Tennis no Oujisama no es mío... sino de Takeshi Konomi. Esta historia está hecha sin fines de lucro (por desgracia porque necesito dinero), el título del fanfic es el título del tercer y quinto ending de Rurouni Kenshin, y ese ending pertenece a T.M. Revolution. Espero que les guste este capítulo reescrito jajaja.
Heart Of Sword
Autora: Arashi Shinomori
Capítulo 1: Lo que nos hace falta.
Era Tokugawa, año 1866 (Era Keiou). Kyoto, Japón.
En plena guerra entre el Bakufu (los del lado del Shogun) y los patriotas (los Ishinshishi), existía un grupo de asesinos que mataban a sangre fría a sus víctimas. Pertenecían al clan de los Ishinshishi de Choushuu. El grupo de temidos asesinos de las sombras era conocido como "Seigaku".
- ¡Tsubame Gaeshi!- gritó un joven. En ese minuto se escuchó el sonido de una espada atravesar el cuerpo de alguien, luego un grito de dolor y finalmente el estruendo de un cuerpo cayendo a la acera.
Era una noche perfecta para asesinatos a sangre fría: La única luz natural que había era la de la luna teñida de rojo sangre que hacía despertar la sed de los asesinos. Por eso es que nuevamente ocurrió una pelea entre los dos bandos en guerra.
- ¡Syusuke! ¿Estás bien?- preguntó un muchacho pelirrojo acercándose al otro joven que había gritado anteriormente.
- Sí- hizo una pausa y agregó maquiavélicamente. – Este Shinsengumi no me dio problemas- todo esto con una sonrisa sádica. - Estúpidos perros del Shogun- susurró mirando con odio un grupo de cadáveres en el suelo que habían caído ante los dos jóvenes de no más de veinticinco años.
- Tezuka-bushou nos va a regañar si no nos damos prisa- acotó el pelirrojo
- Sí, Eiji- respondió el primero.
Así, luego de terminada su tarea, partieron hacia una posada que el grupo de los Ishin destinaba para sus hombres.
Los dos pertenecían al grupo asesino Seigaku, el cual fue creado por un joven genio de la espada: Kunimitsu Tezuka. Este grupo se había unido a los patriotas un poco después de su creación, exactamente hacía diez años atrás, cuando Tezuka tenía quince años.
Los dos espadachines, momentos después, llegaron a un viejo edificio japonés. Era la posada que les habían asignado y donde debía reunirse todo el grupo después de que hubiesen terminado la misión que les habían encargado.
Entraron y se encontraron a una mujer, ya anciana, que vestía un kimono y escribía algo en una hoja de papel y pincel. Ella dirigió su vista hacia los dos jóvenes, les sonrió y les deseó las buenas noches. Ellos simplemente hicieron una reverencia con la cabeza y entraron tranquilamente por la posada.
Estuvieron caminando por un largo pasillo hasta llegar al patio del lugar. Necesitaban asearse un poco las ropas luego de aquel derramamiento de sangre.
Sacaron agua del pozo y se dedicaron a limpiarse bien.
Uno de los jóvenes, de cabellos rubios y ojos color calipso, miró atentamente el balde, donde se reflejaba la luna roja sangre. Sonrió tranquilamente, como si no hubiese hecho nada malo y tomó algo de agua y una toalla. Él era Fuji Syusuke, un genio que se podía comparar con Souji Okita de los Shinsengumi, pero a diferencia del Miburo, Syusuke escondía su sadismo y el gusto de derramar sangre detrás de una sonrisa amena.
El segundo joven, de cabellos rojizos y ojos azules, se le quedó mirando, esperando el agua. Tenía una mirada gatuna que podía captar cualquier movimiento y sus reflejos eran mucho mejores que los samurái promedio. Era Kikumaru Eiji. Y, aunque él era más bien alegre, ahora estaba más concentrado en terminar su trabajo lo más rápido posible.
Syusuke le pasó un poco de agua a Kikumaru para que pudiera lavar sus ropas. Y ya cuando los dos terminaron, entraron a la posada y se dirigieron a una habitación bastante amplia. En ella encontraron una mesa de madera pequeña, un par de cómodos cojines alrededor de ésta, para poder sentarse, y a cinco jóvenes sentados bebiendo un poco de sake.
