Hola a todos

Este es mi primer Fanfic Gruvia, así que les pido sean comprensibles...
Espero que la trama les resulte interesante y si pueden me dejen un Review con su opinión (sea buena, alguna crítica o sugerencia)

Disclaimer: Los personajes y la obra Fairy Tail pertenecen a Hiro Mashima

Aclaraciones: Universo Alterno (U.A.)
OoC
Lenguaje y acciones explícitas

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Capítulo 1
"Una vida estancada"

La vida de Juvia no era precisamente lo que alguna vez había soñado pero, a decir verdad, era mucho mejor de lo que había esperado. Durante toda su infancia y buena parte de su adolescencia había estado sola, siendo rechazada y escuchando a todos decirle que nadie la querría nunca, que su mera existencia era un error.

Había sido hasta que Gajeel, su único amigo de la infancia, la encontró después de 10 años y la ayudó a emanciparse. Gajeel a diferencia de ella había sido afortunado y había sido adoptado por Metallicana, un importante y rico hombre que empeñado en ponerlo en un buen camino finalmente logró ganar la confianza del moreno.
Juvia les debía mucho a ambos, no sólo por sacarla de su horrible mundo, sino también por dejarla entrar al suyo, un mundo claro y amoroso. Un mundo al que le debía tanto el fin de su soledad como el inicio de su estancamiento. Un mundo en el que había conocido a Lyon Vastia.

Juvia no podía decir que se arrepentía de algo, para ella hacerlo significaba ser una completa malagradecida.
Un par de días después de su cumpleaños número 18 ella y Gajeel habían asistido a una cena en representación de Metallicana, quien se encontraba de viaje. A la cena concurrieron empresarios de las más exitosas compañías, no importaba el ramo en el que se manejaran, si era multinacional y millonaria tenía al menos un representante en dicha cena. Gajeel Redfox, aunque visto de mal forma por su ruda y desaliñada apariencia fue bien recibido como el hijo y futuro heredero de las compañías Iron Dragon, pero por otra parte Juvia se sentía fuera de lugar, jamás había soñado siquiera con sentarse en una mesa tan elegante rodeada de tanta gente importante. Esa noche había conocido a Lyon, un guapo y amable hombre que al instante se declaró cautivado por la peliazul.

Con tan sólo 3 años más que ella, Lyon era uno de los más prominentes ejecutivos de la exitosa Lamia Scale, todos le auguraban un futuro brillante y no era para menos ya que el peliblanco no sólo era bastante atractivo y carismático, sino que también era muy inteligente y hábil para los buenos negocios, además de tener reputación de nunca darse por vencido cuando se fijaba algo.
Lyon no tardó en hacer valer su reputación pues en cuanto se enteró de que Juvia no tenía con Gajeel ningún tipo de relación amorosa fue prácticamente imposible alejarlo de su lado.
"Fue amor a primera vista" no se cansaba de repetir una y otra vez. Juvia no conocía el amor del que Lyon hablaba, había escuchado hablar de él, había leído sobre él y lo había visto en las películas, pero, aparte del amor fraternal que le profesaba a Metallicana y a sus dos mejores amigos, ella nunca había sentido ese "amor".

Quizás fue por el deseo de comprenderlo y sentirlo que se mantuvo al lado de Lyon, aceptando todas sus muestras de afecto y consideraciones. La niña que nunca había sido querida deseaba sentirse amada, deseaba poder amar y segura de poder encontrar todo eso en el Vastia se esforzaba por permanecer a su lado, por corresponderle.
Dos años después Lyon le propuso matrimonio con un hermoso anillo de diamantes blancos. Y tampoco fue con ella había leído, como había soñado. Juvia siempre había esperado que cuando alguien se le declarase y le pidiera matrimonio ella saltaría a los brazos de esa persona aceptando enseguida, mientras su alma estaba a punto de estallar de felicidad. En cambio ella había dudado y había tenido que revalorar su vida entera y dos posibles futuros antes de aceptar.

-¡En tu noche de bodas, qué emoción!- había exclamado Meredy, su mejor amiga, cuando ella le contó su situación. A pesar de haber mantenido una relación por dos años ella y Lyon nunca habían tenido relaciones sexuales, Juvia admitía tener algo de miedo y él había aceptado esperar hasta que se sintiese lista. -Seguramente será tan romántico, eres muy afortunada, Juvia- la aludida le sonrió ligeramente avergonzada -Ojalá yo hubiese tenido tu suerte.

