Los personajes de Sailor Moon no me pertenecen, corresponden a Naoko Takeuchi, la historia es mía
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La Terapia
Por CrimsonMizzle
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Hay aproximadamente 7.000 millones de personas en el mundo, 3.500 millones corresponden a "hombres"… si de esa cantidad descontamos niños, abuelos, gay, psicópatas, y uno que otro cagao de la cabeza… nos da un aproximado de 1.000 millones de "hombres" para poder escoger. Y de ese millón tenía que escoger justo al más pastel de todos los pasteles en el mundo por la puta…
Afortunadamente entre los 7.000 millones de personas encontré una regia psicóloga que me está ayudando con mi problema. De hecho hoy tengo sesión con ella ¿quieren acompañarme?
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Llego a la consulta y como siempre está con la vista clavada en su laptop, muy concentrada. No, se equivocan no está escribiendo un informe, ni nada por el estilo. Está buscando objetos ocultos en algún juego en la red.
—¡Hola Mina! —saludo como siempre y ella responde lo mismo de todas las sesiones.
—¡Hola Serena!, dame dos segunditos que me faltan dos cositas que encontrar.
Como yo la conozco y sé que no le faltan dos sino que solamente dos ha encontrado, me quito la chaqueta, me sirvo un trago y me acomodo en el futón. Después de cinco minutos llega a mi lado y la tengo toda para mí.
—¿Cómo estás Serena?
—Bien, pero ya se me va a pasar —respondo sin ningún ánimo.
—En ese caso comencemos inmediatamente —se dirige hasta un armario donde saca una caja, yo ya sé su contenido. Es lo que me encanta de la terapia.
Regresa a mi lado y se sienta junto a mí en una mano trae la caja y en la otra su trago.
—Aquí está el Señor Callampín —me extiende un muñeco muy parecido a mi ex— ¿qué quieres que hagamos hoy? —pregunta entusiasmada.
—Mmm… para comenzar torturarlo, luego sacarle los ojos y finalmente arrojarlo por la ventana.
—¡Genial!
De la caja saco una cajita con alfileres y se los clavo por todos lados.
—Infeliz, desgraciado, maldito, ojalá y te quedes impotente "#$%&¨*&%$#" /&¨*—comienzo con una sarta de juramentos y mi psicóloga como buena especialista me ayuda.
Una vez que no tengo donde más clavarle alfileres al Señor Callampín, cuando le voy a arrancar lo botones que tiene por ojos llamaron a la puerta, juro que casi me infarto. Era un hombre guapísimo.
—Serena, te importaría compartir la sesión de hoy con Darien —fueron las mágicas palabras emitidas de la boca de mi querida psicóloga.
—Por supuesto que no me importaría compartir. (ni la sesión, ni el futón, ni mi cama, ni mi cuerpecito… soy tan filántropa)
En ese momento el morenazo entró y se sentó en el futón que yo había dejado segundos atrás. Mina se dirigió hasta el armario nuevamente y regresó con otra caja, que se la extendió a él. Creo que el pobre estaba peor que yo, ya que cuando sacó a su muñeca, la sacó en dos partes.
—¿Qué haremos hoy con María Antonieta? —preguntó Mina.
—Sacarle los ojos, cortarle el cabello y arrojarla por la ventana.
—¡Genial! —dije yo y él sonrió.
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(('')('') Cris.
¡Cariños a Todas!
y
¡Muchísimas gracias por leerme!
