El señor de las hormigas (1)

Por edwinguerrave

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El Copyright y la Marca Registrada del nombre "Ant-man, el hombre hormiga", de todos los demás nombres propios y personajes, así como de todos los símbolos y elementos relacionados, para su adaptación cinematográfica, son propiedad de Marvel Studios y Walt Disney Pictures, 2015.

Este fic participa en el Reto #25: "Adiós a lo viejo, ¡Hola a lo nuevo!" del foro La Torre Stark. (2)


Capítulo 1: La incursión a la casa de Hank Pym (3)

Ya estaba a punto de renunciar a todo. No sabía que hacer. Cualquier intento de conseguir un empleo respetable como ingeniero electricista, o al menos estable, se iba a la basura por sus antecedentes criminales. Y buscar iniciar algún negocio implicaba un capital que, por supuesto, no tenía. Ni siquiera podía visitar a su adorada Cassie sin enfrentarse a Maggie por la pensión. Lo único que tenía a su lado era a Luis, y sabía que no era en ese momento una buena compañía.

Luis llevaba varios días diciéndole que hicieran ese "trabajo", que Dave y Kurt, sus secuaces, habían estado tomando nota de los movimientos del dueño de la casa que habían seleccionado como blanco, y que "todo estaba preparado"; pero Scott sabía que si volvía a delinquir le sería literalmente imposible volver a ver a Cassie. Pero, gracias a la perseverancia del "chicano" y la desesperación del ingeniero, la decisión se tomó: Scott entraría a esa casa, saquearía la caja fuerte y saldría; un trabajo limpio y simple, sin riesgos; puesto que los dueños, un viejo científico y su hija, estarían de viaje en los siguientes días.

— ¿Está todo listo? —le preguntó Scott a Luis en el momento que entraban a la van negra donde ya Dave y Kurt los esperaban, con cierto semblante ansioso—, ¿me aseguras que no están en la casa?

—Tranquilo, Scott —respondió el mexicano, sonriendo—, ya deben estar bien lejos.

—Muy bien. Cuéntame, ¿quiénes son esos que vamos a visitar?

—Es Hank Pym, un antiguo científico e inventor, que está retirado y vive con su hija… —al decir esto, Luis se detuvo y, con una especie de suspiro, mencionó—, muy linda, por cierto. La caja fuerte está en la oficina, no debe ser problema para ti abrirla y sacar lo que haya ahí.

—Que espero que sean muchos billetes —mencionó Kurt, mientras Dave sonreía. Scott intentaba sopesar los riesgos de seguridad que podría tener la casa de un inventor, por lo que preguntó:

— ¿Cómo están los sensores de seguridad de esa casa?

—Son pan comido, Lang —respondió Dave, aún sonriendo—, una centralita básica, de las que nos hemos cansado de desactivar cientos de veces. No tendrás problema.

Scott no estaba totalmente confiado, al menos no a los niveles de sus compañeros, pero algo le decía que estuviera tranquilo. Llegaron a las cercanías de la casa de los Pym, y Scott, ágilmente, logró desactivar la alarma y entrar, admirando la sencillez del mobiliario, que no ocultaba la calidad y valor de éste.

—Scott —escuchó la voz de Luis en el auricular de su radio—, recuerda que vas a buscar la caja fuerte en la oficina.

—Claro, claro…

Ubicarla fue sencillo, abrirla no tanto. Con un poco de ingenio y algo más de esfuerzo, Scott logró forzar la puerta y al abrirla…

— ¿Qué? ¿Sólo esto? —sorprendido, extrajo y colocó en la mesa un traje y un extraño casco cromado. Lo vio uno o dos minutos mientras se escuchaba en la radio los gritos de Luis llamándolo. Intentaba comprender que hacía un inventor con un viejo traje de cuero, a medio camino entre un disfraz de motorizado y uno de la carrera espacial.

