Es el mismo fic, solo que mejorado. Me di cuenta de mi falta de redacción y de ortografía así que lo arreglé. He cambiado unas cuantas cosas, porque me aburría escribir lo mismo y porque, bueno, estaba mal redactado -ya lo había dicho-.

Conservé la esencia del original, me pareció feo cambiar algo que había escrito en mi niñez -cuando tenia 12 años-. No diré que ahora está 'super' corregido y que no hay fallas, debe de haberlas,soy humano y me equivoco, pero por lo menos está mejor que antes.

Declaraciones: Como sabrán ni Tai, ni Sora ni ningún otro personaje del fic me pertenecen. Tampoco Digimon. Son propiedades de Toei y Akiyoshi. Yo solo escribo sobre ellos porque odié el fatídico final de 'Zero Two'. (Sora es de Tai).


Sediento de tus labios.

Por: Genee

Se acercaba el baile de primavera en la preparatoria de Odaiba, aunque no parecía que fuese, primavera. En Japón, parecía que habían pasado años sin llover. La gente estaba cansada de la repentina sequía en el país. Las flores no afloraron como era costumbre en estas fechas, los arboles no echaban frutos ni estaban frondoso, el calor era sofocante.

Pero, para Tai, eso no importaba, estaba en medio de un baile escolar y el ambiente era un tanto estresante, pues, para el capitán de futbol de la preparatoria del este, era un martirio la previa de esos eventos. Todas las chicas esperaban que el joven futbolista, de cabellos rebeldes y castaño decidiera a invitarlas, sin embargo, el odiaba verlas molestarse con él. No era de esos chicos que disfrutaban ver a las chicas derretirse por su persona.

Aunque, bueno, últimamente, ya ninguna se hacia las ilusiones de salir con él.

¿La razón?

Pues, siempre terminaba yendo con una chica en particular, era su mejor amiga y ex compañera del fútbol mixto del colegio.

Habían hecho una 'promesa': siempre irían juntos a este tipo de bailes escolares.

Era simple -según ellos-, ya que no debían de preocuparse por recibir un "no" como respuesta o en el caso de Sora, por no recibir invitación. Era más divertido ir entre amigos, no existía ningún otro tipo de interés salvo ir a disfrutar.

El único 'pero' del asunto era la cláusula que había puesto Sora a su 'trato': Irían juntos al baile, siempre y cuando Tai le pidiera ir juntos de una forma 'diferente'.

Y así cada año el joven lo hacía. Aunque faltaban semanas para el baile y, Sora comenzaba a pensar que ese año sería la excepción. Pensaba que Tai no la invitaría debido a que no solía tardarse tanto.

El día transcurrió sin ninguna novedad, Sora se impacientaba cada vez más.

Vagando por los pasillos, rumbo a los casilleros… La chica de cabellos rojizos observó una nota que salía de su lockers. Llegó hasta ella y leyó:

"Sora, te espero en la cancha de fútbol. Hoy es un partido importante y deseo que vayas a apoyarme. Por favor, asiste, te gustará… lo prometo. Tai."

Era cierto, hoy había juego del campeonato juvenil de Soccer. Pensó que lo habían pospuesto por el calor excesivo de los últimos días. Muy a su pesar y ya pensando en sus opciones para ir al baile con otra persona, Sora, caminó hacia el terreno de fútbol, justo hacia las gradas.

[…]

Era la segunda mitad del juego, el marcador tenía una ligera ventaja de dos goles a uno sobre el equipo de la preparatoria de Odaiba. Los jugadores se veían cansados y estaban al borde debido al calor infernal. Estaban recibiendo las últimas indicaciones por parte del entrenador.

Taichi Yagami -el capitán- indicó que harían la jugada "Daisuke". Todos comprendieron y al escuchar el pitazo del silbato que daba inicio a la segunda mitad, volvieron al campo de juego.

El moreno fue el primero en tocar el esférico durante el segundo tiempo. El desgaste físico era evidente, pero las ganas de ganar era mucho mayor.

Un pase a Ken Ichijouji, el segundo delantero; seguido de un nuevo toque hacia Davis el cual, devolvió la pelota hacia Ken.

Los centrales del equipo de Tai, estaban ansiosos por recibir el balón. Acción que no tardó en llegar. Ken, envió el esférico hacia su 'armador' este lo tomó y con agilidad corrió. Era una acción ofensiva y de carácter sorpresivo. La jugada había dado inicio.

Detrás del ultimo defensa del rival, se encontraba Tai, quién recibía en sus pies, nuevamente la 'chimbomba', driblo con facilidad llevándose por el medio a varios defensas contrarios. El asunto estaba que no podía pisar la zona de penaltis sin que dos jugadores contrarios lo marcaran. Su destreza iba más allá de todo, lanzó el balón antes de perderlo, Davis lo tocó y lo envió a Ken, este corrió con rapidez y, ya pronto estaba cara a cara con el guardameta. Iba a proceder a lanzar hacia puerta, pero al igual que Tai, tenía marca personal. Sonrió con suficiencia y retrocedió el esférico. Detrás de él Davis aguardaba y en buena posición. No esperó si quiera a acomodarse para chutar, solo lanzó la pelota con todas sus fuerzas hacia el portero.

¡Gol!

Las gradas del colegio se alzaron y gozaron el gol del empate, pese al calor. El regocijo de la multitud y la esperanza de ganar eran potentes, ahora, con el marcador dos a dos.

El juego transcurrió de manera neutral, ambos equipos estaban al límite. Ya el cansancio y el sol embravecido afectaba en las jugadas. Faltaban pocos minutos y el marcador permanecía dos a dos.

La preparatoria Odaiba este había recuperado el balón, Daisuke tenía el esférico e hizo una regata veloz hasta el medio campo, paso el redondo a su capitán.

—¡DEMONIOS!— Se quejaba el moreno al darse cuenta de que tenía encima a la doble marca del equipo contrario.

No poda darse por vencido. Miró de reojo hacia las gradas. Sora lo veía fijamente. No podía perder y, además, no podía dejar el partido sin meter un gol propio. Debía pensar en deshacerse de la marca defensiva contraria. Por lo tanto, mientras pensaba en una solución dio regreso a la jugada y envió el balón hacia Ken.

Ken supero la defensa y estaba en territorio contrario, cerca de la portería, pero ahora esta estaba inundada de los colores del equipo contrario. Los once blancos de Odaiba oeste, estaban defendiendo el empate. No se darían por vencidos.

Buscando mejores posibilidades de gol, Ken envió el esférico hacia Davis y este un toque a Taichi, el cual, tomó impulso y corrió como pudo. Otra vez un defensa lo intento barrer para quitarle el balón. Daisuke le hizo señas, estaba solo, pero el capitán no paso el redondo.Él mismo tenía que hacer la jugada, él mismo debía marcar el gol.

Se alzó y de un brinco superó la barrida, aun así, tenía a un último defensa pero, con un nuevo movimiento, lo paso sin problemas. Se puso en posición de golear, una sonrisa en su rostro se dibujó, estaba solo contra el guardameta, era su momento.

Pateó el balón al mismo tiempo que decía con confianza —¡Es un gol seguro!— el balón salió como un cohete y el portero ni siquiera pudo reaccionar.

Otro "¡Golhh!" se escuchó, esta vez, con más euforia.

Taichi abrió sus brazos y corrió haciendo gestos como de un avión volando, se lanzó arrodillado al pasto verde, deslizándose en la grama del campo; sus amigos se abalanzaron sobre él para celebrar la victoria, pues, el juego había llegado a su fin, solo quedaban pocos segundos antes la última jugada de Tai. Ganaron con un marcador 3-2 a favor de Odaiba este.

El moreno se levantó y se alejó del grupo. Rápido, antes que dieran el pitazo final corrió hacia Sora, la miró y luego levantó la camisa del uniforme dejando ver así, otra camiseta debajo.

No era por jactancia. No era por lucirse. La segunda camiseta tenía un mensaje especial que rezaba:

"Sora, tú, yo al baile ¿sí?"

Era notorio que en ese momento Takenouchi era envidiada por todas las presentes.