Uno de estos chicos tenía enfrente una botellita de porcelana que servía para guardar sake. Él tenía los ojos color violeta con un brillo muy especial, además poseía un cabello azabache. Se llamaba Takeshi Momoshiro y fue uno de los primeros en darse cuenta quién iba a entrar en esa habitación.
Los otros cuatro jóvenes voltearon a ver la entrada de la habitación en la cual estaban.
- ¡Eiji, Syusuke-sempai, al fin llegaron! - gritó Momoshiro al verlos entrar.
- Momo-chan, ya estás tomando sake jajaja. – respondió Eiji riéndose alegremente
- No puedo evitarlo Eiji, aquí sirven un muy buen sake jajaja. - respondió Takeshi felizmente
Kikumaru se sentó al lado de Momoshiro y este último le ofreció un poco de licor que estaba bebiendo.
- Syusuke, ¿no has visto de casualidad a Tezuka y a O'chibi cuando ibas llegando a la posada? - preguntó un joven de corto cabello negro y singular flequillo, siendo el vice capitán del grupo: Oishi Syuchiro.
- Mmh… la verdad es que no los he visto llegar. - comentó Syusuke tranquilamente.
- Existe un ochenta porciento de probabilidad de que Tezuka y O'chibi se estén enfrentando en este mismo instante. – agregó un joven de cabello oscuro y gafas blancas, siendo un entrenador y espía bastante bueno: Inui Sadaharu.
- No digas eso, Sadaharu. No es bueno que miembros de un mismo grupo se estén peleando. Eso lo sabe muy bien Tezuka. - acotó Oishi.
- Saa… No creas todo lo que te comenta Tezuka, Oishi-san. - acotó Fuji abriendo los ojos, acto que él hacía cuando hablaba muy en serio. - Él mismo me dijo que deseaba enfrentarse a O'chibi. - agregó.
Los tres jóvenes más mayores y más altos en jerarquía guardaron silencio por un instante. Kawamura Takashi, otro joven samurái perteneciente al grupo, pero un poco más bajo en jerarquía se levantó de su asiento y preguntó si alguien deseaba algo para beber. Luego de que todos respondieron, fue a buscar los pedidos.
Las llamas de las velas danzaban fervorosamente ante las miradas de todos los chicos ahí presentes, mientras iluminaban buena parte de la habitación y le daban un curioso color anaranjado al rostro de los asesinos.
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Ya acercándose a la periferia de Kyoto se desarrollaba una cruel masacre en esta época de guerra. Increíblemente dos patriotas habían decidido arreglar cuentas con un grupo de diez Shinsengumi que patrullaban ese sector. E iban ganando.
- Mada Mada Dane. - dijo arrogantemente Echizen Ryoma, luego de haber atravesado con la katana a un tipo que se le acercó ferozmente.
- ¡CHIQUILLO INSOLENTE! – gritó otro de los Miburo y se lanzó al ataque al igual que otro par que quedaba. Pero Ryoma aunque era el menor de los samurái pertenecientes a Seigaku, era muy bueno en el arte matar, así que en un par de segundos sus atacantes pasaron a mejor vida.
- Ya les dije: Mada Mada Dane. No me hagan repetírselos de nuevo. - sonrió sarcásticamente.
Ryoma terminó con su encargo nocturno y se permitió bajar la guardia para observar la luna. Habían pasado apenas unos minutos y él ya había acabado con su "porción". Aún así, estaba aburrido.
-Ryoma, ¿terminaste? – preguntó su capitán inexpresivamente. Él también había demorado poco, pero no bajó la guardia por un instante.
Después de todo, era Kunimitsu Tezuka de quien estamos hablando. Y él sabía que habían más bastardos escondidos que iban a hacerles frente muy pronto.
Echizen miró a su capitán y sacó un pañuelo de las mangas de su gi azul, luego lo ocupó para limpiar la sangre de su adorada espada.
