La Lista

Hermione bajó deplorablemente las escaleras de la Madriguera. Los asientos que rodeaban la mesa de la cocina ya habían sido ocupados por ex miembros de la Orden, la familia Weasley y Harry. Ella tomó el último asiento disponible en medio de Ron y Ginny, mientras se robaba la última tira de tocino de Ginny.

-¿Algún avance?-

-Aún no.- Dijo el Señor Weasley excusándose.

Hermione miró a Ginny quien mantenía una mueca en su rostro y envolvió su brazo alrededor de sus hombros.

-¿Cuánto falta para que la lista llegue?-

-En cualquier momento.- Le respondió Bill. –Pero no llegará a eso. No lo permitiremos.- Ella percibió la seguridad que intentaba poner en sus palabras, a pesar de saber que era algo que él no podía prometer.

-Lo sé, Bill.- Ella trató de sonreír, pero era casi doloroso. Iba a tomar un pedazo del pan tostado de Ron mientras él se lo metía a la boca.

-Perdón- Masculló él con la boca llena, escupiéndole migas. La joven sólo asintió con la cabeza; apenas podía soportar mirarlo. Ella comprendía su decisión, pero hasta el momento, todavía no podía perdonarlo.

-¡Oh, no!- Susurró Ginny.

Hermione levantó la mirada para encontrarse con una majestuosa lechuza que miraba hacia la ventana de la cocina y ahogó un leve "Oh, Dios". Liberó el hombro de Ginny, tomando en su lugar su mano. Harry se echó hacia atrás alrededor de Ginny para colocar una mano en su hombro.

El Señor Weasley tomó el grueso sobre de la lechuza y la mandó de vuelta por donde había venido. Con una nerviosa mirada hacia ella, abrió el sobre. Hojeaba las cartas escogiendo la última en el sobre. Tomó una bocanada de aire y leyó en voz alta:

"En caso de que la señorita Hermione Granger no se encuentre casada para el día 20 de Agosto, más abajo se encuentra la lista potenciales esposos. Si cada uno de los solteros, enlistados están casados para dicha fecha, una nueva lista será generada y a ella se le otorgará el primer mago disponible.

Arthur respiró hondo.

"Theodore Nott, Oliver Wood, Draco Malfoy," Hizo una pausa para mirar a Hermione. "Harry Potter, Marcus Flint, Marcus Belby..."

-Y la lista sigue. Hay por lo menos treinta nombres aquí. ¿Quieres…?-Le extendió el pergamino, pero ella sacudió la cabeza y dirigió su mirada hacia la mesa.

-Vamos, Hermione.- Interrumpió Sirius. –No llegará a eso. Eres una chica bonita, tú misma puedes encontrarte a un chico.- Se inclinó sobre la mesa y palmeó su hombro toscamente.

-¿Cómo quién?- Preguntó a nadie en particular. –Empiecen con sus sugerencias porque, honestamente, yo no sé dónde empezar.-

Muchos ojos se dirigieron a Ron instantáneamente, quién se dedicó a mirar su plato culpablemente. Ya estaba comprometido con Katie Bell, a quién llevaba viendo por más de los pocos meses que él y Hermione llevaban separados.

-Neville.- Dijo Harry rápidamente.

-Erin Smith.- Contestó Ginny. Neville se había comprometido con una chica de su curso hace unos pocos días.

-Seamus.- Dijo Ron esperanzado.

-Parvati.- Se anticipó Hermione.

-Dean.-

-Luna.-

-¿Ernie McMillan?- No hubo ningún nombre como respuesta.

-Vale la pena revisar.- Dijo la Señora Weasley sacando un pedazo de pergamino y tinta para empezar la carta al Hufflepuff.

-¿A quién más conocemos?-

La lista continuó, entre amigos de la escuela, colegas del trabajo, vagos conocidos; a cualquier hombre que no tuviera una prometida le fue enviada una carta inmediatamente.

-¿Alguien más?- Preguntó Molly después de una hora. Nadie contestó, así que dio la mañana por finalizada.

-Es mejor esperar y recibir las respuestas de las cartas que enviamos. No te preocupes, querida. Lo resolveremos.-

-Hermione.- Una voz susurró a su lado. Se giró para ver a Ron mirándola tristemente. Ella limpió las lágrimas que se habían extraviado en sus mejillas. –Realmente lo siento.-

-No te preocupes, Ron. No tenía mucha hambre en realidad.-

-¿Qué?-

-El pan tostado.-

-Oh.- Hizo una pausa. –En realidad me refería a…-

-Sé a lo que te referías.- Se levantó y se fue dejándolo sentado solitariamente.

Hizo caso omiso de la manera en que Sirius la miraba desde la puerta y se dirigió a la habitación que compartía con Ginny hasta regresar a su séptimo y último año en Hogwarts. Debajo de ella, podía escuchar a los miembros de la Orden tomar su camino de salida, prometiendo pensar en nuevos nombres para intentar.

-Esto es una locura.- Murmuró tirándose a su cama.

Ansiaba desesperadamente hablar con su madre. Pero, desde su regreso de Australia, su relación había sido tensa. Apenas notó cuándo se estaba quedando dormida.