-¿Meredy ya ha...?

-Por supuesto, pero no te preocupes- colocó la mano sobre su pecho para ponerle un poco mas de drama -Aquí está tu mejor amiga para contarte TODO sobre eso. Sólo escucharás de mí la verdad sobre mi experiencia- las mejillas de Juvia se colorearon con rapidez pero la escuchó con atención. -Como es tu primera vez te puedo decir que será doloroso e incómodo, pero esa sensación pasará y comenzarás a sentirte mucho mejor. Además tratándose de alguien como Lyon puede que esa noche incluso llegues al clímax total- el rostro de Meredy se coloreó -Una vez que pruebas algo así es...adictivo. No podría describir esa sensación con palabras...es simplemente lo mejor.

Tras esa conversación Juvia había quedado intrigada, si realmente era como su amiga lo describía no debía estar ansiosa. Quizá ese era el camino para sentir eso que tanto deseaba sentir por Lyon. Si era así...entonces no podía esperar más.

Esa tarde cuando volvió a su pequeño departamento se declaró decidida. Llamó a Lyon para invitarlo. Buscó en sus cajones la lencería con encajes que alguna vez, como broma, su mejor amiga le había obsequiado; se la puso, se miró al espejo y suspiró deseando que fuese lo suficiente para tentar al peliblanco.
Se cubrió con un ligero vestido purpura y para darse valor buscó en la cocina alguna de las botellas de licor que Gajeel olvidaba de vez en cuando. Para su buena suerte encontró una prácticamente intacta y se apresuró a beber más de la mitad de su contenido.
Para cuando el Vastia tocó a su puerta ella tenía suficiente alcohol en el sistema para no dudar un segundo. Apenas el hombre estuvo adentro ella se abalanzó sobre él buscando unir sus labios con desesperación.
Aturdido, Lyon trató de sostenerla por la cintura mientras correspondía al beso con evidente alegría. A pesar de la emoción inicial tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para poder apartarla de sí cuando ella aumentaba descaradamente la intensidad del contacto y su boca se llenaba de esa esencia alcohólica, estaba ebria y el no pretendía aprovecharse de la situación...por más que lo desease.

-Juvia, para, por favor. ¿Estuviste bebiendo?

-Shh, no es el momento para que seas amable. Sólo déjate llevar.- se incorporó ligeramente y para no darle tiempo de reaccionar bajó el cierre delantero de su vestido (especialmente escogido para la ocasión) dejándole ver sus grandes pechos contenidos en aquel sexy sostén. Los ojos de Lyon se abrieron como platos y tuvo que voltear hacia otro lado para poder contenerse de llevarla a la cama y tomarla en ese preciso momento.

-N-no. Ya basta Juvia- haciendo acopio de lo único que le quedaba de cordura la apartó de si sujetándola firmemente por las muñecas. Ambos quedaron sentados en el piso sin atrever a mirarse.
"Ni siquiera eres lo suficientemente mujer para tentar al hombre que dice amarte. Apuesto a que sólo está contigo por lástima y no le agrada ni que lo toques."
Esa voz, Juvia odiaba esa maldita voz. Siempre le susurraba cosas que no quería oír, que no quería recordar, ni quería notar.
No supo si era a causa del alcohol, de aquella voz o simplemente que ya no pudo más con todas aquellas emociones que deseaba poder experimentar, pero una lágrima traicionera salió de entre sus pestañas y rodó por su mejilla siendo seguida por otras más.

-Juvia lo lamenta, ella no...ella no quería molestar a Lyon-sama.- la lastimera voz le rompió el corazón al Vastia.

-No, Juvia, por favor no llores.- colocó sus manos a cada lado del rostro de la chica y con sus pulgares limpió la humedad de sus mejillas -Sabes que no me gusta verte llorar- le dedicó una sonrisa dulce -No estoy enojado. Tal vez sólo un poco afectado.

-Si no es Juvia lo suficientemente bonita para ti, entonces ¿por qué quieres casarte con ella? Juvia no quiere que arruines tu vida por lástima.
Lyon frunció las cejas entre molesto y preocupado.

