Dijo ella, mientras se dirigía a la cama.

- Sí… puedo contártelo. – Le dije, haciéndola que se detuviera y me mirara. Yo caminé hacia la cama y me senté en ella. Le di unas pequeñas palmadas a la cama, como señal para que se sentara. Ella entendió y se sentó a mi lado. Yo la miré y le mostré una sonrisa. – Solo te pido que no me juzgues por las cosas que hice. – Le dije, casi como si fuera una súplica.

- No tengo ese derecho. Puedes hablar con toda libertad. – Me respondió con una sonrisa, dándome confianza.

- Bueno, comencemos de una vez…–


Inicio del Flashback

Escuchaba la alarma del despertador sonar una y otra vez. Alargaba mi mano para apagarla pero, por algún motivo, sentía que no la encontraba. Con rabia me levanto de la cama y enciendo la luz de mi habitación. Con más rabia aun, por lo que mis ojos veían, noté que el despertador se encontraba en el suelo. Lo recogí y noté la hora.

- Desearía poder levantarme tarde alguna vez. – dije al ver que eran las 5 am. Bostecé un poco, ya que durante toda la semana me había desvelado hasta tarde. Voy al baño y, al abrir la ducha, siento como el agua fría recorre mi cuerpo. "Si antes no estaba despierta, ahora si lo estaba". Escucho a mi padre avisándome que me preparara, ya que en cualquier momento abriría el negocio. Vuelvo a mi habitación y me coloco rápidamente el uniforme de mesera.

- Ya estoy lista, papá. – le dije, con una sonrisa en mi rostro.

- Bueno, cariño. – Me dijo él, mientras me daba un beso en la frente.

- Buenos días, mamá. – dije, al ver a mi mamá terminando los preparativos en la cocina de la cafetería.

- Buenos días, cariño. – Me respondió con una sonrisa. – Bueno, comencemos. – me dijo con alegría.

A los pocos minutos de abrir la pequeña cafetería se llena rápidamente, con gente lista para comenzar su rutina diaria. Todos ellos agradecían la delicia de nuestra comida y postres. Vi como uno de ellos se llevaba 25 cupcake de chocolate, con relleno de fresa.

- Espero que no engorde. – Le dije, en forma de burla.

- Eh… es para… ehh… los compañeros del… ehh… trabajo. Sí, son para los compañeros de mi trabajo. – dijo, dudando con cada una de sus palabras.

- Claro. – dije sarcásticamente, con una sonrisa, mientras le entregaba el recibo de la compra. Él rió ante mi comentario, antes de irse. Después de eso, gran parte de la mañana transcurría con tranquilidad; hasta que escuché a uno de los clientes llamar la atención. Me acerqué a la mesa y lo vi. Era un conejo antropomórfico como yo, con ojos amarillos. Su pelaje era de color café oscuro y su vestimenta era una camiseta sin mangas de color gris, igual que sus pantalones; sus guantes eran grises con un parche rojo. Su tenis eran rojos con grises y blanco. Y tenía una gorra gris, puesta al revés, sobre su cabeza. Por su apariencia deduje que podía tener entre 15 a 17 años.

- ¿Pasa algo, señor? – Le pregunté, mientras le mostraba una sonrisa. Vi como me miraba, con sus ojos amarillos, directo a los ojos.

- Primero que nada, llámame Milton (Ver Milton en mi DeviantART). Segundo: Sí, pasa algo. – Me dijo, denotándose un poco de inconformidad en su voz. – ¿Quiero saber quien hizo este pastel de queso crema? – Dijo.

- Fui… yo. – Le respondí con un poco de temor. Él me miró fijamente, con seriedad, hasta que en su rostro esbozó una sonrisa.

- Es increíble. Es la delicia más grande que he probado en mi corta vida. Supongo que tú habrás hecho todos los demás postres, ¿o me equivoco? – dijo, sin dejar de esbozar su sonrisa.

- Sí, junto con mi mamá. – Le respondí, sintiendo que me sonrojaba ante su adulación.

