24 de Diciembre.
La ciudad está cubierta por un fino manto de nieve, tintada de luces navideñas. El eco perdido de los niños cantando en la calle comienza a desaparecer y la noche se torna cada vez más oscura y fría…
Lisa Cuddy abandonó el Hospital y comenzó a caminar, perdida, sus ojos nublados, sin saber qué hacer ni adonde ir, por las inmensas calles de New Jersey, mientras la nieve crujía bajo sus pasos inseguros, y las lágrimas corrían por sus mejillas una vez más…Perder a Joy fue un duro golpe para ella y se había prometido a sí misma que no volvería a pasar por esto otra vez, pero no pudo evitarlo… quizá fuese su instinto el que, una vez más, le obligó a arriesgar su propia vida para buscar a la pequeña hija de su última paciente y, pese a que nuevamente se prometió a sí misma mantenerse al margen, al tener a la pequeña en sus brazos, coger su pequeña manita, acariciar sus sonrosadas mejillas, escuchar su apenas audible balbuceo… sentir, en definitiva, que un mar de emociones volvía a inundar su corazón, pensó, por un momento que, quizá, por fin su más anhelado deseo se haría realidad…
Sin embargo, dos días después, cuando la presencia de la pequeña criatura en casa comenzaba a ser asimilada, los abuelos de la misma se la habían llevado para siempre, privándola de su efímera felicidad, haciendo que su pequeña fortaleza de esperanza comenzara a desvanecerse, y que su castillo perdiese hasta el último granito de arena.
Hacía un par horas que todo esto había acontecido. Cuddy se quedó mirando al vacío, sintiendo que su mundo se rompía en mil pedazos, como el más frágil cristal…quiso llorar, pero no pudo… y, sin saber muy bien porqué, salió corriendo del Hospital, maldiciéndose a sí misma por ser tan estúpida, por pensar que algún día podría ser madre, por creer que esta Navidad por fin ocurriría un pequeño milagro para ella…Mientras pasaban todas esas imágenes por su mente, siguió caminando bajo los pequeños copos blancos como algodón que comenzaron a caer de nuevo, helando más el ambiente si eso era posible…
Sus pasos perdidos acabaron llevándola a casa…sacó las llaves con dificultad, sus ojos empañados por lágrimas…abrió la puerta, taciturna, esperando que un halo de fría soledad la rodease de nuevo en su retornada triste realidad…Sin embargo, se vio sorprendida por una luz tenue, cálida, agradable…que provenía del interior y, al elevar la cabeza, sus ojos se encontraron con los de cierta persona…
