Sadistic Pumpkin
Summary: Una pequeña niña termina en un extraño mundo, su felicidad ha sido destrozada y a ella no le queda nada ¿Podre sobrevivir a ese tétrico mundo? ¿Quién es ese chico cuya voz resuena débilmente entre sus recuerdos?
Y aquí estoy con una historia que tenia planeada hacer para Halloween basada en el video Sadistic Pumpkin, pero como el video no tiene mucho sentido que digamos me mate la cabeza planeando una historia que más o menos diera a entender los sucesos del PV, ustedes júzguenla, por eso la estoy subiendo hasta ahora.
Capitulo 1: La niña y el conejo.
Caminando por el bosque, después de correr por su vida durante un largo rato en esa fría tarde de otoño, se encontraba una pequeña rubia quien respondía al nombre de Rin, la niña vestía con simpleza, traía puesto un vestido blanco que le llegaba poco más debajo de las rodillas decorado con un delgado listón rojo colgando de su cuello, zapatitos negros y calcetas del mismo color que el lazo que llevaba puesto en la cabeza simulando unas orejas de conejo, el cual era claramente su animal favorito pues se aferraba fuertemente al animalito de felpa con esa figura creyendo tal vez que él podría reconfortarla.
-No te me acerques niña inmunda.
-Eres una pobretona ¿Quién querría jugar contigo?
-Lárgate de aquí, nadie te quiere ver.
Cosas como esas y otro tipo de insultos eran comúnmente escuchadas por la pequeña de cabellos dorados, su familia era tan pobre que no podía ir a la escuela y los niños se burlaban de ella, no tenía amigos y su situación en casa no era la mejor.
Una pequeña cabaña a las afueras del pueblo… la mujer era golpeada por su esposo mientras la inocente niña miraba todo arrinconada en una esquina cerrado los ojos y tapándose las orejas, haciendo como si nada de eso estuviera pasando.
Para no sentirse tan sola y tener alguien con quien poder contar ella hizo un conejito de felpa, como pudo le dio forma costurando sus partes con trapos viejos que encontraba por ahí y ese peluche era el único que le hacia compañía, alguien con quien podía hablar sin miedo a ser rechazada o recibir insultos, alguien que podía hacerle sentir que todo estaba bien a pesar de que no lo estaba y a pesar de que se trataba de un objeto inanimado, pero para ella él estaba vivo y era su único amigo, mientras a diario veía a su padre golpear a su madre y la mujer no se defendía por que estaba tan ciegamente enamorada que creía que se merecía todo lo que su esposo le hacia.
Ella se escondía con él peluche llorando mientras evitaba ver esa escena.
-Todo estará bien, todo estará bien-se repetía la indefensa niña.
La rubia se detuvo apretando más al conejito de felpa contra su pecho intentando hacer que no doliera e intentando no derramar más lágrimas.
Su madre era una persona amble, ella la quería a pesar de que no pasaban mucho tiempo juntas debido a que la señora trabajaba como costurera, era la que le daba sustento a la familia mientras su padre se la pasaba emborrachándose y lo odiaba por lo que le hacia a su madre, no podía hacer nada mientras miraba a la mujer ser maltratada desde que podía recordarlo, pero un día él estuvo apunto de matar a golpes a su madre y Rin quiso defenderla, se harto de la situación, de llorar y esconderse con miedo sintiéndose impotente mientras su madre era golpeada y la ira exploto dentro de ella.
Lo mató.
Aquel sentimiento desbordo y el poder escondido en ella emano asesinando a su padre con una ventisca de viento cortante… lo había hecho pedazos mientras su madre miraba horrorizada la escena.
-Yo… yo no quise…-decía Rin aterrada de lo que ella misma había hecho.
La madre no hizo ningún movimiento, seguía impactada.
-Asesina-dijo poniéndose de pie para acercarse a la pequeña.
-Mamá yo…
-Eres una asesina Rin-dijo agarrándola de los hombros para empezar a moverla bruscamente-¡Asesinaste a tu padre! ¡¿Cómo pudiste?!
-Él te quería matar, yo solo quería defenderte…-dijo la pequeña algo asustada tanto de su madre como de lo que acababa de suceder.
-¡Él no me quería matar! ¡Me golpeo por que desobedecí sus órdenes, yo me lo merecía!-se derrumbó frente a ella.
-Mamá…
Las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas a la par que abrazaba más fuerte al conejo inanimado, buscando algo de calidez, calidez que hasta su propia madre le había negado, ese peluche era todo lo que le quedaba, en ese mundo ya no tenia nada más.
Lo siguiente fue ella siendo llevada encadenada hacia la hoguera para quemarla viva mientras todas las personas la insultaban, le lanzaban piedras y la abucheaban deseando su muerte, habían puesto a su peluche a su lado pensando que seguramente era un demonio creado por ella o que tenia algún hechizo malévolo.
-¡Muerte a la bruja! ¡Quémenla viva!-todos gritaban mientras comenzaban a prenderle fuego a la hoguera.