- Lo sabía. Alguien tan linda como tú crea las mejores cosas. Bueno, me voy. – Dijo, dejando en la mesa la propina. "una gran propina". Vi, por la ventana, como él se subía en una moto Harley Davidson de color roja y aceleraba, alejándose poco a poco de la cafetería. Mis pensamientos se quedaron fijos en aquel chico, mientras sentía como mi corazón aceleraba poco a poco.

- Vanilla, ¿Pasa algo? – Escuché decir por parte de una de mis compañeras, sacándome del trance en el que me encontraba.

- Ergh… no. No pasa nada. – dije, titubeando un poco. Vi como ella mostraba una pequeña sonrisa de malicia en su rostro.

- Ohh… ya veo. Parece que te atrajo ese chico. Ya era hora. – Dijo ella, con un tono malicioso. Yo sentía como mi corazón y mi respiración aumentaba por la declaración de mi compañera.

- No seas stupid. – Le dije, alzando un poco la voz, viéndola un poco enojada.

- Lo que tú digas, Cupido. – Dijo, soltaba unas carcajadas.

Después de ese pequeño "percance" continué con mi trabajo con tranquilidad. Sin darme cuenta, siento como mi madre me coge del brazo y me mira asustada.

- Vanilla, son las 1:20 pm. Vas a llegar tarde a la universidad. – dijo, haciendo que abriera mis ojos como platos, saliera corriendo del lugar y me fuera directo a mi habitación. Me cambié lo más rápido que pude, colocándome un vestido naranja con un chaleco verde. Me dirigía la cocina, cogí un pedazo de pan y me lo embutí directo a la boca. Al sentir que me atragantaba tome un poco de leche. Vi el reloj y me aterré al ver que eran las 1:35 pm.

- Bye Mom. Bye Dad. Nos vemos en la noche. – Dije, despidiéndome con la mano, mientras corría a la parada de buses. Lamentablemente, vi como el bus, de la ruta directa a la universidad, ya iba a dos cuadras de distancia. No podía alcanzarlo ni corriendo, pero no me importó. Traté de correr pero tropecé y caí, viendo como el bus desaparecía de mi vista. Nunca había llegado tarde a ninguna clase, y no podía llegar. Yo era becada y una de las normas era no faltar ni llegar tarde. Sentía que todo el esfuerzo, que había hecho durante estos últimos dos semestres, fue en vano. No podía coger un taxi ya que no tenía el dinero suficiente para pagarle. "He perdido todo" pensé, mientras sentía como unas lagrimas brotaban de mis ojos.

- Sweetness (Dulzura), ¿Qué te pasa?- Escuché la voz de aquel muchacho, mientras alzaba la mirada. Vi sus ojos amarillos mirarme fijamente, mientras en su rostro se vislumbraba gestos de confusión. A pesar de que hoy fuera la primera vez que hablaba directamente con él, sentía una confianza que me permita decirle lo que pasaba.

- Es que si no llego a tiempo, a la universidad privada de Carcer City, perderé mi beca. – Le dije, mientras me secaba las lágrimas.

- Vaya, eso queda al otro lado de la ciudad. Aunque te fueras en taxi no llegarías. – Al escuchar su respuesta sentí que perdía cualquier pizca de esperanza. – Súbete, yo te llevo. Al final y al cabo, vivo cerca de allá. – Me dijo con una sonrisa. Lo vi sorprendida por su idea y no sabía qué hacer. Él me mira, mientras enciende el motor de su moto. – Sabes que es la única manera de que llegues a tiempo. – Comentó. Su argumento fue más que suficiente para que aceptara. Me subí a la moto sin darle muchas vueltas al asunto, mientras me agarraba de su pecho.

- Hey, ¿Y los cascos? – Pregunté. Pero, en vez de recibir una respuesta por parte de él, acelera de inmediato.

- Cascos. Eso es muy gracioso. – Dijo, pero yo escuchaba con dificultad por el viento y el sonido de las bocinas de los autos. Vi como nos pasábamos los semáforos en rojo y por poco rozábamos contra los vehículos. Un miedo pasaba por mis venas pero, sin poder controlarlo, también sentía un placer por el peligro que experimentábamos. Sin darme cuenta, sentí como la moto frenó y por un momento pensé que nos habíamos chocado contra algo. Sin embargo, al abrir mis parpados, noté que estaba frente a la entrada de la universidad.

