KHR no es mío.
Sexo.
amarilli, mia bella;
non credi, o del mio cor dolce desio; d'esser tu l'amor mio?
credilo pur, e se timor t'assale, dubitar non ti vale,
aprimi il petto e vedrai scritto in core
1
ESE día Dino Cavallone llegó a la conclusión que lo único que quería Hibari de él, era que lo agarrara las nalgas y que lo penetrara duro. Le costó un poco comprenderlo, porque es un hombre de naturaleza romántica, pero la última vez que lo visitó y entrenaron, le cayó la certeza sobre el entendimiento como una calamidad estrepitosa.
El único momento en que Hibari podía tolerarlo medianamente, era cuando estaban cogiendo.
Hibari tenía diecisiete años y estaba imposibilitado para el amor.
2
Dino quiso abrazarlo, pero Hibari lo había mordido cuando intentó aproximarle el pecho a la espalda. Hibari había dicho, con un tono de voz que sonaba entre la molestia y el asco, que estaba sudando. Dino había sentido una decepción fría en el vientre.
Esa noche, como siempre, durmieron alejados, cada uno en un costado de la cama. Ambos estaban semidesnudos: siempre parecían tan desesperados, que nunca terminaban de desvestirse del todo.
3
La primera felación que le dio Dino fue bastante torpe. Hibari pensó que las mujeres, definitivamente, hacían estas cosas con mayor gracia. No había sentido mucho, excepto quizás, cuando le había mordido la punta del pene y había tenido que detenerlo con la mano porque el dolor, en cierta manera, no había superado el placer.
Dino era un imbécil y un torpe para esas cosas también
4
A Hibari no le gustan los preludios, porque Dino siempre se equivoca y logra que en cierta medida, se enfríe. Quisiera pedirle que al principio —en lugar de jugar torpemente con su pene e intentar darle placer— simplemente lo abrazara y le dijera que lo ama, como cuando está tan cachondo que no sabe ni qué dice.
A Hibari le gusta que Dino pierda la compostura y que se le meta duro, como si no lo quisiera, mientras repite "Te amo, te amo" en ese idioma de locos que es el italiano; y después le diga que tiene su aroma por todo el cuerpo y que se venga sobre su estómago.
A Hibari le gusta que Dino le diga que lo vuelve loco y que repita "Kyouya, Kyouya, me gustas todo" y que le prometa que si un día duda, aunque sea un poco, de su amor; que le abra el pecho y que lo único que verá ahí será su nombre; por siempre su nombre.
5
Dino ya está dormido y Hibari entonces aprovecha para tomarle la mano, extendida sobre la cama y apretársela con fuerza.
