NdA: Estoy bastante sorprendida por cómo esta idea me vino a la mente. Una noche estaba viendo la película Laberinto y dio la casualidad de que estaba hojeando el volumen trece del manga y los dos se mezclaron, justo aquí, al momento. Me dije a mí misma, "¡Dios mío, es el crossover perfecto! Prácticamente se escribe solo." Ya sabéis, me entusiasmé al ver que nadie más había intentado esta idea. De veras, busqué por toda la sección y no encontré nada. Muchos de los fandoms que he probado tienen un millón de crossovers del Laberinto. Y sí, obviamente la trama esté basada en la película Laberinto y habrá un montón de elementos familiares, pero tampoco será la película palabra por palabra. Se haría aburrido al cabo de poco. Admito también que este es mi primer intento con un fic de Tsubasa y una historia shounen-ai, así que tomémonos este nuevo modelo como un examen de conducir y esperemos no estrellarnos.

Advertencias: Slash y lemon. Esta historia se sitúa en Japón, así que hay spoilers del capítulo 175 más o menos en adelante. Consideraos advertidos.

Disclaimer: Por supuesto, ni Tsubasa ni Laberinto me pertenecen.

El Centro del Laberinto

Capítulo 1: Deseo...

Nadie te puede culpar

Por huir

"Por lo menos… mientras duermes… que tengas dulces sueños," susurró Fay antes de alejarse de Ashura por última vez.

Pero demasiados rechazos

Sin una inyección de amor

Kurogane alzó la cabeza de Fay con la funda de su espada, forzándolo a mirarlo a los ojos. "Las personas que más odio son aquellas que tienen vidas por vivir, pero que no hacen ningún esfuerzo por vivirlas."

La vida no puede ser fácil

No siempre es buena

Dolor tras dolor. Había pensado que había sido horrible cuando el clon le había arrancado el ojo, pero al menos entonces había conseguido no gritar. Ahora, no lo podía controlar. Gritos de intenso dolor escapaban de su garganta mientras su cuerpo se sacudía se transformaba átomo por doloroso átomo. ¿Qué le había hecho ese ninja loco?

No me digas que la verdad duele, chico

Porque duele mucho

"Ha sido culpa mía… todo es tiempo… que no pudieses descansar," susurró Fay a la sombra de su gemelo mientras finalmente lo dejaba marchar. "Lo siento."

Pero bajo tierra

Encontrarás a alguien verdadero

El ojo de Fay se abrió, horrorizado, cuando la sangre de Kurogane le salpicó la cara y el brazo amputado cayó al suelo ante él. ¿Por qué… él no se merecía ese sacrificio… y aún así él… por qué?

Bajo el suelo

Una tierra serena, una luna de cristal

Las lágrimas caían libremente del único ojo de Fay. ¡No podía parar la sangre! ¡Kurogane estaba inconsciente y sangrando! El maldito ninja no podía haberse ido solo y haberlo dejado morir… y ahora pagaría el precio máximo por ello.

¡Maldita sea, Kurogane! No te perderé a ti también. Lo seguiría rápidamente si eso ocurriese. Pero la siguiente cosa que supo fue que unas manos lo estaban agarrando… intentando apartar a Kurogane de él. Al principio, el mago luchó, pero entonces notó una mano fría en su mejilla… y una voz cálida…

"No te preocupes. Kurogane no morirá."

Es sólo para siempre

No es tanto tiempo

"Tú también, bebe," ordenó Kurogane en voz baja, ofreciéndole a Fay la muñeca que se acababa de abrir. Fay dudó un momento; dos instintos diferentes se batían en su interior como cada vez que Kurogane le obligaba a hacer eso. Su corazón gritó que era repugnante y que preferiría morir antes que continuar con eso, pero el vampiro que había en él gritaba por el denso líquido rojo que manaba de las venas abiertas del ninja.

"Si no vas a beber, haz lo que quieras," Kurogane suspiró, irritado. "Seguirá sangrando."

"Realmente eres un caso perdido… Kurogane," dijo Fay con tristeza, finalmente aceptando su oferta y poniendo los labios sobre la piel de Kurogane, su corazón muriendo un poco más mientras el vampiro se saciaba con el intenso sabor metálico.

Perdido y solo

Bajo tierra, bajo tierra

XxX

Fay se levantó sobresaltado. Le llevó unos minutos recordar que estaba en Japón. Cuando miró al exterior, vio que el cielo estaba oscuro. Debía haber dormido muchas horas, ya que la última cosa que recordaba era que estaba paseando por la biblioteca del castillo Shirasagi por la tarde. Ahora se encontraba sentado en una silla con un pergamino sobre las rodillas. Vagamente recordó haberlo cogido, aunque sabía que no podría leerlo.