- Listo, llegamos. ¿Te gustó el paseo? – Dijo él, con una sonrisa. Lo miré primero sin poder mostrar alguna expresión en mi rostro. Pero después le mostré un rostro de ira, mientras me bajaba de la moto.

- Pude haber muerto. Eres un tonto y alguien irresponsable. – Le dije yéndome, entrando al campus universitario, sin mirar atrás.

Aun con todo eso, logré llegar a tiempo a la clase. Una de mis compañeras estaba sorprendida por la hora en la que llegaba.

- Tuve… un inconveniente. – Le dije, mientras sacaba mi libreta.

- Y ese inconveniente es ese guapo chico con el que llegaste, ¿Verdad? – Me dijo, mostrándome una sonrisa.

- Eso es… eso no es… no me molestes. – le termine alzando un poquito la voz, con un poco de rabia. En eso, llegó el maestro culinario para comenzar la clase.

Estas clases eran importantes para mí, luego del esfuerzo que tuve que hacer para conseguirlas. Recordaba como hacia un año me había inscrito a un concurso de cocina y había ganado. El premio era una beca de estudio en el programa de gastronomía, cocina y pastelería internacional. Además, como clase adicionales, también podía estudiar finanzas. Estas dos materias consumían gran parte de mi día, saliendo casi a las 10:30 pm. La hora era tan tarde que cogía el último bus con ruta a mi casa. Y, in darme cuenta, ya era la hora de salir, luego de un día duro de estudio. Caminé fuera del campus y vi a lo lejos como el bus había llegado antes de lo previsto y ya comenzaba a marcharse. Sentía miedo, ya que no podía perder ese bus. Volví a correr pero, como en la tarde, lo perdí. Mi corazón latía fuertemente, ya que el barrio no era un buen lugar para estar sola. No podía volver al campus ya que no era parte de los estudiantes que residían allí, y no permitirían mi entrada. Sin más que hacer, decidí comenzar a caminar y buscar un taxi. Si no hubiera olvidado mi teléfono, por salir agitadamente de mi casa, solo era cuestión de marcar el número. Pero no era así, y lo peor era que muchos de los teléfonos públicos estaban dañados. Ya había caminado varias cuadras buscando un teléfono y el miedo comenzaba a invadirme. Pero, como un milagro, veo a lo lejos un taxi estacionado. Doy varios pasos, y cuando creo que la suerte estaría de mi lado, soy detenida por una mano fuerte que me jala a un callejón.

- Hola guapa. – Vi el rostro del que me sostenía bruscamente. Era un toro antropomórfico, portando una chaqueta roja, con unos guantes y tenis del mismo color. – Lista para divertirnos. – Decía él con malicia en sus palabras.

- Tú te divertiste con la última, ahora me toca a mí. – Escuche decir por un lado. Vi como, casi de las sombras, salía un camaleón antropomórfico rojo. Su vestimenta eran unos pantalones negros rasgados, guantes del mismo color y con un tenis blanco (los cuales se denotaban sucios).

- Ustedes dos son idiotas. Esta vez me toca a mí. – escuché decir por parte de a una chica. Al ver de dónde provenía la voz noto que se trataba de una hiena antropomórfica, con un vestido de cuero café, que delineaba su figura sexy. Sentí como el toro me soltaba pero me apuntaba con un revólver, que sacó de su chaqueta. Mi cuerpo temblaba al sentir las manos de la hiena mientras me tocaba en todas partes – Apuesto de que aun sigues siendo nueva. Tranquila, seré dulce contigo. – Dijo, mientras acercaba su rostro al mío.

- Nadie se divertirá con ella. – Escuché decir. Vi quien era, aun habiéndolo reconocido por su voz

- Pero Milton… – decía inconforme el toro.

