Axis Powers – Hetalia pertenece a Himaruya Hidekaz.
La taberna
Habían pasado ocho semanas desde que le había conocido en aquel pequeño y solitario bar un viernes por la noche:
Había discutido con su hermano pequeño por reprocharle que pasara tanto tiempo con el bastardo-patatas —a quien, por cierto, odiaba—, así que había decidido dar un paseo por la ciudad hasta perderse por sus calles. Y así lo hizo. Antes de darse cuenta, había llegado a un oscuro callejón, desconocido para él, iluminado solo por la tenue luz que salía de las ventanas de una taberna. Empezaba a tener hambre, así que entró.
Tres mesas redondas pequeñas rodeadas por sillas y cuatro taburetes en la barra era todo lo que había en aquel local, y sonaba una tranquila canción proveniente de un gramófono. Se sentó en una de las mesas y un castaño de ojos verdes, la única persona que había allí, se acercó a él:
—Buenas noches y bienvenido, ¿qué desea?
—Buenas noches. Spaghetti con tomate y un vaso de vino, per favore.
—¿No es demasiado joven para beber alcohol?
—Soy mayor de edad.
—Oh, perdone.
Unos minutos después, el joven volvió con lo que había pedido el italiano:
—Aquí tiene, buen provecho.
—Grazie —respondió secamente Lovino, a quien le parecía muy molesta la sonrisa que el otro había mantenido en sus labios todo el rato. «Seguro que solo lo hace para aparentar ser amable», pensaba.
Cuando la música del gramófono se detuvo, observó al camarero, que se dirigía con una guitarra a uno de los taburetes.
«¿Qué demonios va a hacer?», pensó Lovino. «¡Qué fastidio!»
Y, en seguida, los suaves acordes del instrumento y la melodiosa voz del joven llegaron a los oídos del italiano, quien, en ese momento, empezaba a degustar el plato.
Ese viernes, como los anteriores, volvió al bar de aquel español tan entrometido. Él le parecía insoportable, pero, aunque le costara admitirlo, amaba su voz, su música y su comida; y quería seguir gozando de ellas por el resto de su vida.