La aludida estaba toda sonrosada. Tai era un ocurrente. La había dejado todo el día en ascuas y ahora sabía que había valido la pena esperar.

El equipo de Tai esperó a que sacaran el balón desde la portería, una patada directa al otro lado del campo y luego el silbato marcaba el final.

El chico saludó a los jugadores contrarios. Luego, se dió vuelta y trotó hacia el inicio de las gradas.

Sora estaba bajando los escalones, sintiendo el vitoreo del público presente y amigos que la acompañaban en el lugar.

—¡Por fin! —Dijo esta al estar al frente de Taichi— Ya era hora.

—¿Eso es un 'sí'? —Preguntó con galantería.

—Sí, es un sí —Respondió con una sonrisa en los labios— Eres muy ocurrente, pensé que lo harías más… privado.

—Lo preferí así y, además, mis ocurrencias son las que me hacen encantador— dijo este mientras se sonreía y echaba una mano detrás de su nuca.

Ya no escuchaban a los demás silbarles o molestándolos. Ahora estaban los dos juntos, en un mundo completamente alejado del real. Se miraban y en cada mirada se reflejaba felicidad y confianza. Ni siquiera el sudor producto del calor los sacaba de aquel mundo.

—Tardaste mucho —continuó ella.

—Lo sé —contestó como si nada—, quería verte sufrir un poco.

—¡Te odio! —Se expresó sonriente—. Bueno, aquí ya no hay nadie más —Miró a los lados para recalcar sus palabras, la cancha estaba siendo desalojada y ya no quedaban muchas personas en el sitio—… Supongo que yo también debo irme ya. Debo estudiar para el examen de física.

La pelirroja se dio media vuelta. Tai la veía alejarse. Mientras la veía partir, comenzó a recordar cuando solían jugar en esta misma cancha. Eran tiempos diferentes, perfectos. Extrañaba ver a Sora jugar, porque cuando lo hacía, se le notaba fácilmente en su rostro esa alegría que la caracterizaba.

Quería jugar con ella. Quería aprovechar los últimos días de niñez de su amiga, porque sí, el cuerpo de Sora ya no era el mismo, se había convertido en una mujer. Era fácil notar que ahora sus curvas resaltaban, su pecho se abultaba y su belleza florecía.

Aunque eso no importaba, lo que importaba era que ya no se veían como antes. La extrañaba, la extrañaba de verdad.

¿Por qué?, ¿Cuándo había perdido a su mejor amiga?

—¡Sora! —Llamó por impulso.

La exjugadora de fútbol y ahora tenista giró al escuchar su nombre. No respondió, tan solo se volteó a escuchar lo que tenía que decirle su amigo. Frunció el cejo confundida al verlo 'echo un ocho', decidió que se acercaría para escuchar mejor lo que su amigo tenía que decirle.

—¿Qué sucede? —dijo cuando ya se hubo cerca.

El joven de dieciséis años comenzó a transpirar, su actitud se tornó un poco insegura, no sabía qué decir, ¿Para qué la llamó en primer lugar?

—S-Sora, yo, eh… —tartamudeaba, de cierta forma (y no sabía por qué) se sentía avergonzado— ¿N-no…? —Armándose de valor, cerró los ojos, tomó aire profundo y soltó de un sopetón y a toda velocidad—: ¿No-te-quieres-quedar-un poco-más?

Ella lo miró y parpadeó sus ojos varias veces. Estaba sorprendida por aquella pregunta o, tal vez, era porque no había entendido las palabras rápidas de Taichi.

—¿Ah? —Se expresó con la frente arrugada en señal de interrogación.

—No sé, es que… —frunció el cejo— ¿Quieres jugar con el balón?

Ahora si estaba sorprendida. No esperaba esa invitación.

Andaba con un pequeño pantalón corto, una camisa de tela ligera y tenis blancos. El ambiente tenso, caluroso e infernal la obligaba a usar ese tipo de vestuario.

Hace mucho que no jugaba y al escuchar esas palabras, algo de su niñez se removió. La niña que llevaba dentro comenzó a saltar y a rogarle que aceptara, que jugara como en los viejos tiempos.

—Ok —Contestó disimulando su fuerte y repentino deseo de jugar.

Tai esbozó una enorme y natural sonrisa. No pudo evitarla, estaba emocionado y feliz.

—¡Genial! —Se expresó.

—No te alegres —Dijo Sora con aires de suficiencia—, aún no he perdido el toque. Te daré una paliza.

Era un desafío.

—¿Eso crees? —Respondió su deseo de competición—. Eso espero, Sora.

Se podía notar ese fuego en sus miradas. Se retaban y eso les era excitante.

Lanzaron una moneda al aire…. Tai comenzaría.

El moreno tomó el esférico y comenzó a moverlo con sus pies, lentamente se dirigía hacia Sora, esta lo esperaba en posición de defensa, dispuesta a arrebatarle el esférico. Poco a poco el castaño apuraba el paso hasta que inició a correr; la pelirroja aguardaba en su lugar con la mirada ferviente y sin ningún tipo de vacilación.

La velocidad del chico aumentó considerablemente, pasó justo al lado de Sora y se acerca a la portería. Esta no esperó ni un segundo en correr detrás de él, los reflejos de Tai habían evolucionado, ya no era el mismo de hace unos años atrás. No podía confiarse. Corrió con mucha fuerza, pero no lograba pasarlo, valiéndose de su astucia lo tomó por la camiseta y así logró que Tai redujera la velocidad de su carrera:

—Hey —Se quejó.

Decidió que se detendría un poco, si seguía corriendo llevando a Sora a rastra podría hacerla caer y eso no sería divertido.

El moreno se reía, estaba divertido viendo como movía el esférico con su pie mientras que Sora intentaba, sin éxito alguno, quitárselo.

Entre carcajadas él soltó —Pensé que jugarías en serio —. Se detuvo, maniobrando el balón con sus pies.

Y lo estaba haciendo. Estaba jugando como antes o eso quería. Pero todo era diferente, Tai había ganado más fuerza y agilidad. Era lo más normal, él era un hombre, biológicamente estos eran más fuertes y rudos que las mujeres.

—No te sientas ganador, esto es solo el comienzo.

Sus voces se escuchaban entre cortadas y agitadas debido a la fuerza física que utilizaban y, la temperatura elevada no ayudaba. Más en Sora.

—Lo sé —Continuó él la plática mientras seguía forcejando con el balón—, aun así, eso no te ha impedido cometer faltas.

Sus cuerpos rozaban sin poder evitarlo y de cierto modo eso a Tai lograba ponerlo rojo como tomate, desde el cuello hacia arrida. Sobre todo, porque ahora era más alto que Sora y no podía evitar ver que la tela de la camisa de su amiga se pegaba a su cuerpo por culpa del calor que la hacía sudar más de lo normal, además, bajo esas circunstancia, le hacían resaltar sus… pechos. Intentaba evitar mucho el contacto, más que todo, porque sentía que en cualquier momento —sin querer— tropezaría con el busto de ella. Pero, Sora no se había dado cuenta de lo que sucedía.

Debido a la situación, Tai no podía concentrase,intentaba desviar la mirada, así que Sora logró quitarle el balón.

—¡Sí! —dijo en señal de victoria cuando arrebató el esférico de los pies de Tai y corrió con él hacia el otro lado de la cancha. Además, para su gusto, había logrado que Tai quedara detrás de ella. Era algo extraño, parecía que no había salido del asombro por perder la pelota.

Por su parte el moreno estaba estático. No por perder la pelota, sino porque había sentido una extraña punzada en el estómago. Era una sensación agradable que a la vez le causaba miedo. Y es que se había permitido pensar en Sora de otra forma.

"¡No!" Se dijo internamente, "Solo ha sido por el momento, la impresión, hasta ahora es que me he dado cuenta de que Sora se ha convertido en una… ¿mujer?"

Reaccionó de repente. Buscó con la mirada y vio que la muchacha estaba ya cerca de la portería.

Se recuperó de su estado 'de concentración' y, tomando impulso, comenzó a correr.

