Hola a todas y Feliz 2011!

La historia, antes que nada, será un short fic y está ya terminada, tiene cinco capitulos; así que no demoraré en actualizar (sé que tengo otra historia que no he concluido más que por no querer por no poder). Este es un AU (Alternative Universe) que está ambientado en Londres, pero sobre todo en Shanghái, entres los años 1925 y 1930. La idea original es de la película The Painted Veil (Al otro lado del mundo) en donde participan Edward Norton y Naomi Watts..y que yo he usado para hacer un Pansy Parkinsson/Harry Potter. Si no la han visto se las recomiendo. La misma película tiene una banda sonora, que la he usado para poder escribir el fic, y la pueden encontrar en Youtube, bajo el nombre de la película. He transncrito algunos de los diálogos de la película, los personajes no son míos sino de Jotaka, y la idea original tampoco es mía sino de Warner Independet Pictures. Lo único mío, son los desvarios de una mente medio perturbada.

Para que ya no me digan que latosa soy (jeje). Solo darle las gracias a mi beta: YUMEY ...Qué haría si no la tuviera a ella y sus críticas constructivas. Gracias mujer =)

Ahora sí, sin más...espero que lo disfruten y que merezca un review

Gracias


THE PAINTED VEIL

El Comienzo

Es irónico como el aislamiento del mundo y la presión de una calamidad, hacen que te enamores de la virtud de un hombre, sólo por lo bueno que es. Es anecdótico la forma en que tu visión de una persona cambia, tus sentimientos se trasforman, tu vida da un giro de 360 grados.

Mi vida, antes de ello, no era de una perfección absoluta, pero tampoco estaba mal. Era una niña mimada, engreída hasta grado sumo, y enamorada de una perspectiva de la vida que obviamente no tendría mediante un matrimonio arreglado. Pero todo eso se esfumó, como se esfuman las fantasías de los niños cuando se hacen adultos; y tuve que llegar al otro lado del mundo para darme cuenta del significado de amar realmente y sin ilusiones tontas, amar en profundidad. Tuve que ver la muerte cerca para aprender a valorar a un hombre que me amó desde el primer momento.

Quizás la toma de mis decisiones se debió a mi inexperiencia en la vida, o a mi engreimiento; ya sea de una u otra forma, no puedo defenderme en aquello para justificar lo que hice o dejé de hacer. Engañé, fui infiel y desleal. No estoy pidiendo comprensión por mis actos, sé que al fin y al cabo, mi infidelidad lo dañó en sobremanera y me hizo pagar por cada una de las veces que lo engañé. Pero a mi favor, debo decir que me sentía como un gorrioncillo en libertad que se ve obligado a enjaularse por necesidad. Sí, necesidad más no amor, no en un principio.

Mi necesidad era imperante, y aparentemente fácil de solucionar. Mi madre, y alejarme de ella, eran mi objetivo principal. Marie Parkinson era una de las mujeres más hermosas y afamadas de la sociedad londinense de aquellos años; y junto a mi padre, Richard Parkinson, formaban una de las parejas más envidiadas de la ciudad. Sus fiestas eran de por si conocidas y esperadas, y nadie dejaba de asistir, siendo un lujo ser invitado a una de ellas.

No era desconocida mi alergia a casarme mediante un contrato realizado por mis padres; mi ilusión y mi mayor deseo, era vivir la pasión del amor, lo irreal de la ilusión. Lo quería y lo tendría, o eso había creído yo. El destino y el azar de la vida, me demostrarían todo lo contrario, y me darían sendas bofetadas en pleno rostro para que me diera cuenta de la realidad. En esa realidad, Scorpius, fue en la que apareció tu padre.

Conocía a tu padre hacía muchos años atrás; sus padres, Lily y James Potter, eran íntimos de los míos, y nuestras visitas mutuas eran muy frecuentes. Harry, como se llamaba tu padre, era un muchacho callado, observador y apuesto, no había duda de que lo era. Pero con el paso del tiempo, su presencia me era aburrida, y luego de algunos años se fue a Oxford a estudiar Medicina. No hacía mucho tiempo que había vuelto, y mis padres ansiaban un matrimonio con los Potter desde que yo tenía uso de razón; mi madre no dejaba de recordarme las virtudes de Harry, y las ventajas de aquel matrimonio.

-Pansy?

-Dime madre –respondí con hastío, mientras tocaba el piano, una de mis pocas aficiones.

-Harry ha regresado a Londres querida. Y aunque no se quedará mucho, quería invitarlo a la fiesta del viernes.