"Qué sueño tan raro," se dijo el mago mientras echaba un vistazo al extraño idioma. No importaba cuanto lo intentase, no conseguía juntar la serie de imágenes apagadas en algo que tuviese sentido. La única cosa que sabía a ciencia cierta era que había oído la voz de Ashura-ou.

"Pero está muerto," dijo Fay en voz baja, no muy seguro de cómo se sentía al respecto. Todo había pasado tan rápido desde que se habían marchado de Infinity que no había tenido ni un momento para procesarlo. Tampoco es que lo quisiera. Kurogane… Ashura-ou… Sakura… Fay… todo.

"Una excelente elección," dijo de repente una voz en su oído. Fay se sobresaltó y se giró, medio cayéndose de la silla, para ver a Tomoyo-hime de pie a su lado. Fay suspiró; ni siquiera la había notado acercarse, prueba de lo distraído que estaba.

"¿Aún no se ha despertado?"

"No," dijo Tomoyo con tristeza. "Pero tengo fe en él. Kurogane puede superar cualquier cosa."

Fay le dio la espalda, mirando el incomprensible pergamino. Quería mirar algo que no fuese Tomoyo. Cuando Kurogane había estado de ánimo para conversar, le había hablado un poco sobre la princesa. Se sentía culpable por casi hacerle perder a la chica su mejor protector.

"Es culpa mía."

Tomoyo iba a decir algo, pero Fay se levantó bruscamente, dejando caer el pergamino.

"¡Lo es! Tú lo sabes. Podría haber muerto. ¡Podría haber muerto!"

"Pero no ha sido así," dijo la princesa con calma, intentando traspasar la histeria del mago. "Afligirse por lo que podría haber pasado no ayudará. Kurogane eligió su propio camino. Sus heridas no son culpa tuya y él mismo sería el primero en decirlo. Sólo que… probablemente lo diría usando muchas más palabras."

Fay sonrió ligeramente, imaginando cuáles serían algunas de esas palabras.

"Y… ¿qué te hizo elegir este pergamino?" Tomoyo cambió rápidamente de tema, sabiendo que sería mejor para Fay discutir todo eso con Kurogane que con ella.

Fay recogió el pergamino del suelo y se lo tendió a la princesa. "No estoy seguro. No es que pueda leerlo, tampoco."

"Bueno, en cualquier caso, has hecho una buena elección. Mi padre trajo muchos de estos cuentos de otras tierras. Antes de que Amaterasu se convirtiese en emperatriz y yo en sacerdotisa, ella solía leérmelos."

"¿Cuál es este?"

"Se llama El Laberinto. Hay muchas versiones del cuento, pero el argumento básico es que el Rey de los Goblins roba alguien querido al protagonista y éste debe resolver el laberinto que rodea el palacio del Rey Goblin. A veces el protagonista es un príncipe, o una princesa, o incluso una persona normal. La persona raptada también varía de una historia a otra. A veces la persona es un hermano, un amigo… quizás incluso un amante. La versión que has escogido cuenta la historia de cómo el Rey Goblin roba un joven príncipe y su amante hace frente al laberinto para salvarlo." Tomoyo echó un vistazo rápido al pergamino abierto. "Lo tienes abierto por el final de la historia, cuando el amante se enfrenta al Rey Goblin. Dame al príncipe," empezó a leer del pergamino, su voz tomando un tono oscuro y dramático. Fay se estremeció al escucharla. No sabía por qué, pero las palabras le parecían extrañamente familiares.

"Por increíbles peligros e innumerables fatigas, me he abierto camino hasta el castillo más allá de la Ciudad de los Goblins… para recuperar el hombre que me has robado. Porque mi voluntad es tan fuerte como la tuya… y mi reino igual de grande. No tienes poder sobre mí."

Mientras recitaba la última línea, Tomoyo lo miró directamente al ojo. Fay sintió de repente como si la princesa lo estuviese examinando y se apartó de ella, incapaz de seguir mirándola. Tomoyo mantuvo su sagaz mirada un momento más antes de enrollar el pergamino y ponerlo de nuevo en su estantería.

"Ya sabes… quizás estabas destinado a encontrar este cuento."

Ah, pensó Fay. Otra vez hitsuzen. ¿Qué podría querer de mí esta vez?

"Fay-san," dijo ella en voz baja, dirigiéndosele por su nombre por primera vez en la conversación. "Por favor, duerme un poco esta noche."

