POV General
-Pase por aquí, capitán Kruger. El general de brigada nos ha pedido explícitamente que le brindemos el mejor entretenimiento que nuestro país le puede ofrecer.-dijo el estirado mayordomo mientras abría la puerta que daba paso hacia la habitación del capitán.
-He de agradecer profundamente las molestias que el comandante se ha tomado. No estoy acostumbrado a tales honores-dijo esta con cortesía, después de todo en Alemania era considerada mas que un simple peón.
-Aquí el honor es nuestro, estamos realmente complacidos de que haya aceptado nuestra oferta.- completo amablemente.-De acuerdo, yo me retirare para que usted pueda disfrutar del "entretenimiento".
Dicho esto el hombre comenzó a caminar hasta perderse en los pasillos de la gran mansión en donde estaba siendo alojado. El capitán decidió entrar por fin en su habitación, la cual era bastante grande. Al llegar a la cama se encontró con su "entretenimiento", grande fue su sorpresa al notar a la hermosa joven de unos 17 años que estaba sentada de manera provocativa.
Al capitán le faltaban palabras para describir la belleza que estaba observando en esos momentos, una mujer con curvas finamente esculpidas, una piel tersa y blanca recubierta solo por una sabana, un sedoso cabello castaño que caía por su espalda tentadoramente y unos ojos rubíes que podrían hacer que cualquier humano cayese ante sus pies.
-Buenas noches capitán- la voz de la mujer era suave y su tono era sensual.-Me han escogido para proporcionarle mis servicios.-termino con una sonrisa.
En ese momento el capitán salió de su ensoñación, había algo que le perturbaba profundamente, esa sonrisa. Cualquiera hubiese pensado que era perfecta, pero no ella, ella noto que esa sonrisa era completamente falsa y se pregunto si habría alguna posibilidad de hacerla sonreír verdaderamente para contemplar la culminación de lo hermosa que era esa joven.
-¿Qué clase de servicios son esos?- dijo el capitán con un poco de molestia, esa sonrisa provocaba eso en el capitán.
-La clase en la que le cumplo cualquier deseo que usted tenga, vengo aquí para otorgarle placer al honorable capitán Kruger.-dijo esta como si fuese un poema a recitar, todo era tan actuado.
El capitán comenzó a acercarse lentamente mientras se desprendía los botones de su saco azul, para el tiempo en el que llego al borde de la cama ya tenia este en las manos quedando solo con su camisa y pantalón blanco y sus botas negras.
Al sentir al capitán tan cerca, la muchacha dejo caer la sabana que tapaba su desnudez y bajo la mirada. Pasaron unos segundos hasta que el capitán hizo un movimiento, pero la muchacha no sintió que este la tocara, si no que sintió otra cosa que la cubría por los hombros. El capitán había puesto su saco sobre ella.
La castaña levanto la mirada sorprendida, encontrándose con una sonrisa reconfortante por parte del capitán. Ella no lo entendía, ¿era acaso que no le resultaba atractiva al joven guerrero?
-Considero un gran pecado observar el cielo sin haber peleado por llegar a el- dijo el capitán con simpleza.- ¿Seria tan amable de revelar ante este simple luchador el nombre de tan agraciada dama?
POV Shizuru
¿Dama? ¿El capitán se había referido a ella como a una dama? Era la primera vez que uno de sus "clientes" la había llamado de tal forma. Sin duda los modales de Japón eran por mucho distantes de los que regían en Alemania. Si todas las prostitutas japonesas eran tratadas de esa manera definitivamente eran muy afortunadas.
Pero realmente la afortunada era yo en esos momentos. A pesar de que mis preferencias siempre han estado con el género femenino, el capitán me resultaba extraordinariamente atractivo. Tal vez seria por su rostro, tan hermoso y delicado que parecía una ninfa esculpida en porcelana. O tal vez seria su cabellera azul cobalto, perfectamente larga y lacia. O tal vez seria su porte heroico y su historia que lo había convertido en una leyenda en Alemania, "el lobo de plata" le llamaban, era el soldado mas letal, honorable y valiente de toda la guerra.
-Shizuru Viola- dije casi en un susurro, su mirada esmeralda estaba penetrando en lo mas profundo de mi alma y temía que este lo descubriera. No podía confiar en ningún hombre, ellos eran traicioneros y descarados, sedientos de oportunidades para demostrar que ellos tenían el poder.
-Noto en su voz que esa no es una mentira, lo cual me sorprende gratamente- dijo el con alegría en su voz- Sin embargo no puedo pasar por alto el hecho de que esta situación le debe estar causando incomodidad. Con su permiso, me ausentare unos minutos para encontrar la solución a este problema- dijo comenzando a caminar hacia la puerta y dejándome en su cama con su saco aun sobre los hombros.