Llegó hasta ella fácilmente, la joven iba a chutar justo cuando sintió al cuerpo de Tai sobre el suyo, no literalmente. A pesar de no ejercer mucha fuerza, el contacto repentino hizo que Sora perdiera el equilibrio y comenzara a caer. Tai por acto reflejo, la sostuvo, pero el balón se enredó en sus pies y cayó también.

El moreno había caído sobre su hombro, impidió que fuera Sora quién recibiera el golpe. Ahora ella estaba sobre él y él la sostenía por la cintura. Aun no reaccionaban, apenas y se daban cuenta de que habían caído.

Sora abrió sus ojos y apoyó ambas manos sobre el pecho fuerte y duro de su amigo. Se quejó un poco, pero luego se enmudeció cuando se dio cuenta que la mirada del castaño, una oscura y diferente, estaba sobre la de ella. El contacto visual se había vuelto mágico. Hubo de inmediato una conexión mucho más fuerte que la que tuvieron en un pasado. Y eso ya era mucho decir.

El chico la contemplaba, tenía la boca seca y pastosa, no entendía que demonios le ocurría. Deliraba por el sol, la sed y el calor.

El escenario estaba puesto. No dio tiempo a ninguno de pensar, simplemente, ya no se encontraban en esa cancha sino, en un lugar donde solo existían ellos dos. Comenzaron a acercarse, tenían miedo de lo que estaba por ocurrir, eran consiente de lo que iba a pasar, pero aun así, querían que pasara.

El tiempo se detuvo y ambos mundo se pusieron a oscuras, sus ojos estaban cerrados y el instinto los guiaba a chocar sus bocas. Pero no había prisa, disfrutaban del camino que estaba próximo a concluir en un beso, se podía oler el sublime olor característico del moreno, pese a estar un poco sudado; Por su parte él sentía como sus manos acariciaban la piel tersa y sudada de la pelirroja.

Respiraban ahora el aliento del otro, sentían incluso, como sus pechos latían en perfecta y alterada sincronía, al mismo tiempo, apreciaron como estos se detenían por la contención del aire.

Ya no podían detener más el momento, tenían la necesidad de unir sus bocas, de frotar sus labios y dejarse llevar por las múltiples sensaciones que les invadían cada célula de cada rincón de su ser.

Sus labios se tocaron ligeramente, por cuestiones de segundo, pero fue lo suficiente como para despertar millones de terminaciones nerviosas en su organismo, las cuales se alarmaron y comenzaron a hacer estragos en los distintos cuerpos temblorosos. Era perfecto y no dudaban en convertir ese roce en un verdadero beso cuando…

Justo en ese momento una voz masculina gritó, ambos voltearon y vieron a un hombre que le hacía señas de que la preparatoria iba a cerrar y que debían desalojar el lugar.

La joven se levantó más rápido de lo que corría un Raidramon veloz. Ambos estaban ruborizados, apenados por su comportamiento. Tenían la necesidad de explicar lo que estuvo a punto de pasar o lo que pasó, decir que no había sido nada, aunque lo haya sido todo en el momento.

—D-debo… —tartamudeaba la pelirroja a la vez que señalaba la salida y se alejaba con pasos cortos de Tai.

—Sí, yo también tengo que… —Respondió entre titubeos, nervioso y lleno de… se sentía de mil formas.

—… iré a, tengo que… —Viendo que no podía arreglar sus pensamientos para explicarse mejor suspiró, y cortó en seco la situación— Adiós, Tai.

Se giró y comenzó a caminar con rapidez, no volteó ni un segundo para ver al moreno. Mientras él se deleitaba viéndola, dejando mostrar una sonrisa boba y chueca, no se había dado cuenta de ella, ni que sus dedos estaban sobre su boca a la vez que pensaba que estaba loco. Sí, loco porque ahora estaba curioso de sentir los labios de Sora.

Por un leve segundo sintió que la resequedad de su boca se sació, que la sed desaparecía… aunque ahora estaba sediento de sus labios.

Abrió sus ojos y dejó caer un poco su mandíbula inferior como si hubiese visto a un fantasma, casi besa a su mejor amiga y peor aun, ahora quería hacerlo.

—Pero que mier… —susurró con el más puro terror en su voz.

*.*.*

La tarde pasó dándole paso a la noche, ese día el cielo lo iluminaba una luna llena y esplendida a su, millones de estrellas lo adornaba, la noche era fría —a diferencia del día—y tranquila, era molesto y a la vez refrescante ese cambio de temperatura tan abrupto.

Tai se encontraba en lo de Yamato o como sus amigos le decían "Matt" (diminutivo de su nombre) este era un joven guitarrista de ojos azules como el cielo y cabellera de un rubio tan hermoso que irradiaba como el oro puro, era alto, elegante y muy popular entre las chicas, aunque esto último no le interesara del todo al chico.

—No me sorprende —dijo el rubio.

El moreno le había contado todo lo ocurrido con Sora. El de ojos claros, sosteniendo un bajo lanzaba algunos acordes en ella. Rió ante lo ocurrido con Tai y Sora, como que si sabía que eso ocurriría tarde o temprano.

—Aunque —prosiguió—, creo que no sé si felicitarte por darte cuenta, o pegarte un golpe por estúpido.

La cara de confusión por parte de Tai fue notada por Yamato.

—No comprendo —continuó Tai.

—Ya me di cuenta —Yamato puso los ojos en blanco—, Eres un estúpido— se levantó del sillón en donde estaba recostado y se sentó— ¿Por qué no la besaste?

—¿Por qué tenía que hacerlo? —Respondió con otra pregunta.

Yamato bufó un soplido —Sí que eres imbécil. Viejo, te gusta. Si no, no te hubieses dejado 'llevar' por el momento.

Tai parecía pensarlo. Pero rápidamente sacudía su cabeza y negaba esa posibilidad. Habían sido amigos por siempre, esta confusión podría traerle problemas.

—Es que… —Se silenció.

—Tai, ¿Qué harás?

—No lo sé —Respondió de inmediato mientras miraba hacia sus pies.

"¿Qué se supone que debo hacer? "Se preguntaba. "Sora es mi mejor amiga, no puedo… yo…"

—Dime una cosa, Tai —Matt interrumpió los pensamientos del moreno y ahora este lo miraba directo a los ojos, con la mirada taciturna— ¿Cuándo 'casi' se besaron…? ¿Cómo reaccionó ella?

—Se levantó y se fue corriendo —Contestó con pesadez y con los ojos ahora entre cerrados— ¿No me has estado escuchando?

—Imbécil… Me refiero a cuando se besaron.

—¡Nos no besamos! —Respondió a la defensiva y sobre reaccionando ante la situación— Y, bueno, parecía que no le molestó al instante… Es decir, no dijo ni hizo lo contrario a mí.

Yamato lo miró con el cejo fruncido ante la obviedad del asunto.

Lentamente Tai comenzó a abrir los ojos como dos pares de huevos 'duros'.

—Ella quería…

Yamato asintió con una risa de autosuficiencia —. Seguro está haciendo lo mismo que tú en este instante.

—¿Hablando contigo? —Dijo con inocencia—. No creo que sea posible.

El rubio ya harto del comportamiento tan... estúpido de Tai trasteó un cojín del mueble y lo aventó con toda su fuerza hacia el rostro de Tai.

—¡Hey!

—Te lo merecías. —Le gritó, acomodó su flequillo y continuó— Yo no hablaba de eso, hablaba era de que o está confundida como tú o, debe estar desilusionada. Nadie que no quiera un beso se deja besar… o casi.

—Pero ella es mi a…

—¿Tu amiga? —Arqueó una ceja.

Tai no contestó.

Tomó el cojín que hace un instante le fue lanzado y, mientras se dejaba caer con desgana sobre el mueble unipersonal del departamento de Matt, tapaba su rostro con este mientras ahogaba un grito frustrado.

