Capítulo 1: Viaje de vuelta.
-¿Rosalie? -murmuré-. Soy Bella. Por favor, tienes que ayudarme.
Se produjo un silencio inicial, en el cual pensé que Rosalie había colgado la llamada al escuchar mi voz. Sabía que yo no era su persona favorita en el mundo, pero esperaba que ella entendiera más que nadie mi miedo a que Edward y Carlisle lograran sacar al bebé.
-Tienes que ayudarme. No puedo hablar mucho porque Edward volverá en cualquier momento pero necesito tu ayuda. Estoy embarazada y Edward quiere quitarme al bebé porque cree que me va a hacer daño. Sé que no soy tu persona preferida en el mundo y no tengo derecho a pedirte ayuda, pero quiero este bebe más que mi propia vida. Ayúdame a protegerlo, por favor.
-Te ayudare Bella. Pero debes entender que no será fácil. Entiendo tu miedo y te prometo que nadie va a arrebatarte a ese bebé. Vendré a buscaros en el aeropuerto y desde allí en adelante ya no te va a poder pasar nada. Que Edward no se entere de que hemos hablado o no voy a poder ayudarte. Adiós.
Colgué segundos después y borre la llamada del historial del móvil. Empecé a sentirme tranquila poco a poco, ya que ahora no estaba sola en esa lucha. Rosalie me protegería. Nunca hubiera imaginado que la llamaría para que me ayudara a hacer algo. Mucho menos que ella aceptara ir en contra de su hermano y posiblemente parte de su familia. Su voz era tranquila y amenazante al mismo tiempo. No para mí, sino para aquellos que se atrevieran a hacer daño a mi hijo.
Tal y como le dije a Edward como excusa para quedarme sola, cogí unas galletas saladas del estante superior de la cocina y una botella grande de agua. Él debería estar a punto de volver de cargar las maletas en la lancha.
Siempre se me había dado fatal mentir, pero ahora debería hacer el esfuerzo durante unas horas para poder llegar a salvo a casa y a los brazos de Rosalie. Ya no se trataba de mi, si no de mi bebé. Esperaba que Edward no se enfadara mucho por mi decisión aunque sabía que le iba a doler. Pero también sabía que en el momento de que naciera nuestro hijo, lo quería con todas sus fuerzas y se arrepentiría de querer matarlo antes. Era la primera vez que tenía que ir en su contra y ya no formábamos un equipo y era algo para lo que no me sentía preparada.
- ¿Bella?- Su voz fría se abrió paso entre el silencio y mis pensamientos. Odiaba que me hablara en ese tono, quería que volviera a hablarme con su voz cariñosa y enamorada que siempre usaba conmigo.
Me gire lentamente hacia su voz, viendo a un Edward frío, distante y con una cara endurecida como la piedra, sin sentimientos. Tal vez se estaba protegiendo de lo que quería hacer con nuestro hijo. O me estaba ocultando sus pensamientos para no hacerme daño con esa manía suya de protegerme.
Mi bebé volvió a dar unas cuantas pataditas, haciéndome sonreír en el proceso, al mismo tiempo que acariciaba mi vientre en busca de más pataditas y dar cariño a mi hijo. Esto iba a salir bien para los dos. Nadie haría daño a mi hijo sin que me matara en el proceso. Siempre había oído hablar del instinto maternal y no lo había entendido, pero ahora comprendía que sería capaz de hacer todo lo necesario para que mi hijo estuviera bien.
Mire hacia la encimera donde había dejado el móvil de Edward. Tenía que actuar como la esposa preocupada porque su marido había olvidado sus cosas por el camino. Normalmente era al revés, él era quien se preocupaba por mí, pero con gusto podía intercambiar los papeles.
-Edward, te has dejado el móvil. -Le dije sonriéndole cariñosamente.
Su cara se volvió más suave, casi volvía a ser el mismo Edward de siempre. Me dio un beso en la frente con delicadeza, al mismo tiempo que cogía su móvil.
¿No podía ser así, ambos volviendo felices a casa con un inesperado pero deseado bebé en camino? Sabía que superaríamos todas las dificultades como el buen equipo que habíamos formado antes juntos. Tal vez en casa lograba relajarse con Carlisle de ayuda y se daba cuenta de su error al reflexionar.
No le correspondí el abrazo de la misma forma que lo haría normalmente, ya que temía que mis sentimientos me traicionaran y acabará por contarle mis planes. Rosalie había sido muy clara en que si eso pasara seria nuestro fin. No hizo ningún comentario al respecto pero sabía que lo había notado.
Deje que me guiara hacia la playa a un paso relajado mientras mirábamos por última vez el paisaje y me ayudara a subir en la lancha. La misma en la que habíamos venido a la isla. Como habían cambiado las cosas en mi vida en menos de un mes…
Mire hacia la casa, la playa, el bosque que la rodeaba...etc. No pude resistir el deseo de quedarme aquí. Nunca había sido tan feliz en mi corta vida.
Edward me abrazo antes de ir a encender el motor de la lancha. Pareció entender mi mirada nostálgica y volvió a mi lado de nuevo, sin encender todavía el motor.
- Yo también voy a echar muy de menos la isla. Han sido los mejores momentos de mi vida junto a ti. Gracias, Bella. -Me dijo antes de darme un beso en mis labios. Sentí una oleada de calidez y amor.