-Mamá… ayúdeme-le pidió la niña en medio de ese feroz fuego que acrecentó muy rápido mientras las lagrimas no paraban de brotar, estaba asustada y débil debido a las anteriores torturas a la que la habían sometido creyendo que revelaría algunos secretos de bruja, no quería morir y su madre solo miraba su ejecución desde la primera fila-Mami, por favor…-rogó la niña esperando que su progenitora hiciera algo.
La mujer dijo unas palabras que por la multitud enardecida no alcanzó a escuchar, pero pudo leer sus labios.
"Arde por siempre en el infierno maldita bruja"
Y ahí Rin se quebró.
Miró al cielo afligida sin parar de llorar pero suprimiendo sus gritos de desesperación y dolor. Observó su entorno, estaba comenzando a oscurecer, la pequeña como pudo se trepó a un árbol, le costó trabajo debido a que estaba débil y lastimada y agradeció que el árbol tuviera ramas lo suficientemente gruesas para esconderse entre las hojas y dormir ahí arriba por un rato, necesitaba descansar un poco, de puro milagro logró salvarse de morir quemada.
Estando en lo alto podía fácilmente darse cuenta si aun la seguían persiguiendo y eso le daría más tiempo para escapar, aun que la horda de gente quizás ya se hubiera cansado de buscarla, tomaría un descanso antes de continuar, después de todo había pasado toda la mañana huyendo y necesitaba recuperar un poco de energías.
-"Bien Usagi, aquí estaremos a salvo, no te preocupes, por ahora nadie nos hará daño así que no tengas miedo"-besó la frente del peluche-"Buenas noches"-se acurrucó como pudo buscando algo de calor mientras se aferraba más fuerte a su conejito de felpa.
Limpió sus lágrimas, ya de nada servía llorar, ahora estaba sola, tenia que ver la forma de sobrevivir y valerse por si misma, estaba asustada, tenia mucho miedo de lo que le fuera a pasar pero en esos momentos no quería pensar en eso, no quería pensar en nada así que solo sollozó en silencio cerrando los ojos para lentamente quedarse dormida solo para que los sucesos recientes tomaran control completo de su mente.
La noche extendió su fría manta y la niña se despertó a casusa de un viento helado y unas voces a lo lejos, tosió un poco, no le convenía que darse más tiempo sobre ese árbol podía ver el fuego de las antorchas muy cerca.
Bajo del frondoso árbol hábilmente disponiéndose a seguir con su camino estaba a punto de entrar a un lugar sin retorno, su ultimo recurso, no tenia a donde ir, ni nadie que la estuviese esperando, a nadie le importaría que ella se internara en el oscuro bosque encantado, un lugar donde los humanos no se debían internar y donde seguro ellos no la seguirían ni la encontrarían jamás, no quería entrar, pero no le quedaba más opción.
-¡Ahí esta, atrapen a la bruja!-gritó un hombre.
La niña asustada se interno en aquel tenebroso lugar esperando no ser perseguida, sin embargo la horda de gente aprovechando que eran muchos fueron tras ella seguros de que nada les sucedería mientras no se separaran. La pequeña rubia corrió, corrió todo lo que sus piernas daban, el frio golpeaba su adolorido cuerpo, el cansancio no se había disipado, estaba débil, lastimada y hambrienta, pero más que nada estaba dolida, dolida de que la persona a la que alguna vez llamó madre, a la que quiso proteger y por la que hubiera dedo su vida de haber sido necesario la entregara al pueblo declarándola una bruja.
Tan obsesionada estaba la mujer con su esposo que le guardaba rencor a su propia hija por la muerte de él, ella era tan solo una niña, una pequeña de recién cumplidos once años, debería estar durmiendo en una cama calientita en vez de huir de una horda de gente que quiere matarla en la hoguera.
Dolía… le dolía tanto el corazón que deseaba poder arrancárselo para por fin parar sus patéticas lagrimas, estaba aterrada, indefensa y había sido rodeada por aquellos aldeanos estando al borde de un gran hueco en la tierra en aquel frio y oscuro bosque.
-Parece que no tienes salida bruja-dijo quien parecía ser el líder de la horda.
-No soy una bruja-Rin retrocedió algo asustada sin tener lugar a donde ir.
-¡Atrápenla!
Los hombres se acercaron hacia ella y uno de los tipos le disparó una flecha que rozó el hombro de la chica, el impacto la hizo retroceder cayendo al oscuro hueco, lo ultimo que alcanzó a ver fue a aquella gente rodeando el hoyo y después solo hubo oscuridad.
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No supo cuanto tiempo pasó, alguien repetía su nombre moviéndola suavemente, solamente despertó encontrándose en ese oscuro lugar cuyo piso parecía un enorme tablero de ajedrez y estaba iluminado por algunos extraños postes de luz que formaban un sendero en dirección a una puerta y no había nada más.