Realmente ya no sabía que esperar de aquel hombre, que no tardo más de cinco minutos en volver a entrar en la habitación. Traía algo en las manos, por lo que parecía eran ropas.
-Señorita Viola, aquí le traigo un vestido que creo que le quedara perfecto, escogí el color lavanda porque fue el que me pareció mas apropiado-dijo este entregándome el vestido para que me lo pusiera.-Mientras que usted se viste, dígame por favor, ¿Qué le gustaría cenar?- pregunto amablemente.
-Pero, ¿por que?- pregunte desconcertada, esto no era a lo que estaba acostumbrada.
-Usted es mi dama de compañía, ¿cierto? Pensé que me vendría bien un poco de compañía durante la cena.- explico con simpleza mientas una sonrisa adornaba su hermoso rostro y sus verdes ojos ardían con ilusión.
-C-Cualquier cosa estaría bien- estaba realmente sorprendida, había pasado mucho tiempo ya desde que había vacilado ante alguien y este capitán lo había logrado en menos de quince minutos de habernos conocido.
No podía expresar con palabras la confusión que en ese momento estaba experimentando, el rostro del capitán parecía el de un niño al momento de pedirle a su madre que le compre un helado. Estaba lleno de inocencia y nobleza, cualidades de las cuales muchos militares se jactan pero que sin embargo muy pocos poseen.
-Entonces, he de pedirle que aguarde un segundo mientras voy en busca de nuestra cena.
POV Natsuki
Luego de abandonar la habitación me dirigí hacia la cocina, en donde hacia apenas unos minutos había podido ver a algunos cocineros trabajando. Entre y les pedí amablemente si me podrían preparan dos platos de sopa. No hay nada mejor que la sopa para sentirse mejor.
En mi camino de regreso, junto a los platos de sopa, me encontré con el mismo hombre que me había escoltado hacia mi habitación. Debía hablar con el inmediatamente.
-Discúlpeme, buen señor, querría por favor hablar sobre mi dama de compañía- dije con un tono serio, necesitaba imponer respeto en esta situación.
-Lamentamos cualquier tipo de inconveniente que le haya causado, nos encargaremos de que reciba el castigo adecuado- dijo con irritación el hombre estirado, me arriesgaría a adivinar que no es la primera vez que ella les causa inconvenientes.
-Todo lo contrario, necesito que yo sea la única persona que tenga contacto con esta muchacha. Quiero que ella este todas las tardes a la hora de mi llegada en mi habitación y que en el tiempo en el que este en batalla, no le brinde sus servicios a ninguna otra persona. ¿Fui claro?- sentencie con mi mas imponente semblante, se que emociones puedo causar en la gente y no me da miedo hacerlo.
-De acuerdo señor, sus deseos serán cumplidos a rajatabla- aquel hombre parecía realmente sorprendido por mi petición, no me imagino porque sonaría tan descabellado que un oficial como yo quisiera tener en mis aposentos a tan hermosa dama.
Luego de eso regrese apresuradamente a mi habitación, debo admitirlo, esa mujer me había cautivado rápidamente. Al entrar la encontré aun en la cama, pero ya tenia puesto el vestido que había traído para ella, ahora me parecía mucho más hermosa. No me malinterpreten, no estoy insinuando que su desnudez no provoco nada en mi, pero sin duda alguna no me gustaba verla en esa circunstancia.
POV General
-Espero que le guste la sopa señorita- dijo el capitán con una suave sonrisa mientras le entregaba a Shizuru un plato y una cuchara.
-¿Esta enfermo capitán Kruger?- pregunto curiosa la dama al ver tan peculiar elección de alimento.
-No, es solo que disfruto mucho tomando sopa. Hace que me sienta cálido y feliz, me recuerda a mi madre.- expreso esta con una enorme sonrisa para luego introducir una gran cucharada en su boca.
Esto extrañamente logro enternecer a la joven prostituta, definitivamente el capitán Kruger no era como ella esperaba. Había escuchado que es el soldado más mortífero que Japón había concebido, se rumoraba que el lobo de plata tenia instintos animales que le ayudaban a salir victorioso en batalla. Jamás se imagino que este implacable guerrero le pareciera más un niño inocente que un asesino consagrado.
-Espero que no te moleste, pero me tome el atrevimiento de pedir tus servicios de dama de compañía únicamente para mí. Eres la primera persona ajena al ejército que conozco aquí y realmente me seria de gran agrado tener tu compañía por las noches. Cenar en soledad no es algo que me cause gran entusiasmo.- se notaba que el capitán estaba nervioso, tenia miedo de como podría reaccionar la señorita Viola.