En ese momento, un samurái, que no pertenecía al Shinsen pero sí a ese bando, decidió aprovechar la guardia baja de Ryoma y así poder enfrentarlo.
Desenfundó su espada y corriendo se dirigió a Echizen para poder atravesarle el cuello con la katana. Pero Ryoma se dio cuenta de ello y en una fracción de segundo alcanzó a frenarlo.
Adiós elemento sorpresa, se dijo el samurái.
Intercambiaron un par de sablazos. Ryoma estaba impresionado de ese espadachín, pues tenía una técnica muy buena en cuanto al manejo de espadas. El hombre no se quedaba atrás ante las técnicas del más joven de Seigaku. Y eso era muy difícil de encontrar por esa época.
Echizen examinó a su oponente. Era un hombre de contextura delgada y cabello negro como cualquier japonés promedio. No había nada de particular en él. A excepción de sus ojos rojizos y un extraño brillo en ellos. Algo como… ¿determinación?
El espadachín se lanzó nuevamente al ataque, luego de notar la distracción del chiquillo que tenía al frente. Ryoma despertó y se defendió en fracciones de segundos nuevamente. El mocoso tenía buenos reflejos, se dijo el hombre.
Ryoma, por su parte, dirigió su vista a un arbusto de camelias que estaba cerca. Perfecto, ya tenía un plan para derrotar al tipo.
Sin que él samurái se diera cuenta, se escabulló detrás del arbusto el cual era bastante amplio como para esconderse y hacer que el espadachín cayera en su trampa.
Y así fue.
El guerrero notó la ausencia de su oponente y decidió buscarlo por su presencia, el cual era muy fácil de encontrar por las ansias de matar que tenía. Estaba detrás del arbusto de camelias.
Se acercó en puntillas. Su katana estaba lista para derramar sangre de otra víctima más esa noche.
Tomó la espada con las dos manos y la levantó por encima de su cabeza. Si tenía suerte… lo cortaría por la mitad, y sino al menos lo podría dejar inconsciente y luego matarlo tranquilamente.
Sonrió para sus adentros. El mocoso ya era suyo.
Agarró vuelo y lo atacó. Sintió que algo caía al suelo y ahora se permitió bajar la guardia.
- Tuviste mala suerte muchacho. - dijo con voz ronca.
Observó el bulto pero no podía definir si estaba vivo o muerto por la oscuridad. Se agachó para verlo mejor y con horror descubrió que era el tronco de la camelia que cayó sobre un par de pañuelos para así disimular el sonido sordo de su caída. Desesperado se dio vuelta y se encontró con el mocoso. Entonces sintió como el terror se apoderó de su cuerpo.
- No anciano, tú la tuviste. - corrigió Ryoma luego de materializarse detrás de él y después le atravesó la garganta con su katana.
El cuerpo cayó al suelo. Ahora sí su trabajo había terminado y aunque el anciano lo entretuvo bastante no fue lo suficiente como para que mereciera seguir viviendo. Dio media vuelta y comenzó a alejarse cuando sintió unos susurros.
- Mal… Maldición… - dijo dificultosamente el espadachín. - Yo… yo quería ver… la… nueva… mente… - Ryoma comenzó a acercarse nuevamente a él. - no… mo… moriré ahora… Hi… ja… mía…
- Ojalá que te vaya mejor en el infierno. - le deseó fríamente Ryoma y lo remató con su espada.
Extrañamente se percibió un aroma como a jazmines blancos.
- ¿Estás bien, Ryoma? - le preguntó Tezuka, acercándose a él.
- Sí, Bushou.
- Volvamos entonces. Ya hemos terminado la misión.
Echizen Ryoma posó sus ojos ámbares por última vez los cuerpos que estaban tirados por las calles de Kyoto. Especialmente la del espadachín. Y recordó como la mirada de éste perdía su brillo conforme pasaban los segundos próximos a su muerte. Luego caminó en la dirección en la que iba su capitán.
Mientras los dos iban camino a la posada, vieron a varios de los Ishin que corrían en dirección opuesta. Iban a limpiar un poco el desastre que habían hecho esa noche. Uno de ellos le avisó a Tezuka que las pagas pronto se las mandarían.