Hermione caminaba pesadamente, podía sentir el peso de la fecha sobre sus hombros. Ya era 12 de Agosto y aún no tenía un prometido, ni un soltero esperando, no tenía esperanza alguna. El resto de sus amigos llevaban mucho tiempo emparejados. Entró en la poco amueblada cocina, menos miembros de la Orden habían estado viniendo estos días por el hecho que no tenían algún tipo de esperanza qué ofrecerle. Se desplomó en una silla junto a Harry y descansó su cabeza en su hombro.

-Aún tenemos tiempo.- Dijo él sonando indefenso.

-¿Tiempo para qué? Cada hombre que conocemos que está entre los dieciséis y los treinta años ya está casado o comprometido.-

-Bueno chicos de catorce y quince también son elegibles como pareja. Al igual que cualquier hombre debajo de los cincuenta que sea capaz de tener hijos.-

-¿Enserio? ¿Conoces a algún asqueroso pervertido, cuarenta y nueve añero, que quiera casarse conmigo?- Los ojos de Harry tomaron una lamentable apariencia y ella se sintió mal por haberlo tratado de esa manera. –Lo siento, Harry. Sabes que no era mi intención. Es sólo que, me siento patética. ¿Cómo es posible que sea la única chica que no puede encontrar un hombre decente…sin pareja…?- Su voz se fue apagando al mismo tiempo que pensaba en el hombre en el que nunca había pensado.

-¿Hermione?-

-Vuelvo enseguida.- Saltó de su asiento y salió corriendo al punto de aparición. Se vio enfrente de la oscura casa y lentamente se aproximó a la puerta antes de entrar. -¿Hola?- Dijo mirando a su alrededor. -¿Kreacher? ¿Sirius?-

-¿Si?- Sirius asomó la cabeza por la esquina de las escaleras que dirigían a su habitación. -¿Hermione? ¿Está todo bien?- Se deslizó por el corredor con semblante preocupado.

-Eso creo, tal vez.- Respondió vacilante. -¿Podemos hablar?-

-Claro.- Sonó con su regular confianza, pero la miraba con recelo. Esperó a que ella comenzara pero, al ver que no lo hizo, extendió un brazo haciendo un gesto hacia el salón. Se sentó en un sillón ofreciéndole el sofá frente a él. -¿Qué puedo hacer por ti?-

-¿Casarte conmigo?- Hizo una mueca de dolor. No quería decirlo tan bruscamente y a juzgar por la atónita mirada del hombre frente a ella, no era lo que él esperaba escuchar. –Lo lamento, es sólo que…Sólo tengo ocho días antes de que me sea asignado un esposo. No tengo tiempo de ser delicada con esto. Necesito tu ayuda. Por favor, por favor ayúdame.-

Se quedó estático por unos momentos más antes de dejar salir el aire que había contenido. Abrió la boca para responder, liberó un pequeño gruñido y la cerró de nuevo. –No sé qué decir.- Confesó al fin.

-Un estaría bien.-

-Obviamente. Pero yo… ¿Has pensado en esto? Me refiero a que…- Dijo, haciendo muecas a sí mismo. –No soy exactamente lo que estás buscando en un esposo.-

-No tengo tiempo para preocuparme por eso. Te conozco. Confío en ti. Somos amigos, más o menos. Si tengo que dejar que un hombre… Bueno, si no puedo tener amor, ¿puedo al menos tener cariño?- Él dejó escavar otra bocanada de air y reposó su rostro sobre sus manos. Empezó a agitar su cabeza y ella se apuró a terminar con su petición antes de que él pudiera rechazarla. –Sirius, yo nunca he… Soy… No estoy… experimentada. Pero tú sí. No me lastimarás, no a propósito. Podrías acabarlo tan pronto como sea posible y no…-

-Hermione, es suficiente. ¿Podrías darme un minuto? Necesito pensar.- No había levantado la mirada de sus manos. Estuvo en silencio por tanto tiempo que ella empezó a creer que quería que se fuera. -¿Estás completamente segura de esto? ¿Has hablado con Molly o con Arthur sobre el tema?-

-No, aún no. Vine directamente hacia ti. Pero sí, estoy segura. Eres mi última esperanza Sirius.-

-No puedo prometerte que seré un buen esposo. Después de, bueno… todo, a veces me es difícil estar con la gente.-

-Está bien. Estoy perfectamente contenta de andar en la biblioteca la mayoría del tiempo. Y después de Hogwarts, entraré en entrenamiento y después empezaré a trabajar. ¿Ves? Tendrás todo el tiempo del mundo para pasarlo contigo mismo. Sólo di la palabra y me quedará muy claro.-

Permaneció en silencio por un minuto más antes de alzar la vista hacia ella para darle el más ligero guiño. Estaba tan llena de alivio, que lanzó sus brazos alrededor de su cuello y empezó a llorar. Él palmeó su espalda torpemente hasta que lo liberó del abrazo.

-Lo siento, normalmente no soy así. Prometo no hacerlo un hábito.-

-Está bien.- Ofreció una pequeña sonrisa la cual, ella no supo si era genuina. –Vamos, dile a los demás para que ya no se preocupen por ti. Vuelve cuando estés lista para hablar de los detalles.-

-Gracias, Sirius.- Apretó su antebrazo y se dirigió a la puerta.