[…]

Sora mordía su labio inferior, algunas personas cuando están nerviosas les da por agitar el pie contra el piso de forma incesante, pero para Sora, morderse el labio era suficiente señal de estrés y nervios. Hace un buen rato que le había dicho a Mimí sobre lo que estuvo a punto de pasar esa tarde con Tai. Pero, a diferencia de lo que Sora pensó en cuanto a cómo reaccionaría Mimí, esta, estaba callada y no había dicho nada desde que Sora finalizó su historia.

De pronto y sin previo aviso se escuchó un grito por el auricular.

—¡¿Qué, QUÉ?! ¿Es cierto? ¡YEihhh! —Estaba emocionada, eso era fácil de deducir—. Vamos, cuéntamelo todo, amiga.

—Mimí no te exaltes —fueron las palabras de Sora—, tal vez fue una confusión de mi parte y eso no fue lo que realmente pasó.

—¡Por favor! —Su tono fue sarcástico—. Es obvio lo que pasó, no tienes por qué engañarte e intentar hacerlo conmigo.

Sora suspiró pesado —No quiero perderlo como amigo.

Un tono más comprensivo salió de la boca de la castaña —Lo sé, pero eso no pasará. Supón tú, que no quiere ser más que tu amigo ¿Qué es lo peor que puede pasar? Tai no es de los que escapan de las situaciones 'incomodas' y tú tampoco, de alguna u otra forma se las arreglaran para quedar como los mejores amigos.

—Pero, siempre que un hombre y una chica son amigas, surgen estas confusiones, más a nuestra edad ¿Qué tal si…?

—Deja los miedos, ve y encaralo, si te dice que no fue lo que pareció, entonces ríete como loca y dile que solo fue una broma.

Eso podía funcionar…

—Te marco mañana, creo que iré a dormir —concluyó la pelirroja.

Sería una noche larga y, si era verdad lo que decían con respecto a que la almohada era buena consejera, esa noche ella lo averiguaría.

*.*.*

El sol salió y, a pesar de ser tan temprano ya se hacía notar su fuerte resplandor. La joven despertó igual que la noche anterior: confundida.

—¡Estúpida almohada!—Dijo mientras la veía despectivamente—. ¡Eres pésima aconsejando! —Le gritó.

Parecía una lunática. Suspiró, mientras su mente no dejaba de repetirle que buscara una solución rápida, pues, solo faltaban minutos para verlo. Y es que esa mañana era el turno de pasar por la casa de Tai y buscarlo para irse juntos al colegio. Se fue al baño, se bañó y vistió; luego, tomó su desayuno y lo comió.

Salió de su casa y cuando al fin llegó al edificio en donde quedaba el apartamento de los Yagami, suspiró como cosa ya-no-rara durante esa mañana. Había camino con mucha parsimonia el trecho de la entrada hasta el pasillo que conducía al apartamento 101.

Se detuvo y miró la puerta, seria y con infinitas ganas de no tocarla, de marcharse y no ver a la cara a Taichi ¿Qué haría si lo llegase a ver parado debajo del marco de la entrada?, ¿Cómo podría verlo directo a los ojos sin sonrojarse o ponerse nerviosa?

Eran preguntas que pronto se iba a responder. Levantó sus manos para golpetear con sus nudillos la madera pintada de blanco, pero se acobardó de inmediato.

Esa escena le recordaba a aquel episodio de sus vidas, cuando Tai le regaló el broche de cabello e insinuó que ella tenía un corte feo o que no le gustaba su sombrero. Había exagerado en ese entonces ¿Ahora, también lo hacía?, en fin, cuando fue a caminar decidió pasar por el apartamento de su amigo y hablar, pero luego se arrepintió, se giró y se fue enojada era él quién debía disculparse para aquel entonces.

Suspiró pesado y desde lo más hondo de sus pulmones. En eso, la puerta se abrió.

Tai la miró y ella a él. Sus rostros estaban tranquilos, serenos. Se observaban, pero era como si aún no se percataran de que se tenían uno al frente del otro.

—Sora ¿qué haces allí? —Al fin habló Tai, como si nada. Tranquilo.

¡Maldición! Acaso era solo ella la del dilema, él parecía tan tranquilo como siempre.

— ¿C-como q-qué hago aquí? —titubeaba con las mejillas coloradas y evitando el contacto visual— H-hoy me tocaba pasar a b-buscarte.

—No seas tonta, Sora, lo que quise decir fue que ¿Qué hacías allí sin tocar el timbre? ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—Acabo de llegar —mintió— ¿Ya estás listo? debemos irnos.

El castaño sonrió y asintió con su cabeza.

El resto del viaje fue un tanto incomodo pues ninguno de los dos hablaba como de costumbre.

[…]

La hora libre en la preparatoria de Odaiba estaba por terminar. Las chicas estaban reunidas en una zona del campus del colegio, debajo de un árbol, escapaban del calor. Estaban sentadas sobre el pasto verde hablando y preparando los más minúsculos detalles acerca de su vestimenta para el baile que sería dentro de poco.

La pelirroja, desde que había hecho el trato con Tai, nunca se había sentado en el círculo de las niñas a hablar de este tipo de asunto, de cierta forma, si la situación con Tai no fuese tan 'diferente' de seguro estaría con él y con los chicos.

—¿Qué llevaras este años, Hikari? —Preguntó Mimí.

—No lo sé, aún no he comprado el vestido para la ocasión., ¿Tú ya lo hiciste?

—No —Respondió esta—, he estado ocupada con las chicas del escuadrón de porristas —la chica hizo un gesto de desagrado y fastidio, luego miró a Sora en busca de la respuesta con respecto a la misma pregunta— ¿Y tú?

—No, yo no compraré vestido, iré con el que llevé cuando se casó mi prima.

Miyako Inoue, que también estaba presente echó un grito mientras apoyaba sus manos en contra de la tibia grama —¡¿Estás loca?! Sora, se trata de un momento mágico, es un día en donde disfrutaras los pocos momentos de la preparatoria —Decía con los ojos brillosos y con un tono dulce y esperanzador, casi que los ángeles tocaban el arpa y todo de trasfondo— ¡No te dejaré ir así!

—Miyako tiene razón —Esta vez fue Kari quien opinó—. No digo que vayas a comprar un vestido, pero ¿No fue con ese con el que fuiste el año pasado?

—Es solo un vestido —Sora respondió como si el tema no fuese de la gran cosa.

—¡¿Solo un vestido?! —Volvió a gritar Inoue fingiendo que caía desmayada al piso.

—Saldremos esta tarde de compras —Avisó Mimí sin pedir permiso tan siquiera.

—¡SI! Saldré de compras con Mimí —Volvía a gritar Miyako, esta vez ´por la emoción.

Mimí se acercó hasta su amiga y le susurró —Compraremos algo especial y bonito, así a Tai se le caerá la mandíbula cuando te vea.

En cuanto a los chicos, estos se encontraban en una mesa del comedor del colegio. Habían estado hablando acerca de comprar los ramilletes y en alquilar una limosina para ir juntos y así la cosa seria más… barata.

Tai se había convencido de que lo que sentía era verdad. Nadie más sabía lo que sucedía con respecto a Sora y él, solo Matt que fue quién le abrió los ojos. Ambos habían armado un plan para que el moreno se le declarara a su amiga la noche del baile. Tai sentía un nudo en su estómago de tan solo pensar que haría aquello, pero no tenía culpa, desde aquel roce se labios solo quería besar a Sora, era como estar sediento en el desierto, necesitaba de aquello.

[…]

Los días pasaron y las ansias por el baile crecían. Gracias a las chicas, Sora, había comenzado a pensar que este baile sería distinto y muy diferente, estaba animándose ante la idea de hacer que su mejor amigo quedara 'loco' al verla ese día. Sin embargo, con el pasar del tiempo, ya la cosa entre los chicos en cuestión había vuelto a la normalidad, ya no había silencios tortuosos o incomodos. Habían vuelto a ser Tai y Sora. Aunque, ahora había la duda de "qué pasaría si llegasen a declararse" ¿Funcionarían igual?

Era viernes y como era de costumbre los ex elegidos se encontraban cenando en un restaurant de comida exprés de la ciudad, era muy concurrido y popular entre los chicos jóvenes.

Hablaban de cosas al azar y sin sentido a la vez que comían pizzas o hamburguesas.

—Ayer vi una película —dijo Mimí—. Era horrible y casi muero de miedo.

—Es no es raro, sueles ser muy… asustadiza —respondió Izzy.

—¡Ja, ja! —Se rió a desgana y prosiguió a contar la película—: Se trataba de un muñeco aterrador que era poseído, creo que era 'Chukity' o algo así.

Todos los presentes saltaron la risa en un estallido.

—¡¿Qué?! —Preguntó la chica con inocencia y con confusión— No entiendo por qué se ríen.

—Es ¡Chuky! —Aclaró Miyako— Y no es de miedo 'miedo', además, es una película muy vieja.

Mimí la miró:

—¿Ah sí?, bueno mis padres ahora es que me han dado la libertad de ver esas cosas.

—Deberías de no verlas… —Interfirió Joe—. Te dañan a nivel psicológico.

Sora con astucia miró a Mimí y esta le sonrió con complicidad. La castaña se acercó a Joe y comenzó a hablar:

—Es cierto, Joe-sempai, pero sabes lo que dicen: 'de que vuelan, vuelan'.

Joe abrió sus ojos como plato.

—Sí, ¿No has escuchado la historia de fantasmas de la biblioteca del colegio? —Continuó Sora colocándose al otro lado de Joe justo como Mimí lo hacía—. Dicen que allí una joven murió a causa de un espíritu que le apareció una noche en la que ella estaba estudiando a deshoras. Dicen que la poseyó para ahorcarla.

La piel de Joe se volvía nada, estaba erizada y sudada. Los demás chicos veían divertidos como Sora y Mimí se burlaban del de anteojos.

—Desde entonces —Habló Mimí—, su espíritu deambula en compañía de los otros que la asesinaron en busca de otra víctima…

Joe estaba estático, tenso, con los pelos de puntas y los ojos desorbitados, se asustaba con cada palabra que las jóvenes decían.

—¡Pero no cualquier victima! —Continuó Sora—. Sino una que haga lo mismo que la joven: Estudiar hasta tarde.

Joe estaba que se desmayaba en cualquier momento. Él era una de los que se quedaban hasta altas horas de la noche en el colegio. No sabía lo de los fantasmas, debían de estar bromeando.

Ambas chicas dijeron con tono espeluznate y al mismo tiempo —Es broma.

Echaron a reír y los demás soltaron las risas comprimidas e hicieron resonar todo el restaurant. Joe por su parte pegó un grito, uno de alivio, aun no se acostumbraba a que Sora y Mimí le tomaran el pelo como siempre hacían.

—Chicas, me acompañan al baño —Avisó Miyako. Sora, Hikari y Mimí asintieron y se disculparon con los chicos.

Pronto en la mesa solo quedaron los hombres.

—Menos mal que se fueron—dijo Ken —hoy hablé con el señor que alquila las limusinas y dijo que ya la nuestra está segura y no hay porque preocuparnos por eso.

—Chicos, al parecer se están tomando muchas molestias —Kido opinó.

—Sí, muchachos, ahora parecen más animados—agregó Daisuke

Ken, un poco sonrojado habló con su voz baja y taciturna —Nos propusimos a que este año las cosas salieran bien.

—Bueno —Volvió a hablar Joe—, me parece muy bien que tomen las cosas con seriedad.

El menor del grupo, Cody, el cual había estado callado, preguntó —¿Y por qué tanto alboroto?

—Pues, veras —dijo Tai con una enorme sonrisa adornando su rostro—, en el caso de Matt, escuché que… —El aludido, Matt, enarcó una ceja, esperando a que su amigo continuara—. Si no hacia oficial el noviazgo con Mimí, le partirían su bajo en la cabeza y terminarían.

Los chicos miraron a Yamato un poco espantados debido al comentario de Tai y al hecho de que Mimí puede llegar a ser muy dominante, luego, solo rieron ante el frustrado rubio.

El rubio se encogió de hombros, si el propósito de Tai era hacerlo enojar, no funcionaria, después de todo, lo que dijo era cierto, aunque bueno, no se lo cercioraría a los demás.

—Bueno, a Matt lo comprendo pero ¿y ustedes tres?—volvió a preguntar Cody pero esta vez dirigiéndose a Ken, Takeru y Taichi.

—Pues, veras —respondió Ichijouji—, Mimí le dijo a Miyako que Matt se le declararía y pues… creo que también me han dado un ultimátum.

—En mi caso… —El rubio menor dejó las palabras en el aire, debido a que Tai lo miraba con unos ojos de loco y celoso hermano mayor.

—Cuidado con lo que dices, Takeru, recuerda que los accidentes pasan— amenazó el castaño.

Takeru tragó un poco pesado, pero, viendo a Tai celoso, no le quedó de otra que cambiar sus palabras. —En mi caso, Hikari es mi mejor amiga y quiero que lo pase bien en su primer baile, es todo.

—¿Y tú, Tai? No me digas que Sora también te amenazo con explotar tu balón— bromeó Izzy.

—¿De qué hablas, Izzy? —respondió un poco nervioso, pero con aparente serenidad— Sora, es la única cuerda del grupo no haría eso nunca.

Matt se levantó de su silla, molesto. Desde que salía con Mimí, no dejaba que nadie se metiera con ella, y si Tai decía que 'la única cuerda era Sora' entonces ¿Le había dicho loca a su casi-novia?

— ¡¿Acaso estas diciendo que Mimí es una desquiciada?! —Sus manos golpearon el vidrio de la mesa en donde comían.

Los demás lo miraron, luego solo quitaron sus ojos del rubio mayor y siguieron hablando, haciéndole caso omiso a Matt. Este se sentó, algo sonrojado y con el cejo fruncido.

—Pues, entonces, ¿Por qué invitaste a Sora?— pregunto esta vez Daisuke.

La respuesta era fácil, pero si la diera entonces estaría mintiendo. Había planeado con Matt hacer una declaración a Sora, pero no estaba del todo decidido a hacerlo, aun sentía confusión. Estaba entre la espada y la pared, no quería decirles a los demás que estaba confundido, que posiblemente a él le gustase la pelirroja. Entonces, mintió.

—Por nada en especial —Matt lo miró y abrió los ojos, parecía un lunático—, Sora y yo solo somos amigos. Ya sabes, siempre vamos juntos a estas cosas que suelen ser aburridas o tensas cuando vas con alguien más que no es tu novia. En nuestro caso, solo pasaremos el rato, es como ir contigo o con Ken, un amigo más —Matt seguía haciéndole señas con sus orbes azules, pero Tai no entendía que estaba diciéndole con ello—, como uno que usa falda.

—¿De verdad crees eso, Tai? —Era Sora, la cual había estado escuchando desde hace mucho.

Ahora Tai entendía el gesto del rubio mayor.

Con respecto a Takenouchi, su rostro se debatía entre expresar rabia, indignación o tristeza. Sora estaba demasiado avergonzada. Sobre todo porque hace unos minutos atrás les había dicho en el baño a Kari y a Miyako lo que pasó aquella tarde de fútbol.

—¿Soy un chico, pero con faldas? —Volvió reformular la pregunta.

—¡Sora, NO! … n-no no es…— El respondió apresurado. Sora era fácil de ofender y esta situación ofendería a cualquiera.

Estaba debatiéndose entre quedar bien frente a sus amigos o confesarle que era mentira a Sora, porque al contrario de lo que ella ahora pensaba, a él le gustaba y no quería que los demás lo supieran aún.

No había mucho que pensar, este era el momento de decirle lo que sentía, pero antes de decir algo más… Sora lo calló.

—¡Pues, bien! —Le reprochó— si eso soy para ti, será mejor que invites a tu amigo o al segundo delantero de tu equipito, total, solo ponle faldas y listo, es lo mismo.

Ken se puso colorado, tan solo de imaginarse usando una falda, ya que él era el delantero del equipo dirigido por Tai.

Tai sentía su cuello y rostro arder:

—Sora, no… —Intentó tranquilizarla, pero fue muy tarde, ella iba rumbo a la salida.

Él se quedó mirando como esta salía del restaurant. Miró a Matt, buscando consejo, pero este solo negaba con su cabeza. Mimí, Kari y Miyako lo veían con el cejo fruncido y las manos enjarradas al nivel de sus caderas o de brazos cruzados.

Entonces, vio su error, él tenía la culpa, realmente ahora si había metido la 'pata hasta el fondo'.

—¡Sora, espera! —Salió corriendo a la entrada, esperando verla.

Pero, cuando llego afuera no había nadie, el lugar estaba solo y Tai quedó mirando para los lados "¿Qué acababa de ocurrir?".

La calle estaba oscura iluminada solo con la luz tenue de los postes, era una escena perturbadora para él.

Desde ese día la pelirroja no le dirigía la palabra a Tai y, eso era mucho decir. El aludido no recordaba cuando fue la última vez que se habían molestado de esa forma. Ni siquiera el incidente en el que él vomitó en el sombrero de Sora, haces unos años atrás cuando eran niños los separó tanto, mucho menos el asunto del broche. Al parecer no era algo que se pudiera solucionar con un E-mal o con una llamada telefónica. Eso estaba claro, ya que se había cansado de escribirle y de llamarla, pero ella nunca respondía, Sora no quería saber nada de él ni de sus disculpas.

Optó por hablar con Hikari y Mimí, les rogó que por favor, hablaran con la pelirroja. Que por lo menos lograran que lo escuchara, una vez, solo pedía una sola oportunidad para explicarle todo.

—¡NO! —chilló la chica a Mimí.

—Sabes cómo es él, Sora —siguió la castaña—. No piensa antes de hablar.

—Sé cómo es Tai —Se levantó de su cama y se dirigió hacia la mesa del escritorio de su habitación, tomó un CD de música y lo introdujo dentro de su laptop—. Por eso sé que lo que dijo es cierto. En algún momento él lo pensó.

—Pero, Sora…

—No, Mimí. No hablaré con él, no quiero hacerlo aún.

—… él te quiere ¿Lo sabes?

La chica se sentó en el marco de su ventana, colocó su computadora portátil sobre sus piernas y luego sacó unos audífonos y los colocó sobres sus orejas. Mimí allí supo que la conversación llegaría a su fin.

*.*.*

La 'gran' noche llegó. Tai estaba sentado en la cama de debajo de la litera que compartía con su hermana. Estaba en un rincón del colchón, con las piernas abiertas y en sus manos un ramillete blanco. Miraba su reflejo en el espejo que quedaba justo al frente de él. Era patético. Vestido para ir a un baile sin pareja, sin su amiga de toda la vida, todo por ser un tonto.

El traje negro de seda hacia juego con la camisa del mismo color y la corbata plateada. Solo por esa vez, decidió que se rebajaría el corte de su cabello. Lucia más maduro y elegante, aun así, se sentía como el peor de los tontos. Pasó su mano entre sus marrones cortos y revueltos, suspiró y se levantó. El timbre había sonado.

Takeru tocó el timbre. Hikari fue quién abrió, la elegida por la luz estaba radiante con un vestido rosado sin mangas; ajustado en su torso y suelto en su falda, este llegaba hasta sus rodillas; consigo traía unas zapatillas negras y un delicado maquillaje que resaltaban los hermosos ojos cafés de la joven, su cabello corto tenía un broche que hacia juego con sus zapatillas. La menor de los Yagami sonrió al ver a TK del otro lado de su puerta.

El pequeño rubio estaba maravillado por lo que sus ojos le mostraban. Sin duda, no podía existir alguien tan hermosa en la faz de la tierra. Solo ella.

—Estas lindísima, Hikari— dijo él.

—Gracias Takeru... T-tú también— respondió un poco apenada.

Se quedaron mirando un rato hasta que Tai salió y les dijo:

—Sí, sí, sí, se ven muy bien… —La amargura de su voz hizo que los dos menores se entristecieran por el momento— ¡Vámonos ya!

Nada era como lo había planeado. Él debería estar allí, en esa limusina carísima con Sora. No viendo a Matt hacerle ojitos a Mimí, ni a TK queriendo seducir a su hermanita. Era un caos, era ahora un completo amargado que fue obligado por su madre a ir al baile, todo porque el traje que había comprado era excesivamente caro y la mujer no quería perder su dinero, además que ver a su pequeño hijo muy galante le resultaba encantador. No perdería la oportunidad de sacarles una foto a sus dos 'bebés' juntos.

—¡Al fin llegamos! —la voz emocionada de Mimí le avisó al de ojos castaños que su tortuosa noche acababa de comenzar—. Esta noche será mágica.

—Será la mejor —Matt contestó muy gallardo.

"Será la mejor" Remedaba interiormente Tai a su 'pendejo' amigo enamorado. Ya ni reconocía al obstinado rubio, había pasado de ser un asocial a un cursi perdido. Blanqueó sus ojos y miró por la ventana.

—Si tan solo Sora hubiese venido —Comentó Miyako.

—¿Sora no vendrá? —Se sorprendió Tai.

Mimí negó:

—Dijo que sí lo haría.

Matt salió y le abrió la puerta a Mimí, el rubio llevaba consigo un esmoquin negro, con una camisa blanca y un lazo como corbata del mismo color que su traje. Mimí tomó la mano que su acompañante le extendía para ayudarla a salir del vehículo.

Lucía como una diva. Llevaba un vestido corto y negro, muy ceñido al cuerpo; en su parte trasera, como detalle del elegante dejaba ver su espalda. Zapatos altos y negros, maquillaje sencillo y un peinado de revista eran los acompañantes a aquel vestido. Al bajar, sintió que caminaba por la alfombra roja y es que el motivo del baile era "Hollywood, noche de estrellas". Por eso los flashes y los 'paparazis' que habían contratado para que el ambiente fuese muy parecido a los galardones de las entregas de premios de aquella región.

Detrás de ellos salió Ken —prácticamente empujado por Miyako para que repitiera la acción galante del rubio mayor—. Tomó la mano de la de lentes. Su vestido era largo y de tela fresca, este se movía con el viento frio de la noche. Era de estampados y lo acompañaba un cabello recogido y aretes de oro. TK y Kari los siguieron y por ultimo salió Tai.

Las chicas estaban confundidas y complacidas. El castaño era popular y deseado. Ahora era la oportunidad de las demás, con Sora fuera del baile, no perderían el tiempo de 'enamoralo'.

Los chicos bailaban y se divertían. Daisuke había ido con una tenista (siguiendo los pasos de su mentor: Taichi), Kido apareció con la hermana de Daisuke, e Izzy fue con una joven de la clase de computación.

La castaña había pasado su noche genial, había bailado todos los ritmos de diferentes tipos de músicas.

Las luces cambiaban de color en la pista de baile, se turnaban entre blanco, rojo, azul, verde y anaranjado. El efecto del humo que salía de la máquina del Dj causaba un efecto mayor entre los estudiantes del lugar.

—¡Tai! —Gritó Mimí por el sonido fuerte de las cornetas—. Ven a bailar conmigo.

Él negó.

—¡Vamos! —Insistía tomándolo del brazo—. Matt se ha ido a preparar porque su banda tocará dentro de un rato. No seas aguafiestas.

La cara de fastidio del moreno no daba para más. Estaba convencido que no se libraría de Mimí ¡Nadie le decía que no! Por algo la apodó 'princesa'.

Asintió.

—¡Genial! —chilló ella, llevándolo casi a rastra al medio de la pista.

En ese momento la música electrónica era la que se escuchaba y bailaba.

—Sora —dijo Tai obligando a su cuerpo a iniciar el baile— ¿No vendrá?

—Dijo que sí —Alzó la voz para ser escuchada mejor—, pero no lo sé. Tal vez prefirió quedarse en casa.

Dejaron la plática y comenzaron a moverse mejor. Al cabo de un rato:

—¡Bailas bien! —Aduló la chica a su compañero—. Es bueno que ya no estés con esa cara de aburrimiento.

Tai sonrió.

—¿Sora? —susurró perpleja Mimí.

—¡¿Qué?! —Tai no la había escuchado, había sido como un murmullo entre el sonido retumbante del lugar.

Aun así, se giró a ver lo que Mimí veía y sus ojos marrones y comprimidos por la sorpresa se toparon con una pelirroja que deslumbraba, el cambio de pantalones de mezclilla a lo que usaba ahora era sin duda drástico.

Era Sora quién acaparaba la mirada boba del moreno. Esta llevó un vestido corto y ajustado que dejaba ver su silueta de guitarra y sus piernas alargadas y tersas, el vestido se mezclaba entre diferentes tonos pastel y debido a su diseño poco convencional, parecían que envolvían a la joven, además del escote en forma de corazón que dejaba ver sus hombros y sus zapatillas a juegos con las joyas que portaba daban un excelente acabado.

El joven portador del valor miraba a la chica con vehemencia. Estaba hermosa, nunca la había visto de ese modo, no tanto por el cambio de imagen, sino por la luz que irradiaba de su rostro, por ese toque angelical en su sonrisa, por esos labios carmesí que unas semanas atrás robaron toda su atención y hoy, sin siquiera rozarlo volvían a hacerlo delirar. Su rostro era tímido y sonrosado.

Taichi sonrió de medio lado y dio paso para acercarse a ella y hablarle, si estaba allí era porque lo perdonó ¿no?

La desilusión borró la mueca de sus labios cuando vio que un muchacho alto, de cabellera plateada y con una menuda sonrisa tomaba la mano de Sora y la llevaba hacia una mesa del lugar. No podía creer cuanto se habían expandido sus ojos por la sorpresa. Tampoco podía creer como sus puños se cerraron y comprimieron con excesiva fuerza, como su pecho se trancó como si se ahogara. Un fuerte calor subió desde su cuello hasta sus orejas. Estaba enfadado, molesto… celoso.

La mano de Mimí tocó el hombro de Yagami, este ni se inmutó. La voz de Matt anunció que comenzaría a tocar y los gritos y aplausos ahogaron el grito silencioso del chico de piel morena.

—Tomaré aire fresco —Musitó él hacia Mimí.

[…]

Estaba sentado en su silla, con desgana, viendo hacia un punto fijo en medio de la multitud que danzaba y daba saltos. No había despegado la vista desde hace rato a la pareja. Resultaba que la pelirroja había sido invitada por un tenista de un grado mayor que ella, él atendía al nombre de Yukito.

Su semblante era el de un perdedor obstinado. Había desatado el nudillo de su corbata y se encontraba en un rincón del salón de baile, en la penumbra.

Todos se divertían, menos él. Odiaba verla sonreír cuando el idiota de Yukito le tomaba la mano o le susurraba al oído.

—Maldito —susurraba con desprecio— ¿Por qué demonios vino con él?

Su pie marcaba un compás inquietante sobre el suelo. Su mandíbula se tensaba, sus puños se cerraban a presión sin poder evitarlo. Sentía como la vena de su cuello se marcaba, como sus dientes rechinaban por el contacto "¡Maldita sea!" estaba celoso y se había dado cuenta de ello.

Sus peores demonios salían a flote y más aún, debido a la música lenta que ahora tocaba la banda de Matt.

No lo pudo soportar más. Vio como el chico se aprovechaba de Sora y la tomaba por la cintura rompiendo el estrecho tramo que los separaba.

Se levantó sintiendo que la silla quemaba., de forma abrupta y desquiciada. Caminó con presteza y agilidad, endiablado y echando humo por las orejas.

Cuando ya se hubo cerca de la pareja, tomó del hombro a Yukito y lo haló lejos de Sora y luego tomó a la pelirroja por la mano.

—¡¿Qué haces?! —Fue la reacción de la joven.

—¡Ey, imbécil! —Respondió el joven a la agresión de Tai, se acercó y pretendía alejarlo de Sora, cuando de la nada sintió un golpetazo en su rostro y el desplome de su cuerpo hacia el piso.

Tai perdió los estribos y lo golpeó.

Habían llamado la atención y ahora todos los miraban.

—No te acerques a ella —Avisó Tai al otro muchacho.

Volvió a tomar a Sora por el brazo cuando sintió que ella iba en auxilio del de cabellos plateados. Sora se resistía, pero él era más fuerte, todos la miraban y ahora estaba siendo llevada fuera del salón de baile.

Ya en el pasillo.

—¡Suéltame! —Continuaba repitiendo eso desde que Tai la sacó del baile.

El moreno la acorraló entre su cuerpo y una pared del pasillo de la escuela. Sus manos se apoyaron contra la pared y formaban una especia de 'cerca' que no le permitía salir a la chica. Él mantenía la mirada hacia sus zapatos, directo al piso. Bufaba e intentaba calmarse de sus celos.

—Tú, eres mía —susurró él de la nada, con un tono de a poderío y proclamándola.

Ella abrió sus ojos por la sorpresa de aquellas líneas pronunciadas por Tai.

—Sora, perdóname —continuó él con un tono más suplicante y quebrantado —, esa noche en el restaurante no quería decirle a nadie que estaba confundido, que había comenzado a desarrollar otro tipo de sentimientos no amistosos hacia ti.

¿Se estaba agotando el aire? Era lo que Sora se preguntaba, porque de repente sintió su respiración más pesada y se le hacía más difícil respirar.

—Sí, Sora —Tai aun no levantaba su rostro para mirar a la chica—, fui un tonto al no darme cuenta antes de lo que sentía por ti. Me he vuelto loco, lo sé. No dejo de pensar en ti, de imaginar cómo pudo haber terminado esa leve fricción de nuestros labios aquella tarde de fútbol.

»No debí haber hecho esa comparación en el restaurant. Solo quería callar a Davis y a Izzy que no paraban de preguntarme por qué estaba tan animado por ir contigo al baile. Fui un tonto, lo sé, ahora lo comprendo.

—Heriste mis sentimientos —dijo secamente ella.

—Lo sé, perdoname, por favor —Imploró, ahora su voz sonaba más quebrantada ¿Lloraba?

Ella guardó silencio.

—Sora… —No pudiendo con el mutismo sepulcral, él levantó su mirada— ¿Estas…? —En el rostro de la chica viajaban por sus mejillas un rio de lágrimas. Ella rápidamente alejó su vista intentando que no la viera en esas condiciones.

Él comprendió que ella no quería estar allí, que aunque pidiera perdón no solucionaría nada, Takenouchi estaba herida. Tai quitó sus manos de la pared y dio un paso hacia atrás.

—Ve con él. Lamento haber arruinado tu noche.

—Es fácil decirlo ¿no? —dijo enojada, su voz era rasposa debido al nudo que tenía en su garganta, por culpa de sus ganas de evitar el llanto.

—¡¿Crees que para mí es fácil decirte que te vayas con él?! —elevó su voz y señaló hacia el pasillo que guiaba hacia el salón de baile.

—¡No, no hablo de eso! —Pasó una mano por su cara y limpió de forma fragosa sus lágrimas— ¿Tenías que verme con un vestido y con otro tipo para que no te avergonzaras de mí, para que me vieras con otros ojos, para que te gustara? —lo dijo con más calma, aunque sus lágrimas seguían brotando de sus ojos.

—¿Vergüenza? —Estaba confundido.

¿Eso era lo que ella pensaba que pasó, que él se avergonzaba de ella? Era ridícula su deducción. Él no estaba avergonzado, en su momento confundido, pero no avergonzado ¿Por qué lo estaría?

—Se ve bien que no me conoces —continuó hablando el chico, esta vez con indignación en sus palabras.

—Esto es ridículo —Enfatizó ella, y comenzó a caminar, alejándose de él.

—¡Tú, eres la ridícula! —Estaba viendo hacia la pared.

Sora se detuvo y se volvió a verlo:

—Disculpa… —rió con ironía— ¡yo…! —Se señaló— ¿Yo, soy la ridícula?

Él se giró y sin pena o remordimiento confirmó lo que dijo —Sí, si lo eres.

—Eres un cínico

—Y tú una ridícula —volvió a recalcar sus palabras.