Le sonreí, al mismo tiempo que sentía la tentación de contarle todo lo que pensaba. Pero no podía, ya que no podía asegurar que el resultado fuera el que quería, Edward amando a su hijo y volviendo emocionados a casa.
El viaje fue rápido aunque para mi pareció una eternidad. El mar estaba un más movido que lo normal, según Edward quien lo había comentado con fastidio. Vomite todas las galletas saladas que me había comido antes de irnos, no sin que Edward se disculpara una y otra vez, al mismo tiempo que sujetaba mi pelo para que no se ensuciara y me acariciara la espalda en gesto reconfortante. Sin duda eso sería la cosa que mas iba a odiar del embarazo, aunque lo aceptaba con gusto si eso significaba que mi hijo estaría bien. Y si era con la ayuda y cariño de Edward por el camino, sería perfecto.
Un taxi nos esperaba en el mismo puerto, solo tuvimos que andar cinco minutos por el muelle. La ciudad estaba muy concurrida y llena de música y fiesta. Era un ambiente que me gustaba mucho, a pesar de que yo no era alguien muy social o gran amante de las fiestas. Podía imaginar a Esme y Carlisle pasando un día relajado y lejos del estrés del hospital entre esas calles. Sin duda la elección del lugar para tener una isla no podía ser mejor. Tenía que pedir que me explicaran cosas de Brasil al volver.
Ahora que pensaba en Carlisle, me pregunte cuales serian sus pensamientos sobre la noticia. Él había hablado con Edward después de enterarse de la noticia por mí, pero el último no me había comentado nada. Conociendo a mi suegro, sabía que en cuanto llegáramos lo primero que haría sería investigar y obtener respuestas sobre mi acelerado y anormal embarazo. Sabia cuanto odiaba no tener respuestas y poder controlar la situación. Aunque su tranquilidad, paciencia y compasión eran lo que más admiraba de él. Me costaba imaginar que pudiera simplemente sedarme y obligarme a abortar sin antes tener mi permiso, no parecía algo que él pudiera hacer sin remordimientos.
Estaba tan distraída con mis pensamientos que no me di cuenta de que habíamos llegado a al aeropuerto. En lugar de entrar por la terminal, entramos directamente a pista con el coche. Eso era obra de Edward y sus llamadas por teléfono cuando estaba recogiendo las maletas de la habitación a toda velocidad. Recordé que me fui al ver su actitud airada, momento en que debió encargar un jet privado.
Sabía que los Cullen tenían una gran cantidad de dinero, pero no podía imaginar un jet privado como plan de volver a casa de emergencia. El vampirismo debió de tener sus ventajas, al fin y al cabo.
Subimos por una escalera pequeña pero lujosa, como el resto del avión. Para venir aquí habíamos ido en primera clase, pero no tenía ni punto de comparación con ahora. Los asientos enormes beis eran lo suficiente grande como para poder perderse entre su comodidad. También podían reclinarse sin miedo a que el pasajero de detrás se quejara, ya que solo íbamos Edward y yo como pasajeros. La azafata se acerco a nosotros y con amabilidad nos dio la bienvenida y las gracias por elegir su compañía de vuelo. E hizo algo que no me esperaba:
-Muchas felicidades por su embarazo señora Cullen. –Dijo antes de retirarse sin esperar mi respuesta. Esboce una sonrisa que no sabía que podía ser tan grande y feliz. Edward se quedo sin saber contestar, casi sin reacción. En su lugar, negó con la cabeza y se sentó en su asiento, con la cara tensa como una piedra.
Gire mi cabeza en dirección a la ventanilla para que no viera como las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas. Eso confirmaba que Edward no deseaba a su hijo aun. Tenía que luchar yo sola para sacarlo adelante antes de que pudiera nacer. Me alegre de tener a Rosalie en mi bando por el momento. Tal vez Esme también comprendería mi lucha, ya que ella había perdido a un bebe antes de suicidarse.
Poco a poco fui dejando que la determinación se abriera paso a través de mí.
Tenía claro una cosa, no podía dejar que Edward intercediera en mis planes.
Deje que pasaran las horas de viaje, solo hablando con Edward cuando era necesario o para responder a alguna de sus preguntas. La azafata me ofrecía comida y todas las comodidades que pudiera necesitar, algunas extravagantes y extrañas que rechace. Acepte comer cuando me entro un antojo que no pude controlar. Solo pude mantener la comida unos minutos antes de tener que ir corriendo al servicio para echarlo todo sin manchar el lujoso tapiz del avión. Cerré la puerta cuando un mareo vino a mi tan rápido como inesperado para que Edward no se preocupara en exceso. Claro que preocuparse parecía estar en su naturaleza. Me senté en el váter hasta que sentí que poco a poco el mundo pareció dejar de girar. Al levantarme para lavarme la cara con agua, vi mi reflejo en el espejo. Intente peinar el pelo enmarañado con los dedos, pero las ojeras y la cara de cansancio no se irían a menos que durmiera. Decidí hacer eso último.
Edward parecía que iba a echar la puerta debajo de un momento a otro a juzgar por sus idas y venidas por el corto pasillo del jet.
Me limite a volver a mi asiento sin dedicar casi un comentario a mi marido por temor a contar más de lo que debería o preocuparlo.
Me dormí más rápido de lo esperado, sin sueños o pesadillas a la vista.