Ryoma se dio cuenta que el espadachín le había hecho un corte en el brazo. No era nada grave al menos, apenas le rozó la piel y más bien parecía un rasguño. Aún así le dolía bastante y sangraba un poco. Sin embargo le restó importancia, salvo por el hecho de que hacía tiempo que nadie lo había herido como ahora.
Llegaron a la posada ya. Estaban un poco cansados, era muy tarde.
Adentro, los otros muchachos pensaban lo mismo. Oishi había mandado a acostarse a la gran mayoría mientras él esperaba a Tezuka.
Y ya cuando comenzaron a levantarse de sus asientos, Kunimitsu los saludó y les explicó lo de la paga. Y después pudieron irse a dormir tranquilamente.
Excepto Ryoma. Él se quedó en la habitación un poco pues no tenía sueño.
Al frente suyo había un espejo y al mirar su propio reflejo notó que tenía un poco de sangre en la cara. Decidió salir y limpiarse bien.
Salió por el pasillo donde Eiji y Syusuke antes habían pasado y llegó hasta el pozo. Sacó agua y se lavó la cara.
Entonces sintió un ruido.
Sus sentidos se pusieron alerta. Había alguien extraño en la posada.
Un escalofrío recorrió su espina.
El extraño estaba en la habitación con la mesita.
Volvió hacia ese lugar pero no notó a nadie. Se sentó, cruzando las piernas y colocó su katana entre medio de ellas. Esperó a ver si el extraño volvía para así rebanarle el cuello.
Pero no vino nunca.
Esperó por si volvía a escuchar el ruido, pero no pasó nada. Lo único que se escuchaba era el sonido del reloj.
Tic Tac… Tic Tac… Tic Tac…
Fue bajando su volumen… Lentamente…
Y de repente una silueta se materializó detrás de él. Ryoma abrió los ojos sorpresivamente.
- Echizen… Ryoma… TÚ nos has matado… - dijo tenebrosamente apareciéndose ahora delante de él.
Alrededor ya no estaba la habitación de la posada. Sino que praderas llenas de esqueletos humanos y el cielo nublado de color rojo sangre.
- Maldito mocoso… por tu culpa hemos muerto… - dijeron más siluetas con odio.
- Ahora sabrás lo que es estar en el infierno… ASESINO.
Desesperadamente Ryoma empezó a correr. Pero más y más fantasmas aparecían delante de él dispuestos a arrastrarlo al infierno con ellos. Y aunque tenía una katana amarada al cinto, no le servía para nada.
Corría y corría pero no se podía esconder y cada vez se unían más espíritus en la cruzada para arrastrarlo al infierno.
- ¡O'CHIBI DESPIERTA! - le gritó Eiji preocupado.
- E… Eiji-sempai... - dijo Echizen exaltado. Recorrió el lugar donde estaba con su mirada gatuna y descubrió con alivio que era la habitación de la posada.
- O'chibi tenías una pesadilla. - le explicó Kikumaru tranquilamente. – Incluso llegaste a gritar.
Guardaron silencio un minuto. Ryoma quedó perdido entre sus pensamientos y Eiji preparaba un poco de té. Quería tranquilizar al menor.
Y también tranquilizarse él.
- Toma O'chibi. Ojalá puedas calmarte. – extendió una taza de humeante té verde con una sonrisa.
- Gracias.
- No hay de qué.
Y otra vez quedaron en silencio. Pronto amanecería y no parecía una buena noche para irse a dormir.
- Eiji-sempai…
- Dime O'chibi.
- ¿Qué hace despierto a estas horas?
- Mmh… No me gusta tener pesadillas en la noche. – reclamó como un niño pequeño.
- ¿Eh?
- Mejor bebe el té. Ayuda bastante a relajarse. Mi madre lo tomaba mucho cuando perdía la paciencia con mis hermanitos.
Ryoma guardó silencio y bebió su té. Kikumaru hizo lo mismo.
Y amaneció.