-¿Pero qué cosas estás diciendo?- con delicadeza pero firme la hizo mirarlo a la cara -Yo no quiero compartir mi vida contigo por lástima, quiero hacerlo porque te amo. Mírame Juvia.- la peliazul había desviado la vista ante esas palabras pero obedeció inmediatamente -Tú no eres bonita, eres preciosa, no sé cómo no puedes verlo, y claro que te deseo con todas mis fuerzas, pero...

- Entonces hazlo, tome a Juvia ahora.

-No, no quiero hacerlo así. No me aprovecharé de ti porque estás intoxicada.- Juvia reprimió un bufido. No entendía que no era el alcohol lo que causaba sus deseos, sino sus deseos lo que la habían llevado a consumir alcohol.

-No se aprovechará de Juvia, porque ella quiere hacerlo.

-No permitiré que pierdas tu virginidad estando ebria y que despiertes mañana lamentándote de algo. Te tomaré en el momento indicado cuando ambos estemos seguros de no arrepentirnos de nada.- ella no dijo ni una palabra, era obvio que no pasaría esa noche -Ahora, no puedo dejarte sola en ese estado. Ven acá.- la levantó al estilo princesa y la llevó a su habitación.

La peliazul albergó una vaga esperanza que desapareció cuando Lyon la arropó sin siquiera ver sus pechos y se sacó los zapatos para después recostarse a su lado por sobre las cobijas.

Meses después de esa noche ambos finalmente habían contraído matrimonio en una hermosa ceremonia que -ignorando los reclamos y ruegos de Juvia- Metallicana había costeado en su totalidad.
El de su boda debería haber sido el día más feliz de su vida y aunque sus sentimientos no eran los que siempre había soñado, tristemente Juvia podía asegurar que sí era uno de los dos mejores días de su vida. Después de todo Lyon le daría la estabilidad emocional que nunca imaginó tener, él la amaba y cuidaría de ella, era guapo, muy amable y ella disfrutaba de su compañía, la hacía sentir bien. ¿Qué más podía pedir?
Para molestia de Gajeel Meredy fue su madrina de bodas. La selección había resultado difícil debido a que los candidatos para padrino o madrina que tenía Lyon en mente no se encontraban en el país y definitivamente no podrían asistir, así que algo decepcionado acabó por pedirle a Jura, un buen amigo y presidente de Lamia Scale, que fuese el padrino dejando únicamente libre el puesto de madrina. Para calmar los ánimos de su mejor amigo Juvia le pidió que fuese él quien la entregara al altar, después de todo ¿quién sino el hombre que siempre había velado por su bienestar para dicha tarea?, seguramente Metallicana lo entendería.

Lyon no había escatimado en los preparativos para la luna de miel, ya que si bien su capital estaba lejos de poder aspirar a ser comparado al del padre de Gajeel, gracias a sus contactos y recientes negocios disponía de una buena solvencia económica.
Juvia siempre pensó que había pasado su noche de bodas dormida sobre el hombro del Vastia mientas volaban a un destino desconocido para ella. Habían dejado la recepción de la boda en la madrugada, pero gracias a los cálculos de su ahora esposo habían arribado a su destino justo cuando anochecía. Recordaba ver la hermosa ciudad de París iluminándose frente a sus ojos mientras entraban a la hermosa suite de hotel.
La hora había llegado y Juvia se sentía más ansiosa que asustada. Lyon sirvió champán en un par de copas y le tendió una para brindar por la nueva vida que estaban iniciando. Una vez vacía la copa él se apoderó de los rojos labios de la peliazul, la besó con dulzura y poco a poco fue profundizándolo hasta explorar toda la cavidad bucal de la chica como queriendo saborear los restos de la bebida. Sus manos se deslizaron desde el fino rostro hasta la estrecha cintura de Juvia y bajando un poco más comenzó a acariciar sus prominentes caderas. Juvia no se quería quedar atrás pero debido a su inexperiencia optó por dejarle guiarla y se dedicó a desabotonar la blanca camisa de él y deslizar sus manos por su marcado pecho.
Lyon dejó que se deshiciera de su camisa y la levantó con agilidad para llevarla hasta la gran cama.
La recostó con gentileza y se colocó sobre ella apoyándose en sus manos y rodillas para no aplastarla.

