N.A..- Ejem… ¡Hola fandom de Kuroshitsuji! Etto… yo soy Hoshi y esta es la primera historia que subo a este Fandom… ¡espero que les guste!...
Disclaimer: Kuroshitsuji I y II no me pertenecen son propiedad de Yana Toboso. Cenicienta, Ricitos de Oro y Caperucita Roja tampoco son míos, sino de sus respectivos autores, escribo con el fin de entretener JAMÁS para burlarme o poner en ridículo a algún personaje del anime u obtener alguna clase de ganancia económica, mis disculpas de antemano por los horrores de ortografía D: Hn… Ah! y no es Yaoi.
Ese Mayordomo, Había una vez…
Por: Hoshi Miyuki
~Cielicienta~
Había una vez, hace mucho tiempo, una hermosa jovencita llamada Cenicienta. Moo~ ese nombre no es nada lindo, mejor que se llame… Hm… ¡Ya sé! ¡Cielicienta! Sí, que mono~…
— ¡Elizabeth! ¡Esto no es divertido!—Gritó, Cielicienta al aire, con el seño fruncido. —… ¡¿Y porque estoy vestido así?! — Preguntó, ligeramente sonrojado, señalando el lindo vestidito rosa y el mandil blanco junto con el moño rosa que llevaba puesto (claro, sin olvidar su conocido parche). Oh~ ¡Ciel te ves tan lindo! Kyyaa~ ¡Kawaii! —… Tsk, solo termina de contar la historia…— Dijo Cielicienta, cruzándose de brazos y bufando con fastidio. Moo~ Ciel no te enojes conmigo. ¡Fue idea de Sebastián!...
Bueno, seguimos con la historia, Cielicienta vivía en la casa de su madrastra Hanna, junto con sus feas y nada lindas hermanastras Aloiss…a y Edward.
— ¡Noo~! Lizzy, ¡¿por quéee~?!— Shh… ¡Cállate hermano mayor, déjame terminar de contar la historia! Por más lindo que te veas con ese vestido verde, hoy apoyaré a Ciel.
Ejem… La madrastra y las hermanastras trataban muy mal a Cielicienta, la obligaban a limpiar toda la mansión ella solita y también a dormir en la terraza… Joo~ Señor Sebastián, ¿de qué se ríe?, ¿Cómo de que él nunca podría hacer eso? ¡Ciel es muy lindo y puede hacer lo que sea! Jum… Bien, acepto sus disculpas y ya no interrumpa…
Un día, mientras Cielicienta hacia sus tareas, escucho que alguien tocaba la puerta, fue a abrir y se encontró con Tanaka-san, el mensajero del Rey.
—Buenos días, ¿se le ofrece algo? — Pregunto Cielicienta inclinándose un poco para poder hablar con el Chibi-Tanaka. Éste bebió un poco de su té.
— Jo, jo, jo— Contesto e inmediatamente le entrego una carta a Cielicienta.
— Ah, ya veo, bueno muchas gracias— Dijo mientras que Tanaka-san se inclinaba levemente a modo de despedida y se iba.
—¡Cielicienta! ¿Quién era? — Pregunto curiosa Alois-a, (que había llegado de la nada) mientras le arrebataba la carta a Cielicienta de las manos.
—Era Tanaka-san, el mensajero del Rey, dijo que el príncipe tenía el honor de invitar a todas y cada una de las señoritas solteras de todo el Reino a un baile en su palacio, que la tres estábamos cordialmente invitadas y que esperaba contar con nuestra presencia…— Dijo Cielicienta, a lo que Alois-a le miraba sorprendida.
—… ¿En serio dijo todo eso? — Pregunto, Cielicienta solo asintió con la cabeza— Wow, en fin, ¡nos invitaron a un baile! ¡Olé! —Decía Alois-a mientras reía y bailaba alrededor de Cielicienta que solo la veía con el seño fruncido. De repente Alois-a dejo de reír y bailar, cambiando su semblante a uno muy feo y aterrador— Si no terminas tus tareas y consigues un vestido decente no irás, ¿entendiste, Cielicienta? — Dijo, (o más bien amenazo) a lo que Cielicienta le miraba sorprendida.
—…Sí — Contestó— Que bipolar— Pensó. — Dime Alois-a, ¿cómo se llama el Príncipe? — Preguntó, ella ya sospechaba quién podría ser.