Fay sacudió la cabeza, deslizando una máscara sobre su rostro, más por hábito que por otra cosa. "Ya he echado una cabezada hoy y quiero estar despierto cuando Kuro-rin vuelva en sí."

Tomoyo rió. "Creo que él te perdonaría esto una noche. Pero en todo caso, creo que se enfadaría contigo por avergonzarte de su sacrificio y no cuidarte. Por favor… descansa." La princesa no esperó una respuesta. Se deslizó silenciosamente a través de la oscuridad de la antigua biblioteca, dejando al mago solo con sus pensamientos.

Sin entender muy bien por qué, se acercó a la estantería y recuperó el pergamino, ojeando las extrañas palabras otra vez y deseando poder desentrañar sus secretos.

La historia… ¿cómo acaba?

XxX

"Siento haberte hecho esperar. Ya puedes pasar," Fay oyó la voz de Tomoyo a través de la fina puerta corrediza. Por un instante, sintió pánico. ¿Qué le iba a decir? ¿Qué le dices a alguien que se ha cortado un brazo por ti? Con estas preguntas y muchas más en su mente, Fay abrió la puerta. La primera cosa que vio fue a Kurogane, sentado en su futón. Disfrutó al verlo, vivo; pero su estómago se encogió ligeramente cuando vio el lugar donde debería estar el brazo izquierdo del ninja.

Al principio, intentó no mirar a Kurogane a los ojos, pero podía sentir su penetrante mirada sobre él. Cuando finalmente alzó la vista, se sorprendió de ver una pregunta en sus ojos. Su expresión no era muy distinta a la normal, pero Fay lo conocía lo suficiente para saber lo que decían su mirada.

¿Estás bien?

Fay no respondió. La pregunta se desvaneció y fue reemplazada por agotamiento.

"Eh," dijo Kurogane a modo de saludo.

Fay dudó un momento, inseguro de sus pensamientos. Pero, entonces tomó una decisión y avanzó, asestando un puñetazo a la cara de su compañero y tumbándolo en el futón. El guerrero no gritó; simplemente miró al mago estupefacto.

"Esta es la revancha… Kuro-sama," explicó, dejándole saber que todo lo que había habido entre ellos desde Tokio estaba perdonado.

"Bastardo," dijo Kurogane con una sonrisa maligna. "Te moleré a palos." Fay se sintió sorprendido y al mismo tiempo contento al ver que esa sonrisa no le alcanzó los ojos. Por primera vez desde que se conocieran, en los ojos de Kurogane había una verdadera y sincera sonrisa. Fay devolvió ese pequeño gesto con la primera sonrisa auténtica que daba a alguien desde Ashura-ou.

Ambos fueron sacados de ese momento por el sonido de Tomoyo intentando reprimir la risa. "Os dejo solos, pues," dijo mientras salía por la puerta, riendo y cerrándola tras ella.

El mago y el ninja permanecieron sentados en silencio durante un rato después de que la princesa se fuese, pero no había el silencio tenso y afligido que había habido entre ellos durante tanto tiempo. Era un silencio cómodo, lleno de significado. Pero de repente, Fay rompió el silencio lanzándose hacia Kurogane. Lo rodeó con los brazos, gritando contra su pecho cosas que no conseguía entender. Kurogane dudó, inseguro de cómo manejar con este nuevo y sincero Fay. Pero después de poco, lo rodeó con su brazo y lo mantuvo contra él, oyéndolo gritar.

"¡Estaba tan preocupado por ti!" consiguió decir finalmente. "Has estado inconsciente una semana. Eres un maldito idiota, ¿lo sabes? ¿Por qué lo hiciste?"

"Porque simplemente no podía dejarte atrás. No cuando podía hacer algo para evitarlo."

"Kuro-myuu," lloriqueó Fay, sonando afectuoso cuando dijo el sobrenombre. "No deberías haberlo hecho. Si sabías lo que era bueno para ti, deberías haberme dejado. No me merezco…"

"No," interrumpió Kurogane. "No quiero oír más, mago. A mi parecer… te lo mereces. No me arrepiento."

"Pero yo sí, Kuro-tan," dijo en voz baja mientras se apartaba del abrazo del ninja. "Tú… todos vosotros… estaríais mejor sin mí."

Kurogane iba a responder cuando de repente se desató el infierno.

Todas las luces de la habitación se apagaron de golpe, casi como si el aliento de un gigante las hubiese apagado de un soplido. Voces cacareantes sonaban en la oscuridad y ambos pudieron notar movimientos a su alrededor. Fuera, rayos iluminaron el cielo y el viento golpeó contra la puerta corredera que daba al balcón.

