¡Hola Hoy vengo con una nueva historia, y no se preocupen, actualizaré todos los capítulos que me faltan de otros ics entre hoy y mañana, no se preocupen (: ¡Disfruten!
La joven suspiró, tratando de que nadie la oyera en sus propios pensamientos. — Cómo me gustaría ser tan famosa como ellos. — Comentó la joven, que tenía una belleza exótica, de cabellos y ojos azul profundo, capaces de hipnotizar a cualquiera. Con su dedo, rozaba, en la revista, las caras de los famosos Briefs. ¡Inventaron las cápsulas! Era increíble. Y ella estaba encerrada en su miseria, tratando de no suicidarse día a día.
Cuando la descubrieron, casi preferiría no haberlo hecho. Oyó un grito desde el piso de abajo: — ¡Bulma, cielo, se te hace tarde para tu primer día! — Gritó su madre, una mujer que no sobrepasaba los 40, de pelo negro y ojos marrones. Parece que hoy está de buen humor, pensó la chica; Bulma. Dejando la revista en la cama, se vistió lentamente, como hacía normalmente, a pesar de los gritos de su madre. Después, se recogió el cabello en una coleta alta, y bajó por las escaleras. Su madre intentó sonreír. — B-Bulma. — Dijo, con un tic en la ceja. — Llegas 30 segundos tarde a desayunar. — La chica puso mala cara, e intentó llevar la calma, como siempre. No quería hacer enfadar a su madre. Le dio un beso en la mejilla, que la calmó inmediatamente. — Bueno, aquí tienes el desayuno. Voy a trabajar. — Le dijo, como siempre. Una vida monótona para ella. Cogió el maletín de trabajo, y se fue. La peliazul quedó sola en casa, como siempre en los desayunos.
Se tomó su tiempo, dado que esa era una de las pocas veces que no estaba su padre por allí para vigilarla. Pero tampoco quería llegar tarde, así que después de comerse sus tostadas, cogió un bolso con un bloc de notas para algún apunte, y salió por la puerta.
Ese era su último año en la Preparatoria; tenía 17. No era su primera día en aquella escuela, pero sí su primer día de su último año. Sonaba irónico. No era popular, más que nada porque no quería llamar la atención. Ella quería, pero no le estaba permitido. Su libertad estaba restringida, pero cuando termine la Preparatoria, piensa marcharse. Cumplirá los 18, y se largará de allí como alma que lleva el diablo.
Pero hasta entonces, su vida era así de sencilla. Miró el reloj; mierda, se le estaba haciendo tarde. Esa era una de las pocas ocasiones en las que usaba la moto encapsulada. Te quiero, pequeña. Recordó esas palabras y se subió a la moto. No sabe quién se las dijo, sin embargo, siempre le daban ánimos para seguir adelante. Incluso aquella vez hace tres años.
Sacudió su cabeza, y subió a la moto con rapidez. Encendió el motor, y prácticamente voló hacia la Orange Star High School, su preparatoria. Dijeron que hoy llegaría un grupo muy extraño de personas, pero como eran millonarios, no se extrañaba de que fueran el hablar de todos. Al bajar, encapsuló su moto y se apresuró a llegar a su primera clase, biología. Como era el primer día, no daban clase. Eso lo sabía más que sobrado. Al llegar a clase, vio como todos la observaban, detrás estaba su profesor. Se sentó en las primeras filas mientras su profesor se presentaba ante los alumnos. — Bueno, mocosos. Soy Piccolo, profesor de biología. Me trataréis con respeto, porque si no las tendréis buena cuando vayáis a mi despacho. — Algunos tragaron saliva. Si bien, quien entra a su despacho nunca vuelve a hablar de ello, era traumatizante.
Abrieron la puerta sigilosamente y hasta incluso Bulma se sorprendió de que alguien llegara tarde. — H-Hola. — Habló una chica de pelo negro. Estaba acompañada de otros dos tipos detrás; uno de mediana estatura, que sin embargo era más alto que Bulma y otro con el pelo en forma de palmera. Los tres tenían el cabello negro, y los ojos negros. ¿Serían los nuevos?
Piccolo alzó una ceja: — ¿Los nuevos? — Dos de ellos asintieron, el otro solo bufó. — Los Oujis. — Afirmó, pero la pelinegra negó.
— ¡N-no! Yo soy Milk Ox. — Respondió, y el hombre raro asintió, apuntándolo en la lista.
— Siéntense en las primeras filas, junto a la tipa rara de azul.
¿Me acaba de llamar rarita? Preguntó en su mente. La chica de cabellos negros se sentó justo a su derecha, sonriente. — Hola. Soy Milk, aunque creo que ya lo sabes. — Se rió un poco. — ¿Y tú eres?