-Si tú lo deseas, no veo porque deba interponerme o decir que no al asunto. Además, no es Lily muy amiga tuya –respondí groseramente, y es que el asunto me colmaba.

-Niña estúpida, acaso no te da cuenta que los años pasan, hasta cuando pretendes vivir bajo el techo de tus padres –me espetó con toda la cólera y el veneno que sólo mi madre podía guardar para mí.- Serás la acompañante de Harry en la fiesta del viernes, y más te vale que seas diligente con él –y terminado aquello, se levantó con elegancia, y salió de la sala de música.

Seguí tocando una pieza de Bach, una de las que más me gustaban, y me concentré en la música, para dejar que mi ira se viera liberada a través de ella. No había nada que hacer, me terminaría casando con Harry Potter tarde o temprano.

El día de la fiesta llegó, y como de costumbre, mi presencia era requerida por mis padres antes de que los invitados llegaran. Yo era una de las atracciones principales de aquellas fiestas, lo sabía, y me gustaba. Amaba ser el centro de la atención, que me pidieran bailar conmigo durante toda la noche, que escucharán atentamente cuando tenía que tocar alguna pieza. Sí, adoraba que el mundo me observará, amaba ser aquel punto fijo que es necesario para que la Tierra girase.

-Hoy, formalizaremos tu compromiso con Harry James Potter –me comunicó mi padre, mientras se preparaba un whisky para él y para mi madre, que estaba sentaba en uno de los sillones, bella y etérea como siempre.

-Algo más que necesite saber –respondí alterada y furiosa.

-Sí… -dijo, y por un momento vi pena en sus ojos.- Se casarán en dos meses. Harry ha recibido un puesto en la embajada de Shanghái. Viajarán luego de la luna de miel, y se asentarán ahí.

No miento, si digo que fue una de las peores noticas, que en esa etapa de mi vida, tuve que escuchar. El sólo pensar que me alejarían de todo lo que conocía me hacía estremecerme.

Salí de aquella sala sin decir más, y me enrumbé a mi cuarto a llorar a solas mi desgracia. A mitad de camino, recordé que estaba ya maquillada y lista para la fiesta de esa noche, y las ganas de llorar y la frustración pasó momentáneamente. Ante todo era una Parkinson, la imagen estaba ante todo. Mi imagen estaba ante todo. Yo sabía lo bella que era, me lo habían repetido hasta el cansancio, y sabía que mi belleza era comercializable para mis padres; pero en el fondo, mi corazón deseaba un amor pasional y de otro mundo. Era una niña tonta, y me convertí en una mujer tonta, llena de deseos e ilusiones banales.

A pesar de todo, sabía que por más que me resistiera al asunto, eso sólo atrasaría las cosas, pero tarde o temprano se darían. Al mal paso darle prisa, me decía mi abuela. Como la extrañaba. Así que en ese pasillo solitario de la mansión Parkinson, tomé la resolución de aceptar de buen agrado el matrimonio, aunque por dentro fuera todo lo contrario. Creo que en ese preciso momento empezó mi engaño, mi infidelidad.

En la fiesta las cosas se dieron como se debían dar. Fui amable y repartí sonrisas a todos, toqué el piano y bailé con cuanto joven me lo requirió; hasta el momento en que llegaron los Potter. Harry y sus padres se presentaron antes de medianoche; su llegada movió todos los hilos que se habían tejido para la esperada declaración, como cuando las tuercas del reloj se mueven para que este funcione. La farsa iba a empezar, y tenía que ser totalmente convincente, algo que para mí, no era ningún problema.

-Señores, permítanme su atención por un momento –dijo mi padre, alzando a penas la voz. Al instante todas las miradas estaban al frente, donde se encontraban mi padre y mi madre.- Por favor señores Potter, si pudieran acompañarnos -Lily y James fueron al frente con mis padres, derrochando carisma y sonrisas.- Esta noche es especial para todos nosotros, ya que al fin nuestras dos familias se unirán en una sola –los aplausos no se dejaron esperar, y todas las miradas se dirigieron a nosotros dos, que estábamos cerca al piano que acababa de terminar de tocar.- Para nosotros es un total agrado anunciar el compromiso y posterior matrimonio de nuestros hijos Harry y Pansy –la gente rompió en aplausos y todas las copas resonaron en aquel salón, haciendo un anticipo de lo que sería el brindis.