-Prometo ser gentil, si en algún momento sientes que te lastimo o quieres que me detenga házmelo saber.

El corazón de Juvia se estrujó, ese hombre era tan perfecto, la amaba y ella no podía pagarle con un sentimiento igual de profundo; es decir ella estaba segura de quererlo, apreciarlo, pero no de la forma en la que él decía amarla. Se forzó a sonreírle como respuesta. No importaba qué, ella se esforzaría para corresponderle y ese era el primer paso.

Sintió como las manos de Lyon se deslizaron por debajo de su vestido y su rostro se coloreó de rojo al recordar la lencería que Meredy le había obsequiado para esa noche. Sintió como hundía su cabeza en su cuello y comenzaba a besarlo.
Las caricias y minutos pasaban y Juvia no sentía esa corriente eléctrica que Meredy había descrito. Su cuerpo reaccionaba lentamente pero sólo de forma física, ella no sentía ningún placer especial, ella no sentía nada. Ni cuando él se deshizo de su sostén y comenzó a estrujar sus senos, ni cuando dejó un rastro de saliva por su abdomen.
Quizás estaba nerviosa o quizás necesitaba estimular la atracción física. Decidida por lo segundo llevó las manos al trabajado pecho de "su esposo" y trazó cada músculo con las yemas de sus dedos, sabía que muchas mujeres encontraban a ese hombre completamente irresistible, pero ella a pesar de pensar que era muy guapo no lo encontraba precisamente "irresistible", no se calentaba con tan sólo verlo sin camisa y esas cosas...pero bueno ella nunca sentía eso con nadie.

Siguiendo con su propósito llevó sus manos al pantalón del peliblanco y comenzó a tirar de la hebilla de su cinturón. Cuando logró soltarlo prosiguió a abrir el elegante pantalón mientras sentía como él sonreía contra su cuello y apretaba su seno derecho.

-Pareces muy ansiosa...yo también lo estoy, así que déjame ayudarte- susurró contra su oído para después lamer su lóbulo. Se incorporó para sacarse a toda prisa tanto el pantalón como los bóxers.

Juvia tragó duro al contemplarlo en su totalidad. Ahora en vez de excitada estaba asustada, ¿cómo diablos se suponía que Lyon metería ESO en ella?
La advertencia de Meredy de que la primera vez sería dolorosa resonó en su cabeza, ahora le parecía más que obvio. Buscó los ojos de Lyon para darse seguridad o en su defecto para que el viese su miedo y la tranquilizara o se detuviera, pero no los encontró. Observando en cambio un par de orbes negros oscurecidos por el deseo que la recorrían de pies a cabeza.
Juvia se sintió desprotegida al notar que la única prenda que le quedaba eran sus diminutas bragas.

-Continuemos que ya no puedo esperar más- la voz del hombre sonó ronca y demasiado profunda.

Llevó dos de sus dedos a la boca de Juvia y los metió sin previo aviso, ella se sorprendió pero él pareció no notarlo ya que una vez estuvieron empapados de saliva los sacó y los llevó a la parte íntima de la muchacha.
Con un único y ágil movimiento le quitó las bragas e introdujo los dedos en su interior. Juvia se retorció incómoda, gesto que Lyon malinterpretó como una expresión de placer.

-Si esto te gusta, te encantará lo que sigue. Ya estas lista.

-Juvia no entendía a que se refería hasta que sacó sus dedos y se los mostró cubiertos por un fluido espeso. Así que eso era la extraña humedad que comenzaba a sentir. Era incómodo, no placentero.

Tomó sus blancas piernas para separarlas y flexionar sus rodillas haciéndola apoyar la planta de los pies sobre el colchón. Era una posición muy vergonzosa, pero lo dejaría hacerle cuanto quisiese con tal de que la hiciera sentir lo prometido.
Se hizo más espacio y se colocó entre ambas piernas al tiempo que aferraba su cadera con ambas manos.