Bulma se sorprendió por su simpatía. — Bulma... Bulma White. — Le dijo. Intentó ser algo simpática.
Milk sonrió, y sacó su bloc de notas. Vaya, viene preparada, pensó.
Y se pusieron a escribir un par de cosas en las siguientes clases. Y así, hasta finalizar el ardúo día, con las mismas palabras pero con distintos profesores. Al timbre de la última hora, Milk salió con ese tal Kakarotto, al que siempre llama Goku —según lo que le ha contado Milk a Bulma— y el otro tipo, Vegeta, sale solo hacia su moto.
Milk no para de hablar a Bulma, que se desespera un poco dado que si llega un minuto tarde, tendrá un día de perros. — Disculpa Milk, pero debo irme. — Dice. Bulma corre hacia su moto, la enciende, y se va rápidamente a su casa.
La peliazul se estremece levemente. Tiene el presentimiento de que va a tener que alejarse de Milk, como lo hizo con todos; siempre alejándose. De su vida, de sus amigos. ¿Acaso nunca podrá llegar a los 18 y ser libre? Parecía lejano aquel día en el que era feliz. En ese instante, un escalofrío recorrió su cuerpo. No quería llegar tarde. No quería recordar...
— ¡S-Suéltenme! — Chilló la chica de cabellos azules, una belleza exótica. — ¡Suéltenme, socorro! — Volvió a pedir ayuda, como por enésima vez. Quería a sus padres ahí, quería que la salvaran. No quería morir. Con ese pensamiento, empezó a llorar a viva voz.
Una bofetada. — ¡Cállate, estúpida! — Siguió llorando. — ¡Como no te calles te mato! — Le amenazó el hombre con voz masculina. Los ojos de color azul estaban tapados por una venda de color negra, y la joven estaba amarrada con unas cadenas que rozaban su delicada piel, sangrando sus muñecas. — ¡Llévensela, no la soporto! — Ordenó la misma voz.
Se sintió arrastrada hasta un lugar que parecía vacío, sus gritos hacían eco. Oyó como una puerta se cerraba, y se quedaba ahí. Sola.
Volvió a estremecerse y sacudió su cabeza. Eso no volvería a pasar... Ya no. Ya aprendió a obedecer.
Milk alzó una ceja, dudosa. Goku, quién se había acercado silenciosamente, le tocó el hombro a la pelinegra, quien saltó del susto, casi dándole un coscorrón al pobre Goku. — ¡Ah! Goku... Qué susto. — Suspiró, mientras miraba la cara de confusión que tenía el chico. — ¿Qué ocurre? — Preguntó, y una imagen no muy sana para la mente apareció en la cabeza de Milk, llenándose de distintos tonos de rojo la cara de la chica.
Parpadeó. — ¿Milk estás bien? — Preguntó, y cuando vio las mejillas rojas de la chica, puso una mano en su frente. — ¿Tendrás fiebre? — Su cara se notó preocupada, pero la de Milk era de un color tan rojo que parecía que iba a estallar ahí mismo. Su corazón latía velozmente: si hubiese un concurso de a ver qué corazón es más rápido, seguramente ella ganaría. Y con veinte medallas. Temía que Goku oyera los latidos frenéticos de su corazón, así que se alejó un poco de él.
— Vaya, quién diría que la chica pura de la familia tuviera pensamientos tan pervertidos. — Oyó una voz cerca de su oído y su piel se erizó. — Jaja. — Rió la misma voz, que se dio a mostrar que era Vegeta. — Nunca había visto una cara tan graciosa como esa. — Comentó, y Milk casi que se le echa encima roja de rabia, pero Goku lo impidió.
— ¡Calma, Milk! Oye Vegeta, siempre haciendo lo mismo. — El chico de pelo en forma de llamas refunfuñó por lo bajo, mientras los tres se dirigían a los aparcamientos. — Vaya, entonces no tienes fiebre. — Y la pelinegra asintió, algo distraída. Siguió caminando. — ¡Cuidado, Mi-...! — No llegó a terminar la frase Milk se había estampado con una farola que había ahí. Vegeta casi que quiere reírse a no poder más, pero sabe que si lo hacía, Ox Milk, lo mataría allí mismo. Aunque no es como si le tuviera miedo, pero su padre lo regañaría.
Milk se frotó la nariz, mientras desencapsulaba el coche, algo enfadada por la cara de Vegeta, se estaba conteniendo para no reír. Juum, maldito. Pensó para sus adentros, luego, de la cápsula salió un descapotable color rojo marfil, parecido al de los '60. Bonito y de marca única, nadie más en todo Japón lo tenía. Sonrió para sus adentros, orgullosa de aquel bonito descapotable. — Goku. — Dijo, sonriente, para que subiera al asiento trasero. — Vegeta. — Dijo con el ceño fruncido, para que se pusiera en el asiento del copiloto, seguido de él, subió la joven, que arrancó el motor.
