¡Hola!

Había hecho esto para Navidad, y se me olvidó publicarlo aquí, es un Fic de dos capítulos.

Aquí el primero

=D


Estaba ahí, mirándolo con la mayor de las ternuras, observando con cariño aquel par de guantes negros, con sus iniciales bordadas en escarlata.

Sonrió mientras él se marchaba dándole la espalda, lo que siempre vería de él, lo que él siempre le permitiría ver.

Suspiró, faltaba muy poco para las doce de la noche, pero no pudo evitar volver a levantarse, por si lo encontraba, por si lo veía. Y lo vio.

Volvió la mirada hacia el pasillo, en una esquina vio el pequeño cuerpo de Luna tratar de alcanzar alguna criatura, iba vestida muy similar a ella, la única diferencia recaía en que Luna llevaba, una vez más, su varita detrás de la oreja.

- ¿Qué haces? – le preguntó mientras.

- Trato de recuperar mi espíritu navideño - sonrió mientras se rendía de su infructuoso intento.

- ¿Puedo hacer algo para ayudar? - inquirió sabiendo que era una más de las locuras de Luna.

- No, ya nada me hará volver a creer en Nargles - suspiró abatida - esas criaturas no existen.

Hermione abrió los ojos, realmente sorprendida y preocupada, no concebía un mundo dónde Luna no creyera en criaturas inexistentes, era como si Harry no fuera el salvador del día, si Ron no la hiciera rabiar con sus tonteras, como si ella no se odiara con...

Detuvo sus pensamientos en ese mismo instante, asustada con lo que iba a formarse en su rápido cerebro. Pero si su último pensamiento era erróneo, ¿podría haber una posibilidad de que Luna dejara de creer en aquellas criaturas?

No, no podía ser cierto, algo debía hacer para que ella creyese de nuevo en la navidad.

- Luna - susurró tratando de pensar en algo.

- Dime - sonrió algo menos soñadora - ¡OH! Qué bellos guantes, ¿Puedo?

- Sí - se los pasó sin mucho interés, pero pronto se dio cuenta de dónde procedían y para quién exclusivamente eran – No, son...lo siento - se disculpó - pero es un regalo, que sólo yo puedo usar.

- ¿Ves?, la navidad es egoísta, gracias a Merlín perdí el entusiasmo en ella - dijo la rubia con tristeza, mientras se volteaba para marcharse.

- ¡Pero puedo contarte cómo los conseguí! - le gritó antes de que pudiera pensarlo dos veces.

Luna sonrió como antes, como si algo supiera que los demás no. Hermione suspiró con cansancio y le tomó de la mano, llevándola a unas escaleras junto a un ventanal de donde se podía ver a lo lejos el pueblo.

- Estos guantes, son especiales Luna - comenzó Hermione - vienen de un lugar que seguramente jamás creerías, como ahora, que no crees en la bella navidad.

- Mi espíritu navideño - recalcó Luna - lo perdí.

- Exacto - dijo la castaña - a eso me refiero, lo que pasa, es que a veces puedes perderte, pero, como estos guantes, encuentras algo mucho, mucho mejor...

"- Sólo me falta bordarlos y estarán listos - sonrió mientras acarreaba todas las bolsas.

Hermione detuvo su andar un momento ató por fin su cabello en una media cola, y ordenándolo todo retomó su camino. Más adelante, las cabezas de sus mejores amigos le indicaron que la esperaban, apresuró el paso y llegó hasta ellos exhalando el aire de sus pulmones.

- ¡Hola! – saludó.

- ¿Son todos regalos, Hermione? - preguntó Ron tratando de abrir una de las bolsas.

- La mayoría - respondió - ¿Ya vuelven al castillo?

- Sí - respondió Ginny - Ya acabamos con las compras, no es mucho lo que hay que pensar, cada quien se encarga de enumerar lo que quiere cada navidad - rodó los ojos - ¿Aún te queda por hacer?

