Chapter 1: Welcome to my life
Londres; Junio 2003
Ich will dass ihr vertraut, ich will dass ihr mir glaubt…
Apagué el despertador de un manotazo como todos los días y sonreí irónicamente. Sí, yo también quiero que confíen en mí y que me crean, pensé cuando la voz de Till Lindeman dejó de cantar. [La canción dice: "Quiero que confíen en mi, Quiero que me crean] Pero ¿cómo lo iban a hacer los demás si no lo hacía ni yo misma? Decidí dejar los temas filosóficos sobre mí y levantarme para prepararme para el último día de clase del curso. Cogí una camiseta negra de manga corta que pone en letras rosas y blancas "Yes but no with U" y unos shorts vaqueros, ya que hoy parecía que iba a hacer buen tiempo. Me hice dos coletas bajas y bajé corriendo a desayunar, que ya llegaba con el tiempo justo. Mis padres aún seguían en la cama así tan solo me comí un par de galletas de chocolate. Me lave los dientes y cogí la mochila para salir hacía el instituto. Encendí el MP3 y saqué uno de mis libros preferidos, El Hobbit. Me lo había tantas veces que había perdido la cuenta pero me seguía encantado. Después de ese "agradable" paseo hasta aquella cárcel en el que todo mundo se me quedaba mirando raro, como si nunca hubieran visto a nadie leyendo por la calle… llegué al instituto sin apenas darme y entré en mi clase como un autómata. Me senté al fondo de la clase esperando que se acabara pronto el día y poder volverme a refugiarme en la música y en los libros, mis únicos amigos. Sí, queridos amigos, otro año más aquí y no había conseguido más que un amable, nótese la ironía, friki o bicho raro por parte de mis compañeros, pero al final habíamos establecido una especie de pacto: ellos no se acercaban a mí y yo a ellos tampoco, ale todos contentos. Me vino a la cabeza la letra de una canción de un grupo español y esbocé una pequeña sonrisa. "Fin de siglo, solo y sin amigos, vaya fin de siglo más jodido" Para qué negarlo, tenían razón.
El día se paso rápido y al fin sonó el último timbre. Como todos los días salí sola con mi MP3 y mi libro. Ahora mismo sonaba I want out de Helloween así iba tarareando por lo bajo mientras leía. No me apetecía llegar a casa así me fui a mi parque y me senté al lado del que ya había bautizado como mi árbol. Me acomodé en sus raíces, casi desapareciendo, por lo que cualquiera que hubiera pasado ni si hubiera dado cuenta de que allí había alguien. Alguna ventaja tendría que tener el ser bajita, ¿no? Saqué un paquete de galletas de chocolate que llevaba en la mochila y cogí una levantando la vista hacía el parque. Había una panda de chicos, de los típicos matones, pegando a otro chico. Si fuera otro día cualquiera me habría quedado simplemente mirando, pero aquella vez algo me impulsó a quitarme los cascos y dejar las galletas para levantar y dirigirme hasta donde estaban aquellos chicos.
Chico: ¿Qué pasa, que no te defiendes? Además de nenaza, cobarde, ¡si es que lo tienes todo!-dijo riéndose.
Yo: Claro, e ir a pegar a un chico con tus amigotes es de valientes, ¿no? –le pregunte alzando las cejas y cruzándome de brazos.
Chico: Ohh que bonito un bicho raro protege a otro. –se dirigió hacía mí –Por qué eres una chica que si no…
Yo: ¿Qué? ¿Me pegarías acaso? Es la escusa menos creíble que conozco. -Le respondí en tono seco.
Chico: A mi no te me pongas chula…
Yo:¡ Ni tú a mi tampoco! ¡Si fueras tan valiente como dices no necesitarías ir pegando por ahí a la gente con tus amiguitos!-me estaba comenzando a enfadar y mi voz había subido de tono.
El chaval levantó la mano como si me fuera a pegar pero ni siquiera parpadeé. Parece que se lo pensó por qué bajo la mano
Chico: Por esta vez te dejaré pero ni se te ocurra volver a cruzarte en mi camino. –me dijo demasiado cerca para mi gusto.
Le hizo un gesto a sus amigos para que lo siguieran. No aparté mi mirada de ellos hasta que desaparecieron. Cuando lo hicieron me dirigí hasta el chico al que pegaban y me agaché junto a él.
Yo: ¿Es-estás bien?-le pregunté mientras él observaba sus gafas rotas.
Chico: Si… supongo. –respondió levantado la cabeza. Entonces entendí por que el matón aquel había dicho que un bicho raro protegía a otro. Reconocí al chaval, era con el que siempre me sentaba en la mesa más alejada de la biblioteca. Parecía que a ninguno de los dos nos gustaba la compañía y siempre estábamos solos, pero él estaba un curso por encima así que nunca nos habíamos dirigido la palabra. -¿Por qué lo has hecho?-me preguntó mirándome directamente a los ojos.
Yo: Yo… yo… pues la verdad es que no lo sé-respondí bajando la cabeza. No aguantaba la mirada de sus ojos azules tirando a verdes demasiado tiempo.
Chico: No hacía falta que lo hicieras, yo podía solo. – se levantó de golpe, tirándome al suelo.
Yo: Si hubiera sabido que serías tan borde no lo hubiera hecho, tranquilo.-dije levantándome en un tono bastante borde, como el de él.
Chico: Nadie te lo pidió.-me miró con odio.
Entonces aparecieron tres chicos, gastándose bromas entre ellos y gritando.
Chico1: Ehhh ¿Doug ya tienes una amiguita?-gritó un chico castaño con el pelo alisado. –¡Podrías presentárnosla!
Chico2: ¿Qué le ha pasado a tus gafas? ¿Ya te han vuelto a pegar?-preguntó otro de los chicos, pero esta vez era rubio y parecía más normal que el de pelo alisado.
No me quedé para escuchar más la conversación, me di la vuelta y me dirigí hacía mi árbol para poder coger mis cosas y largarme de allí.
Chico1: ¡Ehh monada, espera, no te vayas, que no te has presentado!
Me puse los casos para no tener que escuchar más estupideces y perder de vista a aquellos chicos. Suerte que tenía mi MP3, en el que sonaba Hail and Kill de Manowar y me tranquilicé un poco. Estúpido chico, encima que le ayudo… ni siquiera un gracias, no esperaba más… con suerte no lo volveré a ver hasta el año que viene y puede que ni eso… Pensé mientras caminaba hacía mi casa. Con suerte… si la suerte no había de mi lado durante todo el curso… ¿por qué iba a empezar a estar ahora?