Juvia sintió como el duro miembro del hombre rosaba su entrada y cerró las manos sobre las sábanas al tiempo que apretaba los dientes esperando, era obvio que algo de ese tamaño no entraría por las buenas. Lyon se introdujo lo más lento y cuidadoso que pudo. Desgarró esa barrera que le impedía el paso arrancándole un par de lágrimas a la peliazul y un gemido de dolor. Trató de quedarse quieto y esperar a que se acostumbrara y el dolor pasara, pero era tan endemoniadamente estrecha que no creyó poder seguir conteniéndose.

-Tranquila, seguiremos para que te acostumbres, iré lento- su voz sonó afectada.

Ella no dijo nada, temía que si trataba de hablar su voz se rompería, eso había sido más doloroso de lo que pensó. Lo sintió comenzar a retroceder, deseaba decirle que no lo hiciera, que quería continuar hasta que, como Meredy había dicho, el placer substituyese al dolor, pero antes de que juntara el valor para abrir la boca él volvió a introducirse en ella y así adoptó un ritmo entrando y saliendo de su interior.

La Loxar apretó con fuerza los ojos tratando de soportar el dolor que poco a poco fue menguando hasta desaparecer. Lyon notó como la expresión de la chica se relajaba y eso le dio luz verde para aumentar el ritmo y la fuerza de sus embestidas.
Juvia mantuvo los ojos cerrados tratando de despejar su mente, ya no dolía pero tampoco podía decir que lo estuviese disfrutando. Las estocadas de Lyon comenzaban a ser demasiado fuertes para ella y le arrancaron un quejido que el excitado hombre interpretó como un sonido de placer.

-No te contengas, quiero escuchar mi nombre en tus labios-

-¿Ly-Lyon-sama qui-quiere que Ju-Juvia diga qué?- trató de preguntar pero la fuerza con que él empujaba en su interior le entrecortaba las palabras.

No pudo responder pues una deliciosa sensación comenzaba a apoderarse de su cuerpo, aumentó aún más la velocidad de sus estocadas mientras se deleitaba viendo como los pechos de Juvia rebotaban al ritmo que él marcaba.

-Ya no aguanto más, Juvia. Córrete conmigo.

La chica fijó sus ojos en él y pudo ver como apretaba con fuerza los párpados mientras su rostro se contraía en una extraña mueca y un profundo gruñido salía de su garganta. Entonces sintió como un líquido caliente se derramaba en su interior.
Lyon abrió lentamente los ojos.

- ¿Lo sentiste, Juv, o quieres que continuemos?

Ella no había sentido nada en especial y aunque se había jurado no detenerse hasta tener un orgasmo esa noche, se sentía demasiado incómoda, todo lo que quería era que él se quitara de encima.

-Sí-sí, Lyon-sama, Juvia lo sintió y fue grandioso- a su parecer la mentira era su única salida y pareció funcionar porque en respuesta recibió una sonrisa y una caricia en su mejilla.

-Eres maravillosa, mi Juvia-chan.

Salió lentamente de ella y rodó para recostarse a su lado. La respiración de ambos era agitada pero poco a poco se fue regulando. Lyon la cubrió con una de las sábanas, la hizo girar para que le diese la espalda y en esa posición la abrazó por la cintura enterrando su cara en el espeso cabello azul.

-Te amo- susurró cuando la creyó dormida

Ella no se movió ni un milímetro hasta que sintió que la respiración del peliblanco se alentizó y profundizó. Finalmente se había quedado dormido.
Con la mayor delicadeza que pudo se escurrió de entre sus brazos hasta salir por completo de la cama, buscó su ropa interior en la oscuridad y entró al elegante baño, cerró la puerta poniendo el seguro, giró la perilla para dejar salir el agua de la regadera. Sin pensarlo dos veces entró a la cascada de gotas y se sentó sobre el elegante azulejo, rodeando sus piernas con los brazos como si temiese romperse.
Un par de lágrimas escaparon de sus ojos cuando el agua tibia relajó sus músculos, se sentía adolorida y no había experimentado placer alguno.

Pasados algunos minutos el tibio líquido finalmente había relajado su cuerpo casi en su totalidad, se sentía tan segura en el agua.
Ahora podía pensar. Sí, esa noche no había sido lo que ella deseaba, pero sabía que no era la única mujer que la había pasado mal su primera vez. Recordó a Meredy diciendo que las sensaciones mejorarían. Ella podía esperar, después de todo Lyon ahora era su esposo y tenían toda una vida por delante. Entonces se mentalizó que no podía perderlo, Lyon la había aceptado con todos sus defectos. Buscaría la forma de complacerlo siempre y salir adelante.