- Pero nada. Yo la conozco. Trabaja en mi cafetería favorita y no quiero que quede destrozada mentalmente. No podría vivir sin todos sus deliciosos platillos y postres. – Dijo Milton, mostrándome una sonrisa. Siento como la hiena se separa de mí, dándome espacio para alejarme de esos tres. Sin embargo, soy detenida por Milton que me agarra del brazo. – No somos la única pandilla por esto lares. Yo te llevaré a casa, para que llegues a salvo. – Me dijo seriamente. Yo no quería estar cerca a él pero no tenía otra opción. "Era eso o arriesgarme a que me pase algo peor". Yo asiento con mi cabeza y lo sigo a su moto, subiendo en ella rápidamente. Al igual que en la tarde, él acelera su moto sin pensarlo dos veces. Siento el viento frío de la noche acariciar parte de mi pelaje, haciéndome sentir un poco de escalofrío. En cuestión de minutos, veo como se detiene a dos cuadras de mí casa. Yo me bajo de su moto y lo veo fijamente.

-Te puedo llevar hasta aquí. Se te no querrás que tus padres te vean conmigo. Bueno, me iré pero quiero un "gracias" de tú parte. – Dijo él, mostrándome una sonrisa. Yo, sin embargo, lo veo con rabia por todo lo sucedido.

- ¿"Gracias", después de lo que casi me pasó? Tú eres cómplice de esos pandilleros. No me sorprendería de que tú hagas cosas peores. – Terminé de decir, con ira en mi voz. Noto como él se baja de su moto y, con rabia, me coge de mis brazos y me recuesta contra la pared de unos de los edificios. Veo sus ojos y un miedo invade mi cuerpo.

- Sí, he hecho cosas peores. He lastimado a niñas más jóvenes que tú. He matado a otros por dinero o diversión. Ahora, yo impedí que perdieras la beca que ganaste hace casi un año. – Escuchar esas palabras me sorprende, ya que sabía más de mí de lo que pensé. – Yo impedí que te quitaran la inocencia y un "gracias" es muy poco como pago. Pero, por ti, aceptaré eso. Además, se que no dirás nada. Sé dónde vives, con quien vives y otras cosas más que no creerías. Así que dime "gracias, Milton" o seré yo quien termine el trabajo que comenzaron mis amigos. – Terminó de decir amenazantemente. Yo estaba aterrada ante sus palabras, viendo como mostraba una sonrisa casi lunática.

- Gracias,... Milton. – Dije en voz baja, mirando hacia el suelo. Vi como él se colocó la mano en su oreja.

- Perdón, ¿Dijiste algo? Es que no te escuché. – Dijo, con un tono de sarcasmos.

- Gracias, Milton. – Dije, alzando un poco la voz, viendo de nuevo hacia el suelo al decir estas palabras.

- Creo que escuche un pequeño ruido. Por favor, alza la voz y mírame a la cara. – dijo en burla.

- ¡Gracias, Milt…! – Dije, viéndolo y gritando. Pero no pude terminar la frase ya que, sin aviso, el me comenzó a besar de una manera apasionada. Sentía como mi estomago se revolvía, ya que sentía el sabor de cigarrillos, alcohol y otras cosas, provenientes de su boca. Luego de varios segundos, al fin se separó de mí.

- Bueno, con esto es más que suficiente. Te veré mañana, Sweetness. – Dijo, guiñándome el ojo derecho, y marchándose en su moto. Al ver que su silueta desaparecía sentí que el estomago se revolvió de nuevo, causándome ganas de vomitar. Corrí hacia un bote de basura y vomité. Sentí repugnancia y rabia ante las acciones de Milton. Camine a mi casa y, frente a esta, vi mi reflejo en la ventana. Veía como parte de mi boca estaba sucia, pero lo que me sorprendió fue verme sonriendo. Una sonrisa que antes no había visto en mí. Una sonrisa que demostraba algo que trataba de negarme. "Eso se sintió especial". Al pensar en esto, me aterro y lo niego con la cabeza, y me limpio la suciedad en mi boca con un pañuelo.

- Ni en un millón de años. – Dije, incrustando la llave en la cerradura, abriendo la puerta y entrando a mi casa.


Bueno, espero que les haya gustado. No olviden dejar sus Reviews y nos veremos Pronto.