Título: La buena queen. Cap 1.
Tipo: *EvilSwan* y *Swanqueen*.
Resumen: Es imposible resumir sin spoilear jajaja …. Al viajar a una tierra desconocida nada saldrá como se tenía planeado, más cuando alguien importante es sentenciado a morir; una mezcla de aventuras, familia y fic es como Los simpsons, empieza de una manera y termina de otra ;) El fic está prácticamente terminado, porque llevo todo el mes de julio fuera de casa trabajando y allí solo tengo Internet en el móvil, pero me traje mi ordenador, así que mientras tanto he escrito este fic, que iré subiendo poco a poco.
Nota importante referente a la trama: Todo sucede más o menos tras el Inframundo, Hook y Hood están muertos como sucedió, pero el pirata no volvió de nuevo, ascendió a los cielos, como debió pasar, jajaja.
Al separase Evil queen de Regina Mills, la malvada bruja recuerda poco de su vida como Regina en Storybooke, sus recuerdos son más antiguos y oscuros, los de la Evil queen en el Bosque encantado, así que ella desconoce toda la tecnología actual, lo que ha vivido Regina allí, las cosas más mundanas; su mente es como la de alguien del bosque encantado a excepción de que sí reconoce a Emma y a Henry.
Empecemos…
En un lugar alejado del Bosque Encantado
-Sabía que era una mala idea-, se sinceró Blanca viéndose rodeada ella, su familia, y unos cuantos más por varios caballeros Ferros.
-¡Soltad las armas!-. Ordenó el capitán de la tropilla. Charming, con casaca celeste y porte de héroe soltó su pistola con precaución, Blancanieves tuvo que deshacerse de su arco y Emma de su espada. El capitán miró a Zelena que con los brazos en alto alzó una ceja y aclaró irritada, -no llevo nada.
-¿Qué queréis de nosotros?-, dijo Regina posicionándose frente a Henry, protegiéndole de las alabardas de los jinetes. Su vestimenta era calcada a aquel extraño tiempo donde los héroes eran villanos y viceversa.
-Estáis en tierras propiedad del reino de Growin, ¿pensabais acaso asaltar el castillo del rey?
Uno de sus subordinados se rió con sorna.
-Nada de eso-, contestó Emma seriamente, -solo buscamos a una persona. Maurice se llama, Maurice "El inventor".
Hace tres días
Rumplestinskin buscaba con desgano al padre de Bella, necesitaba traerlo de vuelta para que le diese un beso a su hija y así despertarla de su sueño eterno autoinducido, sin embargo tenía oscuros planes mientras la resguardaba a ella en una pequeña caja mágica. Tal era el vacío que tenía que no aguantaba un día más el no poder tocarla, acariciarle la cara, el vientre algo abultado…, y fue por ello que la devolvió a su estado natural.
Esto que sucedía era una de las razones por las que, por cortesía y bondad de la señora Mary Margaret había convencido a sus allegados a embarcarse en esa aventura junto al señor Oscuro. Claramente no lo hacía por él, sino por su amiga Bella.
Tras una odisea de lectura de libros de la biblioteca de Storybrooke por parte de Henry Mills y sus abuelos y una búsqueda intensa en mapas de tierras medias por parte de Emma y Regina; una Regina muy ausente por cierto; habían dado por fin con la situación del padre de Bella.
-Aquí está-, dijo la morena susurrante, Emma la miró y suspiró observando el mapa, -bien-, le contestó en el mismo tono de voz y observó a la alcaldesa con detenimiento mientras ésta alcanzaba un rotulador sin separar su dedo índice del papel, -¿necesitas hablar?-, le preguntó a voz de pronto la sheriff.
-No te preocupes Emma-, rodeó con el rotulador indeleble el lugar que su péndulo había señalado, -pero gracias-, le puso el capuchón y se alejó sin mirarla, como solía hacer.
Emma no preguntó más, no estaba segura de si lo que le sucedía a su amiga tendría que ver con la prematura muerte de Robin Hood, por la separación rápida del pequeño Roland o con que había acabado con la vida de su otra yo, su parte oscura y malvada.
Pues la sheriff se equivocaba, pero no del todo. Regina había estado soñando con su parte mala, Evil queen, pero la veía aun viva aplastando corazones con su mano, la veía en su psique decir que se vengaría, que no era tan fácil matar a alguien como ella. Su malestar no se arraigaba en ella por los sueños en sí, ni por recordar cosas de las que hoy por hoy se arrepentía, su inquietud venía porque cuando despertaba sus ojos se encontraban húmedos y llevaba una sonrisa de esperanza al ver a su otra yo viva, una sonrisa que al toparse con la realidad se convertía en llanto, de nuevo. ¿Acaso se arrepentía de lo que había hecho?, ¿se sentía vacía?, ¿otra persona?.