"¿Qué está pasando?" gritó Fay.

"¿Quién anda ahí?" exigió Kurogane con enfado, instintivamente llevándose la mano a la espada, aunque al instante recordó que ya no tenía ninguna. ¿Podía tratarse de invasores? ¿El castillo estaba siendo atacado?

"¡Muéstrate!" aunque su rabia no hizo que las figuras cambiantes tomaran forma, éstas empezaron a avanzar. Las sombras rientes se arrastraron hacia ellos.

"¡Kurogane, vigila!" gritó Fay, atrayendo la atención del ninja hacia sus propios pies. Abrió mucho los ojos cuando vio que las sombras líquidas se arremolinaban alrededor de sus pies y comenzaban a treparle por el cuerpo, riendo maníacamente todo el rato.

"¡Muévete!" ordenó severamente, rápidamente apartando a Fay de manera que la cosa no lo tocase. Fay cayó al suelo con un grito poco digno, pero al poco estaba de nuevo en pie.

"¡Kurogane!" gritó, aunque había poco que él pudiese hacer. No conseguía alcanzarlo a través de las sombras en movimiento, y la cosa avanzaba más rápido por su cuerpo.

"¡Sal de aquí!" consiguió gritar Kurogane antes de que la cosa de llenase la boca. Poco después las bullentes sombras se lo habían tragado por completo.

"¡NO!" gritó Fay mientras lanzaba un rayo de magia a la sombra viviente. Pero nada sirvió de ayuda. La sombra reidora llameó brevemente y se hundió de nuevo en la oscuridad como si nunca hubiese estado allí.

"¡DEVOLVEDLO!" gritó en vano a la nada. Desafortunadamente para él, la nada no duró mucho.

Finalmente el viento consiguió partir la fina puerta del balcón, trayendo consigo una figura alta rodeada de oscuridad. Fay contempló la figura horrorizado, con una única e inútil letanía en su mente.

No puede ser. No puede ser. ¡Simplemente no puede ser!

Era Ashura-ou… y al mismo tiempo no lo era. Iba vestido de negro, y sus ojos oscuros estaban, en el más puro de los sentidos, exánimes. Fay de repente recordó el pergamino de la noche anterior y finalmente cayó en la cuenta de quién era la sombra que había ante él.

"Eres… él, ¿verdad?" preguntó, medio atragantándose con las palabras. "Tú eres el Rey Goblin."

La pálida boca se torció en una sonrisa, confirmando lo que el mago ya sabía.

"¿Qué has hecho con Kurogane?"

"Lo dicho, dicho está," replicó el rey condescendientemente.

"¿De qué estás hablando?"

"Tú mismo lo dijiste. Kurogane estaría mucho mejor sin ti. Bueno… ahora está sin ti."

"No es eso lo que quería decir," dijo Fay, tembloroso. "¿Dónde está?"

"Sabes muy bien dónde está," dijo Ashura, al parecer con la mirada de condescendencia esculpida en su cara.

"Por favor, devuélvemelo, por favor," suplicó Fay. Acababa de recuperar a Kurogane. Perderlo ahora…

"Fay," empezó Ashura, dirigiéndose realmente a él por primera vez. "Vuelve con Sakura y Syaoran, y olvida la promesa que hiciste de dar tu magia. Consérvala. Úsala para ti. Olvida al ninja."

"No puedo," dijo Fay con calma.

El rey alzó una ceja, sorprendido, pero entonces alzó una mano y las sombras se enroscaron en ella, transformándose en un báculo mágico. Era exactamente igual que el antiguo báculo de Fay, sólo que este era negro en vez de dorado.

"Te he traído un obsequio. Un nuevo báculo para reponer el que entregaste. Pero este no es un báculo para un mago débil que da sus poderes como si no fuesen nada," le advirtió, deslizando una mano pálida por la superficie pulida del báculo oscuro. "¿Lo quieres?"

Fay miró el báculo con la mirada vacía. Podía notar que era extremadamente poderoso, pero no estaba considerando la oferta ni de lejos.

"Pues olvídate del ninja."

"No puedo," repitió enfadado. "Nunca elegiría un báculo en vez de Kurogane. ¡Devuélvemelo!

"Yuui," comenzó el hombre, llamando a Fay por su verdadero nombre y estremeciéndolo hasta las entrañas. Sujetó el báculo otra vez e instantáneamente lo transformó en una serpiente negra. Ashura desenroscó la criatura lentamente de su muñeca, estirándola cuan larga era.