- Algo - se lamentó.

- ¿Te llevamos las bolsas? - se ofreció Harry.

- Te lo agradecería enormemente - sonrió ella.

- Claro - bufó el pelirrojo - más carga para nosotros.

- Calla y camina - advirtió su hermana, sacando la varita.

Hermione sonrió, así era Ron. Cubrió mejor su cuello con la bufanda y continuó con su camino una vez perdió de vista a sus amigos.

Pasó por varias tiendas, pero no se detuvo. Entró en una de las que estaban casi vacías y salió de ahí con un gran surtido de lanas que había pedido exclusivamente para la ocasión, a pesar de que quedaba pocas horas para Navidad, sabía que podría lograr su cometido.

Aún era temprano y Hermione seguía a las afueras del pueblo tejiendo sin parar, hasta se había pasado la hora de la comida. Seguía haciendo ropa con las muchas lanas que había conseguido, de seguro que a Dobby le encantarán las nuevas calcetas y gorros que le había hecho.

Suspiró cuando su estomago rugió de hambre, se levantó, dejando todos los artículos en una bolsa a los pies del gran árbol en el que estaba sentada. Se estiró por el dolor de permanecer demasiado tiempo en una posición.

Se puso de nuevo sus guantes negros y cuando iba a recoger sus bolsas, un pequeño trozo de tela roja dio con su pie derecho, se agachó con naturalidad e inspeccionó el artículo.

- Es como la que lleva a cuestas Papa Noel – sonrió.

Y como si fueran palabras mágicas, la pequeña tela de color rojo brilló. Hermione abrió los ojos con algo de susto, y soltó la tela haciendo que esta se enganchara en una de las ramas de aquel árbol, su intenso brillo cesó, la tela se expandió y se la tragó sin dejar rastro.

Tosió con algo de dificultad, lo que vio, o mejor dicho, no vio la asustó mucho más. Podía oler la humedad bajo ella, sentía en sus rodillas algo blando, como lodo, tenía la sensación de estar en un lugar muy pequeño y que alguien la observaba con insistencia. Se aclaró la garganta para hablar, pero él se adelantó.

- De todas las personas en el mundo – siseó – tenías que ser tú.

- ¿Perdón? – dijo Hermione levantándose.

- No lo intentes – dijo la voz – mientras más te muevas, el lodo te absorberá.

- Tú, tu voz… - se desesperó.

Una luz apareció proveniente de un encendedor, podía ver la mayoría de las facciones a la débil luz del fuego y como si fuera un chiste, él sonrió.

- ¡Bu! – dijo, Hermione frunció el ceño – Sí, Granger, soy yo.

- Malfoy – gruñó Hermione.

- Déjame adivinar – se burló – tocaste la tela, luego brilló y cuando cesó te tragó como un sapo que atrapa una mosca.

- Vaya – respondió con sorna – ya somos dos moscas en el estomago del sapo.

Vio como la cara de Malfoy se contorsionó en una mueca de odio, se levantó con un poco más de fuerza, aún así y como había dicho Malfoy podía sentir como sus pies se hundían en aquel lodo.

- ¿Has intentado magia? – un bufido fue toda la respuesta del rubio - ¿Ni el Lumus sirve?

- Sí sirve, pero no quiero que este lugar sea lo último que vea – siseó.

- Lumus

El lugar era deprimente, medía alrededor de tres metros, el líquido fangoso en el que estaba parada efectivamente era lodo, aunque su color era de un negro fuerte.

- Debemos salir de aquí – gimió.

- OH, qué gran idea, por qué no se me ocurrió antes – ironizó el rubio, recibiendo una mortífera mirada de la castaña.

- Qué gracioso, acaso te diste cuenta – inquirió – de la luz que se ve allá arriba.

Malfoy levantó la mirada, y efectivamente, allá, una luz tenue se divisaba. Se levantó también con algo de fuerza y sacando su varita, intentó algunos hechizos; nada.

