Año 1898

La primera vez que oí hablar de Valer, tenía veinte años. Me dijeron que era un sitio maldito y habitado por rebeldes sanguinarios que odiaban España.

Ellos, luchaban por la independencia y por su libertad. Mis amigos luchaban por la protección y supervivencia de un imperio que se extinguía. En cambio yo, luchaba por mi credo.

Fuimos enviados a lo desconocido. Llegamos para combatir en una guerra que era imposible de ganar.

Éramos muy jóvenes. Muy inexpertos. Muy torpes.

Aún sueño con ellos. Escucho sus gritos. Aún huelo la muerte. Aun siento el dolor dentro de mí.

Aún no lo sabía y estoy seguro que si hoy repitiera aquellos sucesos, de nuevo no estaría preparado para lo que se me venía encima. En cualquier caso, nuestro destino ya estaba dictaminado.

Aún no lo sabía pero estábamos destinados a ser Los últimos de Filipinas.