Cuando se sintió más segura de sí misma salió de la ducha, se secó lo mejor que pudo el cabello y volvió al cuarto en penumbras. Una vez frente a la cama suspiró profundamente y se quitó la toalla y bragas que se había puesto para sentirse más cómoda. Completamente desnuda entró en la cama con cuidado de no despertarlo y una vez recostada sobre el colchón y de espaldas a él se cubrió hasta el cuello con la sábana y fijó la vista en un punto en la oscuridad hasta que se quedó dormida.

De esa forma pasaron 3 años y en algún punto de ese tiempo juntos Juvia había experimentado la sensación que su amiga le describió una vez, Lyon la había llevado al éxtasis. Recordaba que aquella noche le dio esperanza, había conocido el placer y quería volver a probarlo.
Días gloriosos fueron para el peliblanco aquellos, su esposa insistía en tener relaciones a cada momento y no perdía la oportunidad de tentarlo. Juvia ansiosa por volver a rozar el cielo con los dedos se había asesorado revisando a escondidas los videos pornográficos de Gajeel. Para su mala fortuna por más que se esforzaba no volvía a llegar, su consuelo fue que al menos gracias a su exhaustiva investigación sabía cómo fingir ante su esposo ya que lo último que quería era hacerlo sentir mal.

Su ritmo sexual bajó cuando Lyon consiguió un acenso, en parte por los continuos viajes que realizaba y en parte porque Juvia finalmente se había resignado.

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El timbre de la entrada la sacó de su ensoñación. Sonó 2 veces seguidas, hizo una pausa y sonó 2 veces más. Era Meredy.

Juvia terminó de poner un par de broches en su cabello, tomó su celular, lo guardó en su bolso y salió rápidamente para encontrarse con su pelirrosa amiga.

-Juv, me alegra que al final decidieses venir, verás que no te arrepentirás- entrelazó el brazo con el de Juvia para halarla -¡Será una noche de chicas en la ciudad!

-Sí, Juvia también quiere divertirse.

Ambas chicas subieron al taxi que estaba esperando el regreso de su pasajera. Su destino: uno de los antros más famosos de la ciudad.

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La música hacía vibrar los oídos de Juvia y sentía como también su pecho vibraba, nunca se había sentido muy cómoda en ese tipo de lugares pero necesitaba despejarse un poco y Meredy llevaba mucho tiempo intentando llevarla a ese club nocturno.

-Vamos, ven a bailar, Juv. No vale la pena haber venido si te quedas allí sentada toda la noche.

-Ah, Juvia irá, pero primero...- la peliazul buscó con su mirada una excusa –Juvia irá por algo de beber, no tardará- Meredy puso los ojos en blanco mientras su amiga se levantaba de un salto para dirigirse rápidamente hacia la barra.

Juvia golpeteó los dedos sobre el pulido cristal de la barra mientras el barman servía los tragos y cuando finalmente los tuvo en sus manos debió controlar ese temblor lo mejor que pudo para no derramarlos.
Giró lentamente y caminó con el mayor cuidado que pudo, sin embargo cuando pasó junto a los últimos banquillos de la barra chocó de frente contra una persona provocando que ambos vasos cayesen al suelo regando la parte de su contenido que no había quedado sobre el hombre frente a ella.

-¡Maldición!- se quejó una voz masculina.

-Ju-Juvia- lo siente mucho- se apresuró a disculparse sin atreverse a levantar la vista.

-Es fácil para ti decirlo, no apestarás a alcohol y jugo toda la noche. ¡Deberías fijarte por donde caminas!- Juvia llenó sus mejillas de aire mientras las sentía enrojecer de molestia. ¡Había sido él quien salió de la nada!

-Pues quizás sea usted el que debería sacar la cabeza de su...- la frase se quedó atorada en su garganta cuando levantó la mirada y se encontró con unos ojos grises observándola con altanería.