Se quedó algo pensativa, mientras seguía conduciendo. Vegeta la despertó con un "Oye, idiota" precioso. No quería tener un accidente por culpa de los delirios de esa mujer pelinegra. — ¿En qué tanto piensas? Pensé que sólo tenías moscas en la cabeza. — Le preguntó, con algo de curiosidad. Milk nunca se distraía y menos en la carretera.
La joven suspiró, mientras seguía con la vista fija en la carretera. — Es sobre... Bulma. — Respondió. — La chica que se sentó a mi lado. — Vegeta le hizo un ademán de que continuara. — Ella, es muy rara. Quiero decir, parecía que tenía miedo de llegar tarde a casa. — Luego se rió un poco. — Serán tonterías mías. — El pelinegro sólo miró para un lado del paisaje, mientras Goku carraspeaba.
— Pues... Yo creo que no es así. — Dijo, serio. Más serio que nunca. — Creo que en verdad estaba asustada. — Y Milk casi se gira. ¿Desde cuándo era Goku alguien serio? — Oye Milk, ¿cuándo llegaremos? Tengo hambre. — Tonterías. Ciertamente empezaba a delirar, Milk, delirando. Sacudió su cabeza, mientras aparcaba el coche.
Lo cierto es que vivían casi en la otra punta de la ciudad, y tardarían una hora en llegar a casa, pero Milk tiene una manera de conducir muy bonita, que es casi a 190 km/h, mientras que Goku y Vegeta estaban acostumbrados, los demás conductores los miraban con cara de "¿Están locos?".
Todos bajaron del descapotable, y Milk encapsuló nuevamente el coche por seguridad. Luego, abrió la puerta con la llave y seguidamente, la cerró. Vegeta fue el primero en quitarse los zapatos en la entrada, y adentrarse en ese laaaaargo pasillo infinito. Se oyeron unos gritos al final del pasillo, donde se encontraba la puerta al comedor. Vegeta entró, y se encontró con su madre regañando a Tarble por no saber dividir con dos cifras, aún.
— ¡Tarble! ¡Se supone que te lo expliqué más de 3 veces! — Suspiró su madre con resignación, frotándose el tabique de la nariz desesperadamente. — Oh, Vegeta, cariño. Por fin estás aquí. — Sonrió. — Enséñale a Tarble sobre las divisiones, a mí me tiene cansada. — Volvió a suspirar, y dejó a Vegeta con toda esa responsabilidad nada más llegar a casa. Su madre, Jelaiah, se había topado con Milk y Goku. — ¡Vaya, Milk y Goku! ¡Qué sorpresa! ¿Qué tal estáis? — Empezó a charlar un poco con ellos, mientras Vegeta veía con el ceño fruncido a su hermano pequeño.
Tarble se encogió de hombros, para no llorar. — Vegetaaaa — Se abrazó a su pierna como una lapa, lloriqueando. Su hermano se sacudió la pierna, intentando que se soltase. — ¡Vegeta, es que no sé!
— Suéltate, mocoso. — Su hermano, cabizbajo, obedeció. Vegeta le quitó las lágrimas enfadado. — No llores, mocoso. Los hombres no lloran. — Suavizó un poco su rostro, pero todavía se mantenía serio. — ¿No te lo explicó Jelaiah tres veces ya? Eres un idiota. — Comentó. Nunca le decía "mamá", no le gustaba. Se puso de cuclillas ante las hojas de los ejercicios de Tarble, y se lo explicó lo más pacientemente que era posible.
Milk y Goku se encontraban detrás. — ¡Awwww! ¡Mira a Vegeta tan amable! — Dijo, ilusionada. — ¡Así deberías ser con nosotros! — Y Vegeta le enseñó el dedo medio, antes de continuar explicándole a Tarble. Milk subió las escaleras casi echando humo. Goku volvió a carraspear.
Entonces, se abrió la puerta, y un sonido de maletas resonó en toda la estancia. — ¡Vegeta, cariñoooo! — Casi salta sobre el joven, que gracias a sus reflejos lo esquiva, y la chica se da de bruces contra el suelo.
— Tía Meray. — Suspiró, resignado.
¿Vegeta tiene tía? Sí! Muajajajajjaajaja. No se lo esperaban e_e NO. SE. LO. ESPERABAN. y punto TuT En fin. Esta es mi nueva historia, como protagonista está Bulma y luego Vegeta. Me pregnto qué haré con Tarble, um. Y Bulma no es hija de los Briefs.
¿Qué pasará ahora? 'u'