- ¿Es una rama eso que se ve ahí? – preguntó Draco, tomando con agresividad la muñeca de Hermione para que alumbrara mejor.

- Duele – alegó ella.

- Sí, sí –

- Estaba al lado de un árbol cuando la cosa esta me tragó –

- Si tan solo pudiéramos arrojar algo a esa rama –

Pasaron algunos minutos tratando de convocar alguna cuerda para que pudieran salir, pero nada daba resultado. Hermione estaba muriendo de calor por el espacio que compartía con tan irritante compañero, el lodo le llegaba a los tobillos y se le dificultaba mucho respirar.

- Tu bufanda – exclamó Draco asustándola.

- No mide diez metros, idiota – bufó ella, sin paciencia.

- Dame – dijo él arrebatándosela y comenzando a destejerla – así y con un hechizo de reforzamiento, tendremos nuestra propia cuerda.

- Brillante –

- ¿Te sorprende? – bramó él, con odio en la mirada.

- Ya nada me sorprende – dijo en vez de responder que sí.

Draco lanzó algunos hechizos a la lana, algunos fueron aceptados, otros rechazados. Hermione lo miró intentar lanzar la lana hacia arriba, pero como predijo, no alcanzó, aun le faltaban unos metros.

- Tus guantes – demandó Draco.

- Olvídalo – chilló ella.

- ¿Quieres salir de aquí o no? –

Se los pasó con un sabor amargo en la boca, lo vio deshacerlos y cerró los ojos para ver como sus guantes se unían a su bufanda.

- Necesitas un contra peso – dijo ella , pero él no la miró – oye – repitió – Hombres.

Se sacó una de sus botas, le quitó la cuerda atando un extremo a su enlodado calzado y los dos juntos, vieron, como la cuerda salía por la luz y se enredaba perfectamente en la rama.

- Las damas primero – sonrió Draco y Hermione se confundió.

Tiró de la lana para estar segura de que no se desmoronaría, luego comenzó a escalar con dificultad, tenía varios centímetros de lodo en los pies y sus manos le dolían.

- Veo la salida – miró a Draco, que iba un poco debajo de ella.

- Apresúrate – le gritó él, desesperado – no mires hacia abajo.

Pero miró con horror como el lodo comenzaba a subir amenazante. Hermione apuró el paso, lastimándose, sentía como la brisa de afuera alcanzaba a revolver su pelo y la esperanza recorrió todo su cuerpo, sobre todo cuando su mano derecha tomó la gruesa rama por la que estaba sujetada la lana.

- Ya estamos – gritó hacia atrás y vio a Malfoy con el lodo hasta el cuello.

- Vete – espetó – con un demonio Granger.

La castaña puso su otra mano sobre la rama y de un impulso, pudo salir y aterrizar en la dura nieve. Se apresuro a ver cómo la bolsa pequeña se desvanecía, cerrando la salida para Malfoy.

Con toda su fuerza tomó la lana y tiró de ella, sentía como si estuviera intentando trasladar el árbol, y justo cuando iba a rendirse, la bolsa expulsó a Draco de sus entrañas, con todo y lodo sobre Hermione."

- ¿Entonces? – dijo Luna, interesada - ¿Tus guantes se destruyeron?

- Sí – sonrió – no son los originales, pero son mejores.

- Así que Malfoy te los obsequió – sonrió la rubia.

- No exactamente –

- Te los dio, cuando le contaste que los guantes te los había enviado tu madre y esperabas ponerle tus iniciales en escarlata – apuntó mirando al techo, como si hubiera encontrado algo – él vino y te los dio.

- Sí –

- Eso es un obsequio – se levantó y cogió algo con la mano, que depositó en su pecho – ahora, el asunto es ¿Qué le obsequiarás tú?

Luna se fue, dejando a Hermione con la mirada perdida en los guantes, al parecer, la rubia había recuperado su espíritu navideño.


Ya pronto subiré el último.

Besos,

Aniia.