Actualidad
Tras entregar sus armas el capitán, bien ataviado con ropajes dorados y cabello repeinado, ordenó a sus solados que escoltaran a los prisioneros hacia el castillo.
En esa comitiva Zelena Mills aceleró su paso para poder alcanzar a su hermana, -ps, ¿qué está pasando aquí?-, quiso ser discreta.
-Dímelo a mí hermana, te juro que de tener magia en estos momentos…-, gruñó.
-No podíamos saberlo, sus tierras están malditas con a saber qué-, la pelirroja de ojos verdes miró hacia arriba ensimismada, -siento que me los hubiesen robado, que faltara parte de mí.
Miró a su hermana, parecía distraída.
-Bueno-, continuó agarrándose parte de su vestido verde para no tropezar, -sea lo que sea, tenemos que conseguir nuestros poderes y librarnos del sabiondo ése y sus guerreritos-, le tocó el hombro a su hermana, adelantándola.
Regina había tenido la mirada puesta en Henry y su madre. A su amiga Emma la veía como siempre, su actitud, su mirada, sus gestos, a pesar de que ambas habían pasado por algo parecido sentía que ella lo había llevado bien. A fin de cuentas Killian Hook también estaba muerto, y aunque a veces lo odió sintió lástima por su amiga. La miraba y deseaba decirle "Emma ven, vamos a hablar" o "deshógate conmigo, estoy aquí", sin embargo siempre había una barrera. Aunque sólo ellas se comprendían en esa etapa de sus vidas.
Hace tres días
-¡Abuelo!, mamá ha encontrado al padre de Bella-, le comunicó Henry a un pensativo señor Gold sentado en la trastienda del local de antigüedades, junto a la cama donde Bella dormía hechizada.
-¿Abuelo?, ¿qué pasa?.
El señor Gold miró a su nieto y sonrió ausente mostrando su diente dorado.
-Nada, Henry, nada-, se levantó con la dificultad de alguien que cojeaba y llevaba acarreados muchos años a sus espaldas.
-¿Dónde está?.
-En un lugar llamado Growin.
Actualidad. Bosques del reino de Growin
Campo a través, el grupo seguía los pasos de Regina, o más bien los que el mapa le guiaba a dar. "Tiene que estar cerca", pensó.
Algo asustó a una liebre que cruzó agitada frente a la alcaldesa, ésta por instinto defensor gesticuló con la mano con la intención de crear una bola de fuego pero ésta no apareció. -Pero… , ¿qué?-. Volvió a extender la palma de su mano y a agitar sus dedos.
-No puedo…
Compartió miradas con el grupo, Zelena y Emma poco tardaron en intentar comprobarlo en sus propias carnes. –Yo tampoco…
Rumple parecía pensativo, -yo no puedo trasladarme.
-¿Será un aura antimagia?-, preguntó Blanca de forma cabal, aunque en el fondo esa situación le estaba dando miedo, tenían armas, pero los poderes era un as que siempre les había salvado la vida a última hora.
-No lo sé, pero….-, susurró Regina analizando su entorno. Le había parecido ver movimientos entre los arbustos. Entonces una voz ordenó que actuasen, y se dejó ver una tropa de soldados.
Actualidad. Castillo de Growin
Su aspecto era totalmente medieval sin embargo su interior era todo baños de oro y diamantes de pocos quilates engarzados en columnas, lujo aparente, tan aparente como el mismo rey.
-Bueno, bueno, bueno, ¿pero quiénes son estos pueblerinos?-, el lord los observó altivo. Regina se mordió el labio y apretó los puños aguantándose para no saltar sobre él. El grupo estaba escoltado por los soldados del rey, el capitán de la tropa respondió:
-No son nadie-, contestó paseando por el lateral de ellos observándoles con vehemencia. –Dicen que pasaban por aquí…
El rey Charles Widmore, de físico ancho tirando a cincuenta y cinco kilos de más y una calva escondida bajo la corona agitó su bigote marrón.
-Así que os gustan mis tierras, ¿no?.
Emma dio un paso al frente. -Venimos a buscar a Maurice, "El inventor".
-¿Y quién os ha dicho que está aquí?, ha sido Frederick, ¿verdad?.
Emma frunció el ceño confusa. -¿Quién?.
Rumpelstilskin silenciaba, pero su mente no, buscaba formas de atacar a los soldados o mínimo escapar de allí y buscar al dichoso inventor, lo que le pasase al resto era minúsculo si su querida Bella no podía despertar jamás.
-Es igual, nos vendrá bien mano de obra nueva, se nos están muriendo-, vociferó sin consideración alguna.
Reinó la confusión pero no hizo falta preguntar, -llevadlos con el resto, bueno-, se puso un dedo en la frente, -espera, mejor dejadlos en las mazmorras superiores, las chicas pueden servirnos para otras cosas.
David reaccionó en seguida y fue directo a propinarle un puñetazo cuando uno de los soldados lo detuvo con un golpe en el mentón que lo tiró de espaldas.
-Estos nos han salido rebeldes, qué bien…
Mazmorras
Entre dos paredes enrejadas y dos de dura piedra fueron agolpados todos.
-¿Y ahora qué hacemos?-, preguntó Emma. Un guarda pasó frente a ellos.
-Nada de parlotear aquí-, les avisó golpeando las rejas violentamente.
-Bien…-, susurró Regina.
Pasó media hora de silencio, solo se escuchaban los pasos de los guardas y el sonido de las llamas de las antorchas. Una hora después, cuando todos parecían descansar, Regina se sentó junto a Blanca, a la que había estado observando y que no tenía pinta de pegar ojo.
-Hola-, susurró.
Margaret la miró con gesto de frustración pero éste se desvaneció al notar una mirada extraña en su amiga.
-¿Qué te pasa Regina?
-¿Puedo confesarte una cosa?.
En ese instante Emma, despierta que estaba, pero tratando de descansar, abrió un ojo disimuladamente y puso toda su atención a la conversación.
-Claro, puedes confiar en mí.
-Lo sé-, la morena se miró las manos y jugó con las uñas de sus dedos.
-Yo…, Blanca, creo que Evil queen aun está viva.
Su amiga agitó la cabeza, -¿sabes?, yo también pienso lo mismo, sobretodo después de que matase al Dragón.
-¿Mató al Dragón?-, la morena parecía no saberlo.
-Sí, eso sólo lo sabemos David y yo.
-No queríamos decirte nada para no hacerte sentir peor de lo que estabas-, respondió a voz de pronto David, aun tumbado de lado. "Vaya, parece que al final van a estar todos despiertos", pensó Mills. –Regina-, Charming se sentó sobre sus piernas para acercarse a ellas gateando sin dejar de mirar la puerta de entrada a las mazmorras.
-Aunque no lo creas, te consideramos parte de la familia, y como tal nos preocupamos por ti-, se sentó a su lado, -lo siento, es un defecto que tenemos los Charmings-, le sonrió. La morena pareció emocionada pero se tragó esa vulnerabilidad.
-¿Y sabéis algo de ella?.
-La perdimos de pista después de eso.
-Ya…
-Y ahora por curiosidad Regina, ¿cómo lo supiste tú?.
La morena dio un vistazo rápido a la mazmorra y observó a Henry dormir -Sueño con ella todas las noches desde que pasó lo que pasó.
Emma no se lo esperaba y su mirada ausente se posó fija en el suelo de tierra, sentía lástima por su amiga a la que se imaginaba despertando aterrada noche tras noche en aquella solitaria mansión.
-Tenemos que salir de aquí-, se decidió la sheriff a hablar, se sentó mirando directamente a su amiga. "Emma…", había algo en ella que le llamaba la atención, era alguien muy especial en su vida aunque no quisiese pensar en ello.
-¿Y cómo piensas hacerlo?-, le preguntó la alcaldesa.
-Mi antigua vida me enseñó muchas cosas, unas legales y otras menos legales.
Desvió la mirada a Henry, comprobado que seguía dormido.
-Necesito algo metálico moldeable, tengo que hacer dos varillas.
Los despiertos se dispusieron a buscar, Gold estaba profundamente dormido, había estado tratando de devolverse la magia toda la noche y eso lo había dejado exhausto.
-¿Te vale esto?-, David se señaló el cinturón de cuero que sujetaba sus pantalones de tela.
-Perfecto.
Con maña y tesón la rubia fabricó una llave maestra con el elemento decorativo del cinturón de su padre. En sus tiempos de ladronzuela adulta había aprendido a escaparse hasta de la misma policía. Unas rejas antiguas y un candado oxidado no le iban a suponer un problema.
El plan había sido meditado estudiando la mitad de la noche que llevaban en esa mazmorra, vigilaban cuándo pasaba el guarda, que era cada veinte minutos, y una sirvienta bien entrada en años y muy delgada les dejaba cubos de agua y panes rancios pasadas las dos horas y media.
Había llegado la luna llena en la noche, lo sabían porque entraba un luz por un resquicio entre su mazmorra y la colindante, que estaba vacía y apestaba, parecía una antigua cuadra.
-Es la hora.
Emma cogió su llave mágica, dos varillas encorvada una, y forcejeó con la cerradura para encontrar el punto adecuado. Pero un inesperado guarda fortachón armado con un hacha irrumpió a través de una puerta que nunca habían visto abrir, Emma había sido pillada in fraganti, sobretodo porque llegó justo en el momento en que cedía el candado. La rubia quiso disimular apoyándose en la reja y el guarda, ancho, y con cicatrices en las mejillas apretó el candado nuevamente y golpeó la mazmorra tirando a Emma hacia atrás, todos la cubrieron. El guarda la miró a los ojos desafiante y acabó sentenciando algo más pícaro, -te vas a enterar, mujercita-, le sonrió mostrándole unos dientes sucios y rotos. –Mi otra profesión es la de verdugo.
Se marchó por la puerta antes de que ella pudiera justificarse.
-Mierda.
Cuenta atrás
Sin saber cómo, la vida había dado un giro inesperado y Emma Swan había sido condenada a muerte por decapitación.
El patio interior del castillo era casi más grande que el mismo castillo. El rey había hecho salir a cinco de sus esclavos, representantes por así decirlo de las cinco salas donde mantenía trabajando día y noche a los que fueron trabajadores y aldeanos de la zona antes de que éste la asediara tramposamente. Los esclavos estaban dentro de una jaula móvil. Sueltos, ellos agitaban las rejas para intentar escapar. Justo frente a la jaula, otra igual, en su interior, los familiares y amigos de Emma, la que iba a ser ejecutada. Con ellos se habían molestado más manteniéndoles a todos de rodillas, maniatados, con los pies inmovilizados y enmudecidos por una sucia tela de saco que tenían que morder.
Las puertas de la torre real se abrieron de par en par y Emma apareció escoltada por soldados, con las manos atadas por detrás con una cuerda áspera, sus vaqueros y su camisa blanca estaban algo rasgados fruto de una breve paliza para apaciguar la insistencia de la presa en que liberasen a su familia. Su cabeza estaba cubierta por una bolsa de tela de saco, cuando llegaron junto al enorme tocón de madera mugriento y decorado con sangre seca a Emma le retiraron la bolsa, entonces se oyeron gruñidos, las quejas e insultos de su familia, aun estando amordazados, al ver en la joven restos de sangre seca y algún moratón. Quien fue Salvadora de muchas los miró a los ojos, y por primera vez, su gente pudo ver auténtico temor en ella, no había un plan, ni una oportunidad, no había nada, solo la frustración de ver acercarse lo inevitable.
Por un lateral apareció un grupo de soldados diversamente armados, arcos, alabardas, y escudos.
"Nos tienen demasiado miedo para estar en la situación en la que estamos", reflexionó el Oscuro.
-Os preguntaréis por qué estáis aquí, ¿verdad?-, el rey se dirigió a los delgados y haraposos esclavos, cuatro hombres y una mujer, desnutridos y malhumorados.
-Estáis aquí para que le digáis a vuestros amigos de ahí abajo lo que le pasa a aquel que osa escapar del rey Charles Widmore, el grande.
A continuación señaló al verdugo que obligó a Emma a arrodillarse frente al tocón. Regina trataba de soltarse frustrada por la situación, sus muñecas enrojecidas por la fricción pero sin resultado. No podía dejar que Emma muriera, y menos aun delante de los ojos de su hijo, pero era imposible desatarse, necesitaba su magia con urgencia, su poder…; una lágrima cayó en la tierra.
-Cuzo, es la hora. Acaba con ella.
Emma tembló.
-Será un placer mi rey-, agarró el hacha con ambas manos y sonrió ampliamente, degustando lo que se avecinaba, sádico como pocos. El rey miró con desdén a la jaula donde estaban sus familiares, incluso se permitió sonreír. "Son tan inútiles…". Margaret dejó caer su cuerpo inmovilizado sobre David, se había rendido, había aceptado que su hija iba a morir, ambos lloraban en silencio por lo que estaba por suceder. Los esclavos vociferaban insultos que eran callados por alabardas que introducían los soldados entre las rejas. Mirándolos, derrotada y temblándoles los labios, labios apresados con tela, Emma sólo alcanzó a vocalizar malamente su muda despedida, un sentido: "Os quiero".
En el instante en el que Cuzo alzó su hacha oxidada sobre su cabeza una figura oscura con alas se divisó en el horizonte, entre nubes, frente a las montañas, planeando velozmente hacia allí.
-¡¿Pero qué…?!.
CONTINUARÁ!
Espero que os haya enganchado un poco. Pronto sabréis quién o qué es…. No diré nada en los comentarios, jaja.