-¿Por qué yo Capitán? ¿Qué es lo que quiere obtener de mi?- pregunto desconfiada la castaña, ya había sufrido demasiados desengaños en su vida como para confiar así de fácil en un oficial.
-Estaría mintiendo si niego que usted genera una gran atracción en mi- contesto sonrojándose levemente-, pero por ahora, lo único que deseo encontrar en usted es a una amiga. Estar en el extranjero, en soledad, no es tan fácil como muchos pensarían. Pero aun así señorita, si usted esta en desacuerdo con esto, no tengo intención alguna de obligarla a nada que usted no quiera.- concluyo la peli-cobalto.
Para Shizuru le era realmente complicado encontrar una gota de deshonestidad en el capitán, cada una de sus palabras eran tranquilizantes, su voz transparente como el agua, sus ojos estaban impregnados de buenas intenciones y sus gestos eran torpes y temerosos. Era la primera vez que Shizuru se encontraba a un hombre que le inspirara tanta pureza.
-Gracias por esta oportunidad capitán Kruger- respondió serenamente la castaña-. Puedo preguntar ¿Cuál es su nombre?- la calma que recorría a la joven era increíble, era como si un gran peso fuese sustraído de sus hombros.
-Natsuki Kruger- respondió con una sonrisa.
-¿Natsuki? Sin dudas es un nombre hermoso, aunque un poco raro para un hombre.- dijo con una leve risa que cubría con su mano derecha.
-Señorita, lamento informarle que ha habido una confusión. Creí que la habrían informado bien, pero viendo que ese no es el caso, me veo en la obligación de esclarecer el asunto. A pesar de que tenga un aspecto un tanto varonil, yo soy una mujer.- explico con simpleza el capitán.
A Shizuru le tardo un poco el cerebro en procesar la información que Natsuki le acababa de otorgar, el capitán era en realidad una mujer y una muy atractiva si cabe destacar. Ahora entendía porque el capitán le resultaba tan hermoso y tan delicado, efectivamente el capitán era una ninfa.
-Perdone la confusión capitán- dijo esta apenada.
-No hay problema señorita, solo le pido que me llame por mi nombre, deje las formalidades de lado- pidió con una sonrisa encantadora.
-Solo si Natsuki comienza a llamarme Shizuru- dijo con un tono pícaro.
Al descubrir que Natsuki era mujer, las cosas cambiaron drásticamente, Shizuru paso de ver a Natsuki como un posible enemigo a una posible presa. Si bien Shizuru no disfrutaba para nada su actual trabajo, eso no quería decir que no disfrutara de la seducción y de los placeres carnales. De hecho, ella se consideraba a si misma como una maestra; "donde pone el ojo, pone la bala", ella era la representación grafica de ese refrán.
-Como tu digas, Shizuru- contesto ella con un leve sonrojo en sus mejillas, ese coqueteo lo había sentido bastante real y ella era una chica muy vergonzosa.
Así siguieron su conversación por dos horas, las dos horas más rápidas de sus vidas. Habían encontrado que el hablar con la otra les era realmente natural, como si se conocieran de toda la vida, contaban anécdotas, reían y cada tanto había algún que otro coqueteo.
Shizuru le relato brevemente a Natsuki las circunstancias que la habían llevado a esa situación, como sus padres la habían dejado con su abuela para ellos poder marchar a la guerra y que tiempo después la anciana había fallecido por causas naturales. Sin noticias de sus padres y una necesidad por sobrevivir, se metió en ese mundillo y que gracias a su físico había terminado como una de las prostitutas más solicitadas entre los hombres de la milicia.
Natsuki también le conto su historia, como llego al lugar en el que se encontraba, como se convirtió en lo que seria básicamente un arma mortal. Según las palabras de la peli azul, ella es la descendiente de un clan muy antiguo de samuráis, debido a esto desde pequeña fue entrenada para combatir en cualquier tipo de escenario y contra cualquier tipo de rival. Y a pesar de ser una mujer seria la siguiente líder del clan, ya que luego de su nacimiento su madre perdió la posibilidad de volver a dar a luz. Ella con mucha valentía, había aceptado las responsabilidades de ser la siguiente líder, aun sabiendo que eso la llevaría a un sinfín de batallas y a tener que unirse en matrimonio con una mujer (esto fue un punto a favor, que valga la redundancia).
-Dime Shizuru, ¿tu en donde vives?- pregunto con genuina curiosidad, realmente le gustaría algún día poder visitarla.
En ese momento, Shizuru se tenso, no tenia problema en contarle la mayor parte de su vida, pero habían cosas de las que se avergonzaba demasiado.
-Lo siento- dijo el capitán al darse cuenta de la reacción de la dama-, no es necesario que contestes a todas mis dudas, a veces soy demasiado entrometida.