—Eres un estúpido —Sora se salía de sus casillas ¿Quién era este sujeto?—. No entiendo como pude ser tu amiga…

—Soy yo quien no entiende como pude tolerar tus malcriadeces y tus rollos existenciales por tanto tiempo.

—¡Ah, sí!

—¡Sí!

Llegó un punto en el que los dos estaban a solo unos pasos del otro. Parecía que en cualquier momento Sora cachetearía a Taichi. Era ya más cuestión de honor que de sentimientos, el orgullo sobre el querer.

—¿Qué crees? —Expresó ella—Estar contigo no es como vivir en el paraíso.

Tai sonrió con suficiencia. En cambio Takenouchi estaba colorada por aquella reacción, se enojaba aún más.

—El broche que te regale en tu cumple años… —hizo una pausa y volvió a sonreír de la misma manera, ahora con un toque mordaz en ella—. Tenías razón —se acercó y con odiosidad soltó en un susurro burlón—, odiaba tu sombrero.

¡No lo dijo!

Ella tuvo siempre la razón, siempre supo que el motivo fue ese y ella como una tonta creyó en aquellas disculpas, y encima dejó de usar sus sombreros solo por ese detalle. Era un… era un…

No dio tiempo a sentirse más ofendida, pues, Taichi colocó una mano detrás de sus caderas y la arrastró hacia él cortando cualquier distancia entre ellos.

—Nunca me gustó, nunca —susurraba sobre los labios de Sora que, ahora, no estaba segura de cómo se sentía, temblaba incluso—. Porque simplemente, ocultaba tu cabello hermoso y que tanto me fascina.

La piel de la elegida del amor se erizó, su corazón bombeó con furia y sus ojos agrandados y nerviosos veían a un Taichi… diferente.

—Q-qui… Quieres, h-ha… h-hacerme —Las palabras se trababan en su boca ¡Maldición! No podía articular bien y expresarse.

—"Q-qui"—se burlaba— ¿Quiero, hacerte qué? —parecía que estaba divertido por la situación.

Maldita sea, ¿por qué se veía tan sexy si estaba siendo un canalla con ella?

Se estaba derritiendo ante esa mirada tan penetrante y 'chocolatoza', ante ese agarre tan fuerte y dominante que tenía sobre su cadera. Se sentía como una gata vagabunda y temerosa debajo de la grande y fuerte pata de un león que la aplastaba contra el piso. Eso no era normal.

—¿Por qué tienes miedo? —preguntó el chico.

—No tengo…

—Si tienes —no la dejó mentir.

Sus alientos chocaban debido al diminuto espacio que los separaban.

—¿A que debería temerle? —Siseó ella— ¿A ti?

—No—respondió de inmediato—, a mí no, pero… a lo que sientes por mí, sí.

—¿Estas muy seguro? —retó.

—No, no lo estoy, pero quiero estarlo.

Ya no había muecas burlonas o risas tontas… al contrario, ahora la mirada café del chico se había vuelto oscura e intimidante, la cercanía de sus rostros hacia que el deseo que los carcomía aumentase y que la sed de besarse fuese saciada de inmediato.

—¿Qué pretendes? —musitó la chica.

—Besarte —hizo una pausa y volvió a hablar bajo—, ¿Cómo lo impedirás? Ya no hay ningún hombre que nos corra del lugar —Se refería al tipo que los interrumpió ese día en la cancha de fútbol cuando casi se besaron.

Sin poder evitarlo, la pelirroja mordió su labio inferior ¿Qué tipo de juego era este?

—Tienes razón —sinceró ella—. Tengo miedo.

—¿A mí?

—A lo que siento por ti, a perderte, a salir lastimada.

—No será así. Yo, siento lo mismo que tú… te quiero, Sora. No tienes idea de cuánto te quiero.

Una mano del chico dejó las caderas de su amiga y se movió hacia el rostro de ella, con suavidad y parsimonia tomó un mechón que caía sobre sus ojos rubíes y lo llevó detrás de la oreja de la muchacha. La caricia que dejó luego la mano del chico hizo que Sora cerrara sus ojos.

Sus orbes marrones se paseaban por cada facción del rostro de Sora, la admiraba en silencio.

Con lentitud, los labios del chico se acercaron y chocaron contra la frente de ella. Dio un beso corto y sincero, cariñoso. Luego, solo la abrazó y ella se aferró a ese agarre, pasando sus manos hacia la parte trasera del chico y apretando con fuerza, como lo hacia él.

—Yo, yo también te quiero, Tai.

Él sonrió, aunque Sora no lo supo.

[…]

Cuando entraron al salón de baile, descubrieron que Tai había sido elegido como Rey, que Mimí seria su Reina y que bailarían "el tradicional baile del Re y la Reina".

Qué podían decir, el baile fue un éxito, los amigos la pasaron genial, bailaron, rieron, se tomaron fotos y oficialmente, Sora y Tai comenzaron a salir. Yukito, tras ser 'abandonado' comenzó a bailar con otras chicas y al finalizar la noche ya se había convertido en el más cotizado, algo bueno salió de aquel puñetazo del moreno.

Tras acabarse todo, los chicos salieron del lugar siendo ni la sombra de lo que fueron al entrar. Zapatos de tacón en las manos de las chicas, corbatas desanudadas y la popular salida del grupo saliendo entre risas y burlas, cada quien tomados de la mano de su pareja.

*.*.*

Sus mejillas estaban muy rojas, miraba hacia el cielo oscuro. Ella jugaba con las llaves de la entrada hacia el edificio en donde quedaba el apartamento que compartía con sus padres. Era un poco más de las dos de la mañana, ya se cumpliría el toque de queda que sus papás le habían dado, pero no quiera entrar, no aun…

Debía admitirlo, quería que Taichi la besara, pero este no hacía nada. Solo miraba para los lados.

El frio de ese momento era ridículo y más fuerte que el de noches anteriores. El cielo estaba ocultado tras un manto de nubes negras.

Sus ansias crecían, ¿cómo podía ser tan tonto? ¿Qué esperaba para darle el beso de buenas noches y acabar con el maldito deseo que lo invadía desde hace más de cinco semanas?

No era para más, la presión era fuerte.

Un fuerte trueno sacudió el lugar.

—Parece que lloverá —Dijo ella.

—Sip —Respondió él con timidez.

No sucedería, por lo menos no esa noche —Creo que debería entrar ya.

¡Rayos!

Era todo un cobarde —Está bien –contestó él.

Ella suspiró:

—Hasta mañana.

El chico se humedecía los labios y se reprochaba mentalmente por su cobardía. Era un tonto.

No, debía de armarse de valor, de detenerla y de apagar esa sed en su interior.

—Sora, espera…

—¿Si…? —Volteó de inmediato.

Con todo su organismo trabajando el doble de lo normal, nervioso y con el nudo fastidioso en su estómago, Taichi se acercó y tocó con su boca los finos labios de Sora, presionó en ellos a la vez que sentía como las ansias y la angustia desaparecía.

Se separaron y miraron, enrojecidos. Ella sonrió con alegría y él la acompañó.

Con mucha más confianza el chico tomó a su 'amiga' por la cintura y la atrajo hacia él, la volvió a besar, esta vez un poco más profundo, dejándose llevar.

El cielo volvió a retumbar, y las gotas de lluvias se estrellaban contra el suelo japonés. La ciudad comenzó a sentir una sensación agradable, había pasado casi un año sin ver llover.

Por otra parte, los jóvenes se volvieron a separar, habían sido sorprendidos por el agua que caía de los cielos. Sora echó una risa al aire.

—Está lloviendo —Dijo mientras sentía su cuerpo empaparse a medida que la intensidad de la lluvia aumentaba.

A él no le importó en absoluto, lo único que le importaba era volver a juntar sus labios con los de ella, era una sensación agradable. Se sentía como si hubiese vivido un año en el desierto, sediento y, ahora bebía del oasis que eran los labios de Sora. Labios que le quitaban la sed. Ahora ya no estaba sediento de ellos.

Fin.


Gracias por leer, y de ante mano gracias por sus comentarios.

Saludos.

Genee.