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Un par de mujeres llevaban enorme pilas de bandejas con el desayuno preparado para por lo menos treinta hombres. La posada estaba llena de espadachines y había que alimentarlos a todos correctamente. Así lo tenían estipulado con Katsura-sama.
Entre los treinta, estaban los nueve chicos de Seigaku pero no de buen humor.
Algunos de ellos ni siquiera probaron bocado alguno. Cosa bastante extraña para las sirvientas, pues estaban acostumbradas a pelear con los chicos pues pedían hasta su décima ración diaria de desayuno. E incluso sufrían de robos en la cocina. Todo a cuenta de Seigaku.
Pero ahora todos tuvieron su cuota de pesadillas. Era increíble que apenas diez años matando gente pasaran la cuenta así de rápido. Hacía una semana que nadie del grupo podía dormir bien. Y eso los estaba preocupando… mucho. Los más grandes asesinos de la historia parecían ahora unos bebes asustadizos. Y eso les daba rabia.
Tezuka era bien conocido por eliminar cualquier estorbo en su misión. Aún cuando ese estorbo estuviese en su propio equipo de trabajo. Hacía un par de meses el grupo había sido reducido a nueve por la misma razón: había gente incompetente.
Lo cual no era muy raro en esa época. Pero la sola idea asustaba bastante. Después de todo, en tiempos de guerra, se apreciaba enormemente la vida propia.
Y los chicos de Seigaku no eran la excepción.
Ryoma apartó los palillos de sí. Era una bonita mañana y él parecía más calmado que de costumbre. Si hacía un par de años le hubieran dicho que iba a tener miedo de que Tezuka lo matara por ser mal al grupo, le habría rebanado el cuello a ese "alguien" que osara abrir su gran y estúpida boca.
Pero ahora no era así.
Miró a Tezuka de reojo. Apenas un par de semanas atrás pensaba que ése era un muy buen sistema para alejar a la escoria de los Ishin. Ahora no quería ni siquiera tocar el tema.
No logró entender desde hacía cuánto que había caído tan bajo como para ser una tranca a Seigaku. Pensó en la única meta que se había propuesto en su vida y descubrió con horror que a este paso no la cumpliría.
Gruñó sin darse cuenta y llamó la atención de todos los presentes.
- Debemos hablar. – dijo de pronto Tezuka con voz fría y dura.
Ryoma notó entonces que estaban solos y que ya ni siquiera tenía comida al frente suyo. Además que había una horrible tensión en el aire.
- Estoy pensando seriamente en ir a ver a Ryuzaki-sensei.
De pronto todos soltaron el aire.
- ¿Por qué dices eso, Tezuka? - preguntó Oishi preocupado.
El capitán se tomó un momento para pensar. No podía decirles que había notado bajas de rendimiento en todo el grupo e incluso en sí mismo. Eso iba en contra de la primera regla que había impuesto a Seigaku: Si hay bajo rendimiento de algún integrante se debía asesinar a éste, antes que él se diese cuenta.
Exceptuándolo a él, pues si el grupo se acababa por la misma regla, él tenía como obligación hacerse el harakiri. Se lo había prometido a sí mismo.
Y promesas son promesas.
- Hay algo que Ryuzaki-sensei no nos enseñó. – hizo una pausa, como buscando las palabras correctas para decir bien su idea. – Nunca aprendimos el porqué estamos peleando ahora. – y al notar las caras confundidas de todos sus compañeros agregó- Estoy seguro de que… sino descubrimos eso, Seigaku no podrá seguir existiendo.
- ¿Por qué dice eso, Bushou? - preguntó Momoshiro seriamente. Sacando de la duda a varios de los presentes.
- Dime Momoshiro, ¿para qué lado estamos peleando?
- Para los Ishinshishi.
- Y… ¿sabes porqué elegimos este grupo? O ¿sabes por qué estamos peleando?
Y ahí la atmosfera se volvió confusa y silenciosa. Todos habían olvidado exactamente porqué habían empezado a usar la espada. Porqué peleaban. Porqué estaban ahí. Porqué se habían unido. Habían olvidado todo al comenzar a matar gente.