La peliazul repasó los rasgos de su rostro con detenimiento, tenía la piel de al menos dos tonos más obscura que ella, alborotado cabello negro, unos grandes ojos del gris más profundo que alguna vez hubiese visto, una mandíbula fuerte que, aunada a la pequeña cicatriz sobre su ceja izquierda le brindaban un aspecto atractivo y varonil.
Sus ojos siguieron el trayecto hacia abajo reparando en su espalda ancha y hombros de aspecto firme, en los músculos de su pecho que se marcaban contra la camisa negra.

Sintió una peculiar sensación apoderarse de su cuerpo al contemplar a aquel atractivo hombre.

-¿Debería sacar mi cabeza de dónde?- esa grave y varonil voz fue el complemento ideal para completar la imagen cargada de testosterona que se le ofrecía a Juvia; sin embargo el tinte de altanería la sacó de su ensueño para devolverla a la realidad.

-Aaa...bueno, Ju-Juvia...Juvia- tartamudeó enredándose con su propia lengua –Juvia lo lamenta- volvió a bajar la mirada incapaz de seguir observando a ese Adonis y volvió a sentir sus mejillas arder, pero esta vez con un sentimiento diferente.

-No. Vamos mujer, dilo- Gray estaba fastidiado, no sólo porque tenía la camisa empapada, sino por la actitud de esa mujer, es decir, primero le tira las bebidas encima, se disculpa, luego se pone a la defensiva y ahora ni siquiera es capaz de sostenerle la mirada. ¿Cómo eran posibles tantos cambios de humor en tan poco tiempo?

La peliazul no respondió nada, parecía como si sus manos se hubiesen vuelto lo más interesante del mundo.

Él bufó exasperado pero no pudo evitar repasarla de pies a cabeza. Esa mujer no era para nada fea, tenía un cuerpo de infarto con esas prominentes curvas -que sobresalían debido al ajustado vestido- y una estrecha cintura. Su piel era increíblemente blanca, contrastando a la perfección con el cabello azul cielo que llevaba ondulado y sujeto tan sólo con un par de broches, dejando un flequillo sobre la frente.

Debido al prolongado silencio la chica se animó a levantar la cabeza permitiéndole apreciar sus grandes ojos azules enmarcados por unas espesas pestañas del mismo tono del cabello. Su piel era tersa y suave ya que no parecía llevar mucho maquillaje y tanto sus labios como sus pómulos se coloreaban por sí solos.

-¿Por qué no mejor te invito un trago para que reconsideres tus palabras, preciosa?- le dedicó una sonrisa coqueta que la dejó sin aliento -A menos que vengas con tu novio, en ese caso podría persuadirte de cambiar de planes- agregó el pelinegro al recordad que ella llevaba dos bebidas, si se trataba de un hombre que la hacía ir por los tragos él fácilmente podría darle la vuelta.

-N-no, Juvia está aquí con su amiga- respondió buscando con la mirada la cabellera rosa de su mejor amiga. Gray siguió la trayectoria de sus ojos y sonrió al reparar en una chica que parecía disfrutar en la pista de baile.

-Supongo que es momento de que tú también te diviertas, además te debo las bebidas que ahora están sobre mí y como tú las pusiste allí lo menos que puedes hacer es aceptar. Mi nombre es Gray y supongo que ya sé el tuyo.

Juvia no supo si fue aquella deslumbrante sonrisa o el tono sensual de su voz lo que provocó una extraña sensación de necesidad y guiada por ese instinto aceptó su propuesta devolviéndole la sonrisa.

Vaso tras vaso el alcohol le fue proporcionándole a Juvia en valor que le hacía falta para ver de frente a ese atractivo desconocido y repasarlo de pies a cabeza.

-Oye, oye, tómalo con calma, linda- dijo divertido cuando la vio llamar al barman después de haber bebido el líquido prácticamente de un sólo trago –No querrás desmayarte y quedar indefensa ante un montón de extraños- agregó mientras le quitaba el vaso -nuevamente lleno- de las manos y se lo tomaba él en cambio.

-Juv- giró al escucharse llamar y vio a su mejor amiga con una gran sonrisa en el rostro -¿Está bien si cancelamos lo de mi casa?- señaló con un gesto de la cabeza a un alto chico de cabello rubio más largo que el suyo.