La niña se puso de pie algo asustada, notó un grave dolor en su hombro dándose cuenta que fue herida, aun cubriéndose el sector lastimado sonrió débilmente, esa herida y las del resto de su cuerpo no eran nada comparadas con el dolor que afligía su corazón, era tanto que deseaba poder arrancárselo para ya no poder sentir nada y que ya nada pudiera lastimarla.
-¿Te duele?-le preguntó su pequeño peluche de felpa que se encontraba parado frente a ella.
-Solo un poco-contestó con naturalidad mirando la sangre que teñía su palma hasta que finalmente cayó en cuenta que fue su conejito el que le había hablado-Tú… tú…-decía la chica impresionada sin poder hallar que decir.
-¿Por qué te sorprendes Rin?-le preguntó extrañado-¿Acaso no fuiste tú quien deseaba un amigo?
-Si… pero… ¿Desde cuando puedes hablar?-le preguntó la chica extrañada, aunque si ya había asesinado brutalmente a su padre con lo que seguramente fue magia que su peluchito de felpa hablara no debía asustarla.
-Desde que me creaste siempre he tenido conciencia viendo por todo lo que habías pasado, siempre quise poder hablarte, pero no podía, la poca magia que poseías al momento de crearme no era suficiente para que pudiera hablar o moverme, pero ahora que estamos en otra dimensión es mucho más factible.
-Entonces… yo… realmente soy una bruja-dijo impactada.
-No, no una bruja, no te rebajes al nivel de ellas, eres una Wecca, una maga buena y especial ya que aun en un mundo de magia es difícil crear vida como tú me la diste a mí.
-¿Crear vida?
-Tú me creaste, me diste vida inconscientemente por que deseabas fuertemente un amigo, alguien quien estuviera a tu lado y yo naci de tu deseo.
-Mi deseo… pues, aun así me parece algo extraño que hables.
-Si quieres no lo hago-dijo el conejo intentando complacerla.
-No, supongo que podre acostumbrarme a eso-le dijo nerviosa-Por otro lado ¿Sabes acaso… en que lugar estamos?-la preguntó la pequeña rubia poniéndose de pie.
-No exactamente, caímos por un hoyo que conectaba a otro plano dimensional, lo bueno de esto es que esos humanos ya no nos podrán encontrar-decía alegremente para subir el animo de Rin, odiaba verla triste y adoraba cuando sonreía.
-Parece que nuestra única salida de este lugar… es esa puerta de allá-la señalo a lo lejos.
-No estoy seguro de que deberíamos ir ahí-dijo el peluchito algo dudoso.
-No tenemos más opción Usagi-lo cargó en sus brazos y se dirigió hacia esa puerta-Cualquier lugar es mejor que este o volver a casa y aunque quisiera dudo que podamos.
-Lamento no serte de mucha ayuda Rin-dijo afligido, sabiendo que en las condiciones de la niña nada podía hacer para alegrarle el día, ella tenía miedo y estaba triste, pero en esos momentos lo estaba ocultando para darle confianza, cuando debería ser él quien lo hiciera.
-Es suficiente con que me hagas compañía.
-Hmm…-asintió afirmativamente y algo dudoso el conejito.
La rubia abrió con algo de temor la puerta encontrándose con una sala iluminada de varias calabazas con una vela adentro, todos de distintas formas por todo aquel lugar.
-Estas son…-dijo Rin impresionada de ver tantas calabazas esparcidas irregularmente por el vacio.
-Deben haber miles en este lugar-dijo Usagi admirando las hermosas luces mientras la rubia caminaba a pasos lentos por el lugar-Mira, otra puerta, tal vez debamos ir por ahí-señalo el conejito, pero la pequeña se detuvo-¿Rin?
La niña se quedo hipnotizada mirando fijamente una calabaza que tenia un parche y una extraña capa morada con naranja, se le hacia extrañamente familiar.
"Nunca debes regresar" "Aquí no estas a salvo" "Bienvenida al mundo de las calabazas" "Representan vidas" "Lo lamento Rin no volveremos a vernos" las voces recorrieron rápidamente su memoria sin darle tiempo siquiera de asimilar los recuerdos.
-Un gato negro de mariposas-dijo inconscientemente mientras su vista no se apartaba de la calabaza hasta que finalmente la voz de Usagi la saco de su trance.
-Rin ¿Te encuentras bien?
-Ah, si, no te preocupes, no fue nada, hay que irnos.
Rin caminó hacia la puerta caminando por el lugar, puso su mano en el picaporte dudado si abrir o no.
"Nunca debes regresar"
Aquella voz resonó en su mente haciéndola entristecer, sabia que debía obedecer.
-No tenemos otro lugar a donde ir ¿Verdad?-susurró intentando convencerse.
-No lo hay, regresar no es una opción lo único que nos queda es avanzar-le dijo Usagi con tristeza.
-Tienes razón, después de todo sea lo que sea a lo que nos encontremos no puede ser peor que esto.
Que equivocada estaba, abrió la puerta solo para encontrarse con un tétrico y retorcido mundo al que hubiera deseado jamás volver.