-No te preocupes Natsuki, no tienes por que disculparte- dijo ella relajándose, realmente la comprensión y la empatía de esa mujer la estaban sorprendiendo de sobremanera-. A decir verdad, no tengo un hogar, mis noches las paso en las habitaciones de mis clientes. Cuando tengo suerte, algunos son lo bastante amables como para dejarme dormir.- termino de explicar la castaña con la vista baja.
No sabía el motivo, pero Shizuru en su interior creía fervientemente que aquella chica merecida una respuesta legítima y verídica a cada una de sus interrogantes sobre su vida.
-Oh, ya veo- Natsuki detuvo por unos minutos su conversación, tenia la mano en su barbilla y el ceño ligeramente fruncido, como si estuviese maquinando la solución a la guerra.- Entonces tu tomas la cama y yo el sofá- declaro finalmente con una sonrisa victoriosa, como si hubiese encontrado la clave para lograr la paz mundial.
-La cama es lo suficientemente grande para que las dos durmamos en ella- dijo Shizuru en tono sugestivo.
-N-No n-no, no querría causar ninguna incomodidad en ti Shizuru, y-yo dormiré en el sofá- respondió Natsuki con un fuerte sonrojo en su rostro, cada vez que Shizuru hacia algún comentario como ese no podía evitar que pensamientos no aptos para menores rondaran en su mente.
En aquel momento, Shizuru comenzó a gatear sobre la cama lenta y seductoramente rumbo a Natsuki, solo se detuvo cuando estuvo a centímetros de rozar sus labios con los del capitán. Ambas podían sentir sus respiraciones chocar y la situación se estaba tornando realmente excitante.
-En estos momentos- empezó a musitar Shizuru con una voz ronca- no hay nada que me reconfortase mas que dormir con Natsuki, ¿o acaso tu no deseas dormir conmigo?- el doble sentido de las palabras de Shizuru exudaban deseo y lujuria.
-Si te dijese todo lo que en realidad deseo, dejaría de ser un caballero- dijo Natsuki en un tono de resignación, mientras se levantaba de la cama y caminaba rumbo al sofá-. Por eso es que yo dormiré en el sofá.- declaro con cierta mezcla de decepción y seguridad.
Nuevamente el capitán había dejado a Shizuru totalmente sorprendida, era la primera vez que alguien mostraba tanto respeto por ella, la primera vez que alguien se negaba a tener relaciones con ella. Y tampoco era que Natsuki no estuviese interesada en ella, como bien había dicho, solo quería seguir siendo un caballero con ella. Y eso provocaba algo en Shizuru que jamás había sentido, tenía la necesidad de tenerla cerca, de sentir que Natsuki en realidad estaba ahí junto a ella y no era un sueño.
-Por favor, solo comparte la cama conmigo, necesito sentir a Natsuki cerca- declaro en un tono de voz bajo, pero que fue perfectamente audible para la peli-azul.
Natsuki solo asintió y camino hacia donde su equipaje se encontraba. De el saco una pijama para Shizuru y otra para ella. Llego hasta la cama y le entrego las prendas a Shizuru, para luego rodear la cama para llegar hasta el otro extremo, en donde de espaldas a la castaña se disponía a cambiarse.
-Lamento que sea lo único que posea en estos momentos para prestarte- dijo en tono tranquilo el capitán, como si el ambiente siempre hubiese sido tan ameno como su tono demostraba, como si los momentos de tensión sexual y densidad emocional jamás hubiesen sucedido-. Mañana mismo pediré que te consigan un guardarropa completo y lo ubiquen junto al mío.
-Siento que Natsuki tenga que tomarse tantas molestias por mi causa.- dijo sinceramente la joven prostituta-, además encuentro totalmente de mi agrado el tener la oportunidad de usar las prendas de Natsuki- y ahí estaba nuevamente el tono pícaro en las palabras, pero en esta ocasión decidió no presionar demasiado.
-No debes sentirlo Shizuru, para mi es muy importante tener alguien a quien cuidar- luego de decir eso guardo silencio por unos segundos y continuo en un susurro-, alguien por quien volver.
Luego de esa pequeña interacción ambas se introdujeron en la cama, Shizuru le daba la espalda al capitán mientras que este había adoptado una postura boca arriba. Se quedaron en silencio por varios minutos, ambas estaban calmadas y sus respiraciones se notaban relajadas, era demasiado obvio que la presencia de la otra estaba equilibrándolas.
-Natsuki- pronuncio en un susurro- ¿podrías abrazarme?- eso parecía mas una suplica que una petición.
El capitán no dijo nada, solo se acerco para poder envolver a aquella joven con sus fuertes brazos.
-Buenas noches, Shizuru.
-Buenas noches, Nat-su-ki.