- Por eso necesitamos ir a ver a Ryuzaki-sensei. – hizo una pausa y agregó- Prepárense, partiremos mañana.
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Notas de Autora (Resumidas):
¡Hola a todas! Jajaja He aquí otro fic RyoSaku jajaja ¿cómo la ven? Así que ojala que les guste y pues, cualquier error de años o batallas, para todas las fans del Japón Medieval, sorry es que me gustará mucho RurouKen, pero en años soy la cosa más despistada que hay v-v (Aún así, haré mi mayor esfuerzo para no equivocarme... y como esto durará hasta como para las guerras Boshin)
¡Buenas! Creo que este fic sí será largo. Más que "¿Cita con un Basketbolista!"
Jejeje, supongo que todo esto debe ser bastante confuso (para mí también así que no las culpo)... Digamos que luego de leer Rurouni Kenshin (su manga jeje) me entraron ganas de hacer un poquito de la investigación de la Era Tokugawa a la Era Meiji y de paso se me ocurrió el fic. Ya di un aviso, así que creo que este es mi regreso nOn (creo que yo soy la única entusiasmada con eso v-vU) Lamento que tengan que leer estas cosas, pero a estas alturas de la noche... es mejor no agregar mucho n-nU
Necesito hablar del Rating por que debo aclarar unas cosas. Esto no va a ser suavecito. Van a ver gente muriéndose... Así que supongo que empecemos con T y dejémoslo allí. Y lo más probable es que incluya lemon (¿de a dónde salió tanta basura en mi cabecita? TT. Así que, para no hacer de todo esto una embarrada y no tener problemas con la gente menor y sus padres, diré que a pesar del tono de todo este fic (que creo que exageré), que los lectores que sean menores de edad, se hagan responsables de lo que leen. Lo dejo bien claro, para no tener problemas después.
De hecho no sé como lo haré para escribir el lemon... Pero me las arreglaré. Lo que me preocupan es que ustedes se vean expuestos por culpa de mi imaginación...
Ya bueno, pasando a otras cosas jejeje, ¿qué tal les pareció?
Bueno, si me falta algo que explicar, lo haré en el próximo capítulo. Si no entienden algo, me lo pueden preguntar en los reviews.
Lo de las técnicas de espada con nombres de tiros del tenis... Sin comentarios, solo que me falta imaginación para ello v-vU Pero pronto las nombraré jeje.
Lo del título del fic... ¡No se me ocurrió nada mejor! TT Además va con el fic xDD Pero bueno el señor TM Revolution se enojaría si se entera jeje su canción que fue el tercer ending y también el quinto de RK es de él y es el título jeje.
Y lo de que Momo y Eiji tomen sake. Tranquilas, no son alcohólicos jeje. Solo que, eso para mí es bastante varonil n-nU
Bueno, eso es todo. Ojalá les guste y DEJEN REVIEWS. ¡Nos vemos y Cuídense!
Notas de Autora (2ª de Febrero, 2009)
¡Uy! Deberían ver cuánto es lo que quedó del capítulo original. Se sorprenderían jajaja.
Decidí editar este fanfic por la sencilla razón de que perdí la inspiración luego de esa famosa excusa de "actualizaré en dos semanas" (me doy vergüenza yo misma). Bueno y como en dos años no volvió nunca, decidí leer el fanfic de nuevo y me dio más vergüenza al leer los primeros capítulos. Noté con mucha risa y espanto a la vez que las hice leer basura en algunas partes y casi me auto castigo. Así que decidí comenzar a reeditar para no volver a sonrojarme por lo que había escrito y de paso hacer que la inspiración volviese.
Y aquí estoy pues. De las catorce hojas originales quedaron ocho. Imagínense.
Como reeditar para mí es fácil, pero aburrido, comenzaré a subir los capítulos nuevos cada domingo (excepto hoy, pero se perdona porque es la madrugada del lunes, así que está cerca del domingo). Espero que puedan esperarme cada semana.
Entonces hasta el próximo domingo. Cuídense y que la pasen bien. Muchas gracias por leerme de nuevo y ojalá me perdonen por la falta de movimiento en los casi dos años. Nos vemos.
