Hola!
Estreno nuevo fic, esta vez un tomione :)
Aviso que el rating está por algo, y también aviso que será bastante oscuro...
Ah, y he hecho una playlist con las canciones que escucho mientras escribo este fic, os dejo el enlace :D
8tracks(.com)/queenwithoutacrown/obliviate
(quitad los paréntesis!)
Todo lo que reconozcáis pertenece a J.K. Rowling.
PRÓLOGO
Llegó a medianoche.
La luna estaba ausente esa noche, escondida detrás del cielo, dejando a las demás estrellas brillar. Hermione mantuvo la mirada clavada en la pequeña y única ventana de su habitación, tan minúscula que sólo cabía una estrecha cama y un pequeño armario. Nada más.
Sí, no necesitaba nada más.
Su derrotada mente intentó escapar por esa ventana. El viento silbó en el exterior, alborotando hojas y hierba, acariciando muros, estatuas, puertas. Se imaginó a sí misma, libre, corriendo por el jardín, sus desnudos pies pisando la hierba, buscando una salida—
Y entonces llegó.
Una malévola carcajada nació en el vestíbulo, fluyó por los pasillos, se coló por su puerta—
Se encogió en la cama, temblando.
Un paso. Dos pasos—
Cerró los ojos.
Se abrazó a sí misma.
Y esperó.
Esperó, y fue como esperar una eternidad.
Los pasos se acercaban rápidamente, enérgicos y ansiosos, el eco rasgando las paredes, subiendo por su columna vertebral. Un escalofrío tomó riendas de su cuerpo y volvió a temblar, débil y asustada, sabiendo lo que iba a pasar.
Cuando los pasos se detuvieron delante de su habitación, Hermione contuvo la respiración.
Entonces empezó a contar.
Uno
Dos
Tres
Cua—
La puerta se abrió de par en par.
Su corazón se encogió.
Se petrificó.
Murió.
—Pero bueno —una voz, aguda y fría, enviando escalofríos por todo su cuerpo—, ¿a quién tenemos aquí?
Una fuerza —dedos largos, uñas punzantes— arrancó la sábana, exponiéndola, dejándola vulnerable ante el aire, el espacio, la nada—ella.
Ella.
Malvada, tenebrosa, terrorífica.
Bellatrix Lestrange.
Hermione se abrazó a sí misma, ignorando la gélida varita de la bruja que, maliciosamente, la clavaba en sus costillas.
No dolía.
No duele
No, no dolía.
Entonces volvió a hablar.
Frío, espumoso veneno.
—Es una lástima que el Señor Tenebroso no te dejara para mí —el tono de su voz se agudizó más, malévolo y tenso, saliendo de su boca como arañas en un nido ardiente—, lo pasaríamos tan bien. Todo el día.
La golpeó en la cabeza con el mango de la varita. Hermione ahogó un grito y se la cubrió con los brazos, los ojos cerrados, la mandíbula apretada. Intentaba no llorar. Intentaba no mostrar más debilidad de la que estaba dejando al descubierto, pero el miedo y el cansancio y las noches de insomnio subían como un tornado por su garganta y—
—¡CRUCIO!
Gritó. Gritó y grito, su cuerpo contorsionado por el insufrible dolor, su boca abierta del todo, sus ojos a punto de salirse de las órbitas.
Gritó. Gritó. Y Bellatrix gritó con ella.
—¡Crucio! —su corazón latía al ritmo del dolor, sus extremidades se estiraban al máximo, buscando, rasgando, buscando…—¡Crucio!
No escuchó el sonido de la puerta.
No con ese dolor partiéndole el alma.
Rompiéndola de nuevo.
-¡CRUCIO!
Sus gritos alcanzaron el techo.
-¡PARA!
El tiempo se detuvo por unos instantes, o tal vez era su adolorida mente que intentaba aferrarse a la realidad. Ladeó la cabeza, las lágrimas descendiendo por su rostro, y entre jadeos, clavó la mirada en los ojos de su dueño.
Grises.
Tan grises que ocuparon el trono de la luna en aquel cielo en luto.
Vio la preocupación en los irises, el estrés en las pupilas y la determinación en las cejas. Vio cómo agarraba a una enfadada Bellatrix del brazo y la sacaba de la habitación, cerrando la puerta detrás de ellos.
Hermione cerró los ojos.
Entonces empezó a reír.
Y la noche la acompañó colándose por la ventana.