Cuando reaccionó, guardó rápidamente el traje y el casco en el morral que llevaba, para después volver a mirar dentro de la caja fuerte, en búsqueda de riquezas, como joyas, efectivo o algo más. Al no ver más nada dentro, decidió cerrarla y salir lo más pronto posible de esa casa, para evitar el riesgo de ser descubiertos. Al regresar a la van, Luis, Kurt y Dave esperaban con ansias para ver los tesoros que habría sacado. Mientras huían amparados por la oscuridad y el silencio, Scott iba reflexionando sobre quién estaría interesado en ese viejo traje.

Cuando los demás vieron lo "poco" que había logrado sacar Scott de la casa de Pym, se encendió una acalorada discusión, donde los "dimes y diretes" iban y venían entre los cuatro ladrones, hasta que un harto Scott terminó la polémica con un contundente:

— ¿Saben algo? No se preocupen, yo me quedo con el traje. Ya veré que resuelvo con él. Si logro venderlo, les doy su parte y listo. ¿Les parece?

Tres cabezas asintieron en silencio. Inmediatamente, Scott volvió a guardar el traje y el casco en el morral, y salió de la habitación donde estaban. Entró a su cuarto, trabó la puerta y, sacando los artículos, los acomodó en la cama, detallando los elementos en el traje y como se ajustaba perfectamente al casco, e incluso como parecía ser de su talla. No lo dudó. Tenía que probárselo.

Se dio cuenta que el traje no dejaba nada al azar, traía incorporados guantes, zapatos e incluso controles en el antebrazo izquierdo. Cuando se calzó el casco, sintió cómo se ajustaba al traje, encerrándolo completamente, e iniciando una interfaz gráfica en los visores, lo que le sorprendió. Hizo algunos movimientos, notando que el traje se amoldaba perfectamente a su cuerpo. Vio los controles y no pudo resistirse; pulsó algunos, según le indicaba la interfaz, y de pronto…

— ¿Qué es esto? —lo que vio lo dejó totalmente perplejo. Estaba de uno centímetros de altura, no más alto que la suela de uno de los zapatos que estaban a su lado, el cual lo asustó al verlo. Todo se veía a una escala megalítica, lo que le hizo pensar: Imagino que así verá el mundo una hormiga. Se sentía descompuesto, paralizado, tanto que no sabía que hacer. Sólo sabía que quien usara ese traje se exponía a grandes riesgos si no sabía usarlo. Y él estaba en esa situación. Comenzó a sudar copiosamente, al menos así sentía, hasta que encontró el botón de regresar a su altura natural.

Apenas se quitó el traje, supo que hacer. Debía regresarlo al lugar de donde lo había tomado, y nada lo haría cambiar de decisión. Por eso no le diría nada a los demás, era su idea y debía resolver cómo hacerlo, y rápido.


Notas al pie:

(1) El título es un guiño a "El Señor de las Moscas" ("Lord of the Flies"), la primera y más célebre novela de William Golding. Publicada en 1954, se considera un clásico de la literatura inglesa de postguerra; pero también a la canción homónima de la banda británica Iron Maiden (Janick Gers/Steve Harris), de su disco The X Factor (1995), el primero luego de la salida de Bruce Dickinson y con Blaze Bayley como su sustituto, y que a su vez se inspira en la novela de Golding.

(2) La premisa del reto es "escribir dos (2) one-shot (entre 500 y 2000 palabras por capítulo). En el primero relatará un suceso de la película que marcó a este personaje y, en el siguiente, que cambios propició esto en su vida. Ambos deben ser publicados como una sola historia, dividida en dos capítulos." En este caso, seleccioné un personaje muy particular, divertido y escurridizo: el ladrón devenido a superhéroe Scott Lang, "Ant-man".

(3) Hago constar, que quizás los acontecimientos no se narren tal como en la película del 2015, pero es un fic, un aporte personal al vasto Universo (Cinematográfico) de Marvel, fuente inagotable de inspiración.