—Daa~ todo el mundo sabe que se llama Sebastián Michaelis, el Príncipe más increíblemente guapo del mundo, aunque claro~, su primo~ el Duque Claude Faustus no se queda atrás. Oh~ es tan sexy~— Contestó Alois-a y a la vez empezaba a fantasear con el Duque.
— Tengo que ir a ese baile, encontrar a Sebastián y… ¡MATARLO CON MIS PROPIAS MANOS POR CONVENCER A LIZZY DE HACERME ESTO! ¡EL INFIERNO TE PARECERÁ BONITO UNA VEZ QUE TE ENCUENTRE MALDITO DEMONIO BASTARDO! —Pensó Cielicienta, (Kyya~ ¡Ciel me llamo Lizzy!) mientras una enorme vena palpitante aparecía en su frente y caminaba hacia su habitación dejando a Alois-a sola gritando algo como "Oh~ Sí~ Claude~" (¿?).
Una vez en su habitación, Cielicienta reviso entre sus cajones algún lindo vestido que ponerse pero solo encontró telas e hilos.
—Diablos, ¿ahora qué haré? — Preguntó al aire mientras se sentaba al borde de la cama.
— ¡Bocchan!, es decir ¡Cielicienta! — Al escuchar que la llamaban, Cielicienta bajo la mirada y observo a los cuatro lindos ratoncitos que le hablaban. Y no, no está loco, así va la historia…— ¡Cielicienta, nosotros te ayudaremos! Dijeron los lindos ratoncitos.
— ¿Ustedes saben coser? — Preguntó mirándolos fijamente lo que estos simplemente asintieron. Una de las ratoncitas, llamada Nina Hopkins se le acerco.
— ¡Por supuesto que sí!, ya verás como con mis diseños quedarás DI-VI-NA~ querida~— le dijo, guiñándole un ojo y empezado a tomar sus medidas, repitiendo cada tanto "Tus medidas son perfectas~". Cuando termino de medir se alejó y le dijo— ¡Verás como con el hermoso vestido que te haré logras conquistar el corazón de Rígido-san!
Cielicienta se sonrojo mientras le gritaba al ratoncito "¡NO QUIERO CONQUISTARLO, AL CONTRARIO, LO MATARÉ!" pero este ya se había ido junto con Finnie, Bard y Maylene, los otros ratoncitos, a empezar a coser el vestido. Kyyyaaa~ ¡Ciel se ve tan lindo sonrojado!
—¡Cielicienta! — El grito de sus hermanastras hizo que suspirará cansinamente. Se levantó de la cama y arrastrando los pies fue a ver que querían Edward y Alois-a.
Cuando estuvo enfrente de ellas, Edward le entrego una larguisisisima lista, con todas las cosas que tenía que hacer para antes de la fiesta con una ENORME sonrisa, como si se estuviera burlando de ella. "Venganza, Phantomhive, ¡No permitiré que me quites a Lizzy!" Pensaba Edward.
Cielicienta miro de mala manera a Edward, tomando la ENORME lista y retirándose de ahí.
Después de un muy, muuy laargaa~ tarde de tareas y deberes innecesarios como: lavar los tapetes con un cepillo… de dientes, bañar al gato, preparar cinco docenas de galletas con forma de la Torre Eiffel, reparar la televisión (¿?), hacerle trenzas a todas la muñecas de Alois-a, volver a bañar al gato, etc, Etc, ETC. Cielicienta volvió a su habitación, cansada y enojada pero con la leve esperanza de encontrar el vestido ya terminado, cosa que… no sucedió.
— ¡¿QUÉ DIABLOS ES ESTO?! — Gritó/preguntó Cielicienta, observando el trapo nada lindo de tela mitad quemado mitad sucio que creo, en alguna época de su vida fue color rosa pastel.
— ¡LO SENTIMOS BOCCHAN! Es decir… ¡CIELICIENTA! — Respondieron los lindos ratoncitos. Lo que ocurrió fue que la ratoncita Nina, al tener tantas ideas de vestidos y conjuntos, no logro decidirse por ninguno y los otros tres al querer ayudar, lo único que provocaron fue que Bard quemará el vestido con un lanzallamas y Maylene al querer lavar la tela, en lugar de usar jabón termino usando un botecito de tinta negra.