-Está bien, Med- Juvia le devolvió la sonrisa cómplice –Ve con confianza y diviértete.

-Primero te acompañaré a casa- dijo inflando las mejillas ante la idea de que su mejor amiga pensara que la abandonaría así como si nada.

-No- se apresuró a responder Juvia, no quería irse aún. En el banquillo contiguo el pelinegro sonrió para sí, tenía la vista fija en el vaso vacío y la cabeza gacha pero aun así estaba muy atento a lo que esas dos hablaban. –Juvia puede volver sola, así Meredy puede ir sin problemas. Además a Juvia le gusta este lugar, la está pasando bien- Meredy arqueó una ceja.

-Pensé que a ti no te gustaban estos lugares.

-Pero Juvia se la está pasando bien aquí, de verdad.

-De acuerdo- cedió, después de todo habían ido allí con la finalidad de que Juvia se divirtiese –Pero tienes que prometer enviarme un mensaje o llamarme en cuanto llegues a casa.

-Juvia lo promete.

Se despidieron y la pelirosa salió del club acompañada del rubio.

-Entonces, ¿de verdad te estás divirtiendo?

La grave y masculina voz del hombre de ojos grises le provocó un escalofrío que bajó por su columna vertebral y se dio cuenta que le resultaría prácticamente imposible irse.

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Tan sólo una hora más tarde ambos se encontraban demasiado juntos en la pista de baile, el alcohol había menguado la timidez de Juvia y sin rastro de vergüenza juntó más su cuerpo con el de él.
La música combinada con las luces y el dulce olor que emanaba del cuerpo de aquella mujer embriagaron los sentidos de Gray haciéndolo rendirse ante ella. Trataba de mantener las manos lejos de las curvas de la chica pero hipnotizado por la sensual visión que se ofrecía ante él perdió el poco autocontrol que le quedaba, deslizó sus manos sobre la suave piel expuesta de la muchacha y entonces se despidió de su cordura. Con una mano la tomó de la cintura atrayéndola hacia sí y se apoderó de los carnosos labios con ferocidad.

Una corriente eléctrica se extendió por la piel de Juvia dejando una sensación de cosquilleo por donde sentía las masculinas manos rozar su piel. Sin haberlo pensado siquiera se encontró respondiendo aquel desesperado beso.
Las manos de Gray se habían deslizado hasta sus caderas y después de recorrerlas en su totalidad las estrujó pegándola más contra su cuerpo arrancándole un suspiro que él aprovechó para introducir su lengua en la caliente y pequeña boca.
La canción terminó y otra había empezado cuando la falta de oxígeno les obligó a separarse apenas los centímetros necesarios para respirar.

-Ju-Juvia siente que ha empezado a hacer mucho calor aquí.

-Estoy de acuerdo- su aliento le acarició el rostro y mezclado con el varonil aroma que despedía su ser provocaron que una extraña presión se instalara en su vientre. –Pero ¿lo sientes?, me temo que me sería imposible apartarme de ti ahora.- una de sus manos dejó de aferrar su cadera y en cambio un fuerte brazo envolvió su cintura apretándola tanto contra ese musculoso cuerpo que sintió como sus talones se despegaban ligeramente del suelo dejándola apenas apoyada en las puntas y pudo sentir un abultamiento contra su ingle. Gray se acercó lentamente su cuello para depositar un húmedo beso.

-Ahh- escapó como un susurro de los labios entreabiertos de Juvia mientras sentía como la humedad se hacía presente también en otra zona.

La parte racional de su cerebro tan sólo se manifestó para preguntarse cómo era posible que él lograra que su cuerpo reaccionase de esa forma con apenas tocarla. Hasta ese momento sólo había sentido esa humedad cuando Lyon estaba a punto de penetrarla y nunca acompañada de esa deliciosa presión en el vientre. –Déjame llevarte a casa- susurró como una evidente insinuación en su oído antes de mordisquear el lóbulo de su oreja.

Otro corrientazo la recorrió haciéndole cosquillas en su zona íntima. Aquellas sensaciones que nunca había experimentado la llenaron, finalmente sentía lo que por tantos años buscó y no pensaba dejar ir la oportunidad de seguir sintiéndolas.

-S-sí- dijo con apenas un hilo de voz.