Disclaimer: Todo le pertenece a J. K. Rowling.
Este fic participa en el Reto Especial del Foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Este fic ha sido corregido por mi hermanita Adhy Rosier Moon. Espero que os guste.
Tenía sesenta años y el pelo ya canoso. Pero sin embargo, aún se movía con la elegancia que siempre la había caracterizado. Kreacher seguía por ahí, limpiando el dormitorio de Regulus. Se le escuchaba desde el pasillo, mientras dejaba todo como si su hijo fuera a volver de un momento a otro.
Sin embargo, ella apoyó la mano en la manilla de la otra puerta. De la puerta que siempre permanecía cerrada y así seguiría. Sabía que el polvo se acumulaba allí y que debería de limpiarse, pero ni ella se veía con fuerzas ni Kreacher lo haría de buen grado. Sabía que lo haría si se lo ordenaba, pero de mala gana.
—Ama, he acabado con la habitación del amo Regulus— el elfo miró la mano de su ama apoyada en la manilla de la puerta y temió que le ordenara limpiar ese cuarto también.
— De acuerdo— Dudó un momento— Haz la comida, Kreacher.
Dio media vuelta y se fue hacia la salita donde se encontraba el tapiz con el árbol genealógico de la familia. Lo contempló con orgullo. Para ella siempre había sido un orgullo ser una Black. Aunque a veces, era una carga muy grande. Pero pertenecer a una de las familias más antiguas del mundo mágico exigía a veces algunos sacrificios.
Acarició con suavidad su propia representación, junto a la de su esposo Orión. Y su mirada bajó hacia sus dos hijos. Bueno, uno. Sirius había sido quemado en el tapiz en el mismo momento que se escapó de casa a los dieciséis años. Era toda una oveja negra pues había sido seleccionado para Gryffindor, los Black siempre eran Slytherin. Pero sin embargo, su Regulus… Ella había estado de acuerdo con las ideas del Señor Oscuro. Los muggles y los mestizos no tenían cabida en el mundo mágico.
Ella estaba orgullosa de ser una Black. Una sangre limpia. Estaba orgullosa de sus ideas y de ser como era. Lo único que empañaba ese orgullo era haber perdido a Regulus. Eso fue lo que la hizo replantearse su apoyo al Señor Oscuro. Perder al heredero de su estirpe. Porque Sirius no era un Black. Podría llevar ese apellido, pero no lo era. Simplemente, era la oveja negra de la familia, al igual que lo había sido su sobrina Andrómeda. Quistes que tenían que extirpar para que el tronco de la familia creciera sano.
Sintió una punzada en el pecho y se llevó la mano allí. Y mientras se desvanecía, mientras todo se volvía oscuro, lo único que podía pensar fue en que no había cambiado el testamento y su único heredero era ese hijo que siempre había despreciado.