"No me desafíes," le advirtió antes de lanzar la serpiente venenosa a Fay. El mago gritó cuando la criatura se le enroscó en el cuello, pero mientras agarraba la piel escamosa, la serpiente se evaporó en una voluta de sombra.

"No eres rival para mí, Fay," dijo Ashura riendo.

"Tanto si lo soy como si no," empezó Fay débilmente, aún frotándose el cuello. "Tendré a Kurogane de vuelta."

Ashura suspiró ante eso y guió a Fay hacia el balcón. Señaló el gran agujero en la pared y Fay se dio cuenta de que no estaba viendo Japón, sino un mundo completamente distinto. Un enorme laberinto se extendía varios kilómetros en todas direcciones, absorbiendo la vida de un paisaje ya estéril. En su centro había un castillo, grande más allá de toda medida.

"Está allí… en mi castillo. ¿Aún quieres ir a buscarle?"

"¿Ese es… el castillo más allá de la ciudad de los Goblins?" preguntó, girándose para encarar a Ashura. Cuando lo hizo, vio que habían dejado Japón atrás y habían entrado en el mundo del laberinto. También vio que con el cambio de mundos, había cambiado el vestuario. La ropa que Tomoyo-hime le había dado se había convertido en sus ropajes celesianos.

"Regresa, Fay," el rey se lamentó como si el mago ya estuviese muerto y enterrado. "Regresa antes de que sea demasiado tarde."

"No puedo," insistió Fay con determinación. "¿No comprendes que no puedo?"

"Qué lástima."

"No parece estar tan lejos," dijo el mago cuando se giró para mirar el laberinto, intentando confiar en sí mismo.

"Está más lejos de lo que crees," de repente oyó la voz de Ashura junto a su oído. "El tiempo es breve."

Fay no tenía nada más que decir al Ashura-espectro. Su férreo silencio hablaba por sí solo. Seguiría con eso hasta el final.

"Otra cosa," añadió el rey con una sonrisa sádica. "Quítate el parche del ojo."

"¿Por qué?"

"Sólo hazlo."

Fay no entendió muy bien la orden, sin embargo la cumplió. Se quitó el parche de la cabeza y, para su sorpresa, podía ver perfectamente bien. El ojo estaba allí. Lanzó una mirada confusa a la pálida sombra de su mentor.

"Ninguna de tus discapacidades está presente aquí. Tienes ambos ojos y un uso completo de tu magia. Tu parásito vampírico tampoco está. Aquí estás completo."

"¿Por qué?" fue lo único que consiguió decir.

"Porque en este mundo es así. Y ahora…" Ashura alzó la mano de nuevo y apareció un reloj muy ornamentado de la nada. "Tienes trece horas para cruzar el laberinto antes de que tu precioso ninja se convierta en uno de nosotros para siempre. Una auténtica pena," dijo mientras se desvanecía.

Fay rápidamente volvió su atención hacia el laberinto. Si sólo disponía de trece horas, no tenía tiempo que perder pensando en el Ashura-que-no-era-Ashura.

"El laberinto," se dijo a sí mismo mientras ojeaba el panorama… ¡con ambos ojos! "No parece tan difícil. Bien, andando," dijo, intentando mostrarse alegre mientras comenzaba a descender por la colina hacia el muro exterior. Salvaría a Kurogane… sin importar lo que le costase.

XxX

"¿Qué les ha pasado?" preguntó Souma.

Tomoyo entró en la habitación en la que poco rato antes habían estado Kurogane y Fay. Souma la siguió de cerca. No había ninguna señal de lo que había ocurrido, pero Tomoyo lo sabía.

"No hay signos de lucha," comentó la ninja.

"Ni debería haber," dijo la joven princesa con serenidad. "El mago de Celes y el guerrero de Japón deben enfrentarse a una última prueba antes de poder seguir avanzando."

Souma miró la habitación vacía una vez más. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero confiaba en su princesa.

"Que los dioses vayan contigo, Kurogane… y con tu compañero."

XxX

NdT: Bueno, esta es mi primera traducción de una historia de este tipo (lemon), así que, si veis algún fallo, ya sea en esa parte o en el resto, decídmelo, por favor. Intentaré ir rápido y acabarla este verano, pero no os puedo prometer nada. Si tenéis alguna pregunta sobre los acontecimientos futuros de la historia, mirad la película (os haréis una idea aproximada) o preguntádmela a mí. Para los que no podáis esperar y sepáis algo de inglés, podéis ojear la versión original. Con esto dicho, hasta el siguiente capítulo.