Disclaimer: Gravity Falls no me pertenece; si fuese de ese modo abría Pinecest. Pero su creación corresponde al querido Alex Hirsch.


A miserable heart.

Después de un tiempo a solas, cuando el calor se mece sobre la piel erizada de tu cuerpo; no sabes que decir. Pues al verte al espejo o cuando las gotas de la ducha caen por tus hombros enrojecidos y las manos amoratadas, sigues pensando que no lo has escogido. Ni siquiera aquel rostro que ahora tocas con los dedos tintados de carmesí; observando los ojos ruborizados y tupidos en un rojo irritado después de saber que, lo único que se necesita es hacerse daño. La presión de vivir se vuelve asfixiante cuando aquellas manos golpean tu cuerpo adolescente, sin dejar rastro. Las mismas lágrimas brotan hasta rodar por los pómulos envueltos en un tono que hasta el último minuto ha estado marcando territorio en un miserable joven abandonado.

Ah, escuchando la melodía de aquella alma en pena sin cesar en su mente.

Era su voz cantando diáfanas palabras que imperceptibles, taladraban su cabeza.

Daño, mucho daño, daño, mucho daño. Daño, mucho daño: daño.

Daño.

Daño.

Una melodía que insistía al verse frente al reflejo de lo que era él, y lo que necesitaba. Tironeando cabellos de olor a marrón, mientras el mundo interno tan sólo se dedica a dar vueltas y vueltas para verse podrido: muerto, marchito y desesperado. Vertida su sangre en una soledad que asida al dolor, tan sólo lo arrastran cada vez más a su putrefacto interior. Después de leves problemas, ¿Acaso importaba si sus palabras caerían o pesarían en alguien más? Saberse mierda en todo lo que hacía, observaba y tocaba no cambiaría el hecho de que a la mañana siguiente pudiese sentirse mejor.

Ni tampoco volver a caer en el mismo hoyo en el que estaba.

¿Cuándo pierdes todo rastro de orgullo al ver lo que has creado?

No importaba más, si aquella canción seguía repitiéndose sin parar.

Daño, mucho daño, daño, mucho daño.

Pues es la única opción.

Rebuscas entre las sábanas y te liberas de ellas, oh.

Te ves ahí, en el espejo del baño y solo.

Dime, ¿Por qué te golpeas?

No había escogido aquella nariz, aquel cuerpo, tampoco esos orbes. ¿Quién le había dado a escoger a su familia?

Nadie.

Entonces, si se hacía énfasis en aquel pensamiento. Ni siquiera el vivir era justo.

Tan sólo era una mínima e inocua injusticia.

Hey, dime.

¿Cuándo cambiarías aquello?

Escribes y vives como la mierda.

El socavón posado bajo sus ojos, de tono opaco y lila indicaba; aquel enfermizo insomnio del que padece.

¿Acaso el vivir no era una injusticia?

¿Por qué? ¿Por qué?

Era horrible, aunque intentase encontrar otras palabras, otras manos, y otra imaginación; aquella carta que estaría escrita por él; sería una mierda.

Inservible.

Oh, otra vez tú. Si, tú.

No, no hay nadie. Porque estás solo.


Feliz Halloween.

~Golia.