Cielicienta se llevó una mano a la sien tratando de calmarse (más bien contenerse) un poco. Se sentía Enojada, cansada, fastidiada, enfadada y muchas más palabras que terminarán en –ada… de repente, Cielicienta cambio su semblante por uno sorprendido, casi feliz. ¿Qué ocurre Ciel?
— ¡Eso es! — Dijo, levantándose rápidamente, asustando a los lindos ratoncitos que la miraban extrañados— ¡Yo tengo un Hada Madrina!… b-bueno la protagonista del cuento tiene un Hada Madrina, que supongo salé en esta parte de la historia…
¡Es cierto~! Entonces, de la nada, apareció en la habitación, rodeado de unos polvillos grises y negros. Un hombre vestido con una túnica negra, usando un sombrero de copa negro, muy pálido y con cicatrices y… y c-con el cabello de c-color gris, largo y cubriendo su cara… ¡Kyyyaa! ¡Ciel ¿Quién es él?!
— Undertaker— Dijo Cielicienta a modo de saludo.
— Je, je, je~ Conde Phantomhive, je je~ o ¿debería decir, Cielicienta? JAJAJA…— Después el señor Undertaker empezó a reír de una manera exagerada y aterradora. Cielicienta solo frunció el seño y espero a que dejara de reír. Moo~ Ciel, ese señor no es nada lindo.
—Undertaker, ¿Tú eres mi hada madrina? — Preguntó la muchacha mucho tiempo después, ese señor se ríe mucho.
—Je je~ ¡Sí Cielicienta! Jajaja~, y-yo te a-ayudaré a c-conquistar a jajajaja~ ¡A c-conquistar a-al prínci-cipe! Ajajaja ¡Al mayordomo! AJAJAJAJA…— Contestó (¿?) Undertaker, no entiendo, ¿qué le da tanta risa? — Jeje~ primero, el vestido jijiji~…
Entonces, Cielicienta fue rodeada por una nube gris y cuando está se evaporo dejo ver a… ¡KYYAAA~! ¡SHIERU, KAWAII! … Cielicienta llevaba un lindísimo vestido azul cielo combinado con listoncitos negros y guantes largos igual negros, usaba un lindo sombrero con flores azules y traía su hermoso y largo cabello recogido en dos coletas con su flequillo cubriendo su ojo derecho en lugar del parche. Y además calzaba unas hermosas zapatillas de cristal, tan monas~. Awww~ ¡Cielicienta parecía toda una muñequita!... Aunque creo que ese vestido lo he visto antes, pero… ¿era de otro color?...Hmm …(*)
—Je, je, je~ Bien, Cielicienta, ya está todo listo, su carruaje la espera afuera jijiji~ pero recuerde… al sonar las doce campanadas el hechizo se romperá, solo tiene hasta la media noche para volver…— Y sin más el señor Undertaker desapareció en medio de muchos polvos grises y blancos.
Cielicienta suspiro con cansancio, sus hermanastras ya se habían ido así que tendría que irse sola. Moo~ ¡Ciel! ¡Sonríe, por favor!, sino ¡no tendrá chiste que hagamos todo esto! Joo~ bueno aún falta para terminar el cuento, ¡aún tengo oportunidad de ver o hacer a Ciel sonreír!
Mientras tanto, en el Palacio Real, el salón principal estaba repleto de señoritas bellísimas, con vestidos lindísimos. Aww~ Kawaii~ ese vestido amarillo es tan lindo~ ¡Oh! Y ese púrpura de allá es hermoso~… Ejem, si, perdón, la historia, etto… ¿En qué me quedé? ¡Ah, sí!, muchas señoritas muy bonitas andaban de aquí para allá, luciendo sus vestidos y esperando pacientemente a que el Príncipe saliera a saludar. Entre todas ellas se encontraban Edward y Alois-a usando un vestido verde y morado respectivamente. Alois-a se mecía de un lado a otro, buscando "algo" con suma desesperación, mientras que Edward le miraba fastidiada, golpeando el piso con el pie y cruzada de brazos.
— ¡¿Te quieres calmar?! ¡Ella no va a venir!... — Dijo Edward completamente exasperada por el incansable nerviosismo que parecía tener su hermana.
—… ¿Qué?, yo no busco a Cielicienta, ¡Busco al Duque! ¡Maldito Claude! ¡¿En dónde diablos estás?! — Contestó Alois-a.
—… Como sea…— Dijo Edward, mientras una gota de sudor bajaba por su sien. — ¿Por qué tengo que actuar con él? ¡Ni siquiera lo conozco! — Pensó, eso es cierto hermano mayor, tú y él no se conocían…hmm… mejor que no sepa cómo lo conocí yo…
De repente, el sonido de las trompetas llamo su atención, al igual que la de todas las personas reunidas en el Palacio. Bajando elegantemente las largas escaleras, vestido de manera perfecta, que incluso mi madre halagaría, se encontraba el Príncipe, Sebastián Michaelis, sonriendo amablemente ante sus invitadas. ¡Oh~ que guapo lucía Sebastián! Él encaja a la perfección con su papel de Príncipe encantador~ Kawaii~… Ejem… Como decía, el príncipe bajaba las escaleras de manera elegante, sonriendo y agradeciendo a todas por asistir a su humilde fiesta, cuando estuvo al pie de las escaleras, hablo…
— Mis queridos súbditos… "Oh~ siempre quise decir eso~ Bocchan nunca me lo hubiera permitido"…Les agradezco enormemente su asistencia a esta reunión, seguramente se preguntarán, ¿Cuál es el motivo por él que se encuentran ustedes aquí, hoy? Pues… "¡Esta es una nueva manera de fastidiar a Bocchan!"… Como todos sabrán estoy en busca de una prometida, y la idea de esta fiesta es encontrar a la afortunada señorita que se despose conmigo… "No es egocentrismo, ¡para nada!"… y, ¿qué mejor manera que conociéndolas personalmente a través de un baile? Así que… ¿Me permitiría bailar con usted, My Lady?... — Mientras el Príncipe hablaba, todas y cada una de las invitadas se quedaban maravilladas con él, hubo desde sonrojos, hasta derrames nasales. Algunas se desmayaron, otras gritaban y sonreían de la emoción, no faltó quien gritará alguna indecencia como las llamaba mi madre… "Kyyaa~ está buenísimo"…"Yo quiero un hijo tuyoo~"… "Elígeme a mí~"…" "Tas re-chulo papito~" (¿?)… " Sebas-chan, cásate conmigo, sé el padre de mis hijos, beesaamee~~"… y más cosas como esas. Algunas de ellas sacaron carteles de quien-sabe-donde que decían casi lo mismo. Sebastián, por su parte, buscaba alguna que le llamará la atención mientras sus guardaespaldas trataban de mantenerlo a salvo de sus nuevas "Fans".
Paseaba su mirada por todo el salón, no parecía haber nada prometedor, hasta que detuvo su mirada en la entrada de la habitación, sonrío galantemente. "¡Qué encantadora creatura!" pensó Sebastián. Con su andar tan perfecto y digno de la realeza, se acercó a aquella muchacha que parecía haber captado su atención. Pequeña estatura, delicada figura, piel de porcelana, su hermoso y sedoso cabello atado en dos coletas, un hermoso vestido azul combinado con detalles en negro y sus ojos. ¡Oh, que hermosos ojos!, cuya mirada del azul del cielo nocturno le miraban con… furia.
— ¡Bocchan! ¡Qué sorpresa verlo por acá! ¡Oh~ Bocchan, se ve usted adorable~! No le veía así de encantador desde aquella misión que le encargo la Reina~…— Dijo Sebastián, sonriendo burlonamente. Cielicienta solo lo veía con su seño fruncido y un aura maligna a su alrededor (¡Momento! ¡¿Ciel ya se había puesto un vestido antes?!).
— Bastardo, todo esto es culpa tuya, tú convenciste a Elizabeth de hacer esto, ¿cierto?... — Preguntó Cielicienta, mientras avanzaba lentamente hasta donde se encontraba Sebastián y el aura obscura a su alrededor crecía con cada segundo que pasaba. Aww~ Ciel se ve tan lindo enojadito~
—Bocchan, ¿usted me cree capaz de hacer algo como eso?, todo lo que ocurre es por idea e iniciativa de la señorita Elizabeth, yo no tuve nada que ver, recuerde; Yo no miento. —Contestó Sebastián, sonriendo de manera amable, tan común en él.
Cuando Cielicienta estuvo enfrente del Príncipe, solo se cruzó de brazos y le dedicó una mirada orgullosa.
—No te emociones demasiado, Sebastián. Cuando todo esto acabé, serás castigado. Por ahora, terminemos con esto. — Dijo Cielicienta. Sebastián sonrío más ampliamente, se llevó una mano al corazón y dijo:
—Yes, My Lady. —"Kufufu~". — Kawaii~. Sebastián tomo la mano de Cielicienta y la llevo al centro del salón en donde bailaron un hermoso vals, siendo observados por todos.
La música sonaba alegremente, Sebastián guiaba a Cielicienta paso por paso, ya que ella le pisaba cada tanto, hmm, creo que Ciel no es muy bueno bailando…
— Ups, creo que le pise… otra vez. — Pensaba Cielicienta, mientras sonreía con un poquitito de picardía y miraba a Sebastián con inocencia, creo.
— Ja~ digno de Bocchan, puede que como demonio tenga más resistencia al dolor, pero eso no quita que el mocoso pise duro… además, está ensuciando mis zapatos…— Pensaba Sebastián, que aguantaba los pisotones y sonreía, como si nada.
Después de horas bailando, riendo y siendo pisados (en el caso del Príncipe), Cielicienta se detuvo abruptamente, recordando las palabras de su Hada Madrina… "al sonar las doce campanadas el hechizo se romperá, solo tiene hasta la media noche para volver…". Saco del bolsillo del Príncipe el Albert que siempre cargaba con él y observo la hora. ¡Faltaban cinco minutos para las doce en punto! ¡Debía de darse prisa! Cielicienta se separó de Sebastián.
—Tengo que irme…— Le dijo, el Príncipe la tomo de la cintura, le atrajo hasta él y tomo su barbilla provocando que ella se sonrojará.
— ¿Te volveré a ver?, ni siquiera me has dicho tu nombre…— Dijo el Príncipe, sonriendo enormemente. Cielicienta se sonrojo aún más y retirando su mano de un manotazo, dijo:
— ¡Idiota!, nos veremos al final del cuento…—Y sin más, se alejó de él corriendo con rumbo a las escaleras. Él intento seguirla pero ya era tarde, se había ido, dejando una hermosa zapatilla de cristal olvidada que el Príncipe encontró, diciéndose a sí mismo que la encontraría, costará lo que costará…
A la mañana siguiente, por todo el reino se rumoraba que el Duque por orden del Príncipe estaba buscando a una doncella que había conocido en el baile de la noche anterior, y que lo único que conservaba de ella era una zapatilla de cristal. La muchacha cuyo calzado sea el mismo, será la afortunada que se casé con el Príncipe Sebastián~.
Todas las señoritas del reino se encontraban horrendamente nerviosas, el Duque pasaba por todas las casas buscando a la dueña de la zapatilla, probándolas a cada una él mismo.
Cuando llego a la casa de Cielicienta les recibió Hannah, mando llamar a sus hijas, Edward y Alois-a y ellas llegaron al instante. El Duque, Claude Faustus, trago seco cuando vio a Alois-a que se acercaba corriendo hacia él. Jiji~ el pobrecito llevaba toda la historia escondiéndose de Alois-a jiji~…
— ¡Claude! —Dijo Alois-a mientras abrazaba fuertemente al Duque, Claude no hizo nada.
Después de un momento y muchos abrazos de Alois-a para Claude (los cuales no fueron contestados pero tampoco rechazados) el Duque se animó a hablar.
—Ejem… buenos días señoritas… "creo"… como ya sabrán estoy buscando a una bella doncella que el Príncipe Sebastián conoció anoche en su Palacio, esta muchacha ha dejado olvidada una zapatilla de cristal, requiero que, por favor, se reúnan aquí todas la damas que vivan en esta casa para que cada una se pruebe la zapatilla…
Hannah contestó que solamente sus hijas habían asistido a la fiesta mientras que Alois-a y Edward se miraban con complicidad.
—En ese caso, si me permiten, procederé a probarles la zapatilla.— Dijo Claude, Hannah mando traer una silla para mayor comodidad, Edward fue la primera en probársela. Su pie era más grande que el zapatito, y aunque intento calzárselo de cualquier manera, su pie se rehusó a entrar. Suspiro con notorio alivio, "Pff, no tendré que casarme con el mayordomo de Ciel, por muy Príncipe que sea, no es mi tipo…" (¿?) Joo~ que malo eres hermano~
La siguiente fue Alois-a, su pie era más pequeño que el de su hermana, pero era más grande que la zapatilla y ella era muy, muuy~ terca. Probó, probó y volvía a probar pero la zapatilla simplemente ¡no le quedaba! Exasperada se levantó de golpe y amenazaba con tirar el zapatito de cristal al piso y que este se rompiera en miles de pedacitos. Claude advirtió su movimiento y alcanzo la zapatilla en pleno vuelo. Todos suspiraron aliviados menos Alois-a que volvió a sentarse enojada y cruzada de brazos. Un momento después Claude hablo.
—… parece ser que ninguna de ustedes es la dueña de la zapatilla, ¿están seguras de que son las únicas señoritas que viven en esta casa? — Preguntó el Duque, pero antes de que contestarán se escuchó un grito proveniente de las escaleras.
— ¡Esperé!, ¡yo no me he probado la zapatilla! — era la voz de Cielicienta, que corría escaleras abajo. Alois-a miro con completa furia a Hannah que solo pudo apartar la mirada apenada y asustada. "¡Maldita Hannah! ¡Le pedí que la encerrará en su cuarto! ¡¿Ni siquiera eso sabe hacer?!" Pensaba Alois-a, lo que ella no sabía es que Hannah si había cumplido con su orden pero Cielicienta tenía una llave de repuesto entre sus cajones. — Pff…y-yo n-no me la he m-medido… pff…— Dijo Cielicienta mientras respiraba agitadamente por tanto correr. Cuando llego a la silla se dejó caer en ella. Kawaii~ Ciel es tan lindo todo cansadito~ Edward se le acerco y con cara curiosa le pregunto "¿Por qué llegaste hasta ahorita?" — Me quede dormido…— Contestó Cielicienta, un poco apenada. Edward solo subió y bajo un poco los hombros y se alejó.
El Duque se acercó a Cielicienta para poder ponerle la zapatilla, cosa que… no sucedió.
— ¡Claude, rompe esa zapatilla, es una Orden! — Dijo Alois-a
— Yes, your Highness— contestó Claude quien después dejo caer la zapatilla al piso y está se quebró en miles de pedacitos. ¡Alois! ¡Eres muy malo! ¡Eso no fue nada lindo!
Todos, absolutamente todos miraron sorprendidos a la antigua hermosa zapatilla que justo ahora eran pedazos de vidrio nada lindos… todos, excepto Cielicienta, que de uno de los bolsillos de su mandilito blanco saco la otra zapatilla de cristal.
—Ejem… creo que esto puede ayudar. — Dijo llamando la atención de todos mientras sonreía enormemente. ¡Kyaa~, Ciel está sonriendo!
El Duque, rápidamente le probo la nueva zapatilla, comprobando que está le quedaba a la perfección. Alois-a intento decir algo pero Edward rápidamente le tapó la boca. "¡Deja que se acabe el cuento de una buena vez!" Le dijo.
— Vaya, vaya, que bueno es volverlo a ver Bocchan~— Dijo el Príncipe Sebastián… que salió de la nada. — veo que le ha quedado la zapatilla, ahora tiene que venir conmigo… kufufu~ tenemos una boda que preparar…— Decía el Príncipe mientras sonreía enormemente y se acercaba a Cielicienta para después cargarla al modo princesa. Kawaii~
— ¡¿Q-qué…?! Bájame bastardo, ¡que me bajes te digo! — decía Cielicienta tratando de alejarse del Príncipe. Sebastián solo sonreía más ampliamente.
Kyya~ unos días después, todo el Reino celebraba alegremente la llegada de Cielicienta como su princesa. Ella y el Príncipe Sebastián se casarón y ¡vivieron felices para siempre!
¡FIN!
(*).- según yo es como el vestido del anime pero en color azul -.-'
N.A.- Etto… y eso fue todo por hoy, es un fic con tres one-shot's, cada uno narrado por personas distintas, este si se dieron cuenta fue narrado por nuestra adorada y Kawaii Lizzy… quiero agradecer a mi Beta Shadechu Nightray por darme su aprobación a este proyecto, que pues, es el primero n.n' xDD espero que les haya gustado y espero sus reviews…(?)
Byebye!:D
Hoshi Miyuki