En ese momento, Harry me tomó de la mano, y me dirigió hacia el centro de salón, donde se arrodilló y me pidió ser su esposa. En los pocos segundos en que me demoré en contestar, mil cosas pasaron por mi mente. La posibilidad de decir que no, la posibilidad de decir que sí. Luego volteé a observar a mis padres, pero sobre todo a mi madre. Yo sabía perfectamente que quien había insistido hasta el cansancio para que me casara con Harry había sido mi madre, si por mi padre fuera, sería siempre la niña de sus ojos. Fue cuando vi los ojos de mi madre, en donde tomé la resolución definitiva de decir que sí, y llevar a cuestas conmigo un matrimonio sin amor, una vida sin pasión.

Las semanas que sucedieron a la fiesta, a penas las recuerdo. Solo tengo miles de imágenes que se suceden una a la otra, un cúmulo de sentimientos y agotamiento por todo lo que se hizo en menos de 20 días. Nos casamos al mes de arreglado el compromiso, y salimos de luna de miel a Venecia, y otros lugares de Europa que no conocía, y que me apetecía conocer ante de aislarme en China; un lugar donde no conocía a nadie, no sabía el idioma, no entendía la cultura.

Al llegar a Shanghái, nos alojamos en un hotel que sirvió de primera vivienda, mientras la casa que Harry había pedido en el barrio que se encontraba cerca a la Embajada, y en donde vivían casi la mayoría de diplomáticos, doctores y personalidades en general ligados todos a Inglaterra, le era entregada. Fue en ese hotel, en donde Harry me hizo el amor en repetidas oportunidades; en ninguna de ellas sentí algo intenso, o alguna otra sensación que me diera a entender que amaba a ese hombre. Simplemente actuaba para satisfacer a mi esposo; era una autómata que fingía para la tranquilidad de Harry. Y así era desdichada, completamente desdichada.

Luego de dos semanas, la casa le fue entregada a Harry, y por primera vez me acostumbraba a ser llamada Señora Potter. Los primeros días en la nueva casa eran agitados, y si bien no era una mujer enamorada, el trajín de todos los días me mantenía activa y contenta. Harry iba a la Embajada desde la mañana, y trabajaba arduamente en el laboratorio de Bacteriología –la cual era la especialidad que había seguido en Oxford, y por la cual le habían dado el cargo en China-, y ya no regresaba hasta finalizar la tarde. En cambio yo, me dediqué a organizar la casa, ordenar que prepararan la cena y diversas cosas que sabía que toda Señora debía hacer; pero con el paso de las semanas, el aburrimiento se hizo presente, y mis días no eran tan activos como antes, ni yo estaba tan contenta como antes.

En cada tanto salíamos a comer fuera, a invitaciones de otras familias o a paseos por la Ciudad Prohibida, todo un espectáculo digno de verse. Pero como pasaron las semanas y los meses, mi estancia en Shanghái se hacía cada vez más aburrida, y Harry no pretendía cambiar la situación. Fue en ese contexto que una noche, al llegar Harry de la Embajada, me comunicó en la cena que los Malfoy (Draco y Astoria, recién llegado de Londres), nos invitaban a una celebración en dos noches.

-Querida… -empezó él a conversar en medio de la sala, mientras tomaba una copa de brandy y yo observaba el aguacero fuera.- Los Malfoy, Draco y su esposa Astoria, acaban de llegar a Shanghái, y nos han invitado a una cena el viernes por la noche. ¿Te apetece ir? –preguntó dándome la deferencia por aceptar o declinar la invitación.

-¿Astoria?… ¿Astoria Greengrass? –pregunté, al menos yo la conocía con aquel nombre. Una mujer antipática y muchísimo más engreída que mi persona. Era hija de uno de los socios de mi padre, y ella junto a su hermana Daphne, habían conseguido casarse gracias a las generosas dotes que su padre otorgaba a los muy afortunados maridos. La verdad sea dicha, no la soportaba en absoluto, y la recordaba como una niña flacucha, enfermiza y con falta de gracia para cualquier cosa.

-Sí. Creo que ese era su nombre de soltera, ahora es Astoria Malfoy –comentó sin darle mucha importancia al asunto.- Malfoy es el vicecónsul que reemplazará a Kingsley Shacklebolt.

-Era absolutamente desagradable en Londres, ahora lo será más ya que está casada con el vicecónsul –repliqué con hastío. Supuse que la familia de ella le habría comprado el puesto a su marido. Hice una mueca de desdén.

-Bueno, si no deseas ir no hay problema –respondió él al ver mi mueca, y levantó nuevamente el periódico para proseguir con su lectura.- Solo pensé que te gustaría ver el espectáculo…


En cuatro día tendrán el segundo capitulo.

Gracias por